Dos y dos no
son cuatro en la Ley del Karma. El enunciado de la Ley del Karma dice que “Toda
causa produce un efecto”. Según esta ley lo que hacemos, lo que pensamos y lo
que decimos crea una energía que luego vuelve a nosotros como un boomerang. Puede
parecer demasiado dramático y apocalíptico, y lo es, pero no en todos los
casos.
Es cierto
que es la ley del Karma la que nos mantiene atados a la rueda de nacimientos y
muertes, y es por lo tanto su aplicación la que está retrasando la finalización
de nuestra carrera en la materia. Es cierto que todo es energía y que su
manifestación siempre lleva algún engarce posterior, como el engarce de un
eslabón a otro en la cadena, cualquier pensamiento, cualquier palabra,
cualquier acción, son movimientos de energía que generan una reacción, un
rebote, un efecto, que recae directamente sobre el emisor.
La Ley del
Karma es una Ley total y absolutamente proporcional, es una Ley total y
absolutamente justa. Pero se me ocurre una pregunta que, es posible, que tú
también te hayas hecho: ¿Qué pasa si un loco, de tantos como hay sueltos, quita
la vida de manera violenta a una persona considerada un santo?, ¿Tendría que
volver el santo en otra vida para cobrarse la deuda?, y si volviera y quitara
la vida a su asesino ¿No iniciaría una nueva rueda de Karma?, y ¿Cuándo se
acaba el Karma en un caso de asesinatos, uno al otro, el otro al uno y así
sucesivamente?, cualquier acción que otra persona comete contra mí, ¿Es la
primera acción o es la respuesta a una acción mía en otra vida anterior?
Sin embargo,
a pesar de lo justa y proporcional que es la Ley, podemos afirmar que dos y dos
no son cuatro en la Ley del Karma, y para entender tal afirmación posiblemente
algunos ejemplos pueden ser más ilustrativos que líneas y líneas de teoría. Vamos
a tratar de plasmar algunos casos. Por supuesto que ni son todos los que
aparecen, ni aparecen todos los que son. Pero siempre se puede extrapolar el
ejemplo, y si te queda alguna duda, escribe un e-mail o deja un comentario en
la entrada.
Un asesinato
entre dos personas normales. (Puedes cambiar la palabra asesinato por robo, o
por maltrato, o por engaño, o por cualquier otra). Bueno, ya sabemos que muy
normales no son cuando se quitan la vida. Con el término normales queremos
expresar que son personas a las que aún les queda un largo trecho en la
materia. El señor A le quita la vida al señor B, por lo que sea, nunca hay
ninguna razón que pueda justificar una muerte. En realidad no existen razones
que justifiquen las malas acciones, las malas palabras o los malos pensamientos.
En una nueva reencarnación,
posiblemente en la siguiente, aunque no necesariamente, en los Planes de Vida
del señor B y del señor A, va a aparecer reflejado un encuentro, no
contemplando, por supuesto, en ese encuentro el asesinato de vuelta del señor B
al señor A, sino contemplando la petición de perdón del señor A, y la
aceptación de ese perdón del señor B.
Es bueno
destacar que nunca, en ningún Plan de Vida, aparece contemplado ningún aspecto
de venganza. Los Planes de Vida son Planes de crecimiento, de aprendizaje, de
perdón, de acercamiento a Dios. En ellos solamente va a aparecer todo lo
relativo al perdón, a la bendición, a la comprensión, al Amor. El Plan de Vida
lo conoce el alma, pero esta al encontrarse encerrada por el ego en la materia
no puede hacer más que sufrir desde su confinamiento, y mandar impulsos de ese
Plan al corazón, pero el corazón no grita, solo susurra, y el susurro se pierde
envuelto por el ruido que produce la vileza de las mentes.
También sabemos que los Planes de
Vida se cumplen en un ínfimo porcentaje, otro gallo cantaría si se cumplieran a
rajatabla, con cuatro o cinco vidas tendríamos más que suficientes. Volviendo a
nuestros protagonistas, es muy posible que en su encuentro, el señor B recuerde
en su inconsciente que el señor A le quitó la vida, y al primer desencuentro
que tengan va a asesinar al señor A. Y así van a permanecer en esa rueda de “me
matas”, “te mato”, hasta que uno de los dos pida realmente perdón y perdone a
su vez.
Con independencia de que sea
perdonado o no, para él, en ese momento, en esa vida, habrá pagado su deuda
kármica por los asesinatos. Pero ¿Qué le ocurre al otro que ni pide perdón ni
perdona? Seguirá en su rueda ahora con un nuevo “contrincante”, que ellos
mismos se asignarán, al haber salido de la rueda el anterior. El nuevo “contrincante”,
será otro que se encuentra prácticamente en las mismas condiciones: mantenía una
rueda de asesinatos con otra persona que en un momento también pidió perdón y
perdonó.
Algo similar ocurre cuando se comete
un asesinato o cualquier otro atropello a una persona calificada de “santa”, que
llena de misericordia va a perdonar de inmediato al agresor. El Karma que ha de
pagar el asesino será ejecutado por una tercera persona, como el “contrincante”
del párrafo anterior.
Aunque para los seres humanos cada vida física
nos parece nueva y que empieza de cero, no es tal. Tenemos un bagaje de vidas
importante a nuestras espaldas, y cada una es continuidad de la otra.
Desencuentros, maltratos, asesinatos, enfados, pueden ser acciones que llevamos
repitiendo, con las mismas almas, decenas de vidas, (que no es demasiado
comparado con los cientos que vivimos), sin llegar a pensar que es algo que se solucionaría
con el arrepentimiento y el perdón.
A pesar de que el mundo científico
trata de demostrar todo, aun nadie ha demostrado las bondades de los desencuentros
con otras personas, más bien al contrario, Ya que empiezan a aparecer estudios
que relacionan la salud física con el carácter y con el estado de ánimo. Por lo
tanto, ¿Para qué seguir por ese camino?, terminémoslo de una vez y para
siempre. ¿Cómo?, ya lo sabes ¡Perdona!, y si es algo penado por la sociedad,
que sea aplicado al agresor todo el peso de la ley, pero no carguemos más con
ninguna deuda kármica. Nos está atando a la materia, nos mantiene separados de
Dios.
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