¿Cómo trabajar la atención?
Para evitar que deambulemos por la
vida como una pluma movida por el viento, sufriendo en cada esquina, criticando
en cuanto tenemos quien nos escuche, sintiéndonos mal cuando el centro de la
crítica somos nosotros mismos, y sufriendo, odiando, temerosos o angustiados, hemos
de prestar total atención a la vida, es decir, a nuestros pensamientos, a
nuestras emociones, a nuestras palabras y a nuestras acciones y reacciones.
Es muy posible que pienses que esto
es imposible. No, no es imposible, pero al inicio del trabajo, para qué vamos a
engañarnos, es muy difícil, y lo es mucho. Nunca nadie ha dicho que sea una
tarea fácil, si lo fuera, no estaríamos deambulando por la materia cientos o
miles de vidas sin encontrarnos con Dios. Sin embargo, miles de millones de
seres lo han conseguido, y ninguno era superior a ti, a mi o a ninguno de los
que nos acompañan en esta aventura, eran y son, exactamente iguales a nosotros,
porque todos somos lo mismo.
Pensamientos: Empecemos por el
principio, empecemos con los pensamientos: ¿Alguna vez te has detenido a pensar
quien piensa en ti? Si no lo has hecho, puedes intentarlo, y descubrirás que no
eres tú realmente el que piensa. Tú solamente eres el observador de tus
pensamientos.
Los
pensamientos llegan a ti sin que tú lo decidas, sin que intervengas, sin que
los programes, en cualquier momento, ante cualquier situación. De esos
pensamientos que llegan a ti, no eres responsable, o al menos no lo eres al
cien por cien. Tu responsabilidad radica en que si eres tú quien atrae a tus
pensamientos, pero tampoco los atraes de manera consciente, ya que son traídos
por la energía que hay en ti. Recuerda: Energías iguales se atraen.
Bueno, en
realidad en el cuerpo mental coexisten prácticamente los mimos pensamientos en
todas las personas, sin embargo, los que viajan desde el cuerpo mental hasta el
cerebro para expresarse son esos pensamientos que habitualmente sueles tener.
Toda tu vida
se desarrolla en “piloto automático”. Sería bueno que en algún momento tomaras
los mandos para pilotar tu vida. Ya que sino, te vas a enfadas sin saber muy
bien por qué, vas a gritar sin saber muy bien por qué, vas a sufrir sin saber
muy bien por qué, vas a enfermar sin saber muy bien por qué y vas a morir sin
haber sido consciente de que has vivido.
Y no es una
exageración. Tu vida interior es un “tira y afloja” entre tus creencias y las
creencias de los demás, entre lo que deseas conseguir y lo que consigues
realmente, entre lo que esperas de los demás y lo que los demás te dan, entre
lo que tú crees que debería ser y lo que realmente es.
La primera
parte de este “tira y afloja” son tus creencias, lo que deseas conseguir, lo
que esperas de los demás, lo que tú crees que debería ser, y todo aquello que
has aceptado. Ese conglomerado hace un todo inconsciente que genera una
reacción también inconsciente en la segunda parte del “tira y afloja”, que son
las creencias de los otros, lo que consigues en tu día a día, lo que los demás
te dan, y lo que realmente es. Y en medio de todo: “el pensamiento” completamente
incontrolable en tu vida, siempre “en automático”.
A partir de
aquí, aunque parezca una ironía, es la cruda realidad y dos personas pueden
discutir hasta matarse por ser hinchas de equipos de fútbol distintos, por
tener opciones políticas distintas o por tener religiones distintas, cuando
ellos ni tan siquiera son los dueños de los clubes de fútbol, (que normalmente comen juntos en restaurantes de cinco tenedores), ni son ellos los políticos
que se están lucrando a costa de los votos de los incautos que se pelean, ni
son los dirigentes religiosos que viven en la opulencia acumulando limosnas.
Los
pensamientos que llegan sin control generan emociones descontroladas y nos
hacen actuar de manera inconsciente, haciendo y diciendo cosas de las que
posiblemente harán que nos sintamos mal, que nos sintamos culpables o
abochornados, teniendo que pedir disculpas en algún momento.
Y así pasa
la vida de millones de personas, en “piloto automático” desde la cuna hasta la
tumba. Sin avanzar ni un milímetro en su particular carrera hacia Dios.
¿Qué hacer?,
es fácil de decir aunque difícil de realizar. Ya se sabe que es mucho más fácil
predicar que dar trigo. “Hay que cambiar el piloto de automático a manual”.
Continuará........
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