Antes de que
el alma tome posesión de un nuevo cuerpo, los Señores del Karma presentan a ese
alma que está preparándose para su vuelta a la materia, cuál será su próximo
plan de vida, donde nacerá, quienes serán sus padres, cuáles serán sus hitos
importantes, y no tan importantes, cuál será su misión, sus aprendizajes, cual
el Karma que traerá para ser liberado, sus trabajos, sus encuentros, sus
relaciones, sus enfermedades, y hasta el momento del abandono del cuerpo y su
retorno a casa.
El alma,
normalmente no discute dicho plan, lo acepta confiada, ¿Quién mejor que los
Señores del Karma para preparar una vida?
El problema
reside, en que una vez que el alma ha tomado posesión del cuerpo, el ser humano
va olvidando paulatinamente, no solamente el plan, sino que llega a olvidar
quien es realmente y de donde procede. Olvida la conexión que le une con el
resto de seres que como él, caminan por esta Tierra, y que en multitud de
ocasiones, y provocado por ese olvido, el camino parece convertirse en un valle
de lágrimas.
Pero lo que
parece que es olvido, no es completo, el alma tiene un exhaustivo conocimiento
de todo, y la agenda, (permitirme que la denomine así), donde permanecen las
anotaciones, se encuentra almacenada en el corazón, que es el instrumento de
trabajo del alma.
En todo
momento, el corazón se encarga de ir enviando impulsos a la mente con la
información y los planos que la persona necesita para seguir su camino, son las
intuiciones, pero a veces, la mente está tan ocupada en sus inútiles procesos
mentales, que no siente la más mínima vibración, con lo que la información se pierde en la nada.
Sin embargo,
hay informaciones que son imprescindibles de conocer por la persona, y es
entonces cuando el alma toma las riendas, poniendo en marcha alguna de las múltiples
estrategias que puede utilizar, para que la persona reciba, de una u otra
manera, esa información.
La forma en
la que el alma hace llegar la información, es de la única manera que el ser
humano puede, medianamente, entender: con enfermedad, con dolor, con
sufrimiento, con decepciones. Cuando el ser humano siente algo de esto es su
cuerpo, se detiene en su frenética carrera hacia la nada, y entonces se
pregunta ¿Porqué el dolor, porqué el sufrimiento, porqué la enfermedad, porque
la decepción?, y el corazón vuelve a enviar esa información. Si la persona no
la percibe, entonces el alma se hará ayudar por algún sanador, o clarividente
para que la persona escuche la información.
Aun así, la
persona puede hacer oídos sordos al mensaje. ¿Qué hace entonces el alma?, nada,
resignarse, y la persona seguirá con más dolor, con más enfermedad, con más
sufrimiento o con más decepciones.
Conozco gente de los dos lados: Los
que percibiendo un mínimo impulso, se han ido detrás de él, dejando su vida e
incluso su país, sin tener claro nada más que ese impulso que nacía en su
corazón, encontrándose con una nueva vida que en el transcurrir del tiempo ha
resultado ser para esa persona una parte de vida imprescindible y muy importante,
para cerrar el círculo kármico y para realizar un avance importante en su
crecimiento.
Y del lado de las personas que no
escuchan “en todo” a su corazón, últimamente he conocido a una persona, toda
bondad, brillante, que siendo consciente de la razón de una enfermedad que la
aqueja, sigue “erre que erre”, cerrando la puerta de la información que recibe,
no sólo de su corazón, sino también de su alma, e incluso la de su propio
Maestro, con el que habla regularmente.
En la entrada anterior decíamos que “La verdadera y futura curación se
efectuará cuando la vida del alma pueda fluir sin impedimento ni obstáculo a
través de cada aspecto de la materia, pudiendo entonces vitalizarla con su
potencia y eliminar los bloqueos que son la fuente de las enfermedades”.
Un sinfín
de enfermedades tienen su origen en un, (permitirme la acepción), “enfado del alma”. Sólo hay que ser honestos con uno mismo, escuchar
lo que dice el corazón, y seguirlo al pie de la letra.
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