El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 31 de octubre de 2022

Pasos de gigante

 



Capítulo XIII. Parte 5. Novela "Ocurrió en Lima"

El timbre de la puerta me sacó de mis elucubraciones. Pensé que solo podía ser Diana.

-    Cuéntame –fue lo primero que dijo en cuanto abrí la puerta.

-    Pues ya está hecho. He estado trabajando en mi nuevo despacho hasta las tres de la tarde, -y fui consciente de que se lo contaba con una ilusión que hacía mucho tiempo que no había sentido.

Detallé a Diana como había transcurrido el día, sin omitir nada.

-      Estás exultante, -me comentó.

-      Sí. Y tú, ¿quieres cambiar de trabajo?, -tenía que empezar a reclutar el personal para el departamento.

-      Sí, me apetece mucho, ¿crees que podrá ser?, -preguntaba esperanzada.

-      Por supuesto. Tienes que llevar tu curriculum en persona para que te hagan una entrevista y supongo que no tendrás ningún problema. Yo te acompañaría. La oficina de recursos humanos está al costado de la nuestra. ¿De qué quieres trabajar?

-      No sé, ¿qué puestos hay?

-      Puedes ser mi asistente o trabajar de administrativa introduciendo datos.

-      Me apetece más ser tu asistente, ¿qué tengo que saber?

-      Tienes que estar en contacto conmigo y con los técnicos, cuando salgamos de la oficina, para saber dónde estamos por si nos necesitan. Serás mi voz en el departamento cuando yo no esté y cuando esté, también, porque organizarás mi agenda y contactarás con las distintas oficinas para temas que puedan surgir. Tendrás que manejar todas las aplicaciones de la empresa. Y, posiblemente, un sinfín de tareas más que irán surgiendo.

-    Me encanta, -parece que ya éramos dos los que estábamos ilusionados.

-     ¡Ah!, y tu sueldo estará equiparado al de los técnicos y, supongo, que será el triple de lo que ganas ahora.  

-    Pues aún me encanta más.

-    Perfecto, empieza a preparar el curriculum y el lunes, si puedes, te vienes conmigo a primera hora. ¿Cuándo podrías empezar?

-    Al otro lunes. En una semana. Y si no me cuentas más, paso a mi depa a preparar el curriculum.

-    Mientras lo preparas, voy a llamar a mis antiguos compañeros a ver si les puede interesar. Cuando finalice las llamadas, paso a buscarte y, vamos a comer una pizza para celebrarlo, te invito.

-    Acepto la invitación. Pasa cuando estés. Hasta luego, -y se fue dejándome solo.

En la antigua empresa trabajábamos diez personas. Todos responsables y cumplidores de su trabajo, desde los técnicos de primera línea hasta el personal de administración y ventas. Cualquiera de ellos sería un buen fichaje.

Mi intención era contactar con ellos, desde Pablo, con el que ya me reuní para intentar iniciar un negocio juntos, que no pudo ser por falta de capital y que, además de ser mi mejor amigo de la empresa, yo lo consideraba el más valioso técnicamente, hasta tener cubierto el cupo de las seis plazas que necesitaba el departamento.

Al final contacté con los diez porque la mitad habían conseguido trabajo o habían decidido tomarse una temporada sabática, como fue el caso de Alba que estaba embarazada y había decidido junto con su esposo disfrutar su estado y dedicarse al bebé cuando naciera, o de Alex, otro extraordinario técnico, que aprovechó el quedarse sin trabajo para sustituir a sus padres en el negocio familiar. Por su parte, Ramón, Ferrán y Doménica habían conseguido un trabajo en el que se sentían satisfechos y no les apetecía cambiar otra vez, aunque Ferrán me comentó que Karla, su esposa podría estar interesada. A Karla la conocía por los encuentros y comidas de empresa que hacíamos, con bastante frecuencia, todos los compañeros, por venir acompañando a su esposo.

Pablo y Belén, como técnicos, y Patricia, Esteban y Raúl, como administrativos, se mostraron muy interesados y quedé con todos ellos, más Karla, en reunirnos el domingo por la tarde, en mi casa, para informarles a todos de lo que yo sabía, que tampoco era demasiado.

Y con la satisfacción de estar dando pasos de gigante, en lo que sería el equipo de trabajo, pasé a buscar a Diana para ir a cenar nuestra pizza de celebración.

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