El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




Mostrando entradas con la etiqueta Ilusión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ilusión. Mostrar todas las entradas

miércoles, 9 de julio de 2014

El tiempo, una ilusión


            Había un tiempo, antes del tiempo, anterior a la vida, anterior a cualquier Ser manifestado, en el que todo era Dios, solo Dios. Todo era un Principio Omnipotente, Eterno, Sin Límites, Inmutable, todo lo que existía era la Energía Divina, todo lo que existía era la eternidad del Universo, en el que aparecían y desaparecían mundos, como si del flujo y reflujo de las mareas se tratara.
            No había en ese tiempo más Alma que el Alma Suprema. No había almas individuales, no había existencias independientes. Y así fue hasta que las Chispas Divinas brotaron del Alma Superior.
            No existía el tiempo, ya que este es sólo una ilusión producida por la sucesión de nuestros estados de conciencia en nuestro viaje a través de la Vida Eterna, y no existe donde no existe conciencia porque no puede producirse la ilusión. No había Almas, no había conciencia, no había tiempo.
            No existía y tampoco existe ahora, lo que denominamos presente, ya que este es solamente una línea que separa la parte de la Vida Eterna que llamamos el futuro, de la otra parte que llamamos el pasado.
            Nada hay en la Tierra que tenga verdadera duración, pues nada permanece sin cambio, nada es lo mismo durante la billonésima parte de un segundo; y la sensación que en realidad experimentamos de la división del tiempo, tiempo que se conoce como presente, nos viene de la impresión momentánea de las cosas que nuestros sentidos nos comunican al pasar dichas cosas por la conciencia de lo que nuestra ilusión, denomina el futuro, a la región de los recuerdos a la que damos el nombre de pasado.
          
  Las personas y las cosas reales, efectivas, tangibles, no son únicamente lo que se ve en cualquier momento dado, sino que están constituidas por la suma de todas sus condiciones, condiciones de todo tipo, condiciones cambiantes, desde el momento que aparecen en su forma física en la Tierra, hasta que desaparecen de la materia del plano físico.
            Estas “sumas totales” existen de todas las cosas de la eternidad en el futuro, y pasan gradualmente a través de la materia para existir en el pasado. Imagínate una piedra: Existe, la ves, la puedes tener en la mano, puedes sentir su forma, su textura, puedes ver su color. (Podríamos decir que es el tiempo que las personas y las cosas se encuentran en su estado físico). Pues ahora, tira la piedra al mar. Has dejado de verla, has dejado de sentirla. (Es el tiempo que las personas y cosas pasan a su estado “no físico”). ¿Quiere decir que no existe?, no, sencillamente no existe para ti, pero la piedra sigue ahí, ahora bajo el mar. Pues así sucede a las personas y a las cosas que, cayendo de la materia a la “no materia”, se presentan momentáneamente a nuestros sentidos, conforme van pasando a través del tiempo y el espacio, en su camino de una a otra eternidad; y son estas eternidades y el espacio entre ellas, lo que constituye la totalidad de la Vida, Vida de la que únicamente somos totalmente conscientes cuando nos encontramos fuera de la materia, ya que en ella solo seremos conscientes de la vida en la materia.
            Nuestras ideas, acerca de la duración y del tiempo, son todas derivadas de nuestras sensaciones.
            Todo es ilusión.  
 

jueves, 22 de mayo de 2014

No sólo existe aquello que se ve con los ojos


            No sólo existe aquello que se ve con los ojos. Existen muchas otras cosas que no se ven, y que están ahí, algunas de ellas de vital importancia para nuestras vidas, entre ellas la más importante de todas: Dios.
            No vemos el aire que respiramos y nos está dando la vida, no vemos el calor del sol y es de vital importancia para el mantenimiento del cuerpo físico, no vemos el perfume ni el aroma de las flores y son embriagadores para los sentidos, no vemos ni el olor de la leña quemando en el fuego, ni el aroma del pan recién orneado, ni el olor a tierra mojada, ni el olor a mar; y están ahí formando parte de recuerdos imborrables de nuestras vidas.  
 
            No vemos cosas como la alegría o la tristeza, aunque vivamos sus efectos. No vemos el miedo que nos paraliza. No vemos la soledad, para unos, alegría serena y para otros, una pesada losa. No vemos la envidia que corroe desde el interior. No vemos el odio que envenena a cada instante. No vemos la ternura, ni la dulzura, que llegan a humedecer nuestros ojos.
           ¿Donde quedarían la ilusión, la energía, el frio, la fe, la gratitud, la soberbia, el perdón, la voluntad, la confianza, el alma o la conciencia?  
            No vemos tampoco los pensamientos que son los únicos responsables de la vida que estamos viviendo, y de nuestro estado emocional y físico.
            No vemos a los ángeles, ni a los maestros, ni a los guías, ni a los santos, ni a los que nos han precedido en la vida, y les rezamos, y les bendecimos, y les pedimos, y les suplicamos.
             No vemos la felicidad, ni la paz, ni el amor, y son el vehículo que nos van a llevar directamente a Dios.
            ¡Que paradoja!, tampoco vemos a Dios, y Dios lo es Todo.      

viernes, 31 de enero de 2014

Ciclos de vida


            Un ciclo es un espacio de vida, sin duración definida en el tiempo, en el que la persona desarrolla ciertas actividades, rodeada de un determinado grupo de personas. Así mismo, dentro de cada ciclo pueden establecerse una especie de miniciclos que son situaciones que se repiten, y se repiten, y se repiten hasta el aburrimiento en la vida de la persona, casi como si de un mal sueño se tratara. Estos miniciclos sólo son lecciones no aprendidas, y podemos tener claro que se van a repetir una y otra vez, sin ningún tipo de misericordia.  
            El mayor de los ciclos, es el tiempo que comprende una vida, y de la misma manera que no permanecemos eternamente en la vida de la materia, no hemos de intentar permanecer tampoco en ninguno de los ciclos o etapas que comprende la vida. Intentar permanecer más tiempo del necesario hace que empiecen a no funcionar las cosas, hace que perdamos la alegría y la ilusión.
            No tenemos normalmente mucha conciencia de la finalización de las etapas, salvo casos excepcionales, en los que se siente que el ciclo en el que nos encontramos ha finalizado. Tenemos, por tanto, que permanecer atentos a las señales, que pueden ser de diferentes tipos, en función del tipo de etapa finalizada. Dichas señales, como pueden ser aburrimiento, desgaste excesivo en relación con personas, trabajo o cualquier otra actividad, son los síntomas de que debemos cerrar una puerta y encararnos hacia la siguiente.
            La finalización de cada etapa lleva consigo el inicio de un nuevo ciclo, y para eso, en función del tipo de cambio, no está preparada la sociedad, ni por supuesto nosotros, que somos una parte de esa sociedad. A la sociedad le gusta vernos revolcarnos en la miseria del presente, antes de aceptar cualquier tipo de cambio. Así, mientras nos revolcamos, la sociedad puede sentirse útil culpabilizándonos, compadeciéndonos y dándonos consejos. Sin embargo, si encaramos nuestra vida y realizamos los cambios que demanda nuestro corazón, ya tienen la frase preparada: “Estás loco”.
            No aceptar la finalización del ciclo y cerrar bajo llave la puerta de la etapa anterior, supone un desgaste de energía enorme, que hace que físicamente la persona deje de vivir para empezar a vegetar. Caminar dejando puertas abiertas, “por si acaso”, impide una vida plena.
            La vida es un continuo, y aferrarse a una etapa acabada es tratar de detener la vida, y la vida no se detiene. Aferrarse a una etapa finalizada puede hacer que la propia vida se pudra y huela tan mal como el agua estancada.
            No se puede vivir añorando situaciones del pasado. Hay que soltar las amarras, hay que cerrar los círculos, hay que cerrar las puertas. Es importante deshacerse de recuerdos, cambiar de casa, de ciudad, de país si la situación lo requiere, hay que romper documentos, romper fotos y regalar libros.
Hay que tener en cuenta que negar los cambios es negar el propio crecimiento interior, porque los cambios externos pueden ser sinónimo de procesos internos de crecimiento.
Recuerda que nada ni nadie es imprescindible, y quien siente eso, solo son apegos. Deja que fluya la vida, suelta, despréndete de lo innecesario, cierra puertas, clausura, oxigénate, vive.

 

viernes, 2 de marzo de 2012

¿Milagros?, ¿Ilusión?

                No hay una sola vez que me siente a realizar terapia, que no pase por mi mente el pensamiento de “Esto es posible”, relacionado con la terapia a realizar, sea la dolencia del tipo que sea, física, mental, emocional o espiritual, y sea de la gravedad que sea.  Siempre, en todos los casos, tengo la intima sensación de que el problema del paciente se va a solucionar.

            Y si aparece algún atisbo de duda, se va de inmediato, cuando pienso en que realmente es posible, porque Jesús, sin ir más lejos, llevó la sanación al máximo con la resurrección de Lázaro. Si, ya sé que ninguno de nosotros somos Jesús, y que incluso algún católico talibán de derechas pueda pensar que sólo por escribir esto, o llegar a pensarlo, tendría que ser condenado al fuego eterno. (Bobadas, el fuego eterno no existe).
            No, lo que yo quiero expresar, y además tengo necesidad de hacerlo, no sé porque, es que lo que denominamos milagros, (mal llamados milagros, porque no lo son, ya que sólo son una consecuencia del vivir en consonancia con nuestra divinidad), son posibles, lo son hasta las últimas consecuencia, y además lo son de manera inmediata.
            Supongo que esta sensación tan intensa que siento desde hace días, no es más que la constatación por parte de mi ¿alma? de que cualquier ser humano puede realizar eso que denominamos milagros. Para ello lo único que se necesita es vivir realmente desde el alma, vivir de manera permanente la divinidad, vivir el Amor por todo y por todos, ser consciente desde lo más íntimo de la persona que no se es el cuerpo, no identificarse, por lo tanto, con las molestias o los dolores de ese cuerpo, y ni tan siquiera identificarse con el nombre de pila.
Eso también es posible, y será ahora, en este paso por la vida física, o en vidas posteriores, que todos viviremos desde nuestra divinidad.  Cuando se consiga vivir de esa manera ¿Dónde queda la diferencia con Jesús?, en ninguna parte. Entonces, ¿Por qué no ahora?, ¿Por qué no en esta vida?
También puede ser que esta sensación tan intensa, sea una especie de confirmación de que la apertura de Shikoba como Centro de sanación, además de ayuda a la familia, sea una decisión acertada. Quién sabe, ¡los caminos del Seños son inescrutables!
Lo que sí es cierto, es que el resultado de las terapias sigue siendo el mismo, imprevisible, unas veces con una sola sesión es suficiente para sanar algo que parecía incurable, y otras veces ni mil terapias serian capaces de solucionar una contractura diminuta. Es bien cierto que nadie sabe la necesidad que la persona tiene para mantener o dejar ir su enfermedad, nadie sabe cuál es el aprendizaje que la persona necesita alcanzar con su dolencia.
Lo único que sí sabemos, es cual es nuestro aprendizaje. Estoy convencido que al llegar al final de ese aprendizaje, ahora o dentro de mil vidas, nuestras terapias no se diferenciarán ni un ápice de las sanaciones realizadas por Jesús.



viernes, 8 de julio de 2011

Grandes vidas

            Muchas veces me he preguntado leyendo la biografía y la obra de gentes como Yogananda,  Vicente Ferrer, Teresa de Calcuta, y tantos y tantos que han dedicado su vida a los demás, ¿Por qué a ellos parece no costarles nada entregar su vida para el bienestar o el crecimiento de sus semejantes, y a todos nosotros nos cuesta tanto, no ya dedicar nuestra vida al servicio de los otros, sino mantener un estado de alegría y felicidad, que es el que parece que ellos han vivido de manera permanente?

            Parece una buena explicación y deja tranquilas nuestras conciencias, el pensar que ellos han vivido muchas vidas y que están al final de su camino como humanos, por lo que el trabajo realizado en vidas anteriores, y el crecimiento experimentado en esas vidas, les ha hecho entender que, efectivamente, vinieron para realizar un trabajo de ayuda y servicio a los más desfavorecidos, tanto material como emocionalmente, y ni de las comodidades de la vida, ni los deseos por conseguir posesiones, o por desarrollar ningún tipo de poder, les ha distraído y desviado de su camino.

            Pero, ¿Realmente es así?, ¿No es posible vivir una vida parecida a la que ellos han vivido desde nuestra perspectiva? Personalmente creo que si es posible, con independencia del número de vidas vividas, a fin de cuentas, eso es algo que aquí, revestidos del cuerpo, no sabemos si hemos vivido una o mil. Lo único que tenemos que hacer es creer: Por un lado, creer que no somos el cuerpo; y por otro, que nosotros también tenemos un trabajo, seguramente mucho más fácil que el suyo.

            Solamente con un cambio de creencias, nuestra vida daría un vuelco total, y podríamos acercarnos a vivir una vida parecida a la suya. Si cambiamos la creencia de que la felicidad está en el exterior, y que para ser felices tenemos que conseguir todo eso que se encuentra fuera de nosotros: el amor de otra persona, una cuenta bien repleta de dinero en un banco, para conseguir el coche más grande o la casa más bonita; por la creencia de que lo esencial: amor, alegría, paz y felicidad, ya lo tenemos.

            Ellos no buscaban posesiones, las donaban, y han llegado a tener pueblos enteros, ashrams, fundaciones; ellos no buscaban amor, lo entregaban de manera desinteresada, y han llegado a ser amados por miles y millones de personas; ellos no buscaban poder, huían de él, y su palabra era poder, eran escuchados y admirados por el mundo entero, y recibidos por las primeras autoridades políticas, religiosas y culturales. Nosotros, que si que buscamos amor, posesiones y poder: O carecemos de ello, o no lo conseguimo en la misma cantidad que ellos lo conseguían.

            A veces creo que somos un poco torpes: Nos quejamos de nuestra vida, pero somos incapaces de cambiar ni un ápice de ella. Buscamos desaforadamente la felicidad, pero no se nos ocurre pensar que, a lo peor, la buscamos en lugares erróneos. Nos admiran esas vidas, las leemos, transcribimos sus frases y las comentamos con los demás, las colgamos en las redes sociales para que todos las vean; pero no pasamos de ahí, no imitamos lo esencial, que no son sus frases, sino su modo de vida.  Podemos incluso, apadrinar un niño de su fundación, pero criticamos y despreciamos a los miles de desprotegidos que, para poder comer, venden  chatarra en mantas en nuestras calles. ¡Ellos amaban a todos!

            Podríamos empezar por aquí: Amar a todos, con independencia de si son niños o mayores, de si son ricos o pobres, de si son amigos o enemigos. Ellos lo hacían así. Claro que podemos pensar: ¿Cómo voy a amar a mi enemigo o a un desconocido?, ¡pues si!, es fácil, ¡amándole!. A nosotros nos va a dar igual lo que él haga o piense, es su problema, su karma se encargará de que pague por ello. Nuestro trabajo sólo es amarle, y no tendremos que esperar mucho para recibir nuestro premio, lo recibiremos a la vuelta de la esquina. Como somos muy amigos de las frases bonitas, leer lo que decía Antoine de Saint-Exupéry; está a la derecha de esta entrada: “El amor es la única cosa que crece cuando se reparte”.

domingo, 3 de julio de 2011

La vida es ilusión

            La observación de la vida me lleva a pensar que todo en la vida es ilusión, que todo en la vida es pensamiento, que cada persona vive la vida en función del color de sus creencias, en función de sus deseos, en función de sus apegos, en función de sus pensamientos.

Y si no estás convencido/a de eso, observa la vida, observa las reacciones de las personas. Ante una circunstancia, cualquiera, del tipo que sea, las reacciones de las personas, son distintas y en muchas ocasiones opuestas. ¿Por qué?, si la circunstancia es una, ¿no debería de reaccionarse de la misma manera?, ¿Quién actúa correctamente?, ¿Quién se alegra?, ¿Quién se ofende? Si la circunstancia es rosa, ¿Por qué unos la ven blanca y otros la ven negra?, y es posible, que si alguno la ve de su verdadero color, tanto el grupo de los que la ven blanca, como el grupo de los que la ven negra, le tachen de loco.

            ¿Qué pasaría si se viviera la vida sin creencias?, ¿Qué pasaría si dejáramos descansar el pensamiento?, ¿Qué pasaría si se aparcaran los deseos?, ¿No crees que lo qué pasaría sería un respeto absoluto hacia los demás?, ¿No crees que se habrían acabado las críticas feroces, las inútiles discusiones, los disgustos, los enfados?, ¿No crees que se vería la vida tal cual es?

            Si se viviera la vida con total desapego, se acabarían, por ejemplo, los partidos políticos, sólo existiría uno, el que siempre sirviera al pueblo, a todo el pueblo, no sólo a los ricos y poderosos como sucede en la actualidad. Si se viviera la vida con total objetividad, se acabarían las religiones, sólo quedaría una, la que enseñara a amar y a ser feliz, y como no hay en la actualidad, habría que crearla. Si se viviera la vida tal como es, ni tan siquiera habría forofos de un equipo u otro de ningún deporte, sólo habría amantes del deporte. Si se viviera la vida con hermandad, no habría hambre en el mundo, ni explotación. Si se viviera la vida sin pensamientos, sólo observándola, se acabarían las guerras entre naciones, los enfados entre hermanos, las discusiones entre vecinos.

            Pero no es así, se anteponen los deseos, los intereses, los pensamientos. Se vive la vida desde el prisma que a cada uno le interesa, se vive la vida como cada uno piensa que se debe vivir, se vive la vida para satisfacer los propios deseos; dando como resultado una vida de desatinos, de desigualdades, de abusos.

            ¿Crees que a ti no te pasa?, nos pasa a todos. Analiza todas tus reacciones en cualquier aspecto de la vida, observa si eres ecuánime en cualquier circunstancia: en la vida familiar, en religión, con las amistades, en deporte, en política, etc., etc. Analízalo con honestidad, y en tu soledad interior respóndete.

            Si te apetece, empieza a cambiar, pero no de palabra, sino de obra: vive la vida real, observándola sin más. Tú cambio hará que cambien los más próximos a ti. Es posible que todas nuestras estructuras corrompidas y caducas, (económicas, sociales, religiosas, políticas, culturales), no cambien de la noche a la mañana, puede ser que tú no veas el cambio, pero algo pasará en algún momento. Recuerda que todos tenemos las estructuras, sean del tipo que sea, que nos merecemos. Empieza a cambiar tú, que afecte a los demás, para merecer otra cosa.

            ¿Cómo cambiar?, es fácil. Mantén la atención, y observa la vida, sin calificar nada, sin juzgar nada. Observa la vida como observarías en tu primera visita el Coliseo romano, o el Machu Picchu, o el Taj Mahal, o la Sagrada Familia; con la boca abierta, sin palabras. Ten en cuenta que cada suceso en la vida es nuevo y único, y así cada segundo. A fin de cuentas, los monumentos mencionados puedes volver a visitarlos en una segunda ocasión. En la vida no, cada segundo es nuevo, no se repite. Vívelo como tal.

martes, 1 de marzo de 2011

Despierta, estás viviendo una ilusión

            Crecer………., evolucionar……….., madurar……….. Siempre hablamos de crecimiento, de evolución y de madurez de carácter. Y también decimos siempre que el  hecho de cumplir años no implica ni madurez, ni crecimiento, ni evolución. Para crecer y evolucionar es imprescindible que en algún momento de la vida la persona empiece a tomar sus propias decisiones, y dejarse guiar por……., ¿el sentido común?, si, el sentido común, o esa voz interior, que es él quien te va a guiar de vuelta a casa.
            Pero para volver a casa, lo primero y principal es alcanzar a saber quién eres realmente, y por supuesto de dónde vienes, de cuál es tu casa, para volver a recorrer el camino de regreso.
            Saber quién eres, implica despertar. La inmensa mayoría de las personas duermen, ni tan siquiera nos atrevemos a decir que viven dormidos porque no es así, sencillamente duermen. No saben quienes son ni de dónde vienen, duermen guiados en su sueño por su mente poderosa, todo lo que viven es ilusión, y creen en su sueño que esa ilusión lo es todo, y se dejan guiar, y aconsejan y juzgan a los demás, sin saber que no viven, sino que tan solo duermen.
Pero esa ilusión es nada, sólo ilusión. Es ilusión su aprendizaje, ya que despiertos pueden tener acceso a todo el Conocimiento; es ilusión su mirar, ya que despiertos pueden ver más allá de la materia; es ilusión sus pensamientos que les hacen vivir una vida de creencias engañosas, ya que despiertos pueden vivir la Totalidad; es ilusión su amor, ya que despiertos pueden vivir el Amor Divino.
Es en la ilusión de ese sueño de donde nace el miedo, la crítica, la mentira, la defensa del espacio propio, los celos, la incomprensión, la desigualdad, el egoísmo, el sufrimiento, la tristeza, la desconfianza, el engaño, etc. Y todo esto, lo único que hace es retrasar, obstaculizar y empobrecer su conciencia, sus días, su vida.
Para poder acabar con todo eso, sólo hay que despertar. Incluso los que viven completamente dormidos pueden hacerlo, sólo es necesario que alguna vez pongan en duda quienes son realmente, ya que ese es el camino, saber quién eres, y alcanzar la meta de ser quien eres; de esta manera vas a tener la energía que te va a llevar a la dicha de crear la vida desde el Amor.
Despierta, vive desde el centro de tu Ser y comenzarás a ver los frutos; comenzarás a ser consciente de las sincronicidades, comenzarás a ser consciente de que eres guiado, y será más fácil para ti vivir tu tiempo, tu único tiempo: el presente; porque sólo existe hoy, lo que llamas pasado y futuro no existe, por eso has de romper con esa mente de ilusión que crea los pensamientos que te sujetan a las acciones de ayer o te proyectan al mañana.
Tu cambio es hoy, es ahora, es este el momento de empezar a tomar tus propias decisiones, y seguir los dictados de tu voz interior, sin dejar que aquellos que todavía están dormidos, viviendo su ilusión, influyan en tu nueva vida.
Y recuerda: es bueno pedir ayuda, al Universo, a Dios, a la Energía, a tus Guías o a quien creas conveniente, pero pide ayuda cuando te despiertes cada mañana, y da las gracias antes de dormir cada noche, aunque te cueste trabajo creerlo hay una cohorte de seres dispuestos a ayudarte, dispuestos a ayudarte a despertar, por nada, sólo por Amor, sólo por el placer de servirte; sólo tienes que pedir la ayuda y después entregarte, dejando que la vida sea, sin interferir con tu mente. 
             Cuando consigas dejar de vivir la ilusión, será cuando comiences a vivir. ¡Que sea ahora!, un segundo de retraso sólo será un segundo más de infelicidad.