El diálogo en la pareja es como el agua para las plantas.
De la misma manera que la planta necesita el agua para vivir,
la pareja necesita el diálogo para mantenerse viva, para mantener la ilusión,
para saber uno de las necesidades de otro, para entenderse, para conciliar,
para evitar suposiciones, para dialogar sobre sus sentimientos, sus ideas, para
visibilizar los desacuerdos y para alcanzar los objetivos compartidos.
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