El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 6 de julio de 2025

La maquina del tiempo

 


Querido Dios:

        A veces, me imagino lo increíble que sería tener una máquina del tiempo, algo mágico que me permita moverme hacia atrás y hacia adelante en esta vida que tantas veces parece incierta. No pido esto con frivolidad ni egoísmo, sino porque mi mente y mi alma están llenas de recuerdos del pasado y preguntas sobre el futuro, ambos alimentados por una mezcla de nostalgia, arrepentimiento y curiosidad.

Si pudiera viajar al pasado, hay tantas cosas que me gustaría cambiar. Tantas palabras dichas que desearía haber guardado, tantos silencios que ahora sé que debieron romperse, tantos momentos en los que actué sin pensar o con demasiada dureza. En mi corazón, hay recuerdos que aún me persiguen. Decisiones que tomé por impulsividad, falta de conocimiento o miedo, y que sé que lastimaron a las personas que amo o incluso a mí mismo. Si tuviera la oportunidad de revivir esos instantes, volvería con la sabiduría que tengo hoy y le hablaría a mi yo más joven. Le diría que reflexione, que actúe desde el amor, que sea paciente y compasivo. Le recordaría que las pequeñas cosas que a menudo desestimamos son las que más importan: un abrazo, una palabra amable, un momento de silencio compartido.

Hay cosas que duelen especialmente porque sé que dejaron cicatrices en otros, cicatrices que quizás aún no han sanado por completo. Me pesa pensar que algunos de mis errores marcaron la vida de las personas que estuvieron cerca de mí. Si pudiera volver, haría todo lo posible por borrar esas heridas. Abrazaría más, pediría perdón con más prontitud y pondría más cuidado en las palabras que pronuncié sin pensar. Haría todo lo posible por asegurarme de que mi presencia en sus vidas les trajera alegría, y no dolor.

Por otro lado, si tuviera la oportunidad de mirar hacia el futuro, también lo haría. No porque quiera apresurar el tiempo, sino porque muchas veces el futuro me llena de incertidumbre y dudas. Me gustaría saber qué me espera, si las decisiones de hoy me llevarán al lugar correcto. ¿Estaré en paz? ¿Habré encontrado la felicidad que tanto anhelo? ¿Habré hecho lo suficiente para proteger y cuidar de las personas que amo? Estas preguntas me asaltan a menudo, especialmente en momentos de debilidad o confusión.

El futuro también me intriga porque me gustaría prepararme mejor. Si supiera con certeza lo que viene, quizá podría evitar errores que aún no he cometido o protegerme de sufrimientos que podrían estar esperándome. Me pregunto si, al conocer mi destino, podría actuar con más confianza y serenidad, sabiendo que estoy en el camino correcto. También me reconforta la idea de poder proteger a mis seres queridos de las adversidades que el tiempo pudiera traerles.

Sin embargo, aquí estoy, sin esa máquina del tiempo que tanto imagino. Aquí estoy, enfrentándome al pasado con recuerdos que a veces me reconfortan y otras veces me hieren, y mirando hacia el futuro con una mezcla de esperanza y temor. Por eso recurro a ti, Dios. Porque no tengo la capacidad de cambiar lo que ya fue ni de predecir lo que será. Solo tengo este presente, este momento, y sé que necesito tu guía para aceptarlo plenamente.

Sé que mi deseo de cambiar el pasado y conocer el futuro proviene de mi humanidad. Tiendo a buscar certezas, a querer saber más de lo que me es dado comprender, pero en mi interior sé que tú tienes un propósito para todo. Incluso para esos errores que tanto me pesan, incluso para esa incertidumbre que a veces me paraliza. Por eso te pido, Dios mío, que me ayudes a reconciliarme con mi pasado. Enséñame a mirar hacia atrás con gratitud por las lecciones aprendidas, en lugar de con arrepentimiento. Ayúdame a reconocer que todo, incluso los momentos más oscuros, ha tenido un propósito en mi vida. No quiero vivir atado a lo que ya no puedo cambiar; quiero aprender de ello y usarlo para ser mejor.

Asimismo, te pido que me des la valentía para enfrentar el futuro sin miedo. Ayúdame a confiar en tu plan, incluso cuando no lo entiendo por completo. Dame la fe necesaria para caminar con esperanza, sabiendo que nunca estoy solo, que tú estás conmigo en cada paso. Enséñame a construir mi futuro a través de las acciones que realizo hoy, conscientes y llenas de amor. Recuérdame que cada decisión, cada palabra, cada gesto tiene el poder de influir en lo que viene. Que mis días no se llenen de dudas, sino de confianza en que, si vivo con fe y amor, estaré construyendo un futuro lleno de significado.

Quiero, Dios, aprender a vivir en el presente. No quiero que mi vida pase sin que me detenga a valorar los pequeños regalos que me das cada día. Ayúdame a ver la belleza en las cosas simples: en la risa de un ser querido, en un amanecer, en una conversación sincera. Enséñame a ser agradecido por lo que tengo ahora, en lugar de preocuparme por lo que perdí o lo que aún no tengo.

Gracias por estar siempre a mi lado, incluso cuando mis pensamientos están llenos de dudas y deseos imposibles. Gracias por tu amor infinito y tu paciencia inagotable. Sé que, aunque no tenga una máquina del tiempo, tengo algo mucho más valioso: tu guía y tu amor. Con ellos, sé que puedo reconciliarme con mi pasado, abrazar mi presente y construir un futuro lleno de esperanza.

           Con fe, gratitud y amor.

CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo


No hay comentarios:

Publicar un comentario