Capítulo XVII. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima"
La
tarde pasó rápida y cuando me di cuenta había anochecido y solo quedábamos en
el edificio Pablo y yo.
-
Me pareció un buen momento para hablar
con Pablo, ahora que tenía mucha más información que en nuestra conversación en
Miami- Pablo hoy he almorzado con Diana y hemos estado hablando.
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¿Qué te ha dicho?, -quiso saber mi
amigo.
-
Bueno, eso mejor te lo cuenta ella,
porque me parece que no habéis tenido mucha conversación sobre el tema.
>>
Te digo algo que la dije a ella, que el matrimonio es cosa de dos, que hay que
cuidarlo cada día y que sería dramático que el amor que os profesáis se
perdiera por falta de dialogo o, lo que es peor, que se convierta en odio o en
ira.
>>
Ponte en sus zapatos. Piensa en cómo te sentirías tú, no solo física sino
emocionalmente, si hubieras perdido al hijo que llevabas en tu interior. Y,
aunque no te pusieras en sus zapatos, si practicaras eso de que la amas, ya no
habría razón para estar mal. Porque alguien que ama lo único que desea es la
felicidad del ser amado.
>>
Tienes que ver siempre lo mejor de ella, buscar que fue lo que hizo que te
enamoraras de ella y recordar esos primeros momentos. Enfócate en lo que amas y
no en lo que te molesta.
>>
En las discrepancias, como ahora, tenéis que hablar, para que no se enfríe el
amor. Así no habrá nada que te moleste, pero si aun así lo hubiera, tienes que
aceptarlo, pero no recriminarle por ello.
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No solo ella ha cambiado en algo. Tú, también lo has hecho. Acepta sus cambios
como has aceptado los tuyos.
>>
Solo tú eres responsable de tus emociones. Diana no es responsable de ellas y
su trabajo, por si no lo sabes, ya te lo digo yo ahora, no es hacerte feliz. Tú
debes ser feliz por tu mismo y, cuando lo consigas, llevarás esa felicidad a la
pareja.
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Tu frustración y tu enojo son emociones tuyas. Busca la razón en tu interior,
pero no culpes a Diana. Comparte con ella tus miedos, tus deseos, tus
sentimientos.
>>
Tu trabajo es abrazarla, es apoyarla, es comprenderla, es escucharla. Que seas
el pilar sobre el que ella pueda apoyarse.
>>
Hablar, con humildad, con respeto, con paciencia, con tolerancia, con
confianza. Así será fácil para los dos llegar a un acuerdo. Nadie es perfecto.
- Cuando
terminé mi discurso permanecimos en silencio durante un momento, silencio que
rompió Pablo- Ahora sé por qué te quiero desde hace ya tanto tiempo, -Y eso lo
decía levantándose y dándome un abrazo- Gracias.
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