Aconsejo a los religiosos, creyentes, devotos, seguidores y practicantes de todas las religiones, así como a todos aquellos influenciados por las insanas creencias de la sociedad, a los meapilas, a los hipócritas y a los fariseos, que no sigan leyendo, ya que no es una lectura que les pueda interesar porque va claramente en contra de sus intereses. Este es un escrito para afianzar el respeto y no creo que, ningún adalid de la pureza que viva blandiendo su espada de fuego en contra de los que consideran que viven en pecado, conozcan mucho de él.
Así que,
ahora que ya hemos quedado solo los pecadores, podemos comenzar. No existe
fracaso en el matrimonio o en la pareja, ya que el fracaso es la no consecución
del éxito y, en la pareja, teniendo en cuenta que ni los mismos integrantes
conocen la razón de su unión, no se puede hablar de fracaso. Se puede, sin
embargo, hablar de éxito en todas las uniones, aunque, la mayoría de las veces sea
un éxito agridulce o, incluso, amargo, por el desconocimiento del ego sobre
cuál es la causa y los objetivos de la unión.
Para
entender el párrafo anterior sería bueno remontarnos al espacio entre vidas,
anterior a la encarnación en la que se produce la unión de la pareja. Si, ya sé
que no podemos remontarnos a algo que no conocemos, pero sí tenemos alguna
pista de cómo se organiza una vida. En ese espacio, antes de encarnar en la
materia, cada alma organiza su vida y firma su contrato. Ya sabemos que
elegimos los padres, el lugar de nacimiento, así como las relaciones y el
trabajo a realizar. También se organiza y se firma las uniones de las personas,
así como los objetivos a alcanzar en ellas.
Cada unión
tiene por objetivo el aprendizaje, la cancelación de deudas kármicas, la
recepción de débitos, y la enseñanza. El alma, aunque el ego tenga un total
desconocimiento de la tarea a realizar, sigue las pautas establecidas para que
la unión se de y el trabajo se realice.
Por lo
tanto, las uniones pueden durar un instante, un tiempo más o menos largo o toda
una vida. El problema surge cuando la unión no debe durar más allá de un tiempo
limitado y choca frontalmente con las creencias religiosas o con las creencias
de la sociedad, que impone que una unión debe durar toda una vida.
Existe un
problema añadido, posiblemente, el más importante, y es que las uniones no se
establecen desde el Amor del alma, desde el Amor divino, desde el Amor
incondicional. Las uniones se establecen desde lo que podríamos llamar amor
humano, que no es más que una emoción, una mezcla de amor-deseo, en el que
priman múltiples factores, totalmente alejados de la energía del Amor. Esos
factores pueden ser la atracción física, el deseo sexual o intereses
materiales, como pueden ser: alcanzar una buena posición social, una mejora en
la economía, la necesidad de compañía o satisfacer a la sociedad para evitar “el
qué dirán”.
Y aún
podríamos hablar de otro problema más, como es la falsa creencia de bastantes hombres
de que en la unión la mujer tiene un papel de servilismo y la falsa creencia de
las mujeres de que, efectivamente, es así y que han de intentar satisfacer al
hombre en todo lo que se supone que a este le agrada. Esto es dramático, esos
hombres, de hombre, solo tienen el nombre, y las mujeres con esa creencia, son
una clara muestra de que no se respetan a sí mismas. Es lógico y normal que no
reciban el respeto que merecen como seres humanos.
Hagamos un
inciso, para recordar que todos, hombres y mujeres, somos exactamente iguales.
Todos somos alma, todos somos una Chispa Divina, todos somos hijos de Dios, que
un día decidimos encarnar, por propia decisión y, en esa encarnación le pusimos
al alma, para facilitar el trabajo a realizar, un ropaje de hombre o de mujer.
La realidad es que somos eternos y que no tenemos sexo. Líbrese bien el miembro
de la pareja que maltrate física o emocionalmente a su pareja, porque en
próximas encarnaciones es posible que tenga el sexo contrario a la encarnación
actual para recibir en carne propia el daño generado.
Con todo
ese panorama, se establece la unión para realizar el trabajo acordado, que se
puede realizar o no. Pero ante la falta de autentico Amor, ninguno de los
miembros de la pareja va a ser capaz de identificar cuando ha finalizado ni el
trabajo ni la unión. A partir de ahí surgen los engaños, los sufrimientos, los
desencuentros, los maltratos y mil y una desgracia más.
Con lo
fácil que es identificar cuando ha finalizado la unión, y de manera racional,
basándose en el Amor, el cariño, la generosidad y el respeto, concluir esa
unión, que no la relación, apoyándose ambos en los primeros momentos, esos que
la sociedad se encarga de calificar como dramáticos, cuando, sin embargo, ha
sido una relación exitosa, porque no solamente han cumplido su compromiso, sino
porque han podido extraer el aprendizaje y abstraerse de la conciencia social.
Cuando el
hombre entienda que no solo no es superior, sino que posiblemente camine varias
pasos detrás de las mujeres, y cuando la mujer aprenda a respetarse a sí misma
y entienda que su sumisión a la tiranía es el aprendizaje que está dando a sus
hijos, que serán tiranos, y a sus hijas que serán esclavas, se habrá acabado la
lacra de maltratos y engaños en la pareja, aunque no basen su relación en el
Amor, pero si lo hagan en el respeto mutuo.
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