A
mi capacidad de elección le resulta igualmente indiferente la capacidad de
elección de otro hombre, al igual que sucede con su aliento vital y su carne.
Aunque hemos nacido unos a causa de otro, cada uno tiene su propia soberanía.
A
la divinidad no le pareció bien que la maldad de otro hombre sea un mal para
mí, de tal modo que mi infortunio no quedará en manos de otro.
MARCO AURELIO

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