Todo el
mundo anda buscando la felicidad, a veces llamada dicha, y, sin embargo, muchos
de los que la buscan con tanto ahínco continúan pasando de largo ante la llave
de esa felicidad.
La llave
simple de la dicha perfecta y el poder inherente que la mantiene constante es
el “autocontrol” y la “autocorrección”. Pero esto es facilísimo de lograr una
vez que se aprende la verdad de uno mismo es la presencia YO SOY y la
inteligencia que controla y ordena todas las cosas.
Alrededor
de cada individuo hay todo un mundo de pensamientos creados por él mismo.
Dentro de este mundo mental está la semilla, la Presencia Divina, el «YO SOY»,
que es la única Presencia que actúa en el Universo y la cual dirige toda
energía. Esta energía puede ser intensificada más allá de todos los límites por
medio de la actividad consciente del individuo.
La
Presencia Divina Interior puede ser comparada con la semilla de un durazno. El
mundo de pensamientos que la envuelve semeja la pulpa. La pulpa representa no
sólo el mundo mental creado por el individuo, sino la sustancia electrónica
universal, siempre en espera de ser activada por la determinación consciente
del individuo, para ser precipitada a su uso visible en la forma que a él le
convenga o desee.
El
camino seguro hacia la comprensión y uso de este poder consciente nos viene
por medio del autocontrol. ¿Qué quiero yo decir con esa palabra “autocontrol”?:
1)
El reconocimiento de la Inteligencia «YO SOY» como
única Presencia activa.
2)
Que sabiendo esto, sabemos también que no existen
límites o limitaciones para el poder de su uso.
3)
Que los humanos, habiendo recibido libre
albedrío, libre selección y libre actuación lo que crean en su mundo circundante
es todo aquello en que fijan su atención.
SAINT GERMAIN

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