Hoy mi mente está teñida de nostalgia porque se ha estado paseando por acontecimientos ocurridos hace 12 años, recordando hechos que se dieron con motivo de mi cambio de residencia a Perú.
A los 15 días de haber tomado la decisión de ir al Perú, comenzó a moverse
la venta del piso que tenía a la venta en Sabadell y en otros 15 días se
concretó la venta.
Me hizo pensar, y mucho, que justo después de tomar la decisión personal
de irme al Perú, se vendiera el piso en un mes, después de 5 años de tenerlo a
la venta, sin conseguir ni un solo interesado. Si tenemos en cuenta, como dicen
los modernos gurús, que la casualidad no existe, no me queda más remedio que
creer que la venta del piso estaba enlazada con el traslado a Perú y, que la
decisión del viaje fue como si se abriera una compuerta por la que todo
comenzaba a circular, después de un cierto tiempo estancado.
Pero no solo eso, el centro de yoga que dirigía en Sabadell junto a una
amiga y socia se traspasó en un mes. Todo se estaba resolviendo con una facilidad
pasmosa.
Durante los 5 años que el piso
estuvo en el mercado estuve trabajando la Ley de la Atracción, un día sí y otro también, para
acelerar la venta. Visualizaba a los compradores dándonos un cheque mientras
nosotros les entregábamos las llaves. En múltiples ocasiones sentía tan fuerte
la emoción de que la venta estaba hecha que, al ver, en los siguientes días,
que todo seguía igual y no pasaba nada, se apoderaba de mí una sensación, tan
fuerte, de impotencia y frustración que tenía que hacer un trabajo interno
especial para recuperar mi centro.
Tengo que reconocer que siempre
he tenido serias dudas sobre el funcionamiento o la veracidad de la Ley de la
Atracción. Tenía claro que yo no había atraído la venta, porque en esos días mi
mente y mi energía no estaban para nada enfocadas en ello. Mi mente estaba
enfocada en lo que me iba a encontrar, en leer guías del Perú y todo lo que
cayera en mis manos que hablara del país, en cual sería mi ocupación una vez
allá, en cuál era su moneda y su valor en el cambio a euros y, en un millón de
cosas más, pero ninguna estaba relacionada con la venta del piso.
Todavía no había comunicado a nadie mi decisión, por lo tanto, la
energía de todos los demás, sobre todo de mi ex esposa, no había variado un
gramo para que se concretara la venta. Y, sin embargo, se dio.
Creía entonces, y ahora, con más razón, por los acontecimientos de la
vida, que para que se dé alguna cosa, no hay que estar tratando de generar la
energía de la cosa, que se quiere conseguir, como conseguida. Es muy laborioso
eso de estar pensando todo el día que me siento muy feliz con la venta del
piso, cuando la realidad era que estaba del piso hasta “más arriba de la
coronilla” y, además, si no estoy mal informado, Dios quiere que nos divirtamos.
Para mi no es muy divertido intentar sentirme emocionalmente fantástico por
algo que no tengo. Puedo aceptarlo, lo acepto, no me quejo, pero de diversión,
poca.
Creo que todo el montaje de la vida es como los videojuegos. Para pasar
de nivel hay que superar el nivel anterior. Me explico.
Cuando venimos a la vida, el alma establece un Plan, en el que aparecen reflejadas
todas las cuestiones importantes. Pero no existe un tiempo de cuando van a
materializarse o una fecha límite para su realización. Entre otras razones
porque el tiempo es algo intrínseco con la materia. Al otro lado de la vida,
allí donde solamente somos energía, no existe el tiempo ni el espacio.
Este concepto de “no tiempo” y “no espacio”, no voy a decir que me
atormenta, pero si que ha ocupado muchas horas de mi pensamiento. Siempre me he
preguntado cómo puede ser que, sin materia, siempre sea “ahora”, aunque, la
realidad es que aquí, en la vida física también se cumple la regla de que
siempre es ahora, ya que, si no tuviéramos mente o, la tuviéramos lo
suficientemente adiestrada, no viajaríamos al pasado, que solo es un recuerdo
de la mente, y tampoco construiríamos castillos en el aire que no dejan de ser
deseos fabricados por una mente caprichosa.
Volviendo a que la vida funciona como un videojuego, es fácil de
entender: Para que se movilice “b”, ha de cumplirse “a”, y cuando se cumpla
“b”, comenzará a moverse “c”. Por eso el inmueble estaba “muerto de la risa”
esperando que yo completara el nivel anterior que era tomar la decisión de
trasladarme a Perú.
Lo curioso de todo esto, es que en los 5 años que estuvo el piso a la
venta, un buen número de clarividentes, adivinos, tarotistas y, algún que otro
iluminado, iban pronosticando: El piso está vendido en mayo. Y cuando llegaba
mayo: el piso está vendido en octubre, y así durante 5 años. Hay mucho
charlatán suelto.
Todo esto fue haciendo que mi nivel de credulidad en todas estás “cosas
esotéricas” fuera reduciéndose cada vez más hasta quedar reducido a la nada.
La única guía válida, en la vida, es nuestro Plan de Vida, elaborado por
el alma, en compañía de amigos, maestros y familiares que nos acompañan al otro
lado de la vida. De dicho Plan, no tenemos el más mínimo conocimiento, pero si
nos dejamos llevar por las intuiciones vamos a acercarnos mucho para logar su
cumplimentación e ir, así, avanzando niveles.