PERLAS PARA EL ALMA
Aunque cueste trabajo creerlo con nuestra mente separadora, cada alma es
importante y todas tienen el mismo valor. Vale lo mismo un rey que un mendigo,
vale lo mismo el asesino que el obispo. Cómo no van a valer lo mismo, si todas
son hijas de Dios, si todas proceden del Padre, si todas son la misma Energía.
La diferencia la establece la mente tomando como base de separación
justamente aquello que no somos: El cuerpo. Nos separamos por el color de la
piel, por el sexo, por la tendencia sexual, por el lugar de nacimiento, por la
cantidad de ceros de la cuenta corriente, por la religión, por el coeficiente
intelectual, por la salud, y seguramente por un sinfín de cosas más. Sin
embargo, somos incapaces de unirnos, y eso que para unirnos tenemos una razón
de peso: Somos todos hermanos, todos somos hijos de Dios.
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