El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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sábado, 5 de febrero de 2011

Ser tú

¿Te has sentido muchas veces transportado a un mundo increíble mientras leías o escuchabas la historia de alguien a quien le cambió su vida? Seguro que sí, aunque no estés en ninguna búsqueda específica de nada. Seguro que sí, porque todos los seres humanos nos preguntamos alguna vez en la vida ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué sentido tiene la Vida? ¿Por qué sufro, porqué solo soy feliz en algunos momentos? ¿Por qué no me pasará a mí como a otros que han cambiado su vida, lo han dejado todo y han seguido su corazón? Y en esos instantes te has imaginado haciendo lo que verdaderamente quieres hacer, lo que sientes y te has sentido el hombre, la mujer más libre del mundo.
Pero, casi al mismo instante ha aparecido tu mente y te ha dicho “Eso solo les pasa a los demás” A algunos, a muy pocos, y yo soy una persona normal y corriente. ¿Pero, sabes una cosa? Los demás son tú y tú eres los demás. Es decir lo que tú piensas, ellos también lo piensan, Porque todos somos exactamente lo mismo. Almas, almas con una sed increíble de ser felices. Pero no felices con nuestras posesiones materiales. Ya sabes bien, aunque seas muy rico/a económicamente hablando, que eso no te llena, no hace falta que te lo digamos aquí.
Así pues, hablamos de Plenitud, de plenitud interior, de sentirte presente, muy presente en tu propia vida y ver como todo sucede y darte cuenta de que tú puedes intervenir. De hecho, debes hacerlo, es tu obligación. Y de hecho, lo haces. Constantemente eliges esto o aquello en tu quehacer diario. Así pues ¿por qué no eliges para ti? ¿por qué no dejas ya de pensar que sentirán los demás si haces esto, o si haces lo otro? Qué más da. No harás nada que les pueda hacer daño si lo haces con Amor, con el convencimiento de que eso es lo mejor para ti.
Porque cuando haces lo que es mejor para ti, estás haciendo lo mejor para todos los que te rodean. Porque eres completo y feliz y no puedes más que dar felicidad y amor.
Párate, deja de leer como “otros sí pueden y tu no”. No te pongas excusas mentales que sabes que no te sirven para nada y que solo son excusas movidas por el miedo.
¿Pero dónde queda el miedo cuando eres feliz? No existe. Haz, camina, cae, levántate y confía, confía, confía. No estás nunca solo/a. Jamás, porque estas contigo. Y en ti lo tienes todo. La capacidad de amar, de sentir, de vibrar con la energía del Universo. Porque eso eres, un “ínfimo” fragmento del Universo, que dejó un día de tener esa consciencia y se encarnó. Pero no perdió nada. La llevas contigo. Tú eres luz, tú eres vida. Tú eres esa pieza imprescindible, aunque esté en una esquina lejana, de ese puzle Universal que no puede construirse sin ti.  Seria incompleto.
Siéntete tú, siéntete yo. Un yo no mental, un yo en los demás y con todo. Tú eres Buda, tú eres Dios, tú eres Luz, tú eres camino, tú eres Maestro/a.
Y por encima de todo tú eres ¡libre! Libre para elegir y ser ese “otro” que ha cambiado su vida y al que envidias muchas veces. Eso te puede pasar a ti, de hecho te está pasando pero no quieres escuchar.
Haz tu camino sin miedo y los demás se colocaran en el lugar correcto para dejarte andar. Da igual, no pienses en “mi madre, mi padre que dirán, que pensaran, mis hijos, mi pareja, mi hermano…………..”Da igual. Si tú estás bien ellos estarán bien, seguro.
Quizá tarden un tiempo en darse cuenta y aceptarlo. Y, ¿qué? Es su tiempo, no el tuyo. Es su elección, no la tuya. Tú eliges amarles desde ese tú que eres, y ellos, poco a poco, sentirán esa energía que les llegará sin palabras, sin discusiones, sin luchas, sin tener que convencerles de nada. Llegará así, tal cual.
¿Qué fácil parece, verdad? Pues lo es. Lo verdaderamente difícil, y muy cansado, es que sea al revés. Es decir que sea una lucha entre tu sentir y tu ”deber”. No hay deberes.
Obsérvate como el Ser Divino que eres y camina desde ahí. Nadie es más que tú. Ni Jesús, ni Buda, ni nadie. Todos somos elegidos.
Recuerda: el puzle está incompleto sin ti.
Te quiero hermano, hermana. Te quiero y te reconozco.
Entrada publicada por Elisenda.

domingo, 16 de enero de 2011

Los niños y el Amor

                Algunas veces no sé lo que está escrito hasta que termino. Hoy ha sido uno de esos días, y al leerlo, he comprobado que se mezclan dos temas, pero a mí me han parecido interesantes, y además me gusta, así que lo he dejado tal cual.
                Los dos temas son: Uno cortito al principio en que aparece como hemos de llegar a tener el corazón tan puro como el de los niños para conseguir la felicidad, y un segundo de cómo enseñar a los niños a mantener ese corazón puro.
Ya sé que a los que todavía no sabéis como dejar de pensar en el amor para amar desde el corazón no os ha dado tiempo, ni tan siquiera, para empezar a practicar, pero no podíamos dejar que pasara el tiempo para esta nueva entrada que trata de “Los niños y el Amor”, porque los niños son la luz divina que nos va a guiar en este camino de la vida, porque como dijo Jesús: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”.
Está claro que el proceso de la vida lleva a la madurez y al envejecimiento, no a la niñez, por eso Jesús se refiere a nuestro comportamiento: “ser como niños”,  sinceros, juguetones, alegres, inquietos. En la humillación que reciben los niños en silencio está su puerta de entrada al cielo (a la felicidad), ya que por ser más pequeños e indefensos, se les vive regañando, dirigiendo, chillando y castigando, los niños son objeto de nuestro blanco para descargar sobre ellos nuestra ira, nuestro enfado, nuestra rabia, ya sé que también, a veces,  descargamos en ellos nuestro amor y nuestra ternura, ¡pero son tan pocas!
En el “ser como niños”, viene implícita la negación a uno mismo, todos sabemos muy bien que los niños no poseen una identidad individual sino que son reconocidos como el hijo de……….. Hemos de perder la identidad hasta negarse a uno mismo para llegar a Dios.
No os asustéis, no es un trabajo nuevo, es más de lo mismo. Para ser como un niño solo hay que amar. Eso es lo que hacen los niños, “amar”, imagínate si aman que te si siguen amando a ti, que les golpeas, que les chillas, que les sientas delante de la tele para no bajar a la calle con ellos a jugar con la pelota, que la palabra que más te escuchan es “no”………………, imagínate si aman.
Pero no está este escrito sólo para que tú aprendas a ser un niño. El objeto de este escrito es, también, para que no conviertas a los niños en lo que tú eres. Perdón, estamos hablando a la generalidad, si tú ya amas, si ya vives desde el corazón, si no quieres que tu niño sea “coloca aquí cualquier carrera” por encima de cualquier cosa, felicidades, este escrito no es para ti.
Pero si eres de esa generalidad, que utiliza a los niños como arma arrojadiza, que les levantas la mano, que les gritas, que no les besas, ni abrazas, ni les recuerdas cada día diez o doce veces cuanto les quieres, si criticas delante de los niños, si prometes en falso, si mientes, si eres perezos@, si no tienes voluntad, si no cumples tus promesas con ellos, etc., etc., etc., este escrito si es para ti. ¡No hagas a los niños a tu imagen y semejanza!
El mayor aprendizaje de los niños no son tus palabras, son tus hechos, el mayor aprendizaje es tu ejemplo. Las palabras y los discursos a los niños les entran por un oído y les sale por el otro, pero tu ejemplo se va a grabar a fuego en su corazón, y ese será su verdadero aprendizaje.
Tienes que cambiar tú para que tus hijos aprendan a ser felices. Les puedes hablar, con dulzura, para explicarles lo que quieras, pero sobre todo que tu actitud sea acorde con lo que tratas de enseñarles. No les digas, por ejemplo, que el tabaco es malo si tú fumas; lo que tienes que hacer es dejar de fumar, porque su pensamiento es: Si mi padre/madre fuma, debe ser bueno, porque ellos son los mejores y lo saben todo. Igual en cualquier otro aspecto de la vida. Recuerdo haber leído una historia sobre Gandhi, en la que una madre se presenta a él con su hijo y le dice:”Señor Gandhi, le traigo a mi hijo para que le diga que deje de comer caramelos, que no son buenos para él”, y Gandhi la contestó: “Vuelva dentro de quince días, por favor”. Se marchó la señora con su niño y volvió a los quince días, y cuando se presentaron ante Gandhi este le dijo al niño: “Tienes que dejar de comer caramelos porque no son buenos ni para tus dientes ni para tu salud”. Entonces la señora le dice: “Y ¿Por qué no se lo dijo la primera vez que vinimos, en lugar de hacernos volver?; y Gandhi la contesta: “Es que hace quince días yo comía caramelos”.
Tener hijos y educarlos en el amor, es mucho más comprometido y difícil de lo que cualquiera puede pensar. Seguramente es lo más difícil que existe. Piensa que solo para que tus hijos aprendan a leer, la persona que les ha de enseñar, (que tampoco sabe enseñar, pero no es tema de hoy), ha tenido que hacer unos cuantos años de estudios y oposiciones. Tú, que no les vas a tener un ratiro para enseñarles a leer, sino que les vas a enseñar a vivir, ¿cuáles han sido tus estudios y oposiciones para padre/madre?, ¿cuáles tus meritos?, ¿una noche loca? Tener una noche loca y soltar una criatura infeliz al mundo lo sabe hacer cualquiera.
Si, ya sé que tu deseo, como el que todos los padres tenemos para nuestros hijos, es que consigan la felicidad. La manera más fácil de que tus hijos sean felices, es que aprendan de tu felicidad, con tu ejemplo. Si no es así, tendrán que llegar a tener cuarenta años, aparecer por un centro de yoga y meditación, para que otros les empiecen a hablar de que la felicidad no es una utopía y de que pueden conseguirla por si mism@s, que es la única manera de conseguir una felicidad autentica y permanente, ya que la carrera o el oficio conseguido a base del propio sacrificio y del ahorro de los padres no le ha dado la felicidad, ni se la ha dado la pareja por la que sus padres tanto suspiraban, ni se la ha dado la segunda residencia en la costa, ni los descensos por la nieve, ni el tratamiento antiarrugas, nada le ha dado una felicidad duradera. Tendrá que ser un extrañ@ quien les diga lo que es el amor y como se consigue.
¿Por qué no lo haces tú?, a fin de cuentas son tus hijos y dices que les quieres con locura. Deja de decir que les quieres y quiéreles, y enséñales ese amor y como se ama.