El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 16 de abril de 2012

Te amo para amarte y no para ser amado.

Te amo para amarte y no para ser amado,
puesto que nada me place tanto como verte a ti feliz.
George Sand

            Eso es Amor, y cualquier otra cosa es un sucedáneo.
            Si amas así a todos los seres, deseando únicamente su felicidad, sin preocuparte de cuanto te aman a ti, sin ocuparte de cómo viven su vida, sin juzgarles,  sin valorar sus cualidades o sus defectos, sin tratar de cambiar su estilo de vida, o sus pensamientos, o sus creencias, aceptándoles tal cual son, ofreciéndoles todo aquello que sabes que les va a hacer felices, estás a punto de finalizar tu paso por la materia.
            Pero la expresión máxima de este Amor, es Amar así a todos los seres que te rodean, y que comparten diariamente tu vida: padres, hermanos, pareja, hijos, amigos. Es con ellos con los que tienes la oportunidad de ofrecer tus cuidados y satisfacer sus necesidades, es con ellos con los que tienes la oportunidad de comprender y de ayudar, es con ellos con los que puedes sacrificar tus propios intereses en beneficio suyo, es a ellos a los que no tienes que manipular, ni poseer, ni dominar; es a ellos a los que vas a favorecer olvidándote de ti y a los que vas a aceptar “sin condiciones”.
            Si juzgas cualquier acción por nimia que sea, si tratas de cambiar al otro porque “tú crees” que es lo mejor para él, si tratas de dominarle o de manipularle “por su propio bien”, si coartas su libertad a la que tu consideras “libertinaje”, si haces estas y muchísimas cosas más: “en nombre del amor” que profesas a la otra persona, o “por su propio bien”, o “porque realmente sabes lo que le conviene”, o “porque está cegado y no ve la realidad”, o “porque………”.  Realmente no amas.
Porque el Amor, que lo único que desea es ver feliz al ser amado, es libertad, es ayuda, es servicio, es comprensión, es dar, es aceptación, es perdonar. Este Amor es la relación más profunda que pueda existir. Cualquier otra cosa como decía al principio es un sucedáneo.

sábado, 31 de marzo de 2012

Solo meditar no es suficiente

                La meditación por sí sola no es suficiente para avanzar de manera rápida y segura en el camino de evolución y de crecimiento interior.

La meditación es un abono, es como cuando abonamos un campo en el que no se ha realizado ningún trabajo previo, lo mismo crecen más fuertes las buenas hierbas que las malas. Para que el abono sea fructífero y se pueda obtener un buen rendimiento al campo, antes de abonar, se ha de limpiar el campo de las malas hierbas, para que así, solamente las buenas hierbas crezcan sanas y fuertes con el abono.
De igual manera actúa la meditación, incrementa la energía del campo energético del meditador, y lógicamente de sus chakras, que son una parte de ese campo, pero se incrementan, en la misma medida, tanto las energías positivas como las energías negativas. Por lo tanto se ha de limpiar el campo energético de energías negativas, de la misma manera que se quitan las malas hierbas del campo que se va a abonar, para que sólo sean abonadas las energías positivas.
Es cierto que hay algunas meditaciones en las que se puede ir limpiando las energías negativas del cuerpo energético a la vez que se energiza este. En unas se pueden trabajar todos los chakras, en otras se trabaja chakra a chakra, y en otras se trabajan ciertos aspectos del carácter de la persona para eliminar en concreto ciertas energías negativas.
Pero, posiblemente sea más rápido ser conscientes de cuáles son las energías negativas, (rabia, miedo, orgullo, ira, falta de amor, tristeza, pereza, apego al dinero, apego al poder, egoísmo, agresividad, etc.), que están entorpeciendo el proceso de crecimiento, para trabajar específicamente en ellas y conseguir así, su eliminación.
Para poder trabajar en las energías negativas, lo primero y principal es ser consciente de que están ahí. Difícilmente se podrá eliminar algo de lo que no se tiene conocimiento. Conocer y aceptar que se está en posesión de una energía negativa, es decir, de un defecto, es un signo de valentía tan grande que es el primer paso para su eliminación. La sola aceptación del defecto elimina una buena parte de su energía. El resto se ha de eliminar aplicando en la vida diaria, de manera consciente, la virtud opuesta, hasta que la energía de la virtud elimine totalmente la energía del defecto. Para ayudar en este trabajo se pueden realizar meditaciones específicas, que existen en muchas filosofías o yogas, para la eliminación del defecto en cuestión, y también se puede acudir a algún terapeuta, que ayude con alguna sesión de sanación.
Se ha de poner una especial atención, y ser totalmente honestos a la hora de cuantificar los defectos con los que se va a trabajar, porque pueden estar tan arraigados en la persona y ser una característica tan importante de su carácter, que la misma persona puede presumir de su defecto como si de una virtud se tratara, con lo que en su inconsciencia, va a meditar años y años, sin conseguir avanzar ni un milímetro en su evolución, o hacerlo tan lentamente que es como si no se moviera.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Yo solo soy responsable de mis actos

Ante cualquier circunstancia negativa, lo primero que hacemos es mirar a nuestro alrededor para encontrar un chivo expiatorio al que cargarle con la responsabilidad de nuestro fallo. A veces, demasiadas, hasta nos sale bien la jugada y conseguimos que alguien se sienta mal y responsable de nuestras desastrosas acciones, o de nuestro mal humor, o de nuestra infelicidad. Culpabilizamos a nuestra pareja, a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestro jefe, a la sociedad. Cualquiera es culpable menos uno mismo.  
Pero……… Solo nosotros somos responsables de nuestros propios actos. En cualquiera de nuestras acciones, poco importan las situaciones o las circunstancias en las que nos veamos inmersos, poco importan las razones que demos para justificar cualquiera de nuestros actos, poco importa que achaquemos las “culpas” a los demás, poco importa el estado emocional en el que nos encontremos cuando actuamos, porque siempre, siempre, los únicos responsables de nuestras acciones somos nosotros mismos.
Si ante cualquier acción, pretendemos culpabilizar a otros, y con eso creemos que estamos libres de culpa, ¡error!, la culpa sólo es de aquel que realiza la acción. Es posible que la mente se quede satisfecha y encuentre justificación, pero no la conciencia, no el alma.
Existen tantas mentes que viven en el error y tantas conciencias diminutas, que sin ningún pudor enseguida sentencian: “la culpa es tuya”, “si no hubiera sido por ti no hubiera pasado”. Son irresponsables, son inmaduros, son manipuladores, y la manipulación es “maltrato emocional”. No culpar a los demás de las propias decisiones es signo de valentía, de madurez y de humildad, ya que el orgullo dificulta la petición de perdón, necesario para limpiar la acción realizada.
Una persona madura y responsable toma decisiones conscientemente, acepta las consecuencias de sus actos, y está dispuesta a rendir cuenta de ellos, porque la responsabilidad es un valor fundamental, es una prueba de madurez.
El camino más rápido para mejorar en responsabilidad es apreciar claramente que de nuestro comportamiento dependen cosas grandes. Las personas con ideales y metas elevadas se responsabilizan enseguida de sus decisiones, no culpabilizan jamás a nadie. Son las personas que creen que tienen ideales y que sólo mantienen esos ideales en la mente, sin realizar ninguna acción seria para la consecución de esos ideales, los que en su frustración culpabilizan a todo lo que se mueve a su alrededor.
La mejor forma para eliminar ese inmenso y extendido defecto, es pensar antes de culpabilizar a nadie que la persona que está ante ti eres tu mismo. ¿Recuerdas?………. “trata a los demás como tu mismo quieres ser tratado”, “con la vara que mides te medirán”.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Yo confieso......... Amor

Estudiad, estudiad, estudiad: Llegareis a ser mediocres
Amad, amad, amad: Seréis grandes.

Tomaseo 

Cuando en un principio leía que el Amor es algo que anida dentro de nosotros, que se encuentra en nuestro interior, no entendía muy bien como podía ser. Cuando leía que el Amor es una energía, que es la energía que mantiene en orden el Universo, aun lo entendía menos. Cuando leía que no se ama realmente si se hace distinción entre las personas, mi confusión llegaba a su grado máximo. Estaba acostumbrado a querer a los míos, a mi familia, a mis amigos. Y bueno…….., es posible que el Amor anidara dentro de mí, aunque no lo tuviera nada claro, ya que sólo salía al exterior para manifestarse, de alguna manera, ahora sé que de una manera muy rudimentaria, cuando se trataba de ellos, y cuando veía al panadero, al vecino del quinto o al urbano que paseaba por la calle, no sentía absolutamente nada.
¿Cómo se podía querer a todo el mundo igual?, ¿Cómo se podía sentir Amor sin expresarlo a alguien?, ¿Cómo se podía amar sin que alguien fuera el objeto y la razón de ese Amor?, ¿No sería una más de tantas teorías de la New Age y, que llevarla a la práctica sólo estaría al alcance de unos pocos privilegiados?, ¿No sería charlatanería para llenar libros y vender más?
Cuando leía o escuchaba esto, estaba inmerso en algo que yo pensaba que era un proceso de transformación. Leía todos los libros de crecimiento interior que llegaban a mis manos con verdadera avidez, a veces, dos y tres a la vez, asistía a un sinfín de cursos, de charlas, de conferencias, practicaba yoga y meditaba de manera regular. Pero……… ¡tenía que faltar algo!, yo no sentía, o no creía sentir ese Amor que publicitaban en los libros.
En alguna de las charlas escuché que tendríamos que saber quiénes éramos, cuáles eran nuestras debilidades, y la faceta más característica de nuestro carácter. Todo ello con el objetivo de comprobar que tipo de energía nos envolvía, con tanta intensidad, que no permitía expresarse en toda su extensión cualquier otro tipo de energía. Y no podíamos olvidar que el Amor es una energía.
Tuve que pedir ayuda, yo no sabía, como casi nadie, cuáles eran mis mayores defectos. Ninguno de nosotros terminamos de conocernos, alguien dijo: “nadie se conoce, lo único que conoce es su sombra”, y es cierto, ni tan siquiera sabemos cómo somos físicamente, pues lo que conocemos de nosotros es, a fin de cuentas, nuestra imagen reflejada en un espejo, y ¿Será real el reflejo?,  ¿Será tan real como lo que los demás ven directamente?
Volviendo a la ayuda, resultó una lista que parecía interminable, en la que aparecían defectos y más defectos, de los que algunos yo pensaba, incluso, que eran virtudes. Y comencé el trabajo. Ahora puedo asegurar que ahí comenzó el verdadero trabajo de transformación, todo lo anterior sólo había sido un aperitivo: Se trataba de invocar, pensar y actuar, en y con, la virtud contraria al defecto. Encabezaba la lista el orgullo, y con él comencé el trabajo, cada vez que era consciente de que mi actuación, mis palabras, mis pensamientos o mis emociones se identificaban con el orgullo, trataba de pensar, hablar y actuar con humildad. Así poco a poco se fue reduciendo, aunque he de confesar que aún quedan resquicios. Después comencé con el segundo defecto de la lista, y después el tercero. 
Además de todo ese trabajo, en mis meditaciones, llevaba la atención al chakra del alma, treinta centímetros por encima de mi cabeza, y repetía el mantra: “Yo Soy al Alma, Yo Soy Paz, Yo Soy Amor”.  A partir de aquí, (había transcurrido tiempo, quizás tres años), comenzaron a ocurrir cosas: Sentía compasión donde antes había insensibilidad; sentía misericordia donde antes había dureza; el desasosiego se había transformado en paz; buscaba lo mejor de las personas cuando antes resaltaba la crítica; sentía serenidad donde antes residía el miedo; sentía alegría con la alegría de las personas y dolor ante su tristeza, “mi tiempo” cada vez era menos mío para dar un poco de él a los demás, “mi vida” empezó a ser menos mía, si alguien necesitaba de ella.
Ocurrieron más cosas, pero lo importante es que empecé a entender lo que era realmente el Amor. Virginia Satir, terapeuta familiar y escritora norteamericana, escribió acerca del amor incondicional un pequeño y profundo poema que refleja perfectamente lo que es el Amor: "Te quiero amar sin aferrarme, apreciarte sin juzgar, unirme a ti sin invadirte, invitarte sin exigir, abandonarte sin culpa, examinarte sin culpar y ayudarte sin insultar. Si puedo recibir lo mismo de ti, entonces podremos encontrarnos y enriquecernos de verdad".
No son necesarias más palabras: No siento, aun, que ame al vecino del quinto con  la misma intensidad que amo a mi esposa, a mi hija, a mi madre, a mis hermanos o a mis amigos; pero siento por él y por el resto de seres humanos la misma comprensión y la misma compasión, trato de no juzgar, ni criticar, ni culpar, ni exigir, ni mentir, ni herir, ni atar a mí, absolutamente a nadie, trato de ser leal y honrado, trato de no coartar la libertad de nadie y respetar completamente sus pensamientos, sus palabras, sus actos, su vida. Y muchísimas veces lo consigo.
Y lo más importante de todo “soy feliz” sin necesitar nada del exterior, absolutamente nada, por lo que puedo entregar este Amor y esta Felicidad a los míos y a los que no lo son, para que puedan ellos sentirlo y vivirlo igual que yo. Hay que “predicar con el ejemplo”.
Esto debe de ser ese Amor que anida en nuestro interior. Yo sigo trabajando en ello. Hasta llegar a sentir el Amor que sentía, por ejemplo Jesús, creo que aun me queda un largo, un larguísimo trecho. Y tú……….. ¿Cómo lo llevas? 

miércoles, 5 de octubre de 2011

Curso de crecimiento interior (4)

Vicios & Virtudes (2)

Para practicar la construcción del carácter hay que dejar de identificarse con el cuerpo físico, hay que dejar de identificarse con la mente; y sólo por eso, por dejar de identificarse con el cuerpo físico y con la mente, ya se activa el desarrollo espiritual.
El cuerpo físico sólo es un instrumento nuestro, no somos nosotros, pero es un instrumento viviente. Posee algo que puede llamarse semiconciencia, tiene hábitos, y algo que se asemeja a una voluntad, de tal manera que puede resistirse a nuestros esfuerzos por cambiar sus métodos.
El primer paso para someter el cuerpo físico a nuestro control es separarnos de él en conciencia, y darnos cuenta de que no somos él, sino que somos su dueño.
Pero esta actitud no se adquiere sólo con pensar en ella. Es el resultado de una disciplina rígida y persistente.
Separarse del cuerpo comporta un  trabajo de cuatro etapas:
-      Purificación del cuerpo.
-      Control del cuerpo.
-      Mantener el cuerpo saludable.
-      Sensibilización del cuerpo.
Los buenos hábitos, es decir, las virtudes, consiguen que se vaya estableciendo el dominio de la inteligencia en la vida del espíritu, es decir, es utilizar la inteligencia. Los vicios dispersan las fuerzas de la persona, mientras que las virtudes las concentran y las ponen al servicio del alma.
Una persona que es perezosa, que tiene el vicio de la pereza, puede fijarse,  propósitos estupendos, pero es incapaz de cumplirlos: su propósito resulta derrotado por la pereza, por la resistencia del cuerpo a moverse. ¡Es imprescindible la voluntad! Voluntad para meditar, voluntad para no juzgar, voluntad para dejar de fumar, voluntad para no comer carne, voluntad para vivir y ser feliz, voluntad para ser cada día mejor, voluntad para amar, voluntad para servir a los demás, voluntad……….., voluntad………., voluntad.
Una persona que tiene virtudes, es decir que tiene voluntad, es libre, es mucho más libre que la persona que no tiene ninguna virtud, ya que es como una hoja movida por el viento. La persona con voluntad es capaz de hacer lo que quiere, cualquier cosa que decida, mientras que la otra es incapaz. La persona que no tiene virtudes, que no tiene voluntad, no decide por sí misma, sino que algo decide por ella.
Pero, ¿qué es una vida de virtud?: La palabra virtud, del latín “virtus”, igual que su equivalente griego, “areté”, significa "cualidad excelente", "disposición habitual a obrar bien en sentido moral".
Para Platón, la virtud es “la perfección del alma”, y para Aristóteles la virtud es una "excelencia añadida a algo como perfección".
La virtud es un hábito, es un hábito mediante el cual potenciamos las cualidades del alma, (inclusividad, amor, alegría y felicidad, participación, soledad, indiferencia espiritual, impersonalidad, desapego, libertad, serenidad, calma interior, responsabilidad, sabiduría e intuición), y como todo hábito requiere un aprendizaje y una repetición; es decir, se requiere voluntad, por lo que bien podríamos decir que la virtud es una cualidad de la voluntad que, además, supone un bien para un@ mism@ y para los demás.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Atajo a la Iluminación

            Todos nacemos imperfectos. Si fuéramos perfectos ya no tendría ningún objeto una nueva vida en la Tierra, porque todo el trabajo estaría realizado y asimilado en vidas anteriores. Nacemos porque todavía tenemos carencias y aprendizajes pendientes. Cada persona tiene sus propias imperfecciones: orgullo, impaciencia, pereza, envidia, miedo, rabia, odio, etc. Pero al final de la eliminación de todas nuestras imperfecciones, y la adquisición de lo que son nuestras carencias, todavía tenemos por delante el aprendizaje más importante: aprender a Amar.

            Podemos trabajar de dos maneras: Por un lado, trabajando cada imperfección, para eliminar esta y adquirir la virtud contraria, que es la carencia. La lentitud o rapidez de este trabajo depende totalmente de la consciencia de la persona. Si esta es consciente de su defecto y de su carencia, el trabajo será rápido, ya que la sola consciencia de la imperfección elimina esta en un ochenta por ciento. Pero el problema estriba en que la persona no es consciente de que ha de eliminar, que ha de aprender, que ha de practicar y que ha de adquirir. No olvidemos que al poco tiempo de entrar en el cuerpo perdemos la memoria de toda la planificación de nuestra vida, por lo que no sabemos qué hemos de hacer, ni para que estamos aquí, y además, cargamos con nosotros, como una pesada losa, todas nuestras acciones, nuestros deseos y pensamientos de vidas anteriores. Esto deja a la persona a merced de su libre albedrio, de su propio pensamiento o de los dictados de su corazón. Dependerá de lo grande que sea la conexión con su corazón, y la desconexión de su mente, que sea más o menos consciente de sus necesidades.
            Pero hay otro camino, podemos tomar un atajo: Podemos ir directamente al aprendizaje más importante: Aprender a Amar. Con la energía del Amor desaparece, de inmediato, la energía del miedo. Pero eso solo es el principio, cuando realmente se Ama, desaparecen todas las carencias y se adquieren de inmediato todas las virtudes.
            Pensar, por un momento, en los personajes que todos admiramos, y de los que leemos su vida y su obra: Su bandera es el Amor, su tarjeta de presentación es la bondad, y su dedicación a los demás es absoluta. No existe en ellos nada parecido a la pereza, a la envidia, al odio o al rencor. Su preocupación no es donde pasarán las vacaciones, ni tener un coche más grande que el de su vecino. Su ocupación permanente es Amar y ayudar al prójimo, sea conocido o no, sea próximo o lejano, sea blanco o negro.  
            Seguramente crees que esto no es para ti porque ya amas suficiente. Puedes hacer tu mismo/a la prueba de cuán grande es tu amor. Si aun existe en tu vida un punto de intolerancia, de orgullo, de incomprensión, de falta de voluntad, de crítica, de envidia, etc., es que no amas lo suficiente. Si encuentras defectos en los demás, si la no consecución de tus deseos te entristece, aún no amas lo suficiente. Si discriminas por la raza, por el idioma, por la religión o por cualquier otra causa, es que no amas lo suficiente.
            Reflexiona en la soledad de tu meditación si amas lo suficiente y cual es el camino que quieres seguir. Pero te aseguro que el atajo del Amor no sólo es más rápido, sino que también es más cómodo. ¡Tú eliges!

sábado, 13 de agosto de 2011

Humildad & Soberbia (Santa Rosa de Lima)


            Deseo de aparentar, de ser admirados y conocidos, amor propio, orgullo, deseo de reconocimiento. ¿Dónde dirías que queda aquello que dijo Jesús: “Quien se humilla será ensalzado”? Todas, o casi todas las personas tienen una especie de necesidad de hacer algo grande, de alcanzar un ideal, algo superior, algo que haga hablar a los demás de ellos.
            Se puede alcanzar algo grande, o pequeño, y se puede conseguir con soberbia o con humildad.
            No merece la pena hablar de la soberbia. Los soberbios y orgullosos, lo son tanto, que ni tan siquiera son capaces de reconocerlo, no se conocen a sí mismos. Será cuando reconozcan que esa faceta, es una parte muy importante de su pobreza y su debilidad de carácter, cuando den comienzo a la maduración y construcción de este. Será cuando empiecen a rectificar y a vivir más humildemente, cuando reciban el reconocimiento, cuando ya no lo busquen.
           Sí prefiero hablar de la humildad. Porque ser humilde no es negar las propias cualidades, ni dejar de aspirar a realizar algo grande, ni hablar mal de uno mismo, o fingir defectos que no se tienen. Es sencillamente, tener un conocimiento cabal de uno mismo, conocer tanto los defectos como las virtudes, y no alardear de ninguno de ellos. El humilde ve las cosas como son, lo bueno como bueno, lo malo como malo. En la medida en que una persona es más humilde crece una visión más correcta de la realidad. Ser humilde es acercarse a la Verdad, porque es acercarse a Dios.
            Una buena manera para vivir en humildad, es dejar de compararse con los hombres, y compararse con los Santos, o con el mismo Dios. Ahí es donde se aprecia la infinita pequeñez de la que disfrutamos los humanos. Ahí es de donde nace el verdadero afán de superación, el afán de llegar más lejos en la vida espiritual, dejando, sin más importancia que la que realmente tiene, la vida terrenal, que desgraciadamente se rige, en la actualidad, por lo que podríamos denominar “intercambio interesado”: Yo te quiero para que me quieras, yo te doy para que me des, para que me lo agradezcas, para que dependas de mí, para tener poder sobre ti.
            He llegado aquí leyendo la biografía de Santa Rosa de Lima, nacida humilde y hermosa, llegando a ser muy culta, entregó su vida, para remediar las enfermedades y miserias de quienes iban a buscarla, creyendo ciegamente en su virtud y santidad. Murió con treinta y un años y en tan corta edad, ya era considerada una santa en vida. Hizo caso omiso a cualquier beneficio terrenal, porque sólo deseaba alcanzar la Unión con Dios. Vivió una vida de servicio, oración y penitencia. Lejos, muy lejos de las vidas que vivimos hoy.
            No es necesario flagelarse, ni vivir una vida de aflicción para acercarse a la santidad, o si no te gusta la palabra santidad, cámbiala por evolución, o crecimiento, o madurez, o felicidad, o paz interior, o iluminación. Pero si es necesario el trabajo en uno/ mismo/a, con humildad, con la misma humildad con la vivió Santa Rosa de Lima. Es necesaria la unión en esta vida terrenal con la naturaleza y con el resto de seres humanos, para alcanzar la Unión con Dios, que es nuestra única y verdadera finalidad.
            Sintiendo la energía de la casa donde vivió tan magnífica mujer, sentía que mi alma iba a escapar de la cárcel del cuerpo, ya que era incapaz de contener tanta paz y tanto amor como se respiraba en el lugar, y pensaba que ojala todos los mortales pudieran sentir por un instante la fuerza del alma y la desidentificación del cuerpo, ya que así antepondrían el trabajo espiritual y la humildad, al afán de conseguir bienes terrenales. Ojala supieran los mortales cual es la verdadera vara con la que son medidas nuestros avances y cualidades.
            Quiero terminar, con la mayor humildad, con un himno dedicado a Santa Rosa:
Cuando, Señor, en quieta lontananza
Se encienden los fulgores de este día,
No dejes avivar nuestra esperanza,
Atiende al corazón que en ti confía. 

Van a pasar por manos laboriosas
Los granos de un rosario de ilusiones,
Acógelas, Señor, que son hermosas,
Amor y don de nuestros corazones. 

Mujer llena de Dios, oh Santa Rosa,
Vivir para el Señor, para el Amado,
Fue el ansia de tu amor, gracia divina,
Llevada de Su fuerza y de Su mano.

No olvides los que vamos de camino
Siguiendo en el desierto tus pisadas,
Aboga ante el Señor favor divino,
Seguir como seguiste sus llamadas. 

Proclamen nuestros labios la grandeza
Del Padre que en el Hijo nos dio gozo,
Y, siendo nuestra herencia la pobreza,
Nos colma de su amor el Fuego Santo.

domingo, 17 de abril de 2011

Una declaración de amor

            La semana pasada tuve el placer de asistir a una boda, en la que se derrochaba amor por los cuatro costados. En ella, los novios hicieron una declaración pública y permanente de su amor. El novio en un mini-discurso resaltó las diferencias entre el “amar y el querer”. Me gustó tanto que le solicité permiso para compartir la idea, ligeramente corregida, para eliminar situaciones personales, con vosotros.
Querer y amar. Parecen lo mismo….., pero ¿Son lo mismo? No, no lo son. Existen algunas diferencias.
            Querer es un sentimiento que lleva implícito un pensamiento, o una emoción generada por un pensamiento. En cualquier caso, existe el pensamiento, está implicada la mente, y cuando la mente entra en juego, la pureza del sentimiento no es tal, ya que se encuentra teñida de la energía del pensamiento. La mente trabaja con imágenes, comparando las imágenes que recibe con las que tiene archivadas en sus cajones de memoria, y además siempre resalta los detalles negativos. Esto supone que el sentimiento, “el querer”, siempre se encuentra acompañado de algún pensamiento negativo. Es el “te quiero, pero….”: Te quiero pero tienes una peca en la nariz, te quiero pero eres un poco desordenado/a, te quiero pero hablas demasiado, te quiero pero…….
            El resultado de esto es que ambas partes piensan en su interior: “Ya le/a cambiaré”. Pero eso casi nunca ocurre, porque casi nadie cambia por lo que pueda decir otra persona, las personas cambian por sí mismas, por su propio convencimiento. Con lo cual, el “pero” no sólo se mantiene, sino que se agranda, cada día más, ya que la mente va a mantener la fijación cada vez con mayor insistencia. Además, ¿para que se quiere cambiar a la persona amada? Si se conocieron siendo de una manera, se enamoraron siendo de esa manera, ¿Por qué iban a querer cambiarse?, ¿No será que ya no se quieren?, ¿Por qué sino?
            Con el paso del tiempo, se mantiene el sentimiento, pero……. ¡Con resignación!, eso hace que la relación no sea todo lo fluida que debiera ser si no existiera el “pero”,  eso hace que no se compartan los secretos, eso hace que las críticas cada vez sean más frecuentes, eso hace que necesiten otras personas a su alrededor, ya que ellos no tienen temas de conversación, eso hace que se acabe, si alguna vez existió, la complicidad, etc.  Queda el sentimiento, si, pero……… incompleto
            El Amor si es completo, Amar es otra cosa. El amor es una energía, y en el amar, esa energía sale por cada poro de la piel, se ama porque sí, se ama sin más, se ama sin condiciones. En el amar no hay pensamiento, no se quiere cambiar a la otra parte porque todo es perfecto, amar es entrega y a la vez libertad, amar es alegría, es complicidad, amar es admiración, amar es dar sin querer recibir.  El “querer” puede acabarse o diluirse, el amor nunca se acaba, nunca disminuye. Una vez que se consigue manifestar el amor, este perdura para siempre, extendiéndose a todo el mundo, en cualquier parte, manifestándose en su totalidad hacia la persona amada.
            “Querer” es una buena línea de salida para sentir el amor. Sólo se ha de purificar, eliminando el o los pensamientos que le acompañan. Entonces sólo quedará el amor.
            Una buena práctica es empezar a no juzgar ni criticar nada de la pareja, y además, satisfacerle/a en todo, sin ningún reproche. No olvidar decirle/a “te amo”, cada día, varias veces al día; no olvidar ni los besos ni los abrazos también diarios; recordarle/a lo que te gusta de él/ella.  
Si realmente amas, haz esa práctica. No sólo a tu pareja, sino a todos los que te rodean. Verás cómo cambia tu vida, verás como te inunda la felicidad, la paz, y por supuesto, el Amor.

lunes, 28 de marzo de 2011

4ª dimensión

            La inmensa mayoría de las personas está viviendo en la tercera dimensión. La tercera dimensión es vivir en la materia con un cuerpo y utilizando la mente. Es la dimensión conocida por todos, porque, o estamos en ella, o nos movemos entre la tercera y la cuarta.
            Todo es conciencia, en la tercera dimensión vivimos con una conciencia determinada, la que nos permite la mente. Es esa conciencia en la que de manera constante estamos haciendo planteamientos mentales, tratando de organizar nuestra vida y la de los demás, suspirando por conseguir un tipo de vida determinado, buscando la felicidad fuera de nosotros, necesitando sentir que nuestro amor es correspondido, acumulando riquezas materiales, luchando porque se reconozcan nuestros meritos, permitiendo que se desboquen las emociones, pidiendo explicaciones, de manera permanente, y ofreciéndolas, culpabilizando al otro, pisoteando los derechos de los distintos, (por el color, por la clase social, por el idioma, por las creencias religiosas, por el sexo, por la nacionalidad). Viviendo, en fin, una vida ficticia creada por nuestro pensamiento.
            Lo terrible, no es vivir en la tercera dimensión dirigidos por la mente, todos llevamos mucho tiempo y muchas vidas en ella, lo verdaderamente terrible es no ser conscientes. Ya que mientras no seamos conscientes estaremos atados de pies y manos para realizar el siguiente paso: la cuarta dimensión. Y no seremos conscientes mientras nuestras “pre”ocupaciones estén dirigidas a la materia, estén dirigidas al control del prójimo, estén dirigidas al exterior.
            Este es el momento para dar el salto, es el momento del cambio de conciencia, de no hacerlo, nuestro ciclo de reencarnaciones sufrirá un parón de varios millones de años, justo el tiempo que tarden en completar su ciclo evolutivo, el ciclo de vuelta al Espíritu, el ciclo de vuelta a Dios, todos los que ahora están inmersos en el cambio de conciencia, en el traspaso a la cuarta dimensión.
            La cuarta dimensión es nuestro siguiente peaje. La Tierra y sus habitantes estamos evolucionando hacia esa dimensión. También utilizamos el cuerpo, pero el instrumento que nos mueve en ella ya no es la mente, es el corazón. 
            Cuando hablamos del corazón, no nos estamos refiriendo al corazón físico, nos estamos refiriendo al chakra cardiaco. El chakra cardiaco es el que gobierna el corazón, y es la sede del amor. Vivir en este chakra es sentir las energías que hay en él, el amor, la compasión, la misericordia, la caridad, la bondad, la grandeza, la abundancia. Pero para llegar aquí hemos tenido que purificar la energía de los chakras inferiores, las energías terrenales de los chakras base y sexo, y de los emocionales, ombligo y solar. Será entonces cuando se empiece a sentir la energía del amor, el verdadero amor, el que da todo a cambio de nada, el que sólo busca la felicidad de los demás, el que no pregunta ¿cuánto? cuando le dicen “te quiero”, el que da la libertad, el que respeta, el que no exige nada a cambio, el que no tiene que perdonar porque nunca se siente ofendido. Vivir en el corazón, vivir en el chakra cardiaco es vivir en la cuarta dimensión.
            El camino, a partir de aquí, es más sencillo, es como si el chakra cardiaco diera paso, (no es así, ya que todos los chakras se pueden activar a la vez), a la creatividad superior del chakra de la garganta y al inicio del conocimiento, que se va a concretar en el chakra ajna, que es el chakra de la facultad mental superior. Un poco más arriba nos espera el chakra frontal, el chakra de la conciencia búdica, el chakra de la sabiduría y de la intuición inferior, para llegar a la cima de la cabeza donde se encuentra el chakra corona, el centro del Amor Universal, el centro de la voluntad para amar, para manifestar la bondad y la voluntad al bien.  
            El camino hacia el Amor Universal sólo requiere un primer paso importante, hacerse consciente del dominio de la mente y después trabajar para dominarla. ¿Cómo?: meditar, meditar, meditar, meditar, meditar. Dejarse llevar por las preocupaciones, dejarse arrastrar por los deseos, por el orgullo, por los celos, por la rabia, por la avaricia, supone quedarse anclado en la tercera dimensión, mientras los compañeros de curso siguen avanzando hacia la felicidad, hacia la paz, hacia el Amor que se encuentran esperándonos en nuestra siguiente etapa: la cuarta dimensión.               

domingo, 6 de marzo de 2011

Llevarse bien con uno mismo

            Es muy importante sentirse bien con uno mismo, aceptarse tal como somos, no criticarse. Todos sabemos lo difícil que es llevarse bien con los demás y aceptarlos sin más, tal como son. Pero ¿alguna vez has pensado sobre el arte de llevarte bien contigo? Es lo más difícil.
            Si te observas y analizas verás que estás en permanente lucha contigo, y mientras mantengas esa lucha, va a ser imposible que aceptes a los demás, ya que nada ni nadie te gustará si no te gustas tú. Si te desagradas, si hay aspectos de ti con los que no estás conforme, ¿cómo quieres agradar o que te agraden los demás?, la energía que desprendes es la que perciben los otros, y esos aspectos de ti con los que no estás conforme, va a ser lo primero que reciban los que interaccionen contigo.
            Tener una relación armónica con uno mismo es la cualidad más importarte para poder conducirse bien en este mundo. Así que ante todo, debes aprender a valorar lo que vales, reconocer tus meritos, saber cuáles son tus debilidades y aceptarlas mientras las trabajas y sobre todo: amarte, amarte de verdad.
            Pero amarte no es sentir afecto por tu vanidad, por tu egoísmo, ni tan siquiera por tu poder terreno. No, amaté porque eres una parte divina, porque eres un hijo/a de Dios dotado de potencialidades divinas. Es tu amor por ese potencial lo que ayuda al desarrollo de la verdadera naturaleza del alma.
            No puedes escapar de ti aunque vayas al rincón más alejado de la tierra. Allá donde tú vayas, estás tú. Por eso, trabaja para llegar a la perfección allí donde te encuentres. No debes esperar a que tus circunstancias cambien, ya que si esperas que eso pase, nunca vas a progresar. Sea lo que sea lo que tengas a tú alrededor, afirma:
-           “Estoy bien, aunque mi entorno no sea favorable”-
-         “Si deseo meditar, encontraré la forma de hacerlo, a pesar del ambiente que me rodea”.
-          “Si deseo trabajar mi carácter, lo haré sin que influyan en mi las condiciones externas”.
Recuerda que “Querer es poder”.
Tú eres la única persona que sabe si puedes llevarte bien contigo. Nadie te conoce mejor que tú.
Depende de ti esforzarte cada día para ser mejor, para descubrir si te encuentras en paz, para tener una buena relación contigo. Cuando aprendas a tener una buena relación contigo mismo/a, sabrás como hacerlo con los demás.
Prácticas para tener una buena relación contigo
·         Escucha a tu conciencia: Tu conciencia es la voz de tu ser interior, y está ahí para ayudarte a llevarte bien y de manera armónica contigo.
·         Practica la ecuanimidad mental: Ecuanimidad es tener una actitud equilibrada. El equilibrio y la serenidad aportan una felicidad total.
·         Disfruta de la vida: La vida es una fiesta y es bueno disfrutarla, pero sin dejarse arrastrar ni deslumbrar por todo lo bueno que te vas encontrando. Y cuando el pesar se presente, afróntalo con entereza y piensa en cómo superarlo, en lugar de afligirte y quedarte pegado/a al dolor.
·         Controla los pensamientos: Es bueno practicar el arte de la concentración para poder enfocar la mente en un pensamiento en particular y que la atención no se vaya de una idea a otra.
La mayoría de las personas viven en la superficie de la vida. Si se profundiza lo suficiente, surgirá la solución, y es en esa profundidad interior donde se va a sentir la paz que va a envolver el alma.
·         Sentido común: Hay un sentido común en todas las personas: la intuición, que sin intermediarios te dice lo que debes hacer. Está presente en cada alma, pero son pocas las personas que se dejan dirigir por ella.
·         Controla los deseos: El verdadero maestro es aquel que controla sus deseos. Cuando dice “no” a las tentaciones es “no”, y cuando dice “si”  a los dictados del alma, es “si”.
·         No pierdas el tiempo: El tiempo es demasiado valioso para perderlo en actividades inútiles. El propósito supremo de la vida es la realización. Es el encuentro con Dios, así que  no malgastes ni un minuto en esa carrera hacia Dios.
A la vez que aprendes a llevarte bien contigo, practica el arte de la buena convivencia con los demás. Comienza en tu propio hogar. No seas un ángel en la calle y un demonio en casa. Si aprendes a tener una buena relación con los que convives, estarás mejor preparado/a para convivir con los demás.
Vivir en armonía con los demás no significa estar de acuerdo con todos, y tampoco significa que tengas que sacrificar tus ideales por eso. Puedes mantener tus ideales sin ser ofensivo/a; para eso actúa con bondad; y si tu bondad es motivo de ofensa o tortura para otras personas, mantente alejado de ellas.
No permitas que nada ni nadie te altere, ya que la persona que no controla sus impulsos es su peor enemigo. Cuando alguien  te irrita, es porque ha contrariado alguno de tus deseos, por lo tanto es una faceta a trabajar: hay que eliminar los deseos.
Respétate y amate, y serás amado y respetado por los demás.

sábado, 8 de enero de 2011

Pedir ayuda

Casi siempre están las mismas personas haciendo las mismas cosas, y aunque avanzan, que ya es bueno, a excepción de unos pocos, lo hacen lentamente, demasiado lentamente para el tiempo que nos queda. Aunque es normal que avancen lentamente porque el lastre que arrastran parece demasiado pesado.
Arrastran miedo “qué pensará la gente”, arrastran dudas “y si esto me sale mal”, arrastran  orgullo “si doy esto a conocer podría perder este pedestal”, arrastran falta de amor hacia ellos mismos “es que yo no sé”, arrastran pereza “cuanto trabajo”, arrastran falta de fe “mejor no tocarlo podría salir mal”, arrastran falta de confianza “a mí no me pasa lo mismo”, arrastran dolor “que vida tan dura”, arrastran apego “yo por los míos doy la vida” ………………………..
Y todo esto a pesar de que existen miles de libros, miles de artículos, miles de webs, miles de blogs, maestros, guías, gurús; todos diciendo lo mismo, todos hablando del ser celestial que es el ser humano, todos hablando del alma, todos hablando de lo que se ha de hacer para vivir la dimensión de la divinidad. Parece que hablan para sordos.
La realidad es que, viendo lo que hay, cabe pensar que casi cada persona necesitaría un guía para ella sola, ya que cada persona se encuentra en un camino y en un punto distinto de ese camino.
Pero si cada uno en el punto donde se encuentra pudiera elevarse para ver su propio camino desde lo alto, se llevaría una sorpresa, porque podría ver que hay cientos, miles de caminos paralelos al suyo agrupándose más adelante, formando cada vez menos caminos y más cómodos de transitar, hasta llegar a un único tramo que más parece una autopista, en el que los que la transitan lo hacen a una velocidad mucho mayor que los que transitan por los primeros tramos. Es como las fuentes, los arroyos, los riachuelos, los ríos, todos desembocando en uno mayor para llegar finalmente al mar.
¿Por qué tantos caminos? Por el lastre de cada persona. Y además cada persona necesita un estímulo para empezar a caminar. Y el estímulo tiene que llegar, ya que sino la persona no se mueve del sitio, y ese estímulo puede ser una depresión desconocida, una perdida, el aburrimiento, una ruptura, una lectura, una película, una canción, etc., etc.
Hay una dificultad añadida: Cada persona ha de ser consciente del lugar en el que está y de cuál es su lastre, ya que sino no se mueve. Por ejemplo, si una persona está en el camino del orgullo, no le puedes presentar el camino de la humildad porque no lo entiende, lo primero que tiene que tener claro es que su camino es curar su orgullo, tiene que reconocerlo, y eso es difícil. La dificultad para llegar a buen puerto no es que esa persona no trabaje, puede meditar cada día, el problema es que está trabajando en una dirección incorrecta, está trabajando en vacío.
Podríamos pensar que meditando sería suficiente para conseguir el crecimiento interior que se persigue, ya que al inundarnos en la meditación con otra energía de vibración más sutil, cercana a la energía divina, podría ir sanando todos los aspectos del cuerpo, tanto físico como energético. Es un error. La meditación es un abono, e incrementa todos los aspectos que existen en el ser, tanto buenos como malos. Podría ser contraproducente, podría incluso incrementarse su orgullo y pasar a ser un orgullo espiritual, lo cual sería mucho peor.
Para saber realmente lo que hay que trabajar se ha de ser consciente de lo que realmente está impidiendo el desarrollo interior. Sólo conozco una manera, hay que pedir ayuda, ya lo hemos dicho un montón de veces, ya es hora de hacerlo: Pide a las personas cercanas a ti que te hagan una lista, con tus virtudes y tus defectos. Las guardas, les das las gracias, y después en la soledad de tu meditación  ordenas tus defectos. Si eres de los que piensan que tú no necesitas hacer esto, que ya sabes de qué pie cojeas, este es tu primer defecto, cojeas de los dos pies.
Después solo tienes que elegir un defecto para empezar a trabajar. Acuérdate, has de aplicar la virtud contraria, al principio conscientemente, hasta que veas que realmente la visión de la vida empieza a cambiar. Sólo por el hecho de asumir que tienes ese defecto, has realizado casi el ochenta por ciento del trabajo. Pronto llegarás al siguiente camino. Y a partir de aquí la meditación será otra cosa.