El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 12 de noviembre de 2022

Deshojando la margarita

 


Capítulo XIV. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima"

Desde que Indhira llegó a su casa mantuvo una lucha incruenta consigo misma. Todo su ser, excepto su mente, quería llamar a Antay. Sin embargo, su mente la estaba boicoteando presentándola las más escabrosas situaciones según se iba acercando a la decisión de llamarle:

-    Ten en cuenta que tiene terror a comenzar una relación. -era el argumento de su mente.

-    Y ella misma le iba rebatiendo las razones a su mente- Sí, pero hay que tener en cuenta que él lo pasó muy mal.

-    Y, ¿tú?, -seguía su mente- ¿no lo pasaste mal?

-    Pero es diferente, -se defendía Indhira- yo estaba más preparada.

-    Ante una ruptura pocas personas están preparadas. Lo importante es como se recupera y, este pobre chico aún no se ha recuperado. Y si no se ha recuperado, con el tiempo que ha pasado, no se va a recuperar nunca. No va a ser feliz porque siempre va a estar esperando que termines con él, –son terribles las mentes presagiando desgracias.

Pensaba que llevaba en la misma situación dos semanas porque, aunque habían ocurrido muchos acontecimientos, la realidad era que solo habían pasado quince días desde el maravilloso sábado que pasaron juntos Antay y ella. Estaba decidido, le iba a llamar, a pesar de lo que pronosticaba la agorera de su mente, e iba a ser ahora.

Eran casi las 8 de la noche. Antay acababa de despedir a Diana y a sus compañeros cuando sonó su celular. En la pantalla apareció el nombre de Indhira.

-    Sin pensarlo dos veces respondió a la llamada- Hola Indhira, ¿cómo estás?

-    Hola Antay, -escuchó la voz de Indhira que sonaba tranquila y tan alegre como la recordaba- estoy bien, creo que tengo que felicitarte, o ¿no?

-    Supongo que lo dices por el trabajo en la empresa de tu papá, -algo tenía que decir, porque no había otra razón de la que ella tuviera conocimiento. Y, tampoco podía saber de otra razón, porque no la había.

-    Sí, lo digo por eso, -y continuó Indhira- hoy, como cada domingo he comido con mis papás y mi papá nos ha contado los cambios en la empresa, en la que tú pareces ser la estrella.

-    Bueno, más que la estrella, yo diría que el nuevo, -contestó Antay.

-    Siempre tan modesto, ¿cómo te sientes?

-    Estoy muy contento. Si me hubieran dicho que eligiera un lugar para trabajar y un trabajo dentro de esa empresa habría elegido algo así, sin dudarlo. En realidad, más que contento estoy exultante.

>> Ahora mismo, acaban de salir de mi casa mis antiguos compañeros, a los que les he explicado como es el nuevo departamento, para ver si les interesaría acompañarme en una aventura tan apasionante y todos han aceptado.

-    Me alegro infinito. Mi papá está encantado y alucinando porque ya has trabajado tres días, incluido ayer que era feriado.

-    No tiene mérito. Ya sabes que no tengo mucho que hacer. Trabajar, para mí, es un buen entretenimiento, -ya estaba bien de hablar de mí, pensó Antay, y cambió el tema de conversación- y a ti, ¿cómo te va?

-    Cómo siempre. Haciendo terapias y masajes, -le contestó Indhira- Tenemos que vernos, un día, para tomar un café y me cuentas las impresiones de tu nuevo trabajo con más tranquilidad.

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