Tú no eres
consciente, pero llevas cientos de vidas buscando a Dios. Y esta no tiene por qué
ser una excepción, también en esta vida sigues buscando a Dios
Cuando buscas la
felicidad y pretendes encontrarla en la compra de tu nueva casa, en tu viaje de
vacaciones, en esa pareja espectacular, en conseguir un trabajo estupendo, o en
amasar más y más dinero, en realidad, estas buscando a Dios.
Cuando te rebelas
ante el sufrimiento y emprendes una lucha solitaria para conquistar la paz
interior, en realidad, estás buscando a Dios.
Cuando buscas
eliminar el estrés a través del yoga, cuando realizas cualquier práctica para
encontrar tu equilibrio, cuando buscas tu sanación emocional, o cuando meditas
para alcanzar la serenidad, en realidad, estás buscando a Dios.
Cuando te escondes
hasta de ti mismo porque crees que lo que has pensado, lo que has dicho o lo
que has hecho no tiene perdón, en realidad, estás buscando a Dios.
Cuando en la
desgracia preguntas dónde está Dios, cuando le increpas por las injusticias del
mundo, cuando le maldices o hasta cuando le niegas, en realidad, estás buscando
a Dios.
Toda tu vida es una
búsqueda desesperada de Dios. Estás cansado de venir a la vida una y otra vez,
con un único propósito, que es encontrar a Dios, y marchar de la vida sin
haberlo conseguido….., una vez más.
Para desgracia
nuestra no somos conscientes de esto hasta que dejamos el ropaje del cuerpo y
volvemos a Casa. Es Allí donde somos, de manera inmediata, conscientes de lo
que somos y de lo que intentamos conseguir con la vida en la materia.
Y no vamos a invertir
esa dinámica hasta que un buen día, acompañados únicamente por nuestra soledad
surja en nosotros la pregunta que desencadenará nuestro auténtico trabajo en la
vida: ¿Qué hago aquí?
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