Pensando en los pensamientos
Pensamientos. Son cientos, miles,
millones los que han pasado por mi mente.
¡Cuántos pensamientos inútiles!, ¡cuántos
perdidos! Han generado una energía que me afecta hasta la desesperación, pero
ellos se han ido dejando una estela invisible.
Una estela que, aunque no se ve, se siente en el aire, como una brisa que acaricia sutilmente la piel. Es el eco de ideas que alguna vez fueron fuertes, ahora susurros lejanos que apenas puedo entender.
En el silencio de la noche, cuando todo
está en calma, esos pensamientos regresan, buscando ser escuchados. Algunos
vienen con la dulzura de un recuerdo querido, otros con la fuerza de un sueño
aún no realizado, otros solo me mortifican.
Y me pregunto, ¿cuál es el propósito de
tanto ruido? ¿Qué mensaje oculto traen consigo estos visitantes nocturnos?
Quizás son lecciones disfrazadas, o
simplemente el desecho de un día lleno de prisa, de un mundo que no se detiene.
Pero hay algo hermoso en este caos de
la mente, una promesa tácita de que cada pensamiento tiene su lugar. Aunque
muchos se pierdan, algunos florecerán, dando frutos de sabiduría, de amor, o de
libertad.
Así que dejo que pasen, uno tras otro,
sin aferrarme, sabiendo que en el río de la conciencia todo fluye. Los
pensamientos vienen y van, pero lo que permanece es la esencia de quien soy,
más allá de lo que pienso.
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