El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 26 de julio de 2025

El arte de soltar

 


Impermanencia:

La Clave para Aceptar el Cambio y Vivir Plenamente

   En todo lo que existe, una verdad innegable pende sobre su existencia: la “impermanencia”.

Nada permanece estático; todo cambia, evoluciona, nace y muere. Desde la hoja que brota en primavera y cae en otoño, hasta las personas que entran y salen de nuestra vida, pasando por nuestros propios pensamientos y emociones, la impermanencia es la única constante.

Aunque esta realidad puede parecer desalentadora a primera vista, comprenderla y aceptarla es una de las lecciones más liberadoras que podemos aprender. Reconocer la impermanencia no es una invitación a la pasividad o al pesimismo, sino una poderosa herramienta para cultivar la “resiliencia”, la “gratitud” y la capacidad de vivir verdaderamente en el “presente”.

          La resistencia al cambio es una lucha inútil. Nuestra mente humana, por naturaleza, tiende a buscar la seguridad y la estabilidad. Nos aferramos a lo que conocemos, a lo que nos da comodidad, a lo que nos define. Tememos la pérdida, el fin, lo desconocido. Esta resistencia innata a la impermanencia nos lleva a una lucha constante y agotadora contra el flujo natural de la vida.

Cuando nos aferramos a una situación agradable, ya sea un trabajo, una relación o un momento de felicidad, el miedo a perderla genera ansiedad. Paradójicamente, este apego excesivo nos impide disfrutar plenamente del presente, ya que nuestra mente está ocupada anticipando el final. De la misma manera, cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles, como la enfermedad, una ruptura o un revés financiero, nuestra resistencia a aceptarlas solo intensifica el sufrimiento. Nos preguntamos "¿Por qué a mí?" o "Esto no debería estar pasando", prolongando la angustia en lugar de buscar la adaptación y la solución.

La verdad es que no podemos detener la corriente del tiempo. Las estaciones cambian, los cuerpos envejecen, las fortunas suben y bajan, las personas evolucionan o se marchan. Negar esta realidad es como intentar detener un río con nuestras propias manos. El resultado es frustración, dolor y agotamiento.

Abrazar la impermanencia es un camino hacia la libertad: La sabiduría de la impermanencia reside en su capacidad para liberarnos. Cuando aceptamos que todo es transitorio, comenzamos a soltar la necesidad de controlarlo todo y, en su lugar, aprendemos a fluir con la vida. Esta aceptación tiene profundas implicaciones en cómo experimentamos el mundo:

 

1.  Cultivar la Gratitud por el Presente: Si sabemos que un momento de felicidad es fugaz, ¿no lo apreciaríamos aún más? La conciencia de la impermanencia nos impulsa a saborear cada instante, cada experiencia placentera, cada risa, cada conexión. Nos recuerda que la verdadera riqueza no reside en la duración de las cosas, sino en la intensidad con la que las vivimos. Un atardecer hermoso es hermoso precisamente porque es efímero.

2.  Desarrollar la Resiliencia ante la Adversidad: Si los momentos felices pasan, también lo hacen los momentos difíciles. La conciencia de que el dolor, la tristeza o la dificultad no son permanentes nos brinda una perspectiva invaluable. Nos permite saber que "esto también pasará". Esta comprensión no anula el sufrimiento, pero nos da la fuerza para atravesarlo, sabiendo que la oscuridad dará paso a la luz, al igual que la noche precede al amanecer. Nos volvemos más adaptables y menos propensos a caer en la desesperación prolongada.

3.  Fomentar el Desapego: La impermanencia está intrínsecamente ligada al concepto de desapego. Si todo cambia, ¿por qué aferrarse? El desapego no significa no valorar lo que tenemos o no amar a las personas; significa amarlas y valorarlas sin la necesidad de poseerlas o de que permanezcan inalterables. Nos libera del sufrimiento que surge cuando las cosas, personas o situaciones no cumplen nuestras expectativas de permanencia. Nos enseña a apreciar sin aferrarnos, a amar sin poseer.

4.  Impulsar el Crecimiento Personal: Si todo está en constante evolución, nosotros también podemos evolucionar. La impermanencia nos invita a no estancarnos en viejas creencias, hábitos o identidades. Nos anima a aprender de cada experiencia, a adaptarnos a nuevas circunstancias y a transformarnos constantemente en versiones más conscientes y sabias de nosotros mismos. Nos abre a la posibilidad de reinvención.

 Cómo Practicar la Conciencia de la Impermanencia

       Integrar la conciencia de la impermanencia en nuestra vida diaria es una práctica continua, no un estado final. Aquí te doy algunas formas de cultivarla:

Observación Consciente: Presta atención a los ciclos naturales: el cambio de las estaciones, el crecimiento y la caída de las hojas, el flujo y reflujo de las olas. Observa cómo cambian las nubes en el cielo, cómo se disuelve el azúcar en el café. Estas pequeñas observaciones nos recuerdan la naturaleza transitoria de todo.

Atención Plena (Mindfulness): Practicar la atención plena nos ayuda a anclarnos en el presente. Observa tus pensamientos, emociones y sensaciones físicas sin juzgarlos ni aferrarte a ellos. Reconoce que son pasajeros, como nubes que pasan por el cielo de tu mente. Esta práctica fortalece nuestra capacidad para soltar.

Reflexión sobre el Ciclo de Vida: Piensa en la vida de una flor, un animal, incluso la tuya propia. Nacimiento, crecimiento, plenitud, declive y eventual desaparición. Reconocer este patrón universal nos ayuda a aceptar que somos parte de un ciclo más grande.

Agradecimiento por lo Fugaz: Cuando experimentes un momento de alegría o placer, en lugar de preocuparte por su final, enfócate en la gratitud por tenerlo en este instante. Permítete saborearlo plenamente, sabiendo que su belleza radica en su carácter único y temporal.

Desapego Material y Emocional: Practica soltar objetos que ya no necesitas o que te anclan al pasado. En el ámbito emocional, reconoce cuándo te estás aferrando a una expectativa o a un resultado que no depende de ti. Permite que las cosas sean como son, incluso si no es lo que esperabas.

 La Belleza de lo Efímero

 Ser conscientes de la impermanencia no nos condena a la tristeza, sino que nos invita a vivir con una intensidad y una apreciación profundas. Nos enseña que la vida no es una serie de puntos fijos a los que aferrarse, sino un río caudaloso en constante movimiento. Al abrazar este flujo, nos volvemos más flexibles, más sabios y más capaces de encontrar la paz en medio de la inevitable marea de cambios.

Es en la aceptación de la naturaleza transitoria de todo donde reside la verdadera libertad. Nos permite liberar el pasado, soltar la ansiedad por el futuro y sumergirnos por completo en la riqueza y la belleza del único momento que realmente tenemos: “el ahora”. ¿Estás listo para dejar ir la resistencia y permitirte fluir con la vida?


La confesión del miedica

 


Querido Dios:

      En nuestro largo intercambio de cartas, hemos conversado sobre tantas cosas: alegrías, preocupaciones, anhelos y hasta mi fascinación por el significado de la vida. Cada palabra que te he escrito a Ti siempre ha estado cargada de emociones, a veces de esperanza y otras de incertidumbre. Sin embargo, hay algo que no me he atrevido a compartir contigo directamente. Un sentimiento persistente, una sombra que me ha acompañado durante gran parte de mi existencia: el miedo.

Sí, sé que lo sabes todo. Sé que conoces mis pensamientos antes incluso de que yo sea consciente de ellos, porque Tú estás siempre presente. Eres ese observador silencioso que entiende mis silencios tanto como mis gritos, que descifra cada rincón de mi corazón sin necesidad de que lo exprese. Pero eres tan discreto, tan respetuoso, que nunca señalas mis debilidades ni revelas mis temores a menos que te dé permiso para hacerlo. Pues bien, aquí estoy, escribiéndote con la intención de abrir mi corazón y dándote ese permiso para explorar la parte más vulnerable de mi ser.

Yo, querido Dios, soy un miedica. Esa es la verdad. Me siento casi ridículo enumerando mis miedos, pero hoy quiero desahogarme contigo, porque confío en que me entiendes sin juzgarme. Tengo miedo de muchas cosas. Miedo de que los demás sean mejores que yo, de perder la razón en algún debate y sentirme pequeño. Me aterra la posibilidad de ser engañado, de hacer el ridículo y de ser juzgado por los demás. Tengo miedo de perder lo que he conseguido con tanto esfuerzo en esta vida y, aunque suene absurdo, hasta me asustan los perros y los gatos, criaturas inocentes que no tienen la culpa de mi inseguridad. Camino por este mundo aterrado, como si pisara cristales, cuidándome de no dejar huellas que revelen mi fragilidad. Es una existencia marcada por la cautela, por la evitación, por ese deseo constante de no ser descubierto en mi vulnerabilidad.

A veces me invade un pensamiento inquietante, uno que me duele admitirlo incluso a Ti: ¿Acaso le temo tanto a la vida que, en el fondo, desearía escapar de ella? Es una paradoja que me consume, porque también quiero vivir, quiero experimentar la plenitud y la libertad que creo que emana de Ti. Sin embargo, me siento atrapado en esta contradicción interna, donde el miedo parece ser más fuerte que mi deseo de amar, de confiar y de abrazar lo desconocido. Sé que el miedo es la antítesis del amor. Conozco la teoría. El amor tiene el poder de disipar el miedo, de la misma forma que basta con encender una lámpara para desterrar las sombras. Pero me siento incapaz de activar ese interruptor que me conecte al amor que Tú ofreces. ¿Será que hay algo en mí que teme incluso la solución? ¿Será que he vivido tanto tiempo en la oscuridad que me he acostumbrado a ella?

Dios, quisiera entender. ¿Por qué este miedo parece dominarme? ¿Por qué me cuesta tanto confiar en Tu amor, cuando sé en el fondo de mi corazón que eres la fuente más pura de paz y seguridad? Quiero ser valiente. Deseo profundamente encontrar esa paz que Tú prometes, esa tranquilidad que va más allá de las circunstancias, pero por ahora, me siento perdido. Perdido en una tormenta de emociones que me impiden ver el horizonte. Por eso te escribo, porque confío en que Tú tienes las respuestas que mi corazón necesita, porque creo que Tú puedes ayudarme a caminar con paso firme, no sobre cristales, sino sobre suelo sólido.

Me pregunto si mis miedos han sido heredados, si son fruto de experiencias pasadas que dejaron cicatrices en mi alma. O quizás son simplemente parte de mi naturaleza humana, esa fragilidad que nos define y que nos recuerda que necesitamos de algo más grande que nosotros mismos. En cualquier caso, estoy aquí, presentándote cada miedo como una ofrenda, como una petición desesperada de ayuda. Porque ya no quiero vivir bajo su dominio. Ya no quiero que mis pasos sean cautelosos y temerosos. Quiero caminar con confianza, con la certeza de que Tú me sostienes en cada momento.

Gracias, Dios, por escucharme incluso cuando mi voz está impregnada de dudas. Gracias por ser paciente conmigo, por no apresurarme a superar lo que me atormenta, y por amarme tal como soy. Tu amor es mi refugio, aunque a veces me cuesta sentirlo. Tu gracia es mi fortaleza, aunque a menudo me siento débil. Ayúdame a abrir mi corazón a Ti completamente, a aceptar ese amor que sé que estás dispuesto a darme sin condiciones.

Quiero creer que cada paso que doy, aunque sea pequeño y tembloroso, me acerca más a Ti. Quiero recordar que incluso en mis momentos de mayor fragilidad, Tú estás conmigo, guiándome y sosteniéndome. Por eso te escribo, porque en este acto de confesión encuentro un atisbo de esperanza, una chispa de fe que me dice que no estoy solo en esta batalla contra mis miedos.

Con toda mi esperanza y fe.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


Gurú

 


En la antigua India, el término gurú era aplicado exclusivamente a maestros del nivel de Cristo, capaces de comunicar la realización divina a los discípulos. siguiendo los mandamientos de las Escrituras.

Los devotos aprendían a hacerse espiritualmente receptivos, a través de una incondicional obediencia a la disciplina de sus santos maestros, cuya autoridad no discutían jamás.

Los occidentales ocasionalmente objetan tal deliberada sujeción de la libertad personal a la voluntad de otro hombre, pero Paramahansaji decía: "una vez que se ha encontrado al propio gurú, debería brindársele una devoción incondicional, ya que él es el vehículo de Dios. la realización del propio ser del discípulo, constituye el único propósito del gurú.

El gurú ofrece a Dios el amor que recibe del devoto. Cuando un maestro espiritual encuentra a un discípulo que está en sintonía con él, le es posible enseñarle más rápidamente que a un devoto que se le resiste".

 

PARAMAHANSA YOGANANDA


Nacimiento y muerte

 


¿Hay algo en el mundo que esté al abrigo de cambio?, la tierra, el cielo, toda la inmensa maquinaria del universo no están exentos de cambios, aun siendo la obra de Dios mismo.

No, el mundo no conservará siempre su orden actual; día vendrá que lo desvíe de su curso. Todos los seres tienen periodos marcados: deben nacer, crecer y perecer. Esos astros que veis moverse por encima de nosotros, esa tierra en que estamos confusamente esparcidos y nos parece tan sólida, todo ello está minado sordamente y ha de tener un fin.

No hay nada que no tenga su vez, su decrepitud, su término; aunque en épocas diferentes, el fin le espera a todo lo que existe. Todo lo que es acabará por no ser, pero el mundo no perecerás por eso: se disolverá. La disolución, para nosotros, es la destrucción.

En efecto, nosotros no consideramos, sino lo que está muy cerca de nosotros: nuestra alma, bastardeada, y que no sabe desprenderse del cuerpo, no ve más allá; pero soportaríamos con muchas más firmeza la idea de nuestro fin y la de nuestros prójimos, si estuviéramos persuadidos de que la naturaleza no es más que una sucesión de nacimiento y, muerte; de que los cuerpos compuestos se disuelven; de que los cuerpos compuestos se reconstituyen, y de que es en este círculo infinito donde se ejerce el poder del Dios moderador del universo.

LUCIO ANNEO SÉNECA


jueves, 24 de julio de 2025

Madrugadas que susurran verdades

  


Hoy me desperté a las 3:34 de la madrugada. No es algo puntual: entre las 3 y las 4 suelo abrir los ojos casi cada día, como si mi reloj interno estuviera programado para esos momentos de silencio absoluto.

Esta vez, me despertó un sueño vívido que aún puedo evocar. En él, sentía la urgente necesidad de ir al baño. Me puse en cuclillas, sujetando con una mano una tacita de café debajo mío. El excremento salió lentamente, como si el tiempo se detuviera; la imagen era casi surrealista, una pasta cayendo a cámara lenta. Tuve tiempo de colocar bien la taza para que todo cayera dentro. Y cuando se llenó, corté la evacuación sin pensarlo, evitando que rebosara.

Después, volví a quedarme dormido, y poco antes de las 4 me desperté de otro sueño, esta vez orinando. Me asusté. Instintivamente toqué la cama, como si esperara encontrar evidencia de lo ocurrido. Pero no, solo había sido otro sueño.

La simbología de ambos me ha hecho reflexionar. He buscado su significado, y parece que coinciden en algo: una necesidad de liberación emocional, de desahogo, de renovación. Y sí, esas tres palabras me resuenan profundamente. No estoy atravesando el mejor momento de mi vida.

No estoy mal… pero tampoco estoy bien.

Intento aplicar todo lo que sé, todas esas teorías sobre cómo estar mejor, cómo vivir en paz conmigo mismo:

- Acepto la vida que me he dado, pero reconozco que esa aceptación debe ser consciente. Porque desde mi subconsciente surgen preguntas absurdas, aparentemente sin peso, pero que logran erosionar mi energía y mi estado emocional.

- No siento la necesidad de perdonar, porque no guardo resentimientos. Pero si surge una crítica por algo que ocurrió, suelo perdonar de inmediato, sin quedarme atrapado en ello.

- Trato de ponerme en los zapatos de los demás. A veces lo logro, otras veces fallo. Pero no dejo de intentarlo, porque sé que en ese ejercicio está parte de mi crecimiento personal.

Lo que sí tengo claro es que el origen de mi inestabilidad emocional soy yo mismo. Puedo señalar fuera, buscar responsables, pero al final, lo único que realmente importa es cómo me tomo las cosas.

Sigo trabajando en ello. A veces avanzo, a veces tropiezo, y muchas veces simplemente observo. Pero ese trabajo interno no cesa.

Porque incluso los sueños más extraños tienen algo que enseñarme.

jueves, 17 de julio de 2025

Canalizar la lava

 


Querido hijo,

        Gracias por abrir tu corazón. Tu sinceridad y vulnerabilidad son actos de valentía, y son pasos cruciales hacia la transformación. Reconocer tus luchas y buscar ayuda demuestra no solo sabiduría, sino también un profundo deseo de crecer. Quiero que sepas que he escuchado cada palabra tuya y que estoy aquí contigo, ahora y siempre, dispuesto a caminar a tu lado en este viaje.

Esa fuerza que sientes dentro de ti, esa energía que a veces parece desbordar como un torrente incontrolable, no es algo que debas temer ni rechazar. Es una parte intrínseca de tu humanidad, de la riqueza y complejidad de tu ser. Cada uno de ustedes, mis hijos, lleva dentro una mezcla de emociones, pasiones y fuerzas que les da la capacidad de sentir profundamente y de actuar con decisión. Esa energía que sientes no es tu enemiga; es un regalo que, cuando se comprende y se canaliza correctamente, puede convertirse en una fuerza poderosa para el bien.

Quiero que sepas que no estás solo en esta lucha. Muchos de mis hijos enfrentan batallas similares, y eso no los hace débiles ni menos dignos de amor. Al contrario, esos desafíos son oportunidades para aprender, para crecer y para descubrir la fortaleza que yace dentro de ti. No estás definido por esos momentos de descontrol, sino por cómo eliges enfrentarlos y superarlos. Y estoy aquí para guiarte y fortalecerte en cada paso que des.

Permíteme ofrecerte algunas herramientas para ayudarte en este proceso. La primera es la “conciencia”. La conciencia es el faro que ilumina las sombras dentro de nosotros. Cada vez que sientas esa energía brotar, tómate un momento para respirar profundamente y preguntarte: ¿Qué está despertando esto en mí? ¿De dónde viene esta emoción? ¿Es miedo, dolor, frustración o algo más profundo? Al hacerlo, comienzas a desentrañar las raíces de tus reacciones y a comprenderlas mejor. No huyas de ellas, pero tampoco permitas que te dominen. Obsérvalas con compasión y busca el mensaje que pueden estar tratando de transmitirte.

La segunda herramienta que quiero darte es la “paciencia”. Sé amable contigo mismo. Los cambios profundos no ocurren de la noche a la mañana, y es normal que haya altibajos en el camino. Cada paso, por pequeño que sea, es un avance. Celebra esos momentos de progreso y permítete aprender de los tropiezos sin juzgarte severamente. Recuerda que estoy aquí para apoyarte, para levantarte cuando caigas y para recordarte que no estás solo en este proceso.       

La tercera herramienta es el “amor”. El amor es la fuerza más poderosa que existe, y está dentro de ti. Cuando te encuentres en situaciones difíciles, conecta con ese amor. Piensa en las personas que te importan, en los valores que guían tu vida y en la luz que deseas compartir con el mundo. Esa conexión te ayudará a reaccionar desde un lugar de bondad, empatía y comprensión, en lugar de desde la ira o el miedo. El amor es tu brújula, tu guía y tu refugio.

Además, quiero recordarte algo muy importante: no tienes que cargar esta lucha solo. Estoy contigo, pero también he puesto a personas en tu vida que pueden apoyarte. Habla con ellas, comparte tus pensamientos y sentimientos, y no temas mostrarte vulnerable. Las conexiones humanas son una fuente de fortaleza y consuelo, y pueden ser un pilar fundamental en tu camino hacia la paz interior.

Confía en que tienes dentro de ti todo lo necesario para superar estos desafíos. Yo te hice a mi imagen, y en ti hay una chispa divina que nunca se apaga. Esa chispa es tu luz interior, tu guía en los momentos oscuros, y tu recordatorio constante de que eres capaz de grandes cosas. Cree en esa chispa, aliméntala con fe, amor y esperanza, y deja que te inspire en cada paso que des.

Quiero que sepas que estoy inmensamente orgulloso de ti. Orgulloso de tu valentía, de tu esfuerzo y de tu corazón lleno de amor y bondad. Cada vez que eliges el camino del crecimiento, cada vez que buscas la luz en medio de la oscuridad, estás honrando el propósito para el cual fuiste creado. Nunca olvides que te amo incondicionalmente, sin importar tus errores o tus tropiezos. Mi amor por ti es eterno e inmutable, y siempre estaré aquí para ti, guiándote, sosteniéndote y amándote.

Permíteme terminar diciéndote esto: no temas a tus emociones ni a tus luchas internas. Son parte de tu viaje, parte de tu historia, y tienen el potencial de transformarte en alguien aún más fuerte, más sabio y más pleno. Confía en el proceso, confía en ti mismo y confía en mí. Juntos, podemos convertir esa energía que hoy te desconcierta en una fuente de aprendizaje, de creatividad y de amor.

Con amor eterno y fe inquebrantable en ti.

CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo

 


DECRETO

 



Uno con el Todo

 


“La ciencia material es aún más teórica que la verdadera religión”, afirmó el Maestro.

“La ciencia es capaz de investigar, por ejemplo, la conducta y la naturaleza externa del átomo. Pero la práctica de la meditación confiere la omnipotencia: un yogui puede volverse uno con el átomo”.

PARAMAHANSA YOGANANDA

lunes, 14 de julio de 2025

Ostentar

 


Si te has acostumbrado a llevar una vida sencilla y a dominar tu cuerpo, no te envanezcas por ello, y, si no bebes sino agua, no andes diciendo a cada momento que tú no bebes sino agua.

Si quieres ejercitar la paciencia y la tolerancia, hazlo por y para ti y no por y para los otros; no muestres tu devoción, y en la sed más ardiente, toma el agua en tu boca, tírala, y no le digas a nadie.

EPICTETO


Libertad: Realidad o ficción

 



La libertad es uno de los pilares fundamentales del pensamiento humano. Es el motor que impulsa la autonomía, el sentido de la dignidad y la capacidad de autodeterminación. A nivel filosófico, social y psicológico, el concepto de libertad se refiere a la posibilidad que tienen los seres humanos de actuar, pensar y tomar decisiones sin estar sujetos a coacciones externas o internas que limiten sus opciones.

Sin embargo, aunque a nivel teórico todos los individuos nacen libres, la libertad absoluta es más una aspiración que una condición concreta. La vida humana está inevitablemente cruzada por circunstancias que merman o condicionan esa libertad. Por lo tanto, la pregunta fundamental que se impone es: ¿somos realmente libres?

Creo que sería bueno distinguir entre “libertad externa (aquella que depende de las condiciones políticas, económicas o sociales) y “libertad interna” (aquella que depende de nuestro estado emocional, psicológico o espiritual). Muchos sistemas democráticos aseguran libertades formales: de expresión, movimiento, religión, asociación. Pero que alguien tenga el derecho de hablar, moverse o creer no implica necesariamente que tenga la capacidad real de hacerlo.

Por eso conviene examinar los factores que limitan esa libertad, y preguntarnos si podemos combatirlos desde el interior o si requieren transformaciones externas.

¿Es libre la persona que sufre problemas económicos?

Una persona que vive en pobreza extrema o en constante inseguridad económica tiene restringida su libertad de decisión. Por ejemplo, no puede elegir qué educación recibir, qué alimentos consumir o qué servicios médicos recibir. No puede aspirar fácilmente a una vida plena, y muchas veces sus decisiones están guiadas por la urgencia, no por el deseo.

No se me ocurre una solución sobre como un “pobre” podría considerarse libre. La libertad aquí pasaría por la justicia social y la equidad. Pero eso en la sociedad actual es una quimera. O es que ¿algún político actual es capaz de organizar programas que garanticen el acceso a servicios básicos, educación de calidad y empleos dignos que empoderen al individuo y amplíen su margen de decisión? Pero también y, esto aún es más quimera, pasa por la “educación financiera”, el emprendimiento ético y el fortalecimiento comunitario como herramientas para superar, desde lo local, las barreras económicas.

El resumen es que un “pobre”, a no ser que tenga una fortaleza mental impresionante nunca va a sentirse libre.

¿Es libre quien tiene una enfermedad o discapacidad?

Una condición física o mental puede limitar la autonomía del individuo. Quien depende de otros para movilizarse, quien padece dolor crónico o tiene que vivir bajo tratamiento constante, ve restringidas sus opciones. Sin embargo, esto no implica necesariamente que no pueda ejercer formas de libertad.

En este caso antes de reformular su capacidad de decidir, sería fundamental que la persona aceptara su estado físico y, a partir de ahí se puede considerar la idea de libertad como capacidad de decidir dentro de los márgenes personales. Aquí entra el respeto por la diversidad funcional, la accesibilidad universal, el derecho a tener asistencia y la inclusión plena en la vida social. Un enfermo o persona con discapacidad puede ser libre si se le garantiza voz, participación, dignidad y cuidado.

Aunque, mentalmente, puede sentirse libre si es capaz de desarrollar una fuerza de voluntad admirable a partir de sus limitaciones. La resiliencia, el desarrollo espiritual y el sentido de propósito son formas potentes de libertad interior.

¿Es libre alguien con miedo?

El miedo es una prisión invisible. Puede bloquear decisiones, inmovilizar proyectos, impedir relaciones. Es uno de los enemigos silenciosos de la libertad, porque opera desde adentro.

La libertad frente al miedo implica una revolución interior. Requiere autoconocimiento, herramientas emocionales, apoyo psicológico y sobre todo, entornos seguros. Si una persona vive bajo amenazas, violencia o humillación, difícilmente puede sentirse libre. Pero si aprende a gestionar el miedo, a mirarlo de frente y a tomar decisiones pese a él, empieza a construir libertad auténtica.

Los valientes no son quienes no sienten miedo, sino quienes no permiten que ese miedo los gobierne.

¿Es libre aquel que tiene ambición?

La ambición tiene un doble filo. En su justa medida, impulsa a mejorar, innovar, crecer. Pero desbordada, se convierte en una forma de esclavitud. El individuo vive obsesionado por el éxito, la riqueza, el reconocimiento, y pierde de vista el sentido, el descanso, el equilibrio.

La libertad frente a la ambición requiere redefinir las metas personales. ¿Para qué quiero lo que quiero? ¿Qué precio estoy pagando por ello? ¿A quién sirvo en mi búsqueda de poder o éxito?

La práctica del desapego, del agradecimiento y de la reflexión sobre los valores puede devolver al individuo su centro. A veces, el acto más libre es renunciar a una meta para abrazar un bienestar más profundo.

¿Es libre un pusilánime?

La persona pusilánime es aquella que carece de valor o determinación. Vive dominada por la indecisión, la inseguridad y la falta de coraje. A menudo, deja que otros decidan por él, que las circunstancias lo arrastren. En apariencia tiene libertad, pero en la práctica no la ejerce.

La clave está en el empoderamiento. El pusilánime necesita descubrir sus talentos, fortalecer su autoestima y ser acompañado en su crecimiento. A través del desarrollo personal, de experiencias que generen confianza y del refuerzo positivo, puede ir tomando decisiones que lo acerquen a su autonomía. Nadie nace valiente: el coraje se entrena.

Entonces, ¿somos libres los seres humanos? No completamente. Pero sí somos seres con la “potencialidad de la libertad”. La libertad no es un estado absoluto ni un privilegio garantizado: es un camino. Se construye desde adentro y desde afuera, en relación con los otros y con uno mismo.

Y eso significa que cada persona tiene una misión profunda: identificar aquello que lo condiciona y buscar las herramientas para liberarse. La sociedad debe poner en marcha mecanismos que faciliten ese proceso, (justicia, inclusión, equidad, educación), pero el individuo también debe encender su propia chispa: cultivar coraje, pensamiento crítico y voluntad.

Porque, aunque no todos seamos libres en plenitud, “todos podemos aspirar a serlo un poco más cada día. Y esa aspiración, ese movimiento interior hacia una vida más auténtica y elegida, ya es en sí una forma de libertad.


Despertar

 


“La vida es un gran sueño de Dios”, dijo el Maestro. “

“Si solo es un sueño, ¿a qué se debe que el dolor sea tan real?”, preguntó un discípulo.

“Una cabeza onírica azotada contra un muro onírico, causa un dolor onírico”, respondió Paramahansaji. “Quien sueña, no es consciente de la calidad engañosa de sus sueños, mientras no se despierta. Asimismo, el hombre no comprende la naturaleza engañosa del sueño cósmico de la Creación, mientras no se despierta en Dios”.

PARAMAHANSA YOGANANDA


sábado, 12 de julio de 2025

Volcán interior

 


Querido Dios:

        Hoy me atrevo a escribirte con el corazón en la mano y el alma expuesta. Siento que necesito tu ayuda, tu guía, tu luz, porque hay algo dentro de mí que no puedo controlar, algo que me transforma en una versión de mí mismo que no quiero ser. Es como si un volcán dormido en mi interior despertara de repente, y toda la lava acumulada explotara sin advertencia, sin lógica. Y entonces, esa persona amable, educada y paciente, que trato de ser, se desmorona para dar paso a un ogro que ni yo mismo reconozco. Es un ciclo que me duele profundamente y que afecta a las personas que más quiero. Por eso estoy aquí, buscando respuestas y consuelo.

A lo largo de mi vida, he tratado de mantenerme en equilibrio, de ser alguien que construye, que ama, que comprende. Pero hay momentos en los que algo se quiebra dentro de mí y, sin darme cuenta, me dejo llevar por esa fuerza arrolladora que parece superar mi voluntad. Es como si la ira, la frustración o el desánimo tomaran el control, y mis acciones y palabras se convirtieran en algo que jamás quisiera ofrecer a los demás. Cada vez que ocurre, me invade el remordimiento, la tristeza y una sensación de fracaso. Es un dolor doble: por el daño que puedo causar y por el hecho de sentirme incapaz de ser mejor.

He reflexionado mucho sobre este problema, tratando de entenderlo. ¿Por qué ocurre? ¿Es mi impaciencia, mis miedos, mis inseguridades? ¿Hay algo en mi pasado que pesa demasiado en mi presente? Lo cierto es que, a veces, las respuestas parecen esquivas, y eso me lleva a un lugar de desamparo. Me pregunto si esta batalla interna es una prueba, algo que debo superar para crecer. Pero entonces surge la duda: ¿tengo la fuerza para cambiar? Por eso recurro a Ti, porque sé que tu sabiduría y tu amor son infinitos, y que en Ti puedo encontrar lo que yo mismo no logro hallar.

Quiero pedirte, Padre, que me ayudes a encontrar paz dentro de mí. Esa paz que calma tormentas, que aquieta volcanes, que sana heridas. Ayúdame a ser más consciente de mis emociones, a reconocerlas antes de que se apoderen de mí. Dame la capacidad de respirar, de detenerme, de escuchar esa voz interior que me recuerda quién soy realmente. Enséñame a ser más paciente, a ver las situaciones con perspectiva, y a elegir siempre el camino del amor y la comprensión. Sé que no será fácil, pero creo que Contigo puedo encontrar esa fuerza que parece tan lejana.

Además, te pido que me des humildad. La humildad para reconocer mis errores, para disculparme sinceramente y para aprender de cada experiencia. Muchas veces, el orgullo puede ser un obstáculo para el cambio, y no quiero que sea así en mi caso. Quiero ser alguien que construye puentes, no muros; alguien que deja huellas positivas en los demás, y no cicatrices. Y sé que para lograrlo debo empezar por mirar dentro de mí, por aceptar mis propias imperfecciones y trabajar en ellas con dedicación y amor.

También te pido que ilumines mi relación con los demás. Cuando mi temperamento me lleva a reaccionar de manera negativa, el daño no solo recae en mí, sino en quienes me rodean. Ayúdame a ser más comprensivo, más abierto, más empático. Dame las palabras correctas cuando las necesite y el silencio cuando sea mejor callar. Dame la sabiduría para construir relaciones basadas en el respeto, el apoyo mutuo y el amor genuino. Porque sé que, al final, lo que realmente importa son las conexiones que creamos y el impacto que dejamos en la vida de los demás.

Finalmente, quiero agradecerte. A pesar de mis luchas internas, sé que me has dado muchas bendiciones. Tengo personas que me quieren, oportunidades para crecer y, sobre todo, tu presencia constante en mi vida. Aunque a veces me siento perdido, sé que nunca estoy realmente solo, porque tú siempre estás ahí, dispuesto a escuchar, a guiar, a sostener. Gracias por tu paciencia infinita, por tu amor sin condiciones y por creer en mí incluso cuando yo mismo dudo de mis capacidades.

Prometo esforzarme Señor. Prometo trabajar en mí mismo, en mis emociones, en mi forma de relacionarme con los demás. Pero también sé que necesito tu ayuda, tu luz, tu guía. Juntos, creo que podemos transformar ese volcán en un jardín, esa lava en algo constructivo y esa lucha interna en una fuente de aprendizaje y crecimiento. Porque, al final, lo que más deseo es ser alguien que honra la vida y que refleja tu amor en cada acción y palabra.

Gracias Señor.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


Para obtener seguridad

 



Todo el que se abandona a los caprichos de la suerte, se prepara innumerables motivos de desasosiego; no hay más que un solo medio de llegar a la seguridad: despreciar las cosas externas y aparatosas, ateniéndose a lo honrado.

LUCIO ANNEO SÉNECA

DECRETO: Para sugestiones negativas de otros

 



miércoles, 9 de julio de 2025

Todo está unido entre sí

 


Todo está trenzado entre sí y esa ligadura es sagrada, hay muy pocas cosas que sean ajenas entre sí.

Todas las cosas están dispuestas en conjunto y ordenan el mismo universo.

Un mismo universo a partir de todas las cosas, un dios a través de todas las cosas, una única ley, común la razón para todos los seres inteligentes, una sola verdad, si en verdad es una la consumación de todos los seres que tienen el mismo género y que participan de la misma razón.

MARCO AURELIO

Vive hoy

 


Querido hijo:

      Entiendo tus anhelos. La idea de una máquina del tiempo para corregir errores y desvelar el futuro es tentadora, pero déjame explicarte por qué no la necesitas.

No hace falta que viajes al pasado, hijo mío. Todo lo que has vivido, tanto lo que tú consideras bueno como lo que consideras malo, forma parte de lo que eres hoy. Tus errores no te definen, pero te enseñan. Cada paso en falso, cada decisión que desearías cambiar, ha sido una oportunidad para aprender, para crecer y para volverte más sabio. En lugar de querer borrar esas experiencias, te invito a aceptarlas, a aprender de ellas y a usarlas como guía para que no se repitan en el futuro.

Recuerda que incluso en los momentos en que sientes que fallaste, yo estaba contigo. Vi tus intenciones, tu humanidad, y sé que muchas veces actuaste de la mejor forma que sabías en ese momento. El perdón es un regalo que te ofrezco, y también es un regalo que puedes darte a ti mismo. Perdonarte por tus errores es una forma de liberarte del peso del pasado y de avanzar con un corazón más ligero.

Ahora, respecto al futuro, quiero que sepas que no necesitas verlo para confiar en él. Lo que está por venir no está grabado en piedra; está siendo moldeado por cada una de tus acciones y decisiones en el presente. Tus palabras, tus actos, tus pensamientos de hoy son las semillas que plantan el jardín de tu mañana. Confía en que, al vivir con amor, integridad y fe, estás construyendo un futuro lleno de bendiciones.

Si tuvieras acceso al futuro, perderías el regalo del presente. Vivirías adelantándote a los días, perdiendo la belleza de los momentos que están sucediendo ahora. La vida no se trata de saber lo que viene, sino de caminar con fe, enfrentando cada día con valentía y gratitud. Al confiar en mí, en el plan que tú mismo has planificado, puedes estar seguro de que siempre estaré guiándote, incluso en los momentos de incertidumbre.

Entiendo que el futuro puede parecer incierto y a veces aterrador, pero quiero que sepas que no hay nada en él que tú y yo no podamos enfrentar juntos. Estoy contigo en cada paso, y mi amor por ti es eterno e incondicional. Incluso en los desafíos, encontrarás oportunidades para crecer y para descubrir la fortaleza y el amor que he puesto dentro de ti.

Hijo, te animo a mirar tu vida no como una serie de errores o incógnitas, sino como una historia que estás escribiendo cada día. Tienes el poder de elegir cómo reaccionar, cómo aprender y cómo amar. No te preocupes por corregir el pasado ni por predecir el futuro; enfócate en vivir el presente con propósito y corazón abierto.

Cada día es una nueva oportunidad para empezar de nuevo, para ser mejor, para amar más. Vive con gratitud por lo que tienes ahora, y confía en que el futuro será el reflejo de tu esfuerzo, tu fe y tu amor. Recuerda que no estás solo en este camino; siempre estoy contigo, guiándote, amándote y apoyándote en cada paso.

Confía en mí, hijo mío. No necesitas una máquina del tiempo, porque ya tienes todo lo que necesitas dentro de ti: el poder de aprender, de cambiar y de construir un futuro lleno de luz.

Con todo mi amor.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


El sendero correcto

 


“Para el devoto que se encuentra en el sendero correcto, el desarrollo espiritual de su propio ser le es tan natural y poco llamativo como su respiración”, dijo el Maestro. “Una vez que el hombre le ha entregado su corazón a Dios, llega a absorberse tan profundamente en Él, que apenas si se percata de que ha resuelto todos los problemas de la vida. Mientras los demás comienzan a llamarle Gurú, él piensa sombrado: ¡Cómo! ¿Es que este pecador se ha convertido en un santo? ¡Señor, pueda la imagen tuya iluminar mi faz hasta tal punto, que nadie me vea a mí, sino solo a Ti”

PARAMAHANSA YOGANANDA


domingo, 6 de julio de 2025

Apariencias



Recuerda que no insulta aquél que injuria o golpea; lo que insulta es el criterio que establece estas acciones como ofensivas. Por lo tanto, si alguien te provoca, ten presente que es tu propia opinión la que te está provocando. En primer lugar, pues, trata de no dejarte llevar por las apariencias. Porque una vez que hayas ganado tiempo y te has dado un respiro, te controlarás con mayor facilidad.

                                                                                                             EPICTETO 

La maquina del tiempo

 


Querido Dios:

        A veces, me imagino lo increíble que sería tener una máquina del tiempo, algo mágico que me permita moverme hacia atrás y hacia adelante en esta vida que tantas veces parece incierta. No pido esto con frivolidad ni egoísmo, sino porque mi mente y mi alma están llenas de recuerdos del pasado y preguntas sobre el futuro, ambos alimentados por una mezcla de nostalgia, arrepentimiento y curiosidad.

Si pudiera viajar al pasado, hay tantas cosas que me gustaría cambiar. Tantas palabras dichas que desearía haber guardado, tantos silencios que ahora sé que debieron romperse, tantos momentos en los que actué sin pensar o con demasiada dureza. En mi corazón, hay recuerdos que aún me persiguen. Decisiones que tomé por impulsividad, falta de conocimiento o miedo, y que sé que lastimaron a las personas que amo o incluso a mí mismo. Si tuviera la oportunidad de revivir esos instantes, volvería con la sabiduría que tengo hoy y le hablaría a mi yo más joven. Le diría que reflexione, que actúe desde el amor, que sea paciente y compasivo. Le recordaría que las pequeñas cosas que a menudo desestimamos son las que más importan: un abrazo, una palabra amable, un momento de silencio compartido.

Hay cosas que duelen especialmente porque sé que dejaron cicatrices en otros, cicatrices que quizás aún no han sanado por completo. Me pesa pensar que algunos de mis errores marcaron la vida de las personas que estuvieron cerca de mí. Si pudiera volver, haría todo lo posible por borrar esas heridas. Abrazaría más, pediría perdón con más prontitud y pondría más cuidado en las palabras que pronuncié sin pensar. Haría todo lo posible por asegurarme de que mi presencia en sus vidas les trajera alegría, y no dolor.

Por otro lado, si tuviera la oportunidad de mirar hacia el futuro, también lo haría. No porque quiera apresurar el tiempo, sino porque muchas veces el futuro me llena de incertidumbre y dudas. Me gustaría saber qué me espera, si las decisiones de hoy me llevarán al lugar correcto. ¿Estaré en paz? ¿Habré encontrado la felicidad que tanto anhelo? ¿Habré hecho lo suficiente para proteger y cuidar de las personas que amo? Estas preguntas me asaltan a menudo, especialmente en momentos de debilidad o confusión.

El futuro también me intriga porque me gustaría prepararme mejor. Si supiera con certeza lo que viene, quizá podría evitar errores que aún no he cometido o protegerme de sufrimientos que podrían estar esperándome. Me pregunto si, al conocer mi destino, podría actuar con más confianza y serenidad, sabiendo que estoy en el camino correcto. También me reconforta la idea de poder proteger a mis seres queridos de las adversidades que el tiempo pudiera traerles.

Sin embargo, aquí estoy, sin esa máquina del tiempo que tanto imagino. Aquí estoy, enfrentándome al pasado con recuerdos que a veces me reconfortan y otras veces me hieren, y mirando hacia el futuro con una mezcla de esperanza y temor. Por eso recurro a ti, Dios. Porque no tengo la capacidad de cambiar lo que ya fue ni de predecir lo que será. Solo tengo este presente, este momento, y sé que necesito tu guía para aceptarlo plenamente.

Sé que mi deseo de cambiar el pasado y conocer el futuro proviene de mi humanidad. Tiendo a buscar certezas, a querer saber más de lo que me es dado comprender, pero en mi interior sé que tú tienes un propósito para todo. Incluso para esos errores que tanto me pesan, incluso para esa incertidumbre que a veces me paraliza. Por eso te pido, Dios mío, que me ayudes a reconciliarme con mi pasado. Enséñame a mirar hacia atrás con gratitud por las lecciones aprendidas, en lugar de con arrepentimiento. Ayúdame a reconocer que todo, incluso los momentos más oscuros, ha tenido un propósito en mi vida. No quiero vivir atado a lo que ya no puedo cambiar; quiero aprender de ello y usarlo para ser mejor.

Asimismo, te pido que me des la valentía para enfrentar el futuro sin miedo. Ayúdame a confiar en tu plan, incluso cuando no lo entiendo por completo. Dame la fe necesaria para caminar con esperanza, sabiendo que nunca estoy solo, que tú estás conmigo en cada paso. Enséñame a construir mi futuro a través de las acciones que realizo hoy, conscientes y llenas de amor. Recuérdame que cada decisión, cada palabra, cada gesto tiene el poder de influir en lo que viene. Que mis días no se llenen de dudas, sino de confianza en que, si vivo con fe y amor, estaré construyendo un futuro lleno de significado.

Quiero, Dios, aprender a vivir en el presente. No quiero que mi vida pase sin que me detenga a valorar los pequeños regalos que me das cada día. Ayúdame a ver la belleza en las cosas simples: en la risa de un ser querido, en un amanecer, en una conversación sincera. Enséñame a ser agradecido por lo que tengo ahora, en lugar de preocuparme por lo que perdí o lo que aún no tengo.

Gracias por estar siempre a mi lado, incluso cuando mis pensamientos están llenos de dudas y deseos imposibles. Gracias por tu amor infinito y tu paciencia inagotable. Sé que, aunque no tenga una máquina del tiempo, tengo algo mucho más valioso: tu guía y tu amor. Con ellos, sé que puedo reconciliarme con mi pasado, abrazar mi presente y construir un futuro lleno de esperanza.

           Con fe, gratitud y amor.

CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo


Aprender enseñando

 


Recógete en tu interior cuanto te sea posible; trata con los que han de hacerte mejor; acoge a aquellos que tú puedes mejorar.

Tales acciones se realizan a un tiempo y los hombres, enseñando, aprenden.

LUCIO ANNEO SÉNECA