El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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jueves, 31 de marzo de 2016
La evolución del hombre (y III)
La
evolución en cada alma no se rige por parámetros fijos ya que cada persona
trabaja los aspectos que considera oportunos. No hemos de olvidar que somos
total y absolutamente libres para realizar nuestro camino de vuelta a Dios de
la forma que más nos apetezca.
Esto supone que nos encontramos con todo
tipo de caracteres en la vida, desde los que parecen más evolucionados, hasta
los que no lo parecen nada.
Pero
no hay que fiarse de las apariencias, engañan mucho, y en cuanto a evolución
espiritual se refiere mucho más, porque quien se encuentra más evolucionado, es
decir, más cerca de Dios, cuenta poco y habla menos, y esto es por dos razones:
Una, que al encontrarse algo más cerca de Dios, aun quiere acercarse más y
dedica todo su tiempo a proyectarse hacia Él, y dos, que se encuentra tan bien
consigo mismo que no encuentra mejor compañía que la suya propia.
Recordar,
una vez más, que la evolución es limpiar las energías negativas y sustituirlas
por energías positivas, pero al trabajar cada ser los aspectos que más le
interesa, irá limpiando, activando y energizando diferentes chakras en su
cuerpo energético, y diferentes a su vez de otros muchos seres. Cada persona es
única, y aunque dos se parezcan, no son iguales.
En
nuestro deambular por la materia nos vamos encontrando con seres variopintos
que van siendo nuestro termómetro para medir nuestra propia evolución. Todos
son un espejo en el que vemos reflejada nuestra propia imagen, nuestras propias
carencias, nuestros miedos, nuestras miserias, nuestra ignorancia, nuestro
sufrimiento, nuestro dolor, nuestras soledades.
Cuanto
menor es nuestro nivel de evolución, más dolor, más sufrimiento, más división, más
separación, más religiones, más opciones políticas, más estados o mini estados,
más banderas, más discriminación, más guerras, más hambre, más pobreza, más
ignorancia.
Si
todos nos encontráramos en el mismo nivel la evolución, a medida que este fuera
creciendo nos iríamos uniendo cada vez más, para llegar al final de nuestro
tiempo a un solo estado: la Tierra, a una sola religión: el Amor, a un único
objetivo: caminar juntos hacia Dios, a un solo sentimiento: la felicidad, a un
solo parentesco: la humanidad, una sola enseñanza: vivir desde el corazón.
Caminante
PERLAS PARA EL ALMA
Me
encuentro en un punto de mi camino hacia Dios, como todos, cada uno en el suyo.
Le
pido a Dios que me ilumine para no sentirme inferior cuando miro a los que van
por delante, ni superior cuando miro a los que van por detrás. Que los que van
por delante sean mi acicate, mientras ayudo con humildad a los que van por
detrás.
martes, 29 de marzo de 2016
La evolución del hombre (II)
La
división más simple con la que nos podemos encontrar, en función de nuestra
evolución es:
-
Los que se acercaron a Dios.
-
Los que siguen separados.
En
el grupo de los que se acercaron a Dios están las almas que han finalizado su
recorrido en la materia y ya se han unido a Dios o están cerca de hacerlo completando
su trayecto en otros planos de existencia, y están también esas otras almas que se
han quedado para ayudar a los que siguen en su proceso, entre los que se
encuentran los Maestros por todos conocidos, en mayor o menor medida, aunque
solo sea de nombre: Buda, El Morya, Hilarión, Jesús, María, Saint Germain,
Djwhal Khul, Koot Hoomi, etc.
Como
la Creación no ha finalizado, sino que es algo vivo y permanente, en el segundo
grupo, de los que viven separados de Dios, permanecen una variopinta variedad
de almas, desde los que están iniciando su recorrido hasta los que están
próximos a finalizarlo, todos ellos trabajando en su evolución, con más o menos
conciencia, e incluso sin conciencia de lo que están haciendo, pero todos
tratando de volver a Dios.
Por
lo tanto podríamos definir la evolución del ser humano como la distancia en la
que el alma se encuentra separada de Dios.
Antes de seguir con la evolución
permitirme un aparte sobre Dios. Dios tiene que ver con el alma, con la
espiritualidad, pero nada que ver con religión, con ninguna religión. Ha habido
terribles dictadores en países católicos que iban a misa y a comulgar después o
antes de firmar sentencias de muerte de seres humanos cuyo delito era pensar de
diferente manera. Ningún delito, incluso los actuales de terrorismo, puede ni
debe pagarse con la vida, eso sería ponerse al nivel de los asesinos,
y estamos aquí para recordar, pero nunca para arrebatarnos la vida unos a
otros, por muy loable que parezca la causa y por muy deleznable que haya sido el acto. Como reflexión: ¿Qué diferencia existe
entre los dirigentes de los diferentes países que están bombardeando Siria, de
uno u otro bando, y los dirigentes de países que no los acogen y los confinan
en campos que llaman de refugiados?, ninguna diferencia, y lo más triste es que
a ninguno de ellos, ni a los que disparan con bombas, ni a los que disparan con
palabras, les van a aplicar ningún tipo de pena.
Pero sigamos con la evolución: Los
seres humanos somos según la energía que hay en nuestros chakras. Por lo tanto
la evolución implica un cambio en nuestro sistema energético, porque cuando
hablamos de orgullo, o de perdón, o de paciencia, o de compasión, estamos
hablando de energía.
Esta entrada solo trata sobre la evolución
en general, no de cómo evolucionar, porque eso no supondría un post, eso
implicaría editar una enciclopedia. Ya existen cientos de libros de autoayuda,
que no es más que explicar aspectos de la evolución, y en muchos casos de cómo
trabajar para ir creciendo. Sigue las instrucciones del libro que más te agrade
y avanzarás en tu crecimiento. Pero recuerda que leer solo no es suficiente, ya que
la evolución no es amasar conocimiento, sino ser cada día mejores y ser capaces
de corregir los propios defectos.
Pero como no puedo resistirme a dejar pasar la oportunidad de ofrecer
alguna sugerencia para acelerar nuestro proceso de acercamiento a Dios,
permitirme solamente el enunciado de tres puntos:
1.
Localiza tus defectos que no son más
que señales de cuan separado estás de Dios. Cuanto más cerca de Dios menos
defectos. Cuanto más cerca de Dios más amor.
2. Permanece atento para ver cuando salen
a la luz, y de manera consciente cambia eso que intenta salir por la virtud
contraria.
3.
Y medita. Pero recuerda que la
meditación por sí sola no es suficiente, ya que la meditación es como un abono.
Con el abono lo mismo crece lo bueno que lo malo que hay en ti, por eso hay que
ir eliminando lo malo, de manera consciente.
Continuará………….
lunes, 28 de marzo de 2016
La evolución del hombre (I)
Nada
de todo lo malo que nos sucede sería posible si los seres humanos supiéramos realmente
que somos, quienes somos, de dónde venimos, que es la vida y lo que realmente
hacemos en ella. No existirían guerras, ni atentados, ni asesinatos de ningún
tipo, ni robos, ni hambre, ni sufrimiento, ni dolor. No existiría ningún tipo
de discriminación, ni de rechazo, ni de tortura. No existirían barreras, ni existirían
separaciones.
Todo sería paz, alegría, bienestar,
felicidad y amor, solo por nombrar alguna de las cualidades que se está perdiendo la
humanidad por su ceguera.
Todos somos lo mismo, somos hermanos,
somos hijos de Dios y estamos aquí para recordar el camino a casa.
Este es el problema, que tenemos que
recordar cuál es el camino para volver a casa, y para recordarlo tenemos que
recordar primero cual es nuestra casa y cuál es nuestra estirpe o nuestra
esencia, algo que cuando estamos fuera del cuerpo conocemos a la perfección.
Una buena pregunta sería: “Si ya
sabemos lo que somos al otro lado de la vida, ¿Por qué el olvido para tener que
volver a recordar?”. No hay respuesta a esta pregunta, o al menos yo no he
conseguido encontrarla, sencillamente porque no entenderíamos la respuesta. Lo
cierto es que estamos aquí, y que ya que estamos, además porque lo hemos
elegido, hagamos lo que hemos venido a hacer. Y lo que hemos venido a hacer es
recordar.
Un
día, al principio de los tiempos, o al menos al principio de “nuestro tiempo”,
todos estábamos en el mismo nivel del olvido. Hoy, sin embargo, ya no podemos
iniciar nuestro camino desde ese punto, porque ya hemos recorrido un trecho,
unos más y otros menos, no importa cuánto. Lo que importa es donde estamos
ahora, porque es ahora cuando se inicia el tramo final. En realidad, siempre es
el tramo final para todos, estemos donde estemos. Es una manera de decir que ¡Para
qué mirar atrás, si ya no existe!, miremos adelante.
Cuando
todos estábamos igualados en la línea de salida, la separación que todos sentíamos
en relación con los corredores que nos acompañaban en esa línea de salida era
total. Eso suponía que no existían países, ni fronteras, ni políticas, ni
religiones. No podía existir nada, ningún grupo organizado, en razón de nada,
porque nos sentíamos totalmente individuales, por lo que el rey, o el
presidente, o el maestro, o el gurú era el propio ego.
A
partir de ahí comenzamos a evolucionar, pero nuestra evolución fue desigual.
Continuará………….
domingo, 27 de marzo de 2016
Aceptar: El pórtico de una vida feliz (y 2)
Dios vive dentro de cada
uno, desde el beato hasta el criminal, Dios vive en todos, sólo tenemos que
aceptarlo, sólo tenemos que recordarlo y Dios se hace presente, porque nada en
la vida es aprendizaje, sólo es necesario recordar, y en ese momento se acaba
el sufrimiento.
Hemos
de permitir que se disuelvan las viejas formas de vivir con las que tan
familiarizados estamos, y es cuando esas viejas ideas se desvanecen cuando
realmente empieza la Vida, cuando se es consciente, cuando se alcanza la
felicidad. Cuando conseguimos esto, el entorno, que todavía vive en las ideas
que nosotros hemos abandonado, trata de hacer que volvamos al sufrimiento
porque no puede entender en su inconsciencia, y por lo tanto aceptar, que
salgamos del cercado conocido del dolor en el que ellos tan cómodos se
encuentran, pero hay que aceptarlos, no ven más allá, ellos todavía necesitan
el dolor como medio de subsistencia. Ya
llegará el día en que empiecen a plantearse si existen otras formas de vivir,
entonces nosotros seguiremos estando a su lado para ayudarles en su trabajo de
reciclaje, para ayudarles en su trabajo de encontrarse con ellos mismos, para
ayudarles a volver a casa.
La
vida es Una, nuestro corazón lo sabe. El corazón sabe que tú y yo somos la
misma cosa, el corazón sabe que no hay nada fuera de cada uno de nosotros, y
siempre busca lo mejor para todos, porque lo que es bueno para ti es bueno para
mí. Todos estamos embarcados en la misma nave con el mismo destino. Solamente
el ser humano que vive desde la mente es capaz de odiar, de envidiar, de
permitir que otro ser humano pase hambre, solamente el ser humano que vive
desde la mente es capaz de matar.
No
tenemos que hacer nada para ser felices, sólo respirar, sólo aceptar, sólo
mantenernos conectados a la Madre Tierra, sólo sentir a Dios en nuestro corazón,
sin preocuparse por nada, sin cerrarse a la vida. Sólo así llegará la Luz a
nuestra vida, sólo así conseguiremos la felicidad.
La tolerancia lleva
implícita en sí misma aceptación y respeto, porque tolerancia es aceptar y
respetar las ideas, las creencias o las prácticas, cuando son diferentes o
contrarias a las propias. Es aceptar y respetar las diferencias étnicas,
sociales, culturales y religiosas. Es reconocer los intereses, los sentimientos
y los valores del otro. Es aceptar al humilde, al soberbio, al rico, al pobre,
al ignorante y al ilustrado.
Tienes que vivir
consciente, para comprobar cómo va generándose en tu interior esa bola de
fuego, que va a salir por la boca en forma de exabrupto dirigida hacia alguien,
posiblemente muy cercano a ti, y bloquearla, no dejar que salga. En ese momento
piensa que quien tienes delante eres tú mismo, y en lugar del exabrupto deja
que salga humildad y respeto.
Al principio cuesta
ser consciente y serán muchas las veces que seas consciente después de sucedido
el hecho, pero ya es algo, con el tiempo irás consiguiendo ser consciente
antes, hasta que llegue un día en el que te darás cuenta del momento exacto en
que se forma la bola de fuego en tu interior. Y con un poco más de tiempo, no
mucho, ni tan siquiera llegará a formarse esa bola. Entonces habrás ganado la
partida.
Cada
persona se encuentra en un punto del camino y no podemos exigir que todos sean
como nosotros pensamos que deberían de ser. No hay dos seres iguales, cada uno
tiene un número de vidas determinado con diferentes vivencias, con diferentes
aprendizajes, con diferentes creencias, todo lo que tenemos que hacer es
tolerar, es aceptar, es respetar.
Aceptar
a los demás tal cual son es una puerta de acercamiento a Dios, aceptar al
hermano es aceptar a Dios.
sábado, 26 de marzo de 2016
Aceptar: El pórtico de una vida feliz (I)
Todo
está bien. La vida es perfecta, es completa, es
total, ni le sobra ni le falta nada; somos nosotros los que decidimos experimentarla
en formas diferentes, y lo hacemos de múltiples maneras, pero sobre todo lo
hacemos en la dualidad del “bien” y del “mal”.
“Esto
está bien”, “esto está mal”, y bajo ese prisma actuamos durante toda nuestra
vida, y es esa visión la que determina como nos encontramos. Cuando “creamos”
algo que calificamos como “bueno”, nos sentimos bien, somos felices, estamos
alegres; pero cuando nuestra “creación” se
decanta por algo calificado como “malo” llega a nosotros el sufrimiento,
la tristeza o el dolor.
Entre
este “bueno” y este “malo”, se pueden intercalar todos los estados imaginables.
A fin de cuentas es nuestra propia creación, pero no dejará de ser la forma en
que cada uno decide experimentar su propia vida, totalmente alejada de la
realidad.
Toda
nuestra vida solo es fruto de nuestra propia creación. Es claro que no somos
conscientes de ello, pero vivimos la vida que hemos decidido vivir, nuestras
acciones de este momento están determinando nuestro mañana, y cuando recogemos
el fruto de nuestras acciones, si ese fruto es de dolor, de desencuentros, de
desengaños o de sufrimiento, en nuestra ceguera no somos capaces de comprender
que sólo estamos recogiendo el fruto de nuestra siembra, de nuestro abono, del
cuidado que hemos realizado de nuestras acciones en cada momento. Es como el
labrador, recoge lo que siembra: No puede recoger melones si ha plantado
zanahorias.
Nuestra
alma necesita vivir todas las experiencias, pero no es necesario que esas
vivencias sean un sufrimiento continuo. Para eso la formula es aceptar, es
vivir cada instante de la vida como si fuera el último, sin ningún
condicionante, sin culpar a nadie de nada, sólo vivir ese instante, sólo estar;
ni tan siquiera es necesario que investiguemos el por qué de la situación o de
las acciones que nos han llevado hasta ese punto, sólo hay que aceptar el
momento.
Aceptar
el momento no es resignarse, no es convivir con una pesada carga de
sufrimiento. Aceptar es ser activos para conseguir la felicidad que es nuestro
derecho de vida.
Sólo
así podremos comprobar que cuando parece que no hay esperanza aparecen apoyos o
situaciones que nos llevan directamente a encontrar la salida de nuestro dolor,
aparece la luz que nos va a permitir atravesar nuestra oscuridad. No son
necesarios planteamientos del tipo “tengo que…..”, “debo de...…”, no es
necesaria la idea de que necesitamos algo para cambiar la situación, porque
esta cambia sola, y vamos a lograr cualquier cosa de manera instantánea en
cualquier nivel de nuestra existencia, desde la cuestión más nimia hasta la más
importante, porque no hay en la vida nada que sea más importante que nada, todo
es sólo vida.
Continuará………………..
miércoles, 23 de marzo de 2016
Solo tú eres responsable
PERLAS PARA EL ALMA
Digan lo que digan, o hagan lo que hagan los demás, no son en absoluto responsables de tus pensamientos, de tus emociones o de tus reacciones. Lo que ocurre en tu interior que te hace reaccionar de una u otra determinada manera es tu responsabilidad, es esa energía que se encuentra en ti el origen
de tu reacción.
Y NO TIENE QUE HABER REACCIÓN, ya que lo único que ha pasado
es que alguien ha dicho o hecho algo. Es como si hablara del tiempo.
Sólo tú eres el único responsable. Imagina que no lo ves, imagina que no lo
escuchas, imagina que no te lo cuentan. ¿Te afectaría?, está claro que no, por lo tanto ahí es adonde tienes que llegar.
martes, 22 de marzo de 2016
No culpes al destino
PERLAS PARA EL ALMA
No achaques nada a la buena o a la mala suerte, no culpes al destino.
Tanto el rey como el bufón se han colocado en el lugar del tablero que ellos
mismos han elegido, y lo han hecho porque han determinado que es el lugar idóneo
para la realización del trabajo establecido en su Plan de Vida.
lunes, 21 de marzo de 2016
Compromiso
Los sueños parecen al principio imposibles,
luego improbables,
y luego, cuando nos comprometemos,
se vuelven inevitables.
Mahatma Gandhi
Para la realización de cualquier
actividad en la vida es imprescindible asumir la obligación personal de
implicarse y comprometerse para llevar esa actividad a buen término.
De
la misma manera que un enfermo no sana si no asume la decisión personal de
sanar, alguien que quiera avanzar por el camino que le va a llevar a Dios ha de
tomar las riendas de su vida, y sujetarlas con fuerza, porque el camino por el
que se dispone a transitar no es fácil, ya que supone abandonar la comodidad de
lo conocido, supone enfrentarse a sus propios miedos, supone abandonar la
manada social para adentrarse en solitario a lo desconocido, supone caerse para
tener que levantarse una y otra vez, supone escuchar cómo le tildan de sectario,
supone ir contra una sociedad que mira mal a los que se saltan las normas, y
todo esto hace que el que decide vivir desde el espíritu para acercarse a Dios,
sin utilizar la religión, es una especie de loco o de tonto que posiblemente se
haya dejado engañar por “sepa Dios quien”.
Es
imprescindible implicarse, porque en este trabajo no hay nadie que te haga
seguimiento, ni que te vaya examinando y poniendo nota para ver cómo y cuanto
adelantas o para ver si necesitas refuerzo. Tú eres tu propio maestro, tu
propio jefe, tu propio examinador y tu propio evaluador, y podrás engañar a
cualquiera, pero no te puedes engañar a ti mismo y mucho menos a Dios.
Necesitas
observarte, necesitas paciencia, necesitas conocerte, necesitas enfrentarte a
tus miedos, necesitas trabajar en silencio, sin alardear de nada porque el
trabajo que vas a realizar es un trabajo entre tú y Dios.
No
te van a valer medias tintas porque te harán caer en el desánimo, ya que a
diferencia de cualquier objetivo que se busca en la sociedad este no tiene
premio material, ni el reconocimiento público que tanto nos agrada a los
humanos.
sábado, 19 de marzo de 2016
Yo Soy el alma
Los
que nos asomamos a esta ventana, a estas alturas del viaje ya somos totalmente
conscientes de que somos un alma.
Es
cierto que es imposible mantener esa conciencia de ser alma de manera
permanente en nuestra mente, que es a fin de cuentas el vehículo que nos sirve
de transporte para desplazarnos a lo largo y ancho de nuestra vida, pero en
condiciones normales, de vez en cuando, durante nuestro día, son varias las
oportunidades, que por una u otra razón, nos acercan al pensamiento de que
somos alma.
También
somos conscientes de que “somos lo que pensamos”. Lo cual quiere decir que cada
vez que pensamos que somos un alma, si somos capaces de mantener ese
pensamiento durante un cierto periodo de tiempo actuaremos como almas, es
decir, con todos los atributos que son inherentes al alma.
Según
Alice Bailey, en su libro “Alma, cualidad de la vida”, las características del
alma son: Inclusividad, amor, alegría, felicidad, participación, soledad,
indiferencia espiritual, impersonalidad, desapego, libertad, serenidad, calma
interna y responsabilidad.
Hemos
de tener presente que un hecho que se repite con frecuencia se convierte en un
hábito, en una costumbre. El pensamiento es energía, la emoción es energía, los
sentimientos son energía, cada vez que se repiten se genera la misma energía, y
esta se va acumulando en los chakras, en el campo energético, y hasta en cada
célula del cuerpo.
Nosotros
somos la energía que hay en nuestros chakras. Cada vez que pensamos y sentimos
que somos el alma, añadimos un plus de la energía del alma y de sus atributos a
nuestra aura, a nuestros chakras y también a cada célula física de nuestro
cuerpo. Pensar y llegar a sentir que somos el alma nos va a hacer actuar desde
ella, pensar y llegar a sentir que somos el alma nos acerca a Dios, que es
nuestro destino final.
El
objetivo es actuar en nuestra vida de manera inconsciente desde el alma y de
que ese actuar sea nuestro estado habitual. Para eso todo nuestro campo
energético ha de estar impregnado de la energía del alma, y de momento, la
única opción que tenemos para mantener el pensamiento de que somos el alma, es haciéndolo
conscientemente.
YO
SOY EL ALMA.
La espiritualidad y los niños
¿Serian necesarios tantos libros de
autoayuda, tantos cursos de crecimiento personal, tantos tipos de terapias de
sanación o tantos gurús, si ya fuéramos conscientes de quiénes somos y de qué
es lo que significa la vida? Seguramente no. Y no serian necesarios porque
tendríamos nuestra divinidad, no solo impregnada en nuestro ser, que lo está de
nacimiento, sino también asumida.
A base de lecturas, de cursos de
crecimiento de todo tipo, de clases de yoga, de meditaciones y de terapias, la
inmensa mayoría de nosotros, llegamos a aceptar esa divinidad, aunque no
lleguemos a entenderla y mucho menos a integrarla, porque integrar la divinidad
supone vivir desde el alma, y vivir desde el alma supone vivir el Amor, y vivir
el Amor supone no volver a la vida. Y esto no parece que lo hayamos alcanzado.
Sin
embargo, a pesar de no integrar ese conocimiento en nuestra vida, podríamos
aprovechar, al menos, la aceptación de esa divinidad para ahorrar un camino
importante, en algunos casos un camino de varias vidas, a nuestros niños.
No
podemos cambiar a la sociedad que es la única responsable del sufrimiento del
ser humano, pero si podemos cambiar a nuestra sociedad más cercana, familiares
y amigos, y sobre todo enseñar a los que se inician en el recorrido de la vida,
nuestros niños, para que crezcan con una nueva manera de entender de vida.
Ahorraríamos
mucho tiempo, mucho sufrimiento y muchas desilusiones a nuestros niños si desde
la cuna fueran conscientes de su divinidad, de su inmenso poder de creación, de
la razón de la vida, de su origen y de su destino, de su unión y de su hermandad
con el resto de seres, y sobre todo del poder del Amor.
No
podemos cambiar a los que dirigen nuestros países fomentando la violencia,
buscando enemigos, inventándose guerras y matando inocentes, porque aunque
parezca que les elegimos nosotros no es así, los coloca el gran capital que es
quien realmente mueve los hilos de las marionetas que nos gobiernan, pero si
podemos inculcar la grandeza de la paz en los niños, la grandeza de la vida, el
ahorro de dinero en armas y ejércitos que podría revertir en educación, en
alimentación, es sanidad. Para eso tenemos que desterrar las televisiones, ignorar
los juguetes que generen violencia y cubrirnos nosotros los adultos con el
manto de la paciencia, de la tolerancia, del respeto y del amor para el trato
con los niños.
No
podemos cambiar a los fariseos que dirigen nuestras iglesias, fomentando la
intolerancia, fomentando el desprecio y el maltrato a las diferencias,
fomentando la desunión y el terror hacia Dios, pero si podemos enseñar el amor
a los niños, enseñarles a respetar absolutamente a todos, sin distinción, enseñarles
que significan igualdad y hermandad, enseñarles a practicar la amabilidad y la
ecuanimidad, enseñarles a buscar a Dios en su corazón, y para todo esto tenemos
una herramienta fundamental: El ejemplo.
Aprovechemos
lo que nosotros, ya de adultos, estamos aprendiendo para ahorrar a nuestros niños
el sufrimiento al que les abocamos con las enseñanzas tradicionales de nuestra
sociedad, e incluso, paradójicamente, con nuestro propio mal ejemplo, y enseñémosles
el camino de su espiritualidad desde la más tierna infancia.
domingo, 13 de marzo de 2016
¿Cómo sé que me amo? (y 2)
¿Cómo
sé que me amo? es la continuación de ¿Por qué amarse a uno mismo?
No
se puede amar a nadie si no nos amamos a nosotros mismos, ya que como decíamos
en la entrada anterior para dar algo es imprescindible tenerlo, y para dar la
energía del amor también, por lo tanto el primer paso es trabajar en nosotros,
es aprender a amarnos.
¿Cómo
hacerlo?
Sé
tu mismo siempre, en cualquier circunstancia, ante cualquier situación, con
independencia de quien está delante de ti. Cuando alguien se ama a sí mismo no
tiene porque esconder nada, está satisfecho de sí mismo tal cómo es, por lo
tanto no tiene que fingir ser quien no es y no tiene que ponerse ninguna
máscara en función de la persona que tiene delante.
Ya
sé que puedes pensar: “Si me presento tal cual soy, a veces, las personas
pueden ofenderse, o no entenderme, o pueden forjarse una idea errónea sobre mí,
o no valorarme en su justa medida. Además soy consciente de algunos aspectos de
mi personalidad y de mi carácter que en según qué condiciones, es mejor que no
salgan a la luz, Creo que lo más seguro es presentarme tal como le gusta a la
persona con la que interactúo, y con mucha más razón si es una persona a la que quiero complacer o una persona de la
que quiero conseguir algo. Sobre todo si no me cuesta excesivo trabajo, tengo
practica en fingir ser quien no soy”.
Ese
pensamiento es una prueba irrefutable de que no te amas. No te sientes
satisfecho de ti, entregas tu poder al primero que llega presentándote ante él
tal como a él le gusta, le estás engañando dando una imagen ficticia, y te
estás engañando a ti, lo cual no te va a permitir evolucionar, vas a quedarte
estancado en tu engaño ocultando tus carencias y divulgando tu mediocridad.
Como
inicio del trabajo conseguir ser consciente de tus máscaras, ya tiene algo
bueno: Eres consciente de tus debilidades, eres consciente de tu carácter, eres
consciente de tus limitaciones, eres consciente de tus malos hábitos.
La
parte no tan buena es que una vez eres consciente de todo eso, en lugar de
mejorarlo lo escondes. Así no vas a llegar a ningún sitio, y mucho menos a
Dios, que es realmente tu destino aunque no seas consciente.
Has
de conseguir desprenderte de cada una de tus máscaras, para interactuar en la
vida tal cual eres sin esconderte detrás de nada. Por eso has de analizar
cuando te escondes, por qué te escondes, para qué te escondes, y como es la
actuación que realizas.
Las
personas con las que te vas encontrando en la vida solo han sido colocadas por
ti, en tu camino, precisamente para que seas consciente de ese defecto que
traes de fabrica, para que seas consciente de la debilidad de tu carácter, para
que seas consciente de la baja autoestima que sientes por ti, para que seas
consciente de tus miedos, de tus malos hábitos, de tu pereza o tu falta de
voluntad, para que seas consciente de tu falta de respeto y de tu falta de
compasión, en suma, esas personas han pactado contigo en tu Plan de Vida ser un
espejo donde aparezcan reflejadas tus debilidades, para que sea más fácil para
ti subsanar todos esos “defectillos”, y empezar así a amarte para acumular la
energía del amor con la que comenzar a entregársela a los demás.
Cuanto
más seas tu mismo, sin máscaras, más cerca estarás de amarte a ti y de amar a
los demás.
Carta
de Albert Einstein a su hija Lieserl.
“Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy
pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la
humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.
Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo
que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo
suficiente para acoger lo que te explico a continuación.
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que
hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza
que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de
cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por
nosotros. Esta fuerza universal es el amor.
Cuando los científicos buscaban una teoría
unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo
recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas
por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y
permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y
desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en
mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado
tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del
universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple
sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la
energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por
la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor
es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control
de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es
urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra
especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si
queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la
única y la última respuesta.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una
bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el
egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva
en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera
ser liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía
universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo
trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo
que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal
vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo,
necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última
respuesta!
Tu padre: Albert Einstein”
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