PERLAS PARA EL ALMA
En
la quietud de la mente no hay movimiento, no hay tiempo, no hay pensamiento.
Eso es meditar. Meditar es un arte, es colocarlo todo en su sitio de manera
que no haya ningún tipo de confusión. En la meditación, la mente descubre por
sí misma la grandeza de todo lo que es verdadero, del objetivo de la vida, de
lo sagrada que es la vida y de todo lo que la envuelve, con lo que llegados a
este punto se tratan todas las cosas con respeto, ya que todas son sagradas.
Pero…… ¿Puede la mente estar realmente
quieta? ¿Puede detener su cháchara tanto en la meditación como en la vida diaria?
¿Puede dejar que comparar de manera permanente? ¿Puede atender al cien por
cien? ¿Puede prestar completamente su atención a todo lo que sucede? O permanece
siempre comparando con el conocimiento acumulado con situaciones anteriores,
con lo que se espera o se desea, con el resto del mundo.
Un magnifico entrenamiento es vivir la
vida con total atención, atención sin comparar, atención con cada célula del
cuerpo. Si se presta total atención a la vida, sin utilizar el propio
conocimiento, sin las creencias, sin los deseos, entonces hay verdadera
atención, y esa atención es silencio, y ese silencio es meditación, verdadera
meditación.
Es en ese momento cuando se produce la
transformación de la mente, y la vida se convierte en comprensión, en
misericordia, en amor. Es en ese momento cuando alcanzamos la meditación. Es en
ese momento cuando la meditación se convierte en un arte. En ese momento cuando abrazamos a Dios.
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