Encomiéndate
a Dios de todo corazón,
que
muchas veces suele llover sus misericordias
en
el tiempo que están más secas las esperanzas.
Miguel
de Cervantes
Son
millones las personas que en la actualidad se encuentran desarrollando algún
tipo de trabajo, llamémosle de crecimiento, aunque posiblemente muchas de ellas
no lo califiquen así, bien sea porque su único objetivo es mantener un nivel adecuado
de estrés, o encontrar la paz, o mantener una salud óptima, o adelgazar, o mejorar
las relaciones con su entorno, o vaya usted a saber las razones por las que
cada persona comienza a hacer yoga, a meditar, a leer, o a asistir a cursos,
charlas y conferencias, que tratan de esa otra parte del ser humano que no se
ve, pero que no solo dejan a la persona con una serenidad especial, sino que la
permiten moverse por el mundo con una fuerza emocional desconocida.
Pues aunque no lo sepan, están
creciendo, están madurando, están fortaleciendo su carácter, están expandiendo
su conciencia, o lo que es lo mismo están comenzando a realizar el trabajo para
el que han venido a la vida: conectarse con su alma y comenzar a vivir desde el
corazón. Muchos serán conscientes al cabo de cierto tiempo, otros puede ser que
nunca. Pero es igual, aunque se realice el camino con los ojos vendados se
avanza en el camino, ya se quitarán la venda cuando sea el momento.
Pero aún hay más, con los ojos
vendados, o sin venda en los ojos, creyendo que están creciendo en conciencia o
solo liberando su estrés, avanzando rápido o caminando a paso lento, se van a
topar con Dios. Lo sepan o no, crean en Él o no, ahí está, porque Dios les
envuelve y su crecimiento no es más que comenzar a vibrar de manera más sutil,
no es más que ampliar su campo energético, no es más que agrandar sus chakras,
no es más que sustituir sus energías sucias, lentas y pesadas por otras
energías más limpias, brillantes y luminosas, acercándose, sin ellos saberlo a
la Energía Divina.
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