El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




Mostrando entradas con la etiqueta Alma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Alma. Mostrar todas las entradas

lunes, 12 de septiembre de 2022

Diario íntimo de un babau (8) ¿Quien soy?

  

                                           Lunes 12 de septiembre 2022

 

Hay días en los que me levanto con un pensamiento que se repite una y otra vez en mi cabeza. Como si fuera el estribillo de una canción pegadiza de verano. Aunque, si fuera una canción estaría bien, ya que es el recurso que utilizo cuando algún pensamiento descontrolado toma posesión de mi mente. Pero hoy no era una canción.

Hoy me he despertado con una pregunta que, me daba la impresión de estar no solo en el interior sino, también, revoloteando por el exterior de mi cuerpo. Tocaba en una parte de mi cuerpo y se alejaba rebotando como una pelota hasta hacer contacto con otra parte. Ahora en el hombro izquierdo, en el siguiente rebote se iba a la rodilla derecha y, después, a la frente. Era como una pelota sin fricción, por lo tanto, nada podía frenar sus saltos.

Tenía que detenerlo porque iba a volverme loco escuchando la misma pregunta una y otra vez: “¿Quién soy?”.

Entre un rebote y el siguiente me preguntaba, conscientemente, porqué habría despertado con esa pregunta. Es curioso. Es cuando despierto en las mañanas cuando puedo hacerlo con distintas emociones, y no encuentro una razón lógica para que eso ocurra. Puedo despertar con miedo, con ansiedad, con tristeza, con algún pensamiento malévolo o, como hoy con una pregunta, que parece tonta. Menos mal que no es cada día, ya que puede ser una o dos veces al mes.

Sé que pueden ser varios los detonantes para que eso pase, como podría ser por estar pasando un momento complicado en la vida, por un problema sin resolver, por preocupaciones o, simplemente, por mucho estrés acumulado a lo largo de un periodo de tiempo.

Es cierto, mi vida no es fácil, pero estoy entrenado, y el día que despierto con alguna de esas emociones, en media hora consigo estabilizarme. La meditación hace milagros.

A veces pienso, (pensamientos de babau), que alguna de estas emociones o pensamientos que siento al despertar tienen su origen en algo que ocurre durante el sueño. Por alguna, desconocida, razón, en esa doble vida que tenemos al dormir, sucede algo, en alguna proyección astral, que hace que al despertar mantengamos la emoción o el pensamiento que teníamos en nuestro sueño. En el caso de hoy, es posible que alguien me preguntara, al otro lado de la vida, quien era yo, y ahí quedó la pregunta, volviéndome loco una vez despierto.

Hoy me pareció que sentarme a meditar no sería una buena idea, porque lo único que iba a conseguir era dejarle más espacio a la pregunta. Pensé que lo mejor sería responder.

¿Quién soy?

¡Uf!, Sayri. ¡Que problema! Y ¿quién soy yo?

¿Seré Alfonso?, pensándolo bien no soy Alfonso. Alfonso es mi nombre o, mejor, el nombre de este cuerpo.

Entonces, ¿seré sanador, escribidor, instructor de yoga o guía de meditación? No, porque eso, si acaso, sería lo que yo hago, no quien soy. Y no lo he hecho siempre y, tampoco, durará para siempre. Por lo tanto, esa respuesta, también, es errónea. Esa es la ocupación de mi cuerpo.

¿Será que soy hijo, padre, hermano, esposo, abuelo? No. Esto tampoco. Porque eso no es quién soy, eso solo es una condición. Todos somos hijos porque hemos nacido de una madre. Y podemos tener hermanos, casarnos y ser padres y abuelos. Pero eso no define, en absoluto, quién soy. Es algo inherente al cuerpo.

 Todas las respuestas que estoy dando se corresponden con el cuerpo y, ¿por qué lo hago, si tengo claro que no soy el cuerpo?

Por lo tanto, la respuesta a la pregunta ¿Quién soy? No se puede responder pensando en el cuerpo. Hay que ir más allá. Y más allá del cuerpo está el alma. Y el alma si que es eterna, porque no es algo que aparece un día y desaparece otro día con la muerte, como pasa con el cuerpo. El alma es inmortal.

Por lo tanto, la respuesta solo puede ser: “Yo Soy el alma”. Y aún podría añadir algo más: “Yo Soy uno con Dios”, porque como te contaba el pasado jueves somos un punto de luz desgajado de la Energía Divina.

¡Que descanso!, haber encontrado la respuesta. Sayri, tú ¿qué opinas?  

Diario íntimo de un babau - 7 (Rey o mendigo todos iguales)


 Miércoles 7 de septiembre 2022

 

Estoy resfriado, muy resfriado. Hace un mes el Covid y ahora el resfrío. He estado más de 2 años sin gripe, sin resfriado, sin nada. Ha sido quitarme el tapabocas y venirme de todo. Es como si el cuerpo quisiera recuperarse de los 2 años sin enfermedades y las quisiera todas en poco tiempo.

Hoy me he dado cuenta de que no me siento cómodo llamándote “diario”, porque es una forma de trato muy impersonal. Creo que si tuvieras un nombre me sentiría mucho más cómodo.

¿Qué te parece Sayri? Es un nombre inca que significa “príncipe, el que siempre da ayuda a quien la pide”. Tengo que confesarte que he dudado entre tres. Los otros dos eran Astu, que significa “pájaro de los Andes” y Usuy, cuyo significado es “el que trae abundancia”. Al final elegí Sayri, porque es un nombre que le podría quedar bien a un babau. Lo digo por la ayuda, porque al final siempre hay quien se aprovecha de la bondad. Así me siento más identificado contigo.

El lunes pasado hablaba de exponer mi creencia sobre el tinglado que tenemos montado en la vida de la materia.

Pero, lo más increíble, es que venimos a realizar un trabajo, (digo trabajo por darle algún nombre, aunque si le llamara función, aprendizaje, recordatorio o despertar, también sería correcto), del que no tenemos ni la más remota idea, por lo que nos dedicamos a experimentar lo contrario que teníamos previsto, según la planificación realizada.

Menos mal Sayri que esto es entre tu y yo, porque si lo leyera alguien más, seguro que se preguntarían, pero ¿qué planificación?, ¿qué trabajo?

 

    Jueves 8 de septiembre 2022

 

Hoy ha muerto la reina Isabel II de Inglaterra. Supongo que debe de ser un descanso para ella, porque ha vuelto a casa, donde no tiene que ir cargando con el peso de la corona de la mañana a la noche.

A pesar de que, en la prensa escrita, en las emisoras de radio y en los canales de televisión, están dedicando horas y horas al fatal acontecimiento, el alma, de la que fue la reina, va a realizar el mismo recorrido que las 150.000 almas que se han desprendido del cuerpo físico el mismo día que ella. El dato corresponde al año 2017 según el World Economic Forum, en un artículo sobre la salud mundial de Jenna Ross.

No hay diferencia entre almas. Todas son iguales, todas con el mismo origen, todas con la misma misión, todas con la misma meta.

Sayri, te cuento porque todas las almas son la misma cosa. Permíteme un poco de historia.

La historia de la religión cuenta que cuando Moisés le preguntó a Yavè, que se manifestaba bajo la forma de una llama de fuego, en la espesura de una zarza en el Horeb, más conocido como el monte de Dios: “He aquí que voy a los hijos de Israel y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros, pero si me preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?”, y Dios respondió a Moisés : “Yo Soy el que Soy”, y añadió: “Diles que El que Es te ha enviado”.

Dios se definió a sí mismo como El que Es.

Por lo tanto, todo lo que Es, es Dios. El aire, la tierra, el fuego, la rosa, el tigre, tú y yo. Todo es Dios.

Antes del Big Bang, que es cómo los astrónomos explican la forma en que comenzó el Universo, como un solo punto, que se expandió y se estiró para crecer tanto como lo es ahora, ¡y todavía se está extendiendo!, había Nada, y esa Nada era Dios.

Y de la misma manera que se manifestó como un punto para dar inicio a la Creación, comenzaron a desprenderse puntos de luz de esa Energía.

Pues bien, cada uno de esos puntos de luz, llamados mónadas, somos nosotros.

Cada alma es un punto con su luz, su sonido y su vibración, (así nos diferenciamos todas las almas al otro lado de la vida). Pero todas procedentes de Dios, y todas las que desean encarnar lo hacen para llegar a amar, en la materia, como Dios nos ama. El final de todas las almas es volver a integrarse en la Energía Divina, es decir, en Dios.

Rey o mendigo, los dos tienen que hacerse conscientes, en la materia, de que son hijos de Dios y, por lo tanto, que los dos son hermanos.

domingo, 10 de junio de 2018

Relatos cortos - Hoy es tu cumpleaños y no estás


            Hoy es tu cumpleaños, pero no podemos celebrarlo. Ya no estás, te fuiste de mi lado hace casi tres meses, exactamente dos meses y veintidós días. Un cáncer se encargó de separarnos.

            Aunque un loco vestido de blanco, al que acudí para aliviar mi dolor, me dijo que no habías muerto, que estabas más viva que antes, que solo había muerto tu cuerpo, pero tú, la que piensas y la que amas, estás viva, sin dolor, sin edad, sin hambre, sin sueño, sin sufrimiento, viviendo la alegría y el Amor de manera permanente.



No le abofeteé porque no tenía fuerzas y, supongo que envalentonado porque le seguía escuchando, aun dijo más: dijo que podías verme a cada instante, dijo que cada noche nos volvíamos a reunir y que hablábamos y que me decías que dejara de sufrir, que ahora eras feliz plenamente y que me amabas con mucha más intensidad que cuando estabas conmigo, dijo que veías mis emociones y hasta mis pensamientos.

Como esa parte en la que me decía que ahora eres plenamente feliz y que me amas con más intensidad me gustó, le presté un poco más de atención, mientras pensaba: “si ve mis emociones y mis pensamientos podrá ver cuanto la amaba y cuanto la añoro”.

Ese pensamiento lo expresé en voz alta y el sanador me dijo: todo es energía. Ella lo es ahora aun más y los pensamientos y las emociones que también lo son, no tienen ningún secreto para los que están al otro lado.

La verdad, desde ese momento, ya no me parecía tan loco, y le observaba mientras hablaba. Es un hombre mayor y desprendía bondad, su aspecto era sereno, hablaba bajito como si tú estuvieras dormida y tuviera miedo despertarte, parecía emanar respeto por cada poro de su piel, respeto hacia ti, respeto hacia mí, respeto hacia todo.

Posiblemente tenía razón, aunque me costaba creerle, porque nunca nadie me había dicho tales cosas. Yo creía en la resurrección de los muertos, al final de los tiempos, como me habían enseñado en la iglesia desde que tengo uso de razón. Así que, si esto que dice es verdad, no podrá resucitar nadie, porque nadie está muerto.

Y aun dijo algo más: Personalmente creo que es ahora cuando estamos muertos y, si me apuras, podríamos decir que estamos en el infierno, porque esto que tú estás pasando, ¿no es un infierno?

-    Está claro que la amabas -sentenció- Por lo tanto, si la amabas con tanta intensidad seguro que deseas lo mejor para ella.
-      La amaba y la amo -respondí- y por supuesto que siempre deseé lo mejor para ella.
-       Pues que mejor -respondió- que estar al lado de Dios.

Salí de su consulta mucho más aliviado, relajado, en paz. Con una meditación bajo el brazo para realizar cada día,

-    Para que la hagas, me dijo, cada día, así podrás entrar en tu interior y reencontrarte con ella en tu silencio.

Concerté una nueva cita para la semana siguiente. Tenia ganas de volver para saber más de la vida y, también, de la muerte.

Seguiré pensando en ti, aunque creo que más serenamente. Te amo.

viernes, 4 de mayo de 2018

El origen del alma


El origen del alma

            El ser humano se nombra como “ser” y como “humano”, y no por casualidad. El ser humano es un compendio de una parte espiritual, el “alma”, y una parte material, el “cuerpo”.
            Los seres humanos están convencidos desde bien pequeños, casi desde que tienen uso de razón de que son un cuerpo y un alma, pero como al alma no tienen acceso y solamente tienen un conocimiento teórico, se centran en lo que es visible, el cuerpo. Por lo que no se identifican con su alma, solo con el cuerpo. Para los seres humanos son “fulanito”, de nacionalidad “x”, de “tantos” años de edad, hijo de…, de “x” centímetros de altura, ojos color “x”, y con el pelo color “x”.
            Y al identificarse con el cuerpo, tienen claro que se morirán algún día, aunque se comportan como si fueran a vivir eternamente y la muerte solo visitara al vecino. Sin embargo, cuando piensa en ella se aterroriza, hasta el punto, que en la sociedad en la que vive, la muerte es un tema tabú.
                Todos los hombres creen que son un cuerpo, en el que en algún lugar se encuentra un alma, aunque no pueden decir en qué lugar exactamente, porque nadie la ha visto, los científicos tampoco pueden dar razón, y los responsables religiosos tampoco saben mucho sobre el tema, por eso, el alma no pasa de ser un mero conocimiento intelectual, pero sin que crean que pueda tener alguna incidencia sobre la vida.
            Y, sin embargo, el ser humano es un alma recubierta de materia, el cuerpo.
            El alma es una chispa de la Energía Divina. El alma es una parte de Dios.
            El cuento de Edgar Allan García, escritor ecuatoriano que tiene publicados, casi un centenar de libros de cuentos, poesía, novela, ensayo y literatura infantil y juvenil, es un símil casi perfecto de lo que es el alma.
El cuento tiene por título “Gota a gota” y fue el ganador en el concurso Internacional de “Cuento Mantra”, en Argentina, en 1999.

La ola realizó un extraño balanceo interior, se irguió cuajada de espuma sobre la superficie y con la oportuna ayuda del viento, un puñado de gotas se escapó de su cresta y empezaron a volar sobre la superficie del océano.
Miles, tal vez millones de pequeñas gotas giraban, flotaban, danzaban en el espacio antes de caer nuevamente sobre el mar.
Una de ellas miró a su alrededor y pensó: Esa gota de allá es bastante flaca, la de más acá es en cambio demasiado gorda, esa parece muy brillante pero pequeña, insignificante, esa otra en cambio es un tanto opaca, como si estuviera sucia… y así siguió y siguió describiendo todo que alcanzaba a ver durante ese breve segundo al que ella ahora llamaba "toda una vida".
Más tarde se disgustó con una gota que, según ella, le hacía sombra, y se hizo amiga de otra, que a su parecer era como ella. Con el "tiempo" empezó a detestar a unas y a querer a otras, y en igual medida a temer, admirar, despreciar, seducir, compadecer o apartarse de otras que eran odiosas, amables, inteligentes, feas, agresivas, hermosas, hipócritas, geniales, oscuras, triunfadoras, vacías, positivas, traicioneras, generosas, santas o destructivas, según su particular forma de verlas.
En una ocasión chocó suavemente con una de ellas y en ese choque algo cambió. Se miró en la otra gota y se reconoció a sí misma: Eres mi gota gemela, exclamó emocionada, y sucedió que de ese choque brotaron gotas más pequeñas a las que llamó gotas hijas. En verdad, pensó, soy capaz de dar vida. Más tarde, trazó un círculo y dijo: Todas las gotas que están dentro del círculo son mi familia y mis amigas, las que están fuera son mis enemigas o gotas poco confiables. A las primeras las amó y las respetó, a las segundas, las detestó y les temió. Con la seguridad de tener bien delimitado su mundo, sonrió satisfecha al tiempo que seguía su caída inevitable.
En los últimos instantes, en una millonésima de segundo antes de tocar la superficie del océano, la gota se dio cuenta de algo, pero no supo expresar lo que sentía. Era un sentimiento inmenso, poderoso; algo que la llenaba por completo, pero que al mismo tiempo la dejaba vacía, una especie de destello que borraba todo lo demás, parecido a lo que por unos instantes había sentido con esa gota con la que alguna vez había chocado suavemente y en la que se había reconocido, pero ya era demasiado tarde, la gota cayó finalmente al océano.
Tan pronto tocó el agua, se dio cuenta de algo maravilloso: En realidad ella no era una gota, no, su nombre era… su nombre era "Océano". Más aún, sus límites no eran diminutos, como había creído, sino gigantescos. Una parte de ella eran olas pequeñas en las que se bañaban los niños de una playa de África, otra parte llevaba, como si fuera una caja de fósforos, a un barco carguero, otra parte de ella misma se erguía poderosa mientras cabalgaba y era cabalgada por un huracán en el Caribe, otra tocaba las gélidas costas de la Antártida, otra las costas de Oceanía, otra se agitaba inquieta en el estrecho de Bering… de pronto se dio cuenta de su enormidad y de su poder sin límites. Mi nombre es Océano, se dijo emocionada, ¡Océano!
No duró mucho su emoción, pues una ola la levantó sobre la superficie del agua y con el soplo de la brisa marina se convirtió otra vez en una gota que giraba y flotaba sobre la superficie.
Olvidando todo lo anterior, se volteó y dijo: El mundo está lleno de gotas, hay gotas flacas como la de allá, gordas como la de acá, brillantes como esa, opacas como aquella que… en esas estaba cuando vio una gota junto a ella; en apariencia era como todas las demás, pero había un algo que le atraía de forma inevitable.
Su mirada era diferente, su forma de estar y de girar y de ondular al compás de la brisa era extraña, única. No podía dejar de mirarla, era como si danzara al mismo tiempo que estaba quieta, era como si hablara a la vez que permanecía en silencio, y cuando giraba una luz dorada la iluminaba y ella, no sabía cómo, empezaba a parpadear de manera hipnótica.
Al fin, rompiendo esa mezcla de temor y reverencia por aquella gota extraña, le dijo: ¿Quién eres? La gota la miró con dulzura y le contestó: Soy tú. Se sorprendió de semejante respuesta. ¿Cómo era posible eso?, ¿se trataba de una adivinanza tal vez?, ¿era acaso un misterio insondable?, ¿una broma quizá? Se quedó viéndola sin atreverse a decir nada.
Mírate, le dijo entonces la gota. Mírate hacia dentro y verás que tengo razón. La gota siguió sin entender. Cierra los ojos, insistió, escucha tu silencio interior, déjate ir.
No puedo, se rebeló la gota ¿Cómo puedo cerrar los ojos cuando hay tanto para ver?, ¿cómo puedo sumergirme en el silencio cuando hay tanto para oír?
Tus ojos te engañan, tus oídos también, dijo entonces la gota brillante. No, dijo la gota retrocediendo, aléjate, por un momento creí que eras, no sé, especial, pero ahora veo que estás loca.
Claro que sí, dijo la gota brillante, loca para tu exterior, pero cuerda para tu interior. Una parte de ti sabe que tengo razón, la otra lo niega.
La gota dio un salto hacia atrás aprovechando una leve ondulación de la brisa marina. Aléjate, gritó, aléjate o te denunciaré con las otras, les diré que estás loca, que eres una amenaza, que debemos deshacernos de ti.
Puedes hacerlo si quieres, contestó con tranquilidad la gota brillante, pero por más de que me alejes siempre estaré contigo, porque soy tú, porque soy todas las gotas y mucho más de lo que imaginas. Algún día comprenderás lo que he querido decir, agregó. Algún día, cuando otra ola te levante sobre el océano y saltes a esto a lo que llamas "vida", una memoria escondida te asaltará, algo brotará desde adentro como un rayo de luz y recordarás, aunque sea de manera nebulosa, algo de lo que en verdad eres.
Entonces, dando un giro increíble, se alejó. El destello de esa gota la dejó afectada durante un "largo" tiempo. Con frecuencia pensaba en ella o soñaba con ella, y hubo un tiempo en que ya no sabía qué sentir, si temor o amor, y sucedió que una fracción de segundo antes de caer otra vez en el océano, se dio cuenta, sí, se dio cuenta con claridad de lo que había querido decirle aquella gota extraña, pero ya era tarde.
Cuando tocó nuevamente el agua del mar, se estiró todo lo que pudo, sintió todas sus olas en todas las costas del mundo y volvió a sentirse océano enorme y poderoso. Entonces rogó para que en la próxima ocasión en que una ola la levantara sobre la superficie del agua y la lanzara al aire nuevamente, no olvidara lo que en verdad era.
Y así fue. Dos o tres olas más tarde, pudo verse a sí misma como una gota-océano, flotando, girando, danzando entre millones de gotas aparentemente distintas. Sintió una felicidad enorme, pues al fin se acordaba y se daba cuenta de que había dejado de estar dividida entre la ignorancia y la sabiduría, entre la pequeñez y la grandeza, entre la apariencia y la esencia.
Una gota que la vio brillando con una luz especial, le preguntó intrigada, quién eres, y ella contestó con tranquilidad: Yo soy tú, yo soy océano, yo soy infinito.
La gota que la escuchaba, frunció el ceño.
De la misma manera que de la cresta de una ola se desprenden cientos de gotas por efecto del viento. Gotas que tienen la misma composición química que el agua del océano, y que en un corto espacio de tiempo volverán a caer al origen. Así, por voluntad de Dios, se han desprendido miles de millones de chispas de Su Energía, y volverán al Origen como vuelven las gotas al mar.
            Eso es lo que somos los seres humanos, un alma recubierta de un cuerpo que viene a la materia con un objetivo definido, preparar el camino para volver a su origen, a su Océano de Energía que no es otro que Dios.
            La primera forma de existencia es ser Dios. Somos una parte de Dios y, por un acto de Amor, un día, permitió que miles, que millones, que miles de millones, de puntos de Luz, de Su propia Energía, comenzaran a tener vida propia, con un único objetivo, experimentar el amor en todas las formas posibles, y aprender a amar como Él nos ama. Así comenzó la Creación de las almas, un proceso que todavía continúa.
Mientras la vida de una gota independiente no es mayor de uno o dos segundos, antes de volver a caer al océano, nosotros, las almas desgajadas de la Energía Divina, tenemos un largo recorrido de millones de años.
Por lo tanto, nuestra siguiente forma, es la vida de esa alma desgajada de la Totalidad como alma independiente, que en ciertos periodos se reviste de materia, para venir a la vida física a experimentar ese amor, que es el único objetivo de la vida y de las almas, como gotas de energía independientes.
Ese es nuestro aprendizaje, para el cual, una y otra vez, venimos a la vida física y volvemos a nuestra forma original, y lo hacemos todas las veces que haga falta, hasta concluir el aprendizaje, que una vez finalizado nos posibilita el volver a la Fuente, para volver a formar parte de la Energía Divina. Dios no tiene prisa y nos permite dilatar nuestra vuelta todo lo que consideremos conveniente. Tenemos total y absoluta libertad de acción.
Mónada, Alma Superior y alma encarnada
         Existen siete planos de conciencia:

1)    Adi.
2)    Anupadakah.
3)    Atmico.
4)    Búdico.
5)    Mental.
6)    Astral.
7)    Físico.

Plano primero, primordial o supremo.
La base, fundamento o sostén del universo, fuente de la cual éste recibe la vida.
Es el plano de la deidad desconocida, plano superior a la comprensión humana.
Plano ANUPADAKAH
Plano que en orden descendente viene después del plano Adi. Lo mismo que este último, es el campo de manifestación exclusiva del Logos, y como indica su nombre ("sin receptor", "que existe por sí mismo"), es aquel en que "no se ha formado todavía ningún vehículo".
El ser humano es en esencia una Monada, un fragmento de la Divinidad, un destello de Dios, una Chispa del Fuego Divino que reside perennemente en el plano Anupadaka.
Plano Átmico, llamado también nirvánico. Es el más elevado aspecto humano del Dios que está en nuestro interior; el plano de existencia pura, de poderes divinos en su más plena manifestación en su quíntuple universo.
La conciencia átmica o nirvánica, la correspondiente a la vida en este plano, es la conciencia alcanzada por numerosos Seres encumbrados, entre los cuales figuran aquellos primeros frutos de la humanidad que han completado ya el ciclo de la evolución humana y a quienes se da el nombre de Maestros Ascendidos, cuyo propósito es ayudar al progreso de la humanidad.
Estos elevados Seres viven como Inteligencias inmortales, perfectas en sabiduría, en poderes y en bienaventuranza.
Plano BÚDICO
Este Plano, al ser el primero verdaderamente Superior no se puede hacer contacto con él, sino es a través de un riguroso trabajo de aceleración evolutiva,
Esta es una de las razones por las cuales poco o nada se puede decir sobre él, salvo que su estructura es completamente diferente y mucho más sutil de lo que nos podamos imaginar.
El Plano Búdico también es conocido como el plano intuicional, pues en él, se captan las realidades de una forma natural, instantánea, intuitivamente, sin necesidad de utilizar el mecanismo mental para entenderlas o comprenderlas.
Por esa razón la intuición es un mecanismo muy espiritual y a la vez muy natural que utiliza el Iniciado avanzado para discernir inequívocamente sobre cualquier asunto. Esta intuición, a la que hacemos referencia, no es la misma que las corazonadas o las adivinaciones instintivas. La Intuición es el instrumento del Alma, por el cual se puede reconocer “la verdad más elevada”, directamente, desnuda, sin capas o velos.
Las Fuerzas y energías de dicho Plano son con las que trabajan los Maestros de Sabiduría.
Es el Plano del “amor puro”.
El ser humano debe ser un buen canal de manifestación de dichas energías, cuando esto ocurra de una forma masiva, tendremos la demostración más solemne de la expresión “fraternidad” en el plano físico.

Plano CAUSAL
Es el plano donde mora el alma.
En este plano se encuentra nuestro verdadero hogar, es el auténtico mundo espiritual del que partimos en su día prometiéndonos encarecidamente no olvidar jamás quiénes somos realmente, aunque se nos olvida en cuanto nos envolvemos con la materia astral y física.
Sin embargo, una vez cruzamos el umbral de la esfera Causal de regreso a Casa todo sale nuevamente a relucir de manera esplendorosa. Es algo así como cuando al despertarnos de un profundo sueño y nos percatamos entre el sonrojo y la perplejidad de que todo lo soñado fue vivido, gozado o padecido como real. Esto significa que acceder conscientemente al plano Causal supone despertar a un nuevo estado de conciencia en el que al fin nos reconocemos como auténticos seres divinales, eternos e inmortales.
Para entenderlo un poco, podemos imaginar a nuestra totalidad como un gigantesco iceberg del que solamente una pequeña parte asoma en la superficie. Esa parte es nuestra personalidad actual. Esto significa que existe, más o menos un 90% que estaría sumergido bajo lo que siguiendo con este símil podríamos denominar las aguas de nuestro inconsciente, es decir, inaccesible a nuestra mente.
Sin embargo, quien tenga el suficiente interés y determinación para lanzarse a bucear en esas aguas, podrá ir profundizando en la magnificencia de su naturaleza primordial e ir descubriendo progresivamente partes de sí mismo que permanecían ocultas en su interior.

Plano ASTRAL
El plano astral es el inmediato superior al físico; siendo muy parecidos entre sí pero cada uno con sus leyes únicas.
A primera vista puede parecer una réplica exacta del mundo físico. Una de las ventajas sobre el plano físico o de la tercera dimensión, que es en la que nos movemos regularmente, es que la medida del tiempo no existe, por lo cual se pueden hacer cosas como ir al pasado o al futuro.
Otra diferencia es que en él no se necesita caminar para ir de un lugar o época a otra, basta con pensarlo para estar en ese lugar.
Los sólidos, como paredes, no son densos, se pueden pasar a través de ellos. El tiempo y el espacio simplemente no existen.
El plano astral es un universo paralelo, un plano de manifestación en el que penetramos todas las noches al conciliar el sueño. Durante esas horas, el cuerpo físico queda en un estado latente, recomponiéndose fisiológicamente, mientras la conciencia se desdobla ingresando en este universo, desconocido para muchos seres humanos.
El cuerpo Astral es el vehículo por medio del cual el Ser humano expresa sus sentimientos, deseos y emociones, es puente y medio de transmisión entre el cerebro físico y la mente que actúa en el cuerpo mental.
El cuerpo astral posee vida propia, cuando dormimos este es el responsable de traer a la memoria del cerebro físico recuerdos de lo soñado mientras dormíamos, pues puede trasladarse a otras dimensiones y a gran distancia de donde nos situamos físicamente.
El Cuerpo Astral es un puente ente la mente y el cuerpo físico.
El proceso se lo puede sintetizar de la siguiente forma:
1.- Impacto es recibido por los sentidos físicos.
2.-El Prana lo recibe y lo transmite al interior.
3.- Se convierte en sensación, por los centros sensorios, situados en este plano.
4.- Lo percibe la Mente o Manas.
La mente se pone en movimiento al pensar, las vibraciones son captadas por el Cuerpo Astral, este afecta a la materia etérica y esta actúa sobre el cuerpo físico, la materia gris de cerebro.
Durante el sueño, el cuerpo astral puede separarse del cuerpo físico, y actuar libremente, en su propio plano. También el ser humano puede en forma consciente abandonar el cuerpo físico y pasar en continuidad de conciencia astral.
Finalmente, después de la muerte física, la conciencia se recoge en el cuerpo astral, de forma que la vida puede continuar en ese plano, variando su intensidad y duración según variados factores, entre ellos la evolución espiritual.

        Para los propósitos de la evolución humana, el verdadero Ser, la Monada, se manifiesta a sí misma en los mundos inferiores, se envuelve a sí misma en una y otra vestidura cada cual hecha de una materia perteneciente a una definida región de Universo, y así se capacita el Ser para ponerse en contacto con cada región y adquirir, por consiguiente, el conocimiento de ella.
        En la actual etapa del humano desarrollo, la evolución humana tiene lugar tan solo en cinco de los siete Planos.
        El alma toma sobre sí un vehículo llamado el cuerpo Causal, constituido de materia del Plano Mental Superior, y así el hombre tal como lo conocemos, aunque sea en realidad una Monada residiendo en el plano Anupadaka, se muestra como un alma en el mundo Mental Superior mediante un vehículo llamado cuerpo Causal.
        Ahora bien, el alma, antes de descender al mundo físico debe pasar a través de los mundos mental inferior y astral, y al hacerlo así, incluye alrededor de sí misma velos de la materia de estos planos que más tarde transforma en sus cuerpos mental y astral. Solamente después de haber asumido estos vehículos intermediarios puede tener contacto con el feto y nacer en el mundo físico para vivir una vida física, y trabajar allí por obtener el conocimiento de ella.
        Al final de su vida, cuando el cuerpo físico está ya gastado, el alma invierte el proceso de descendimiento, deshecha primeramente su cuerpo físico y centraliza su vida en el cuerpo astral, en el mundo astral; después deshecha aquel vehículo y permanece en el cuerpo mental, dentro del mundo mental por largo tiempo, y cuando éste es abandonando, a su turno, el alma se encuentra de nuevo en su propio mundo.
        Trascurrido cierto tiempo repite de nuevo el proceso de descenso hacia la materia densa, tomando una vez más nuevos cuerpos, mental, astral y físico
        El alma crece hasta que alcanza su meta: el sumergirse en la Divinidad. No le afectan nacimientos ni muertes, como reside en un cuerpo Causal permanente de una a otra vida, retiene la memoria de las experiencias de todas sus personalidades. Lo que comúnmente llamamos vida, es apenas un día de su vida real, y el cuerpo físico que nace y muere, es apenas una vestidura que accidentalmente usa para impulsar su evolución.
        Esta pues es la constitución real del hombre, es él una Monada, un destello de lo Divino, y el alma es una expresión parcial de aquella Monada, alojado en el cuerpo Causal que le sirve para poder entrar en la evolución y regresar a la Monada con cualidades desarrolladas y conocimiento adquirido mediante experiencias.
        Cuando torna de nuevo, proyecta hacia la tierra una parte de sí mismo llamada una personalidad, que nuevamente usa tres cuerpos, el mental, el astral y el físico.
        Por consiguiente: cuando pensamos y decimos que conocemos a un hombre aquí, en el plano físico, sería un poco más de acuerdo con la verdad decir que conocemos la milésima parte de él. El alma es una parte de la Monada, algo así como la proporción que existe entre una oreja y todo el cuerpo, y siendo la personalidad a su vez una parte del alma, lo que normalmente creemos que es el hombre, apenas es un fragmento de un fragmento del hombre real.