El arte de vivir (II)
En la anterior entrada sobre “El arte
de vivir” utilizaba el símil de que la Tierra es un enorme escenario en el que
cada persona interpreta el papel de su vida, y que para la escenificación de
ese papel, cada uno de los actores tiene su actuación planificada, organizada,
consensuada y aceptada con su Director.
Y que el
Director no es más que el mismo Dios, y que el libreto de la obra es, ni más ni
menos, que el Plan Divino.
Tanto nuestra vida, como nuestro
cuerpo, han sido diseñados, con nuestra colaboración y consentimiento, para
llevar a cabo un plan que concuerda completamente con el Plan Divino. Por lo
tanto, ya podemos estar seguros de que el plan para nuestra vida, es perfecto,
sin errores. Ninguno de los mortales estamos abandonados a nuestra suerte: Todo
ha sido perfectamente planificado, tanto las vidas agradables, como las vidas
duras, todo está perfectamente milimetrado. Lo único que tenemos que hacer, es
ser conscientes de eso y aprovechar cada oportunidad para extraer las
enseñanzas y asimilarlas.
Es cierto que, a veces, parece que la
vida es dura, demasiado dura, pero eso sólo es parte del aprendizaje que hemos
decidido realizar a lo largo de esa vida. Es sobre todo en los momentos de
sufrimiento cuando hemos de tener presente que el objetivo de la vida no es más
que conseguir la manifestación en la Tierra del Amor Divino. Y si hemos
decidido, en nuestra planificación de vida, aprender a sentir y a manifestar
nuestro Amor a través del sufrimiento, así será. En esos momentos sólo queda la
rendición y entregarse por completo a Dios, al Plan Divino.
Pero… ¿Cómo sé yo cual es el Plan
Divino para mí?, ¿Por qué en mi hoja de ruta está marcado el sufrimiento y el
Plan de mi vecino es de felicidad? Ha sido nuestra propia elección, en función
de nuestras anteriores vidas. Cada vida no es independiente, no es un oasis en
mitad del desierto. Cada vida está concatenada con todas las anteriores, y es
en función de todos los aspectos, comportamientos, aprendizajes, servicio a los
demás, etc., etc., de cada vida, que se planifica la siguiente.
Sin embargo,
es claro, que ninguno de los que pisamos el escenario de la vida recordamos, en absoluto, cual es el papel
reservado para nosotros en dicho Plan Divino. ¡Qué fácil sería si cada ser
humano llevara debajo del brazo su plan de vida!, y cada mañana al levantarse
consultara la página correspondiente a dicho día, para ver qué era lo
establecido para el nuevo día. Aunque es muy posible que alguno se revelara y
no siguiera su plan establecido, somos tan……., humanos.
Es claro que no se lleva el plan de
vida debajo del brazo, pero eso no quiere decir que no tengamos conocimiento de
él. El Plan Divino se encuentra integrado en el corazón de cada persona, y
llega a esta una vez que la persona está dispuesta a escuchar los mensajes de
su corazón. Ya….., pero ¿Cuándo está dispuesta y preparada la persona para
escuchar los mensajes de su corazón? Siempre está preparada la persona para tal
menester, solo depende de su disposición, y la disposición se consigue cuando consciente
de su verdadera identidad, decide detener el desenfreno de su mente. Una mente
en silencio es el camino más rápido para llegar al corazón, para llegar al Plan
Divino.
Invertir la energía, pasar a vivir desde
el corazón en lugar de hacerlo desde la mente, es la manera más rápida de
alinearnos con el Plan Divino, es sentir el apoyo, el sostén y la protección que
Dios nos proporciona en cada momento, pero que a causa de nuestro ruido
interior no llegamos a percibir. Y en lugar de sentir a Dios, lo que tenemos son
dudas y confusión, y todo ello debido a que hemos programado un plan,
llamémosle humano, un plan mental, lleno de deseos, lleno de apegos y miedos.
Nuestro plan de vida humano,
organizado por nuestras familias, la sociedad y nosotros mismos, es todo caos y
confusión, es efímero y nos aparta del mensaje verdaderamente importante de
nuestro papel dentro de la Creación.
Dios siempre nos habla y nos envía
señales, pero… ¿Mantenemos el suficiente silencio para escucharle?, ¿Permitimos
la entrada de Sus señales a través de la puerta de nuestro corazón, cerrando la
puerta de la mente?
Nuestra mente es una jaula de
grillos, en la que es imposible escuchar nada ¿Podemos escuchar el canto de un
pájaro con los audífonos puestos en nuestros oídos escuchando música a todo
volumen?, ¿Verdad que no?, pues la Voz
de Dios es como el canto de ese pájaro que canta dulce y suavemente, pero no
llega a nosotros porque en la mente siempre está instalada esa música al máximo
de decibelios que impide que el canto llegue a ella.
Percibir las señales de Dios es muy
sencillo, sólo hay que permanecer en silencio, sólo hay que atravesar el
espacio que existe entre nuestro pensamiento y nuestra sensación, sólo hay que
aparcar el pensamiento y centrar la atención en el corazón. Ahí vive Dios en
nosotros. Y para llegar no vale escuchar discursos llenos de amor, ni asistir a
misas donde se hable de Dios. El ser humano ha de encontrar a Dios en
solitario. Sin embargo, así como no vamos a salir en la búsqueda de un tesoro si
no se sabe que existe, hemos de tener el pleno convencimiento de que Dios
habita en nuestro interior para establecer contacto.
Para cerrar las puertas de la mente y
abrir de par en par tu corazón, medita. Te dejo una hermosa meditación. La
enseñó Yogui Bhajan, que dejó un legado extensísimo de enseñanzas, de kriyas y
meditaciones hermosísimas.
LA MENTE NEUTRAL
·
Es
fácil escuchar la
verdad, pero difícil vivirla, imbuirla
profundamente en el
corazón y en la mente.
·
La
mente neutral abre
la puerta a esa profunda
remembranza del yo y el alma.
·
La
mente neutral vive para el toque
de la inmensidad.
·
Deja
que existan los pensamientos de
los demás sin que molesten la propia luz interior.
·
Llamar al Yo Superior y mantenerse firme hacia
delante a través de todas las barreras.
·
Dejarse ir, fluir.
·
Observar como provee el Universo.
· Sentado
en postura fácil o en una silla, con la espalda recta.
· Suprimir
cualquier tensión que se sienta en cualquier parte del cuerpo.
· Sentarse
derecho, con equilibrio.
Concentración:
· Los
ojos están cerrados.
· Imaginarse
sentado tranquilamente y llenos de luz.
· Dejar
que gradualmente esa energía se acumule en el punto de la frente, como si
fluyera.
Respiración:
· Dejar
que la respiración se regule a sí misma de una manera lenta y meditativa.
· Se
respira siempre por la nariz.
Mantra:
· “Wa-he” “Gu-ru”.
· Hacer
vibrar mentalmente un simple tono monocorde como si se cortara el sonido.
· Proyectar
cada sílaba de manera clara: WA-HE GU-RU.
Significado
del mantra:
· Este
es el mantra del éxtasis.
· Significa:
“Fuera de la oscuridad, en la luz”.
Mudra:
· Las dos
manos en el regazo, con las palmas hacia arriba.
· Colocar
la mano derecha sobre la izquierda. (Las mujeres al revés).
· Las
puntas de los pulgares pueden tocarse o no.
Tiempo:
· De
11 a 31 minutos.
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