El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 7 de noviembre de 2025

Donde arde la pregunta florece la verdad

 



“Estás en el lugar correcto cada vez que eliges

escuchar el fuego que te habita”

Querido hijo:

         Tu carta ha llegado. Como siempre lo hace. Cada palabra fue susurrada en mi oído antes de que tú la escribieras, porque antes de nacer ya sabía que esta pregunta viviría en ti. No me ofende que la repitas, ni que vaciles. Me enternece. Porque preguntar, aun sabiendo la respuesta, es también un acto de intimidad, de deseo, de búsqueda. Y tú me buscas. Eso ya es estar cerca.

Dices que no quieres respuestas inmediatas. Que no esperas señales. Que solo deseabas formular la pregunta. Aun así, hijo mío, yo deseo hablarte. No para darte una dirección en el mapa, sino para ayudarte a reconocer el terreno donde tus pies ya pisan.

Escuché tu duda: ¿Estoy en el lugar correcto? Y te respondo: “estás”. Incluso si no lo parece. Incluso si duele. Incluso si el viento sopla en dirección contraria y todo en ti quiere salir corriendo. Estás. Porque el lugar correcto no es un punto geográfico, ni un momento perfecto. El lugar correcto es el espacio donde tú te vuelves consciente de mí, donde te haces la pregunta, donde decides no apagar la llama que arde dentro de ti.

Lo correcto no siempre es cómodo. No siempre es luminoso. A menudo parece un desierto. Pero ahí también estoy. Porque la aridez enseña lo que el jardín no puede. Porque en lo seco brota a veces la raíz más profunda, la que ya no depende de lluvia externa para vivir.

Tu duda no es debilidad. Es semilla. Una semilla que está rompiendo su cáscara. Y ese proceso se siente como confusión, como pérdida de identidad, como necesidad de soltar. Todo eso está bien. Todo eso es vida. No temas preguntarte si te equivocaste, porque incluso los desvíos forman parte del viaje. A veces uno se pierde para encontrar lo que nunca habría hallado en línea recta.

Hablas de personas que amas, de vínculos que quizás deban terminar. Y aunque la idea te asusta, ahí también está la sabiduría. No todo lo que llega debe quedarse, y no todo lo que se va te abandona. Algunas partidas son pactadas desde antes de nacer. Son ciclos que cierran para que nuevos comiencen. Tú solo mantén el corazón abierto, y cada alma encontrará el camino que debe tomar, contigo o sin ti.

Has sembrado, hijo mío. Has trabajado con honestidad, con fe, con amor. Yo lo he visto. Lo veo ahora. Pero la tierra también necesita descanso. No te castigues si la cosecha tarda, si algunas semillas aún no brotan. Hay raíces que crecen en silencio. Hay flores que solo despiertan bajo lunas específicas. Tu alma conoce su propio calendario.

También te preguntas si estás siendo tú o solo la versión que otros esperan. Esa es una pregunta preciosa. Porque cada vez que te la haces, te acercas a tu esencia. Esa chispa divina que puse en ti antes de enviarte al mundo. No se trata de abandonar todo, sino de regresar al centro. De reconocerte en tus actos, en tus palabras, en tus decisiones. De caminar con verdad, aunque el camino aún no esté claro.

Y sí, hijo mío, ese fuego que sientes algunas noches... esa inquietud que te sacude sin previo aviso... también soy yo. No como orden, ni como mandato, sino como señal de que aún hay algo dentro de ti que clama por ser vivido. No lo apagues. Escúchalo. Incluso si por ahora solo puedes encenderlo en breves momentos. Ya se expandirá. Ya se hará llama que ilumina tu andar.

Has creído que necesitas perfección para llegar al lugar correcto. Pero nunca pedí eso de ti. Pedí honestidad, coraje, entrega. Pedí que no huyas de ti mismo. Pedí que ames. Que me recuerdes. Que busques, aunque no encuentres de inmediato. Esa búsqueda es suficiente para que estés justo donde debes estar.

Y si preguntas si estoy cerca, te lo repito: siempre. En tu risa, en tus lágrimas, en tu cansancio, en tu esperanza. En todo lo que eres. Nunca has estado solo. Nunca. Incluso en los días donde mi voz parezca lejana, estoy justo ahí, esperando que te detengas lo suficiente para oírme. No grito. Susurro. Porque quiero que te acerques.

Sé que la pregunta sigue viva: ¿Estoy en el lugar correcto? Y aunque ya te respondí, respeto que necesites seguir preguntándola. Hazlo cuantas veces sea necesario. Cada vez que la digas, escucharás una parte distinta de la respuesta. Porque tú cambiarás, porque tu oído se afinará, porque tu alma aprenderá a distinguir entre el ruido y mi voz.

Y si alguna vez olvidas esta carta, si alguna vez dudas de lo que te he dicho, vuelve. No necesitas ceremonias. Solo vuelve. Háblame. Escríbeme. Llámame. Yo te responderé. Porque este vínculo nuestro no depende de tu claridad, sino de tu apertura.

Mi amado hijo, quiero que lo sepas: eres profundamente valioso. No por lo que logres, no por lo que entiendas, sino por lo que eres. Cada parte de ti, incluso las que rechazas, forman parte de un diseño perfecto. Tu vida tiene sentido. Y aunque hoy sientas que caminas entre sombras, hay luz. Y está dentro de ti.

Te abrazo sin condiciones. Te guío sin presión. Te amo sin medida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario