El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 11 de mayo de 2018

La pareja y el amor


Creen los seres humanos que el amor es un sentimiento, y lo buscan casi con desesperación en cada esquina, esperando que aparezca su alma gemela, porque le han llenado la cabeza de historias de que si consigue encontrar a su alma gemela será una locura de amor. Pero la realidad, es que no existen las almas gemelas, tal como quiere hacer creer la sociedad, esa sociedad sin entrañas, que nos hace llevar a pensar que el amor no se activa hasta que aparezca otra persona que haga temblar los sentimientos.

Eso que hace temblar los sentimientos, esas maripositas en el estómago, o perder de vista el mundo ante la visión de la “persona amada”, no es Amor.

Reflexionen por un momento: ¿Alguien ha escuchado decir a una mamá que siente maripositas en el estómago ante la presencia de su bebé de días, semanas o pocos meses? Y lo que siente la mamá por su bebé, sí es Amor, Amor incondicional. Si acaso, lo que siente, es una especie de expansión en su pecho, provocada por la gran energía de amor acumulada en su chakra cardiaco, chakra que es la sede del Amor y de la ternura. Y esa expansión del chakra cardiaco lo único que puede producir es que se humedezcan sus ojos, a la vez que siente paz, alegría y felicidad, pero no va a sentir mariposear su estómago. Las mariposas en el estómago son la manifestación de neuronas intestinales estimuladas por neurotransmisores que se liberan en el abdomen por un estímulo externo que, aunque grato, pone al cuerpo en alerta. El enamoramiento no es más que un pensamiento, un pensamiento agradable, pero pensamiento, a fin de cuentas. Y esa forma de pensamiento, que es energía, hace que el cerebro produzca adrenalina, la cual genera esa sensación en el estómago.

La adrenalina o epinefrina es una hormona vasoactiva secretada por las glándulas suprarrenales bajo situaciones de alerta o emergencia.  Es como el miedo. Así que cuando se dice que se está enamorado, y que se sienten mariposas en el estómago, solo es un pensamiento que genera adrenalina, que es lo más alejado al Amor.

En realidad, lo que está ocurriendo es que se activando un nuevo capítulo del Plan de Vida de un grupo de personas, capitulo que se inicia con el encuentro entre dos almas, para tratar de llevar a buen término un buen número de acciones relacionadas con el Karma de todos los implicados, que son muchos, no solamente de los dos “enamorados”.

Para que ese encuentro llegue a más, los seres humanos se han dado una serie de herramientas para que se activen los mecanismos de atracción. Esos mecanismos son sensaciones, como la de sentir que se conoce a la persona desde siempre, (es normal, tienen una relación posiblemente de muchas vidas), la sensación de perderse en la inmensidad de la mirada de su pareja, o la de apreciar como extraordinarias ciertas cualidades físicas, mentales o espirituales.

El Amor es inherente a la persona, es una energía que se encuentra en el cuerpo energético del ser humano y no se puede dar si no se atesora con anterioridad. Es como el dinero, si no se tiene nada no se puede comprar ni una barra de pan.

Por lo tanto, lo que sienten los “enamorados” en las primeras fases de la relación no es más que deseo, atracción, admiración y alguna emoción o sensación más, pero no Amor.

Será a partir de ese enamoramiento que los enamorados podrán aprender a amar, a través de la comprensión entre ellos, de la tolerancia, del respeto, de la generosidad, de la ternura, e incluso del mismo deseo.

Pero pocos lo hacen, y al cabo de cierto tiempo, se separan. En algunas ocasiones de mala manera, utilizando incluso a los hijos como arma arrojadiza. Pero con una frase muy común: “Es que se ha acabado el amor, pero queda cariño”.

No, el amor no se ha acabado, y no se ha acabado porque no ha existido nunca y lo que denominan cariño no es más que apego.

No quiere esto decir que las parejas que se forman tengan que vivir eternamente juntas, no, de ninguna manera. Se amen o no, no tienen por qué estar juntos el resto de sus vidas. Las uniones se realizan para aprender, para enseñar, para pagar deudas o para recibir recompensas. Y cuando el trabajo se ha hecho, o ya está claro que no hay posibilidades de hacerlo, y que incluso se está generando más Karma, la pareja se deshace. El alma lo sabe y el corazón actúa, aunque casi siempre lo estropea la mente. Cuando realmente los miembros de una pareja se Aman, también desharán su unión, pero lo harán con Amor, con respeto y con generosidad.

¿Cómo se aprende a Amar? A Amar se aprende Amando, de la misma manera que a cocinar se aprende cocinando.

Una buena escuela para comenzar la práctica del Amor es esa pareja que está formando una familia. Es cierto que no es la única y que posiblemente las haya mejores, pero tiene muchísimos puntos a favor. A favor está que lo primero que conoce el bebé cuando llega a la vida es el amor, ya que ese amor es el eslabón que une al bebé recién nacido con su mamá, el primer eslabón que lo enlaza con la vida. La mamá ama a su bebé porque sí, lo ama por encima de todo, lo ama sin condiciones. No espera de él nada a cambio, y ese amor es lo primero que todos los bebés se encuentran en los primeros meses de vida. Bien es cierto que según va creciendo el bebé, ese Amor incondicional se va convirtiendo en amor humano, pero en lo más íntimo de su ser, el niño que está creciendo, ya tiene algo parecido al Amor que alberga en su alma. Es un buen punto de partida.

Si el bebé permaneciera aislado el resto de su vida, es muy posible que no le abandonara ni la inocencia ni el amor que son las condiciones con las que nace. Pero con el tiempo, y con la educación recibida, el niño comienza a perder la inocencia y a cambiar su Amor incondicional por un amor interesado.

Jesús enseñaba que había que volver a ser niños para la unión con Dios:

-      Mateo 18:3 - En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
-      Mateo 19:4 - Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos.
-      Juan 3:3 - En verdad, en verdad te digo, que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.

No es la vuelta a la niñez física lo que predicaba Jesús, era la vuelta a los valores de la infancia: la bondad, la inocencia, la compasión y el amor. 

El Amor, el Amor Incondicional ya existe dentro de todos los seres, ya que todos tienen la capacidad de sentir compasión por otro ser humano, solo tienen que abrir un poco más el abanico. Si se siente con uno, se puede sentir por todos, solo hay que ver a los demás como si fueran uno mismo.


Dos personas se conocen, se enamoran hasta el extremo de creerse almas gemelas, comprueban que tienen gustos afines, que comparten las mismas aficiones, que les apasionan los mismos temas y que le temen a lo mismo. Y por supuesto que, si en algo no coinciden, entonces dicen que son complementarios. El caso es que ven la vida de color de rosa, viven con una sonrisa permanente en su cara, y asumen, sin ningún género de duda, que todo está bien y todo es perfecto en su otra mitad.

Posiblemente sea, si no el mejor, sí uno de los mejores estados emocionales de los seres humanos en su deambular por la materia.

Ante tal cúmulo de coincidencias en sus sentimientos, y teniendo claro lo difícil que les es vivir separados, deciden dar uno de los pasos más importantes que se pueden dar en la vida, se van a vivir juntos, con o sin papeles, no importa. Lo importante es estar juntos, verse cada día, amarse en la distancia corta.

Hasta aquí todo es perfecto. Solo están cumpliendo uno de los apartados de su Plan de Vida.

¡Es una lástima que solo sea un pensamiento el que genera esa emoción!, ¡es una lástima que no se mantenga en el tiempo ese pensamiento!, porque al cabo de cierto tiempo aparecen aspectos que en la vorágine del enamoramiento inicial habían pasado por alto y ahora empiezan a hacer mella, hasta el punto de que el pensamiento de amor comienza a ser sustituido por otros pensamientos que ya no generan la misma emoción, sino una sensación de fastidio, que se va tornando en molestia, para convertirse finalmente en hartazgo, en cansancio, en aburrimiento y, en casos más dramáticos, en odio.

La pareja, que es una gran escuela para aprender realmente a Amar, para aprender a desarrollar la paciencia, la tolerancia, la generosidad y el respeto, se convierte en un campo de batalla, en el que se utilizan toda clase de armas arrojadizas, incluso a veces, desgraciadamente, los propios hijos.

¿Qué pasó con el alma gemela?, ¿se equivocaron en su apreciación o no era tal?, ¿dónde quedaron los gustos y las aficiones afines?, ¿adónde se fue el ser complementarios?

Es posible que en ese “desamor humano” también se esté manifestando su Plan de Vida, es posible que su unión sea temporal para aprender algo que la otra parte puede enseñar, o para pagar alguna deuda Kármica, o para recibir algo que le deben. El problema está en que les está faltando algo que nunca sintieron: Amor. Porque practicaron el amor, pero no practicaron el respeto. Porque se unieron para recibir el uno del otro, pero no para ser generosos y darse el uno al otro.

Todo esto unido a la sinrazón de la sociedad o al engaño de las religiones, que son coincidentes en que dos personas que forman una pareja han de permanecer unidos mientras dure la vida.

¡Qué locura!, ¡así le va al género humano!

Habrá parejas que hayan establecido, antes de venir a la materia, que van a permanecer unidas de por vida, pero las habrá que no. Y como eso no se sabe de antemano, sería bueno que en el desamor cada miembro de la pareja se colocara en los zapatos de la otra parte, para explicar lo que necesitan escuchar, para tratarla como la gustaría ser tratada, para darse en el desamor con la misma intensidad que en el amor.

El fallo radica en que los seres humanos se creen incompletos y por lo tanto piensan que necesitan esa otra mitad para ser felices y completos. Pero no. Los seres humanos ya son “completos”, ya son perfectos tal como son, ni les sobra ni les falta nada, por lo que buscar complementarse con otro ser humano es abocarse al fracaso.


Y cuando se forme una pareja tiene que cambiar el objetivo actual: que lo único que desee cada miembro de la pareja sea conseguir la felicidad del otro, no la propia. Se supone que la propia ya la tiene, ya que si no la tiene va a ser una relación complicada.

Es tal la fuerza del pensamiento de que una pareja ha de permanecer unida de por vida, que a los miembros que componen las parejas les falta valor para dar el paso de la separación, y necesitan, en un alto porcentaje, un apoyo para llevar a cabo la ruptura.

Por norma general ese apoyo suele ser un nuevo amor.

Los miembros de una pareja que no funciona están ávidos de amor y de comprensión, y son muy vulnerables a un nuevo amor. Aunque no exista como tal, estamos hablando de amor humano, nada que ver con el verdadero Amor, pero como es el que entienden los hombres, sigamos con él.

Para que un vehículo pueda estacionar es necesario que tenga un espacio. Nos vale la alegoría para comparar el espacio para estacionar en un corazón vacío de amor. Es un corazón con espacio, por lo que es muy fácil que sea ocupado con algo parecido al amor que llegue de afuera.

Por supuesto que ese nuevo amor está contemplado en el Plan de Vida, y está contemplado como un encuentro entre dos personas para realizar algún trabajo determinado, trabajo que puede durar una semana o una vida. 

Permítanme un inciso. La ruptura de una pareja no genera ningún Karma si esa separación se ha basado en el respeto, en la comprensión y en la generosidad. Pero el nacimiento de un nuevo amor, mientras aún se mantiene la pareja si genera Karma, por la sencilla razón de que se ha incumplido la palabra dada.
Porque la palabra es ley.

La palabra genera Karma, de la misma manera que lo generan el pensamiento y las acciones.

En el caso de que no se haya cambiado la palabra dada a la pareja de serle fiel hasta la muerte y de permanecer juntos en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en las alegrías y en las penas. 

No importa que esa palabra fuera dada en un rito perteneciente a una religión, sabiendo que ninguna religión enseña la Verdad, que solo enseñan medias verdades interesadas. No importa que la relación fuera un desastre, no importa que no existiera el amor. La palabra estaba dada, y las palabras deben de cumplirse. Y no es que tengan que cumplirse por el rito, tienen que cumplirse por la palabra en sí misma. Las parejas que se establecen sin ningún tipo de rito se encuentran obligadas de la misma manera, a no ser que en su palabra pactada existiera algún acuerdo parecido a “vamos a permanecer juntos hasta que uno de los dos se canse o se enamore de otra persona”.


viernes, 4 de mayo de 2018

El origen del alma


El origen del alma

            El ser humano se nombra como “ser” y como “humano”, y no por casualidad. El ser humano es un compendio de una parte espiritual, el “alma”, y una parte material, el “cuerpo”.
            Los seres humanos están convencidos desde bien pequeños, casi desde que tienen uso de razón de que son un cuerpo y un alma, pero como al alma no tienen acceso y solamente tienen un conocimiento teórico, se centran en lo que es visible, el cuerpo. Por lo que no se identifican con su alma, solo con el cuerpo. Para los seres humanos son “fulanito”, de nacionalidad “x”, de “tantos” años de edad, hijo de…, de “x” centímetros de altura, ojos color “x”, y con el pelo color “x”.
            Y al identificarse con el cuerpo, tienen claro que se morirán algún día, aunque se comportan como si fueran a vivir eternamente y la muerte solo visitara al vecino. Sin embargo, cuando piensa en ella se aterroriza, hasta el punto, que en la sociedad en la que vive, la muerte es un tema tabú.
                Todos los hombres creen que son un cuerpo, en el que en algún lugar se encuentra un alma, aunque no pueden decir en qué lugar exactamente, porque nadie la ha visto, los científicos tampoco pueden dar razón, y los responsables religiosos tampoco saben mucho sobre el tema, por eso, el alma no pasa de ser un mero conocimiento intelectual, pero sin que crean que pueda tener alguna incidencia sobre la vida.
            Y, sin embargo, el ser humano es un alma recubierta de materia, el cuerpo.
            El alma es una chispa de la Energía Divina. El alma es una parte de Dios.
            El cuento de Edgar Allan García, escritor ecuatoriano que tiene publicados, casi un centenar de libros de cuentos, poesía, novela, ensayo y literatura infantil y juvenil, es un símil casi perfecto de lo que es el alma.
El cuento tiene por título “Gota a gota” y fue el ganador en el concurso Internacional de “Cuento Mantra”, en Argentina, en 1999.

La ola realizó un extraño balanceo interior, se irguió cuajada de espuma sobre la superficie y con la oportuna ayuda del viento, un puñado de gotas se escapó de su cresta y empezaron a volar sobre la superficie del océano.
Miles, tal vez millones de pequeñas gotas giraban, flotaban, danzaban en el espacio antes de caer nuevamente sobre el mar.
Una de ellas miró a su alrededor y pensó: Esa gota de allá es bastante flaca, la de más acá es en cambio demasiado gorda, esa parece muy brillante pero pequeña, insignificante, esa otra en cambio es un tanto opaca, como si estuviera sucia… y así siguió y siguió describiendo todo que alcanzaba a ver durante ese breve segundo al que ella ahora llamaba "toda una vida".
Más tarde se disgustó con una gota que, según ella, le hacía sombra, y se hizo amiga de otra, que a su parecer era como ella. Con el "tiempo" empezó a detestar a unas y a querer a otras, y en igual medida a temer, admirar, despreciar, seducir, compadecer o apartarse de otras que eran odiosas, amables, inteligentes, feas, agresivas, hermosas, hipócritas, geniales, oscuras, triunfadoras, vacías, positivas, traicioneras, generosas, santas o destructivas, según su particular forma de verlas.
En una ocasión chocó suavemente con una de ellas y en ese choque algo cambió. Se miró en la otra gota y se reconoció a sí misma: Eres mi gota gemela, exclamó emocionada, y sucedió que de ese choque brotaron gotas más pequeñas a las que llamó gotas hijas. En verdad, pensó, soy capaz de dar vida. Más tarde, trazó un círculo y dijo: Todas las gotas que están dentro del círculo son mi familia y mis amigas, las que están fuera son mis enemigas o gotas poco confiables. A las primeras las amó y las respetó, a las segundas, las detestó y les temió. Con la seguridad de tener bien delimitado su mundo, sonrió satisfecha al tiempo que seguía su caída inevitable.
En los últimos instantes, en una millonésima de segundo antes de tocar la superficie del océano, la gota se dio cuenta de algo, pero no supo expresar lo que sentía. Era un sentimiento inmenso, poderoso; algo que la llenaba por completo, pero que al mismo tiempo la dejaba vacía, una especie de destello que borraba todo lo demás, parecido a lo que por unos instantes había sentido con esa gota con la que alguna vez había chocado suavemente y en la que se había reconocido, pero ya era demasiado tarde, la gota cayó finalmente al océano.
Tan pronto tocó el agua, se dio cuenta de algo maravilloso: En realidad ella no era una gota, no, su nombre era… su nombre era "Océano". Más aún, sus límites no eran diminutos, como había creído, sino gigantescos. Una parte de ella eran olas pequeñas en las que se bañaban los niños de una playa de África, otra parte llevaba, como si fuera una caja de fósforos, a un barco carguero, otra parte de ella misma se erguía poderosa mientras cabalgaba y era cabalgada por un huracán en el Caribe, otra tocaba las gélidas costas de la Antártida, otra las costas de Oceanía, otra se agitaba inquieta en el estrecho de Bering… de pronto se dio cuenta de su enormidad y de su poder sin límites. Mi nombre es Océano, se dijo emocionada, ¡Océano!
No duró mucho su emoción, pues una ola la levantó sobre la superficie del agua y con el soplo de la brisa marina se convirtió otra vez en una gota que giraba y flotaba sobre la superficie.
Olvidando todo lo anterior, se volteó y dijo: El mundo está lleno de gotas, hay gotas flacas como la de allá, gordas como la de acá, brillantes como esa, opacas como aquella que… en esas estaba cuando vio una gota junto a ella; en apariencia era como todas las demás, pero había un algo que le atraía de forma inevitable.
Su mirada era diferente, su forma de estar y de girar y de ondular al compás de la brisa era extraña, única. No podía dejar de mirarla, era como si danzara al mismo tiempo que estaba quieta, era como si hablara a la vez que permanecía en silencio, y cuando giraba una luz dorada la iluminaba y ella, no sabía cómo, empezaba a parpadear de manera hipnótica.
Al fin, rompiendo esa mezcla de temor y reverencia por aquella gota extraña, le dijo: ¿Quién eres? La gota la miró con dulzura y le contestó: Soy tú. Se sorprendió de semejante respuesta. ¿Cómo era posible eso?, ¿se trataba de una adivinanza tal vez?, ¿era acaso un misterio insondable?, ¿una broma quizá? Se quedó viéndola sin atreverse a decir nada.
Mírate, le dijo entonces la gota. Mírate hacia dentro y verás que tengo razón. La gota siguió sin entender. Cierra los ojos, insistió, escucha tu silencio interior, déjate ir.
No puedo, se rebeló la gota ¿Cómo puedo cerrar los ojos cuando hay tanto para ver?, ¿cómo puedo sumergirme en el silencio cuando hay tanto para oír?
Tus ojos te engañan, tus oídos también, dijo entonces la gota brillante. No, dijo la gota retrocediendo, aléjate, por un momento creí que eras, no sé, especial, pero ahora veo que estás loca.
Claro que sí, dijo la gota brillante, loca para tu exterior, pero cuerda para tu interior. Una parte de ti sabe que tengo razón, la otra lo niega.
La gota dio un salto hacia atrás aprovechando una leve ondulación de la brisa marina. Aléjate, gritó, aléjate o te denunciaré con las otras, les diré que estás loca, que eres una amenaza, que debemos deshacernos de ti.
Puedes hacerlo si quieres, contestó con tranquilidad la gota brillante, pero por más de que me alejes siempre estaré contigo, porque soy tú, porque soy todas las gotas y mucho más de lo que imaginas. Algún día comprenderás lo que he querido decir, agregó. Algún día, cuando otra ola te levante sobre el océano y saltes a esto a lo que llamas "vida", una memoria escondida te asaltará, algo brotará desde adentro como un rayo de luz y recordarás, aunque sea de manera nebulosa, algo de lo que en verdad eres.
Entonces, dando un giro increíble, se alejó. El destello de esa gota la dejó afectada durante un "largo" tiempo. Con frecuencia pensaba en ella o soñaba con ella, y hubo un tiempo en que ya no sabía qué sentir, si temor o amor, y sucedió que una fracción de segundo antes de caer otra vez en el océano, se dio cuenta, sí, se dio cuenta con claridad de lo que había querido decirle aquella gota extraña, pero ya era tarde.
Cuando tocó nuevamente el agua del mar, se estiró todo lo que pudo, sintió todas sus olas en todas las costas del mundo y volvió a sentirse océano enorme y poderoso. Entonces rogó para que en la próxima ocasión en que una ola la levantara sobre la superficie del agua y la lanzara al aire nuevamente, no olvidara lo que en verdad era.
Y así fue. Dos o tres olas más tarde, pudo verse a sí misma como una gota-océano, flotando, girando, danzando entre millones de gotas aparentemente distintas. Sintió una felicidad enorme, pues al fin se acordaba y se daba cuenta de que había dejado de estar dividida entre la ignorancia y la sabiduría, entre la pequeñez y la grandeza, entre la apariencia y la esencia.
Una gota que la vio brillando con una luz especial, le preguntó intrigada, quién eres, y ella contestó con tranquilidad: Yo soy tú, yo soy océano, yo soy infinito.
La gota que la escuchaba, frunció el ceño.
De la misma manera que de la cresta de una ola se desprenden cientos de gotas por efecto del viento. Gotas que tienen la misma composición química que el agua del océano, y que en un corto espacio de tiempo volverán a caer al origen. Así, por voluntad de Dios, se han desprendido miles de millones de chispas de Su Energía, y volverán al Origen como vuelven las gotas al mar.
            Eso es lo que somos los seres humanos, un alma recubierta de un cuerpo que viene a la materia con un objetivo definido, preparar el camino para volver a su origen, a su Océano de Energía que no es otro que Dios.
            La primera forma de existencia es ser Dios. Somos una parte de Dios y, por un acto de Amor, un día, permitió que miles, que millones, que miles de millones, de puntos de Luz, de Su propia Energía, comenzaran a tener vida propia, con un único objetivo, experimentar el amor en todas las formas posibles, y aprender a amar como Él nos ama. Así comenzó la Creación de las almas, un proceso que todavía continúa.
Mientras la vida de una gota independiente no es mayor de uno o dos segundos, antes de volver a caer al océano, nosotros, las almas desgajadas de la Energía Divina, tenemos un largo recorrido de millones de años.
Por lo tanto, nuestra siguiente forma, es la vida de esa alma desgajada de la Totalidad como alma independiente, que en ciertos periodos se reviste de materia, para venir a la vida física a experimentar ese amor, que es el único objetivo de la vida y de las almas, como gotas de energía independientes.
Ese es nuestro aprendizaje, para el cual, una y otra vez, venimos a la vida física y volvemos a nuestra forma original, y lo hacemos todas las veces que haga falta, hasta concluir el aprendizaje, que una vez finalizado nos posibilita el volver a la Fuente, para volver a formar parte de la Energía Divina. Dios no tiene prisa y nos permite dilatar nuestra vuelta todo lo que consideremos conveniente. Tenemos total y absoluta libertad de acción.
Mónada, Alma Superior y alma encarnada
         Existen siete planos de conciencia:

1)    Adi.
2)    Anupadakah.
3)    Atmico.
4)    Búdico.
5)    Mental.
6)    Astral.
7)    Físico.

Plano primero, primordial o supremo.
La base, fundamento o sostén del universo, fuente de la cual éste recibe la vida.
Es el plano de la deidad desconocida, plano superior a la comprensión humana.
Plano ANUPADAKAH
Plano que en orden descendente viene después del plano Adi. Lo mismo que este último, es el campo de manifestación exclusiva del Logos, y como indica su nombre ("sin receptor", "que existe por sí mismo"), es aquel en que "no se ha formado todavía ningún vehículo".
El ser humano es en esencia una Monada, un fragmento de la Divinidad, un destello de Dios, una Chispa del Fuego Divino que reside perennemente en el plano Anupadaka.
Plano Átmico, llamado también nirvánico. Es el más elevado aspecto humano del Dios que está en nuestro interior; el plano de existencia pura, de poderes divinos en su más plena manifestación en su quíntuple universo.
La conciencia átmica o nirvánica, la correspondiente a la vida en este plano, es la conciencia alcanzada por numerosos Seres encumbrados, entre los cuales figuran aquellos primeros frutos de la humanidad que han completado ya el ciclo de la evolución humana y a quienes se da el nombre de Maestros Ascendidos, cuyo propósito es ayudar al progreso de la humanidad.
Estos elevados Seres viven como Inteligencias inmortales, perfectas en sabiduría, en poderes y en bienaventuranza.
Plano BÚDICO
Este Plano, al ser el primero verdaderamente Superior no se puede hacer contacto con él, sino es a través de un riguroso trabajo de aceleración evolutiva,
Esta es una de las razones por las cuales poco o nada se puede decir sobre él, salvo que su estructura es completamente diferente y mucho más sutil de lo que nos podamos imaginar.
El Plano Búdico también es conocido como el plano intuicional, pues en él, se captan las realidades de una forma natural, instantánea, intuitivamente, sin necesidad de utilizar el mecanismo mental para entenderlas o comprenderlas.
Por esa razón la intuición es un mecanismo muy espiritual y a la vez muy natural que utiliza el Iniciado avanzado para discernir inequívocamente sobre cualquier asunto. Esta intuición, a la que hacemos referencia, no es la misma que las corazonadas o las adivinaciones instintivas. La Intuición es el instrumento del Alma, por el cual se puede reconocer “la verdad más elevada”, directamente, desnuda, sin capas o velos.
Las Fuerzas y energías de dicho Plano son con las que trabajan los Maestros de Sabiduría.
Es el Plano del “amor puro”.
El ser humano debe ser un buen canal de manifestación de dichas energías, cuando esto ocurra de una forma masiva, tendremos la demostración más solemne de la expresión “fraternidad” en el plano físico.

Plano CAUSAL
Es el plano donde mora el alma.
En este plano se encuentra nuestro verdadero hogar, es el auténtico mundo espiritual del que partimos en su día prometiéndonos encarecidamente no olvidar jamás quiénes somos realmente, aunque se nos olvida en cuanto nos envolvemos con la materia astral y física.
Sin embargo, una vez cruzamos el umbral de la esfera Causal de regreso a Casa todo sale nuevamente a relucir de manera esplendorosa. Es algo así como cuando al despertarnos de un profundo sueño y nos percatamos entre el sonrojo y la perplejidad de que todo lo soñado fue vivido, gozado o padecido como real. Esto significa que acceder conscientemente al plano Causal supone despertar a un nuevo estado de conciencia en el que al fin nos reconocemos como auténticos seres divinales, eternos e inmortales.
Para entenderlo un poco, podemos imaginar a nuestra totalidad como un gigantesco iceberg del que solamente una pequeña parte asoma en la superficie. Esa parte es nuestra personalidad actual. Esto significa que existe, más o menos un 90% que estaría sumergido bajo lo que siguiendo con este símil podríamos denominar las aguas de nuestro inconsciente, es decir, inaccesible a nuestra mente.
Sin embargo, quien tenga el suficiente interés y determinación para lanzarse a bucear en esas aguas, podrá ir profundizando en la magnificencia de su naturaleza primordial e ir descubriendo progresivamente partes de sí mismo que permanecían ocultas en su interior.

Plano ASTRAL
El plano astral es el inmediato superior al físico; siendo muy parecidos entre sí pero cada uno con sus leyes únicas.
A primera vista puede parecer una réplica exacta del mundo físico. Una de las ventajas sobre el plano físico o de la tercera dimensión, que es en la que nos movemos regularmente, es que la medida del tiempo no existe, por lo cual se pueden hacer cosas como ir al pasado o al futuro.
Otra diferencia es que en él no se necesita caminar para ir de un lugar o época a otra, basta con pensarlo para estar en ese lugar.
Los sólidos, como paredes, no son densos, se pueden pasar a través de ellos. El tiempo y el espacio simplemente no existen.
El plano astral es un universo paralelo, un plano de manifestación en el que penetramos todas las noches al conciliar el sueño. Durante esas horas, el cuerpo físico queda en un estado latente, recomponiéndose fisiológicamente, mientras la conciencia se desdobla ingresando en este universo, desconocido para muchos seres humanos.
El cuerpo Astral es el vehículo por medio del cual el Ser humano expresa sus sentimientos, deseos y emociones, es puente y medio de transmisión entre el cerebro físico y la mente que actúa en el cuerpo mental.
El cuerpo astral posee vida propia, cuando dormimos este es el responsable de traer a la memoria del cerebro físico recuerdos de lo soñado mientras dormíamos, pues puede trasladarse a otras dimensiones y a gran distancia de donde nos situamos físicamente.
El Cuerpo Astral es un puente ente la mente y el cuerpo físico.
El proceso se lo puede sintetizar de la siguiente forma:
1.- Impacto es recibido por los sentidos físicos.
2.-El Prana lo recibe y lo transmite al interior.
3.- Se convierte en sensación, por los centros sensorios, situados en este plano.
4.- Lo percibe la Mente o Manas.
La mente se pone en movimiento al pensar, las vibraciones son captadas por el Cuerpo Astral, este afecta a la materia etérica y esta actúa sobre el cuerpo físico, la materia gris de cerebro.
Durante el sueño, el cuerpo astral puede separarse del cuerpo físico, y actuar libremente, en su propio plano. También el ser humano puede en forma consciente abandonar el cuerpo físico y pasar en continuidad de conciencia astral.
Finalmente, después de la muerte física, la conciencia se recoge en el cuerpo astral, de forma que la vida puede continuar en ese plano, variando su intensidad y duración según variados factores, entre ellos la evolución espiritual.

        Para los propósitos de la evolución humana, el verdadero Ser, la Monada, se manifiesta a sí misma en los mundos inferiores, se envuelve a sí misma en una y otra vestidura cada cual hecha de una materia perteneciente a una definida región de Universo, y así se capacita el Ser para ponerse en contacto con cada región y adquirir, por consiguiente, el conocimiento de ella.
        En la actual etapa del humano desarrollo, la evolución humana tiene lugar tan solo en cinco de los siete Planos.
        El alma toma sobre sí un vehículo llamado el cuerpo Causal, constituido de materia del Plano Mental Superior, y así el hombre tal como lo conocemos, aunque sea en realidad una Monada residiendo en el plano Anupadaka, se muestra como un alma en el mundo Mental Superior mediante un vehículo llamado cuerpo Causal.
        Ahora bien, el alma, antes de descender al mundo físico debe pasar a través de los mundos mental inferior y astral, y al hacerlo así, incluye alrededor de sí misma velos de la materia de estos planos que más tarde transforma en sus cuerpos mental y astral. Solamente después de haber asumido estos vehículos intermediarios puede tener contacto con el feto y nacer en el mundo físico para vivir una vida física, y trabajar allí por obtener el conocimiento de ella.
        Al final de su vida, cuando el cuerpo físico está ya gastado, el alma invierte el proceso de descendimiento, deshecha primeramente su cuerpo físico y centraliza su vida en el cuerpo astral, en el mundo astral; después deshecha aquel vehículo y permanece en el cuerpo mental, dentro del mundo mental por largo tiempo, y cuando éste es abandonando, a su turno, el alma se encuentra de nuevo en su propio mundo.
        Trascurrido cierto tiempo repite de nuevo el proceso de descenso hacia la materia densa, tomando una vez más nuevos cuerpos, mental, astral y físico
        El alma crece hasta que alcanza su meta: el sumergirse en la Divinidad. No le afectan nacimientos ni muertes, como reside en un cuerpo Causal permanente de una a otra vida, retiene la memoria de las experiencias de todas sus personalidades. Lo que comúnmente llamamos vida, es apenas un día de su vida real, y el cuerpo físico que nace y muere, es apenas una vestidura que accidentalmente usa para impulsar su evolución.
        Esta pues es la constitución real del hombre, es él una Monada, un destello de lo Divino, y el alma es una expresión parcial de aquella Monada, alojado en el cuerpo Causal que le sirve para poder entrar en la evolución y regresar a la Monada con cualidades desarrolladas y conocimiento adquirido mediante experiencias.
        Cuando torna de nuevo, proyecta hacia la tierra una parte de sí mismo llamada una personalidad, que nuevamente usa tres cuerpos, el mental, el astral y el físico.
        Por consiguiente: cuando pensamos y decimos que conocemos a un hombre aquí, en el plano físico, sería un poco más de acuerdo con la verdad decir que conocemos la milésima parte de él. El alma es una parte de la Monada, algo así como la proporción que existe entre una oreja y todo el cuerpo, y siendo la personalidad a su vez una parte del alma, lo que normalmente creemos que es el hombre, apenas es un fragmento de un fragmento del hombre real.