El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 19 de mayo de 2015

Abuelito ¿Qué es la muerte?


-          “Abuelito, ¿Qué es la muerte?”, le preguntaba un niño a su abuelo.
-          “La muerte sólo es un cambio de conciencia hijo mío”, le dijo su abuelo.
-          “No lo entiendo abuelo. ¿Qué eso del cambio de conciencia?”, volvió a preguntar el nieto.
-          “A ver si lo entiendes así: Cuando estás en el cuarto de los juguetes no sabes que está pasando en tu colegio, ¿Verdad?” le explicó su abuelo.
-          “Si es verdad, no puedo saber lo que pasa en el colegio porque no estoy allí” contestó el niño.
-          “Pues eso”, siguió su abuelo, “Saber que pasa, es tener conciencia. Sabes lo que pasa en el cuarto de juguetes porque estás en él, que es lo mismo que decir que tienes conciencia de lo que pasa en el cuarto de juguetes, y no sabes lo que pasa en el colegio porque no estás, que es lo mismo que decir que no tienes conciencia de lo que ocurre en el colegio. ¿Lo entiendes ahora?”, terminó el abuelo.
-          “Si abuelo. Ahora tengo conciencia de que estamos juntos, pero no tengo conciencia de lo que hace la abuela donde esté”, dijo el nieto.
-          “Muy bien, correcto”, sonrió el abuelo. “Dime ahora: ¿Qué pasa cuando duermes?, ¿De qué eres consciente?, volvió a preguntar el abuelo.
-          “Pues….., de nada, no soy consciente de nada, porque estoy durmiendo que es como si no estuviera”, razonó el nieto.
-          “Y, sin embargo, en la mañana, te despiertas y vuelves a ser consciente de lo que pasa en tu habitación. Eres consciente de que es de día, de que el sol pasa por tu ventana y de que oyes a tu mamá diciéndote que te levantes que se hace tarde, ¿No es así?, le dijo el abuelo.
-          “Si, así es”, contestó el niño, sin saber muy bien para qué la historia del dormir.
-          “Cuando duermes”, siguió el abuelo, “No eres consciente de lo que pasa en la habitación porque no estás, porque estás en otro sitio”, concluyó el abuelo.
-          “Si que estoy, estoy durmiendo. Además ¿Por qué no soy consciente de ese otro sitio?”, preguntó el niño.
-          “Espera, vamos a tratar de centrarnos. Dime ¿Con que ves?” preguntó el abuelo.
-          “Con los ojos”, contestó el niño.
-          “Y ¿Con qué oyes?”, siguió preguntando el abuelo.
-          “Con los oídos”, volvió a contestar el niño.
-          “¿Sabes con que eres consciente?”, preguntó el abuelo.
-          “No”, negó el nieto.
-          “Eres consciente con la conciencia”, sentenció el abuelo.
-          “Uf, y ¿Qué es la conciencia?”, el nieto parecía perdido.
 
 
-          “La conciencia es lo que tu eres hijo mío. Lo que tú crees que eres, es tu conciencia. Si eres chico a chica, si eres alto o bajo, si eres bueno o no tan bueno, si algo te gusta o te desagrada, lo que te pone triste o alegre. Cualquier cosa que sepas o creas de ti, es tu conciencia. Y esa conciencia es el conjunto de lo que ves, de lo que oyes, de lo que tocas, de lo que saboreas, de lo que piensas y de lo que sientes. Todo en conjunto es tu conciencia. Es como las piezas de un rompecabezas, todas juntas forman la figura. ¿Lo has entendido?”, preguntó el abuelo.
-          “Creo que sí”, contestó el niño no demasiado convencido.
-          “La conciencia es algo que va creciendo en nosotros. De bebés no tenemos conciencia. Vemos, oímos, nos movemos, lloramos si nos duele algo, pero no sabemos que vemos, ni que oímos, ni que nos duele, ni quiénes somos. Vamos teniendo conciencia según vamos creciendo. Hasta ser como tú”, explicó el abuelo.
-          “Ah, entiendo” dijo el nieto.
-          “Volviendo al sueño. Cuando dormimos no sabemos donde hemos estado porque nuestra conciencia está en ese otro sitio. Es como si tuviéramos una conciencia para cuando estamos despiertos y otra conciencia para cuando estamos dormidos. Por eso no nos acordamos con la conciencia de estar despierto de lo que hemos hecho con la conciencia de dormir”, dijo el abuelo.
-          “Ahhh”, suspiró el nieto.
-          “Cuando dormimos, tenemos la conciencia de dormir, que esta en otro lugar, pero sea cual sea el lugar no nos vamos a acordar al despertar, porque lo hacemos con la otra conciencia, con la conciencia de estar despiertos. Pues morirse es como dormir, pero con dos diferencias: Una, que si que vamos a ser conscientes de eso que parece un largo sueño, y dos, que no vamos a despertar donde siempre, sino que nos quedaremos es ese otro lado siendo conscientes de todo durante un tiempo. Y de la misma manera que en el sueño despertamos en nuestra habitación cuando se ha hecho de día, también despertaremos del sueño de la muerte, un día, pero con otro cuerpo y siendo bebés, y entonces otra vez volveremos a usar como dos conciencias y al despertar en ese otro cuerpo no nos acordaremos de lo que pasó antes con la conciencia del sueño, en nuestro sueño de la muerte. ¿Lo has entendido?”, terminó el abuelo.
-          “Creo que sí. O sea que los bebés han sido otras personas que han muerto y ahora han vuelto”, sentenció el niño, “y seguramente nacemos bebés para no acordarnos de lo que hacíamos al otro lado ¿Verdad?”.
-          “Más o menos” contestó el abuelo.
-          “Te quiero abuelito. Y cuando te vayas al otro lado, aunque sepa que vas a estar bien me va a poner triste no poder verte y abrazarte”, concluyó el nieto.
-          “Yo también te quiero hijo”, dijo el abuelo con lagrimas en los ojos. 

domingo, 17 de mayo de 2015

Quien siembra vientos....


Perlas para el alma


“Quien siembra vientos, cosecha tempestades”. Así que siembra ayuda, siembra perdón, siembra colaboración, siembra alegría, siembra amor, y alcanzarás la liberación.

miércoles, 13 de mayo de 2015

El secreto de la abundancia


Perlas para el alma

 

El verdadero secreto de la abundancia es: Aceptar lo que tienes, aceptarlo con alegría y compartirlo, compartirlo en todas sus formas: Dar, ofrecer, entregar, donar,  regalar, otorgar, ayudar, ceder, obsequiar, proporcionar, aportar, suministrar, proveer, y todo eso sin esperar nada a cambio.


 

Próxima parada: Dios, pero ...., ¿Quién es Dios?


Decía en el primer párrafo de la primera entrada de Próxima parada: Dios, que ”El mayor problema con el que nos encontramos los seres humanos al llegar a la vida es, sin ninguna duda, la falta de conocimiento: No sabemos de dónde venimos, no sabemos adónde vamos, no sabemos que hemos venido a hacer aquí,  y por no saber, ni tan siquiera sabemos lo que somos.
Ahora, después de las entradas anteriores, podemos decir que ya sabemos, o que al menos nos suenan algunas cosas: Sabemos lo que somos y sabemos de dónde venimos. Nos falta saber adónde vamos y que hemos venido a hacer a la vida.
Sabemos lo que somos, somos un alma, somos esa Chispa Divina que un día se desgajó de la Energía Divina, es decir, se desgajó de Dios.
Si los hijos de señor Martínez son ellos mismos Martínez y tienen los mismos genes que su padre, y de igual manera los hijos del seños López son a su vez López, con los mismos genes que su padre, no nos equivocaremos si afirmamos que los hijos de Dios somos a la vez Dios y tenemos los mismos genes que el Padre.
Antes de que se desgajara la Chispa Divina, éramos Dios, de la misma manera que la gota de agua que se desprendió de la ola era Océano antes de ser gota, y de la misma manera que la gota vuelve a ser Océano, nosotros volveremos un día a unirnos a Dios.
Pero, ¿Quién es Dios? Con nuestra mente humana estamos acostumbrados a ponerle forma a todo, porque todo tiene forma en el mundo de la materia, pero no olvidemos que nosotros no pertenecemos al mundo de la materia, pertenecemos al mundo del Espíritu, pertenecemos a Dios, por lo tanto es inútil buscar una imagen en el mundo espiritual. Las imágenes de María, de Jesús, de los Santos o de los Maestros, sólo son los soportes que necesitamos los humanos para que nuestra mente entienda la forma, pero tampoco tienen forma, porque nada fuera de este mundo tiene forma, Dios tampoco.
Según nos cuenta la Biblia, cuando Dios se manifestó a Moisés como una zarza ardiendo sin consumirse, Moisés preguntó, ¿Quién eres?, ¿Quién digo que me envía cuando me pregunten?, y Dios respondió: “Yo Soy El que Soy, diles que El que Es te ha enviado”.
 
Dios, sencillamente Es. Dios Es el aire y Es el agua, Dios Es la tierra y el fuego, Dios Es cada montaña, cada planta, cada criatura. Dios Es tú, Dios Es yo. Dios Es Amor, Es Comprensión, Es Compasión, Es Misericordia. Todo Es……….. Todo Es Dios.
Recuerdo cuando me enseñaban el catecismo que para hablar de la existencia de Dios, en él aparecía, más o menos, algo así: “¿Quién hizo el reloj?, el reloj lo hizo el relojero”, y “¿Quién hizo el mundo?, el mundo lo hizo Dios.
Efectivamente, es evidente la existencia de Dios. Solo hay que asomarse a la ventana del Universo y ver a nuestro planeta, una enorme bola azul, suspendida en el espacio, sin estar sujeta a nada, girando en perfecto orden, junto con otras enormes bolas, la mayoría mucho más grandes que la Tierra, alrededor de una bola de fuego, que es el Sol. Y todo ese conjunto girando alrededor de otro Sol. Y no sabemos cuántos soles más, y universos más existen como el nuestro, o diferentes. Parece increíble tanta grandeza.
Y si no queremos mirar tan lejos, solo tenemos que ver la perfección del ser humano, de los animales, de la Naturaleza. Dice Master Choa Kok Sui, en su libro: “La existencia de Dios es autoevidente”, en el apartado 7: “Una hermosa rosa está hecha solamente de cuatro ingredientes físicos: agua, minerales en trazas, aire y luz solar. Solo Dios pudo hacer algo tan complejo, tan bello, con tan solo cuatro ingredientes físicos. Los científicos, incluso dándoles trillones de dólares, no serían capaces de producir una rosa tan sólo con estos cuatro elementos físicos”.
A pesar de la evidencia, algunos, muy pocos, niegan la existencia de Dios. Otros, los más, si parece que creen en Él, pero lo suponen tan lejano, viviendo en algún confín del Universo, que no creen que pueda solucionarles ningún problema, aunque en las ocasiones en que la vida les presenta las pruebas más duras, levantan los ojos al cielo, pidiendo ayuda, renegando o culpabilizando a Dios de su desdicha. Es decir, que creen en Algo, que no saben muy bien para qué sirve y que además, si no se portan bien, según les han enseñado, les va a castigar y a condenar al fuego eterno, que es un lugar donde, al parecer, te quemas sin consumirte eternamente. ¡Hay que ser malvados para aterrorizar de esta manera!
Por lo tanto ya sabemos muchas cosas: Somos Hijos de Dios, venimos de Dios y a Él vamos a retornar. Nuestro trabajo a realizar en la vida también parece claro, estamos aquí para recordar el camino de vuelta a casa.
Escribía Brian Weiss: “El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado, y para volver a casa tenemos que recordar el camino”.
Vamos a tratar de recordar cuál es el camino, camino que ya estamos recorriendo con más o menos acierto, con más o menos velocidad, pero ya estamos en él, no vamos a tener que hacer ningún esfuerzo para acelerar el ritmo y para ir de frente, y mucho menos ahora que ya sabemos que caminamos de la mano de Dios.

domingo, 10 de mayo de 2015

Próxima parada: Dios (El Alma)


En algún momento de la Creación se originan las Mónadas o unidades de conciencia. Las Mónadas son como Chispas de Fuego Supremo, como fragmentos divinos, como fragmentos de vida divina separada, como entidad individual.
Las Mónadas, en el momento de la Creación son omniscientes, (capacidad de saberlo todo), y omnipresentes, (capacidad de estar en todas partes simultáneamente), pero únicamente lo son en el plano en el que fueron creadas, ya que en todos los demás planos son inconscientes e insensibles, incluido el plano físico, por lo que no son capaces de responder a todas las vibraciones divinas del Universo.
Desde el plano físico en el que estamos hasta el plano donde están las Mónadas hay otros siete. En total nueve.
Para poder ser sensibles en todos los planos, en todos omniscientes, en todos omnipresentes, las Mónadas han de manifestarse en esos planos, de ahí que todo el proceso de la evolución del “Yo” individual es una actividad escogida por las Mónadas mismas. Estamos en los mundos de la materia, porque hemos querido vivir.
Este impulso divino, buscando siempre la más amplia manifestación de vida, es perceptible en toda la naturaleza y se le denomina la voluntad de vivir. Aparece en la semilla al asomar su brote hacia la luz y en el capullo rompiendo su prisión y expandiéndose a la claridad del sol.
Las Mónadas comienzan su descenso a la materia, irradiando sus rayos de vida, ya que las Mónadas siempre permanecen en el plano donde fueron creadas, “en el seno del Padre”, siendo sus rayos de vida los que llegan al océano de la materia, apropiándose allí de los materiales necesarios para su evolución en los planos inferiores.
A ese conjunto se le llama Triada Superior,  Alma Superior, Yo Superior u Hombre Celestial, entre otras; y es de naturaleza idéntica a la de la Mónada aunque con una fuerza menor por los velos de materia que la envuelven. Este Alma Superior reside en un plano que es conocido como el plano causal, y no se mueve de ahí mientras duran todas las encarnaciones del ser. Y es desde aquí, que el Alma Superior lanza también sus rayos de vida hasta la materia para formar lo que se denomina alma encarnada.
En el séptimo mes, el alma encarnada se localiza en el feto, y su localización está en el duodécimo chakra en las filosofías o técnicas que trabajan con once chakras mayores, o en el octavo chakra en las filosofías que trabajan con siete chakras mayores. En cualquier caso, le llamemos octavo o duodécimo, este se encuentra a  treinta centímetros por encima de la cabeza.
 
El octavo o duodécimo chakra parece una estrella dorada. Se le llama, en algunas tradiciones, “Estrella del alma”. Cuando una persona madura espiritualmente, la estrella dorada evoluciona a una perla dorada, a una bola dorada, a un brote dorado o a una llama dorada. En la terminología cristiana, esto es lo que se llama el “Fuego de Pentecostés”. Si el practicante aún evoluciona más, el brote dorado literalmente florece y se abre hacia arriba como una pequeña flor de loto dorada.
Desde este chakra, el alma encarnada, irradia hacia fuera, formando “el aura del alma”, o “energía del alma”.
Así como el cuerpo etérico penetra el cuerpo físico, y está dentro y fuera del cuerpo físico, así mismo, la esencia del alma penetra el cuerpo físico, yendo más allá de este. Por eso, el cuerpo físico está realmente dentro del alma y no el alma dentro del cuerpo físico.
Los cuerpos físico, energético, astral y mental inferior se hallan todos dentro del alma encarnada. Por lo tanto, podemos definir a la persona como un alma con un cuerpo físico y otros cuerpos sutiles.
Resumiendo: La Chispa Divina, que es Creación de Dios proyecta una porción de sí misma y se manifiesta en el plano causal, como el Alma Superior. El Alma Superior extiende y proyecta una porción de sí misma manifestándose como el alma encarnada.
¿Por qué no somos conscientes de esto?: Porque nuestra mente está entrenada para las cuestiones materiales, pero no para las espirituales, (en preciso aclarar que el término espiritual se refiere a los temas del alma, no a los temas de las religiones). Si cuando somos pequeños en vez de enseñarnos que hemos de estudiar para ser ingenieros y tener mucho dinero, nos enseñaran a amar para unirnos a Dios, toda nuestra vida sería completamente distinta, porque distintas serian nuestras creencias, distintas nuestras convicciones y distinta nuestra manera de pensar y actuar.
Al  no ser conscientes de nuestra divinidad, no tenemos contacto con nuestra alma, por lo que el octavo o duodécimo chakra, el chakra del alma está completamente cerrado, y no lo va a abrir ningún chaman, sólo se va a abrir cuando se toma contacto con él, será entonces cuando comience el auténtico y verdadero trabajo para el que hemos decidido venir a la materia. No estamos aquí para ser ingenieros, no estamos aquí para tener una suculenta cuenta corriente, no estamos aquí para casarnos y tener hijos, no. Estamos aquí para unirnos al alma, nada más.
Nada puede apartar de Dios al espíritu humano. Por lo tanto, el primer trabajo es entendernos a nosotros mismos, y convertirnos en seres espirituales. Un ser espiritual es aquel que estando en el mundo, entiende que hay una razón de su estancia aquí, que esa razón es la unión con Dios y que para esa unión necesita vivir desde su alma.

Ganar y perder


Perlas para el alma



                    En nuestra evolución vamos todos juntos, vamos de la mano aunque no lo parezca. No se trata de “unos ganan y otros pierden”, no, se trata de “ganamos todos o no ganamos ninguno”, se trata de “si yo gano, tu ganas”, se trata de “si yo pierdo, tu pierdes”. No escondas información, no juzgues quien está preparado y quien no lo está. Tú da la información, ayuda, colabora, que cada uno ya recogerá lo que esté preparado para recoger, es decisión de su alma, no tuya. No creas que vas a perder poder, antes al contrario, serás más poderoso porque estarás más cerca de Dios.

viernes, 8 de mayo de 2015

Los niños, sus papas y la energía


            Son múltiples los factores que inciden en el carácter, en el crecimiento, en el desarrollo y en el aprendizaje de los niños.
            El primer factor es totalmente elegido por el alma que va a encarnar, él decide junto con los seres que planifican su vida cual va a ser la cantidad de Karma que va a llevar a la vida para su tratamiento, él decide el lugar de nacimiento, él decide los padres, (junto a ellos), él decide cual va a ser su misión principal, así como cual va a ser la base de su carácter para desarrollar todo el trabajo planificado en su libreto de vida.
            El segundo factor es genético, también elegido. El alma que va a nacer ya eligió a sus padres por su material genético, y eso es lo que se va a encontrar cuando tome posesión del cuerpo. Es importante la herencia genética, pero no determinante. Todos sabemos por experiencia propia o ajena, que nunca son iguales dos hermanos nacidos de los mismos padres.
            El tercer factor es la enseñanza. Enseñanza cuya libro principal no contiene ni letras ni imágenes, tiene vida: es el ejemplo. El ejemplo que el niño va recibiendo por el comportamiento de sus padres y educadores es la asignatura más importante en la educación de un niño. Hay que tener en cuenta que las acciones de los padres para con sus hijos son “palabra de Dios”. Aquello que hacen y dicen los padres, para el niño, es el ejemplo a seguir, porque si lo hacen sus padres “tiene que ser bueno”.
            Y existe un cuarto factor que es el propio carácter y estado emocional de los padres, al que los hijos tienen un acceso total a través del campo energético. Quiero centrarme en este cuarto factor.
Ninguno de estos factores por si solo es determinante, aunque si tenga alguno de ellos más preponderancia que otros en según el tipo de trabajo a realizar por cada alma. Y aunque todos los factores en conjunto son los que determinan el carácter y la forma de ser y de actuar del niño, la energía en la que convive el niño juega un papel muy importante para su desarrollo.
 
Quiero pensar que también tal circunstancia ha sido elegida ya que en la planificación de una vida no se deja nada al azar, lo que desde luego ya no conocemos es la razón por la que se ha elegido a unos padres con determinados caracteres y estados emocionales. Aunque hemos de tener en cuenta que todos estamos interconectados y que alguna de las misiones del niño bien pudiera ser ayudar a sus padres en su propio crecimiento.
Es de todos conocido que somos energía, una más densa y pesada que se ve: el cuerpo, y otra mucho más sutil que no se ve, y que es lo que todo el mundo, hasta los que no saben de energía conocen: el aura.
Ese aura que envuelve al cuerpo físico, no lo envuelve a cinco centímetros del cuerpo, es más extensa, más o menos extensa, en función del desarrollo de la persona, pero sea grande o pequeño ese desarrollo, la energía sobresale de la persona y cualquiera que conviva con esa persona está prácticamente todo el tiempo, dentro de su aura, dentro de su campo energético.
Todos estamos dentro del campo energético de los que conviven con nosotros, hasta tenemos un aura de pareja o de familia en común.
Esa energía que nos envuelva es lo que nosotros somos: La persona que siente ansiedad, la siente porque así es su energía y está en su aura, y lo mismo la que siente miedo, o es iracunda, o engaña, o etc., etc. Por lo tanto los que están alrededor sentirán la ansiedad del ansioso, el miedo del miedoso, el rencor del rencoroso, la alegría del que es feliz o la tristeza del que sufre. Pero en un 99,9% de los casos la persona no sabrá porque sin razón aparente siente ansiedad, miedo, rencor, tristeza o alegría.
No se sabrá conscientemente la razón de la emoción que aparece, pero inconscientemente la persona va a reaccionar ante ese estímulo. Un ejemplo claro: Al cabo de un rato de estar en unos grandes almacenes una persona sensible, ante tal cumulo de energía de tanta gente, (muchísimos con problemas emocionales), empieza a sentirse mal, crispado o nervioso, y necesita salir. Pues con el niño pasa lo mismo, en grado superlativo, ya que la energía le está afectando permanentemente, por poner un ejemplo: si un niño tiene unos padres estresados, el niño estará estresado.
El niño no solo va a reaccionar inconscientemente a eso que está recibiendo y que además es con lo que convive, sino que además puede su campo energético absorber también ese tipo de energía, con lo que la ansiedad, o el miedo, o la rabia o la alegría empezarán a ser el motor de su vida.
Últimamente estoy trabajando con niños, a veces creo que son demasiados, pero, está bien, todo tiene una razón de ser, y es claro que el problema de tres de cada cuatro niños, tiene que ver con sus padres. Los padres, lógicamente, tampoco son conscientes de esto, prueba evidente es que los traen a terapia o a yoga para que sus hijos cambien. Pero el mayor cambio se ha de dar en el hogar.
Los adultos nos hemos acostumbrado a nosotros mismos e incluso decimos sin pudor: “Yo soy así, muy nervioso”, o “La ansiedad me está matando”, o “Este mes no llegamos al día treinta”, o “Ya está tu padre echando las culpas a los demás”, etc., etc. Todo esto es energía, y es energía que estamos exportando hacia el mundo, sobre todo a nuestro mundo, al mundo de los niños, y no hace falta que estén presenten para escucharlo o no, la energía de la ansiedad, de la carencia, de la intolerancia o del estrés, está en el ambiente, porque está en el aura de sus padres, y ese va a ser el alimento del niño cuando llegue del colegio, un día tras otro, mañana, tarde y noche.
Modificando la energía se modifica el carácter, y esa modificación de la energía, es decir, la limpieza de la energía enferma y la energización con energía sana se puede conseguir con alguna de las terapias energéticas que existen, que se llamen como se llamen, todas hacen lo mismo, limpian y energizan, o se puede conseguir también, más lentamente, haciendo yoga y meditando. Pero si no se modifica el ambiente cambiando su energía las personas que rodean al niño, todo volverá a ser como antes en no mucho tiempo.
Por lo tanto, es bueno que los padres sean conscientes de cómo son ellos, mental y emocionalmente, ya que eso que ellos son está afectando a sus hijos. Y los niños no sólo no tienen los recursos de los mayores para gestionar sus problemas emocionales, sino que además están para satisfacer los caprichos de sus progenitores, que le pueden exigir ciertos comportamientos al niño, sin tener idea de cómo se encuentra su hijo emocionalmente.
Todos los niños deberían aprender desde pequeños a meditar y a entrar dentro de ellos, para encontrar la paz que necesitarán no solo de adultos, sino que también necesitan ahora en su niñez. Y los padres, en vez de quejarse, e incluso antes de llevar a sus hijos a terapias, ya sean alternativas o no, sería bueno que también hicieran un trabajo serio de introspección para buscar similitudes con lo que le sucede a su hijo. Posiblemente, si son honestos consigo mismos, se sorprenderán al encontrar dentro de sí mismos el problema de su hijo, corregido y aumentado.  A partir de ahí, verán claro que la terapia es para ambos, el adulto para modificar su carácter y el niño para construirlo. 

jueves, 7 de mayo de 2015

Otra Enseñanza

Perlas para el alma




Si cuando somos pequeños en vez de enseñarnos que hemos de estudiar para ser ingenieros y tener mucho dinero, nos enseñaran a amar para unirnos a Dios, toda nuestra vida sería completamente distinta, porque distintas serian nuestras creencias, distintas nuestras convicciones y distinta nuestra manera de pensar y actuar. 

miércoles, 6 de mayo de 2015

Próxima parada: Dios (El inicio-1)


            No nos decimos seres humanos por casualidad. Las dos palabras “Ser” y “Humano”, expresan la dualidad que somos. El “Ser” se refiere al espíritu, al alma, a la parte intangible, a lo que no se ve; y el “Humano” se refiere al cuerpo, a esa cosa tan visible y tan pesada con lo que nos identificamos. Por lo tanto el ser humano está compuesto de un alma y un cuerpo. Esto es algo que repetimos con frecuencia, parece de sobra conocido, pero si escarbamos dentro de nosotros, es posible que surjan dudas con respecto a la existencia del alma, y todo porque vivimos en una sociedad tan tecnificada que todo debe de ser visto, debe de ser probado y comprobado, y el alma, cada vez que se ha diseccionado un cuerpo, no se ha encontrado en ninguna parte.
            El cuerpo ya sabemos cómo se fabrica, en una noche de amor, o desamor, nunca se sabe, un espermatozoide más vivo que los demás tiene su fiesta particular con un ovulo en su etapa fecunda, y esa fiesta da como resultado la masa de carne y huesos que somos nosotros. Primero bebés encantadores, después adolescentes rebeldes, un poco más tarde adultos más o menos responsables, más adelante ancianos más o menos cascarrabias, para terminar nuevamente en nada, en polvo esparcido por el viento.
            El tiempo de duración del cuerpo es muy corto, una vida pasa en un suspiro, sin embargo, son muchas las cosas que podríamos hacer en la vida si fuéramos conscientes de ella, pero no lo somos. Un tercio de nuestra vida la pasamos durmiendo, es necesario, el cuerpo tiene que dormir, es su momento de recuperación, pero los otros dos tercios de vida, en los que se supone que estamos despiertos, tampoco lo estamos. Estamos con los ojos abiertos y nos movemos, y hablamos, y trabajamos, y comemos, y sufrimos, y sufrimos, y sufrimos, y seguimos sufriendo y nos preocupamos y le damos vueltas a las cosas en nuestra mente una y otra, y otra y un millón de veces. Por eso se repite el sufrimiento, porque sufrimos con el hecho y con los recordatorios añadidos. Y durante esos dos tercios de vida, en los que soñamos que estamos despiertos porque sufrimos y hacemos todas esas cosas, no lo estamos, también permanecemos adormecidos, sin ser conscientes de que estamos despiertos, de que estamos viviendo, así que es como si durmiéramos, casi como si estuviéramos muertos. ¡Que poco se aprovecha de cada vida! 
Ya volveremos sobre la vida, ya que es de lo que tratan todas estas entradas que caminan hacia Dios.
Vayamos al “Ser”, ¿Cómo se fabrica?, ¿Cómo se fabrica el alma?  Antes voy a contar un cuento que me encanta, siempre lo cuento cuando trato de explicar el nacimiento del alma.
 
El cuento, que se titula “Las gotas”, es de la autoría de Edgar Allan García, y pertenece a su libro Torre de Papel.
La ola realizó un extraño balanceo interior, se irguió cuajada de espuma sobre la superficie y con la oportuna ayuda del viento, un puñado de gotas escapo de su cresta y empezó a volar sobre la superficie del océano.
Miles, tal vez millones de pequeñas gotas giraban, flotaban, danzaban en el espacio antes de caer nuevamente sobre el mar. Una de ellas miro a su alrededor y pensó: “Esa gota de allá es bastante flaca, la de más acá es en cambio demasiado gorda, esa parece muy brillante pero pequeña, insignificante, esa otra es un tanto opaca, como si estuviera sucia…” y así siguió y siguió describiendo todo lo que alcanzaba a ver durante ese breve segundo que ella ahora llamaba “toda una vida”.
Más tarde se disgusto con una gota que, según ella, le hacia sombra y se hizo amiga de otra que a su parecer era como ella. Con el “tiempo” empezó a detestar a unas, y a querer a otras, y en igual medida a temer, admirar, despreciar, seducir, compadecer, o apartarse de otras que eran “odiosas”, “amables”, “inteligentes”, “feas”, “agresivas”, “hermosas”, “hipócritas”, “geniales”, “oscuras”, “triunfadoras”, “vacías”, “positivas”. “traicioneras”, “generosas”, “santas” o “destructivas”, según su particular forma de verlas.
En una ocasión chocó suavemente con una de ellas y en ese encuentro algo cambió, se miró en la otra gota y se reconoció a sí misma: “Eres mi gota gemela”, exclamo emocionada, y sucedió que de ese choque brotaron gotas más pequeñas a las que llamo gotas hijas. En verdad pensó, soy capaz de dar vida. Más tarde trazó un círculo y dijo: “Todas las gotas que están dentro del círculo son mi familia y mis amigas, las que están fuera son mis enemigas o gotas poco confiables”. A las primeras las amó y respetó, a las segundas, las rechazó y temió. Con la seguridad de tener bien delimitado su mundo, sonrió satisfecha al tiempo que seguía su caía inevitable.
En los últimos instantes, en una millonésima de segundo antes de tocar la superficie del océano, la gota se dio cuenta de algo, pero no supo expresar lo que sentía. Era un sentimiento inmenso, poderoso; algo que la llenaba por completo, pero que al mismo tiempo la dejaba vacía, una especie de destello que borraba todo lo demás, parecido a lo que por unos instantes había sentido con esa gota con la que una vez había chocado suavemente y en la que se había reconocido, pero ya era demasiado tarde: la gota cayó finalmente al océano.
Tan pronto como tomo contacto con el agua, se dio cuenta de algo maravilloso: en realidad ella no era una gota, no, su nombre era….., su nombre era “Océano”. Más aún, sus límites no eran diminutos, como había creído, sino gigantescos. Una parte de ella, eran olas pequeñas en las que se bañaban los niños y niñas de una playa de África; otra parte llevaba, como si fuera una caja de fósforos, a un barco carguero; otra parte se levantaba poderosa mientras subía y era cabalgada por un huracán en el Caribe; otra tocaba las gélidas costas de la Antártica, otra las costas de Oceanía; otra se agitaba inquieta en el estrecho de Bering,  de pronto descubrió su enormidad y poder sin límites, “Mi nombre es Océano”, dijo emocionada, “¡Océano!”.
No duró mucho su emoción, pues una ola la levantó sobre la superficie del agua y con el soplo de la brisa marina, se convirtió otra vez en una gota que giraba y flotaba. Olvidando todo lo anterior, se volteó y dijo: “El mundo está lleno de gotas, hay flacas como la de allá, gordas como la de acá, brillantes como esa, opaca como aquella que...en esas estaba cuando vio una gota junto a ella; en apariencia era como todas las demás, pero había un algo que le atraía de forma inevitable.
Su mirada era diferente, su forma de estar, de girar y de ondular al compás de la brisa era extraña, única. No podía dejar de mirarla, era como si danzara al mismo tiempo que estaba quieta, era como si hablara a la vez que permanecía en silencio, y cuando giraba una luz dorada la iluminaba y ella, no sabía cómo, empezaba a parpadear de manera hipnótica.
Al fin, rompiendo esa mezcla de temor y reverencia por aquella gota extraña, le dijo: “¿Quién eres?”, la gota la miró con dulzura y contesto: “Soy tú”. Se sorprendió de semejante respuesta. ¿Cómo era posible eso?, ¿Se trataba de una adivinanza tal vez? ¿Era acaso un misterio insondable?, ¿Una broma quizá? Se la quedo mirando sin atreverse a decir nada.
“Mírate”, le dijo entonces la gota, “Mírate hacia dentro y verás que tengo razón”. La gota siguió sin entender. “Cierra los ojos”, insistió, “Escucha tu silencio interior, déjate ir”. “No puedo”, se rebeló la gota, “¿Cómo puedo cerrar los ojos cuando hay tanto que ver?, ¿Cómo puedo sumergirme en el silencio cuando hay tanto que oír? “Tus ojos te engañan. Tus oídos también”, dijo entonces la gota brillante. “No, dijo la gota retrocediendo, aléjate, por un momento creí que eras, no sé, especial, pero ahora veo que estás loca”. “Claro que sí” dijo la gota brillante, “Loca para tu exterior, pero cuerda para tu interior. Una parte de ti sabe que tengo razón, la otra lo niega”.
La gota dio un salto hacia atrás, aprovechando una leve ondulación de la brisa marina. “Aléjate”, gritó, “Aléjate o te denunciare con las otras, les diré que estás loca, que eres una amenaza, que debemos deshacernos de ti”. “Puedes hacerlo si quieres”,-contesto con tranquilidad la gota brillante, “Pero por más que me alejes siempre estaré contigo, porque soy tú, porque soy todas las gotas y mucho más de lo que imaginas. Algún día comprenderás lo que he querido decir”, agrego “Algún día, cuando otra ola te levante sobre el océano y saltes a lo que llamas “vida”, una memoria escondida te asaltará, algo brotará desde adentro como un rayo de luz y recordaras, aunque sea de manera nebulosa, algo de lo que en verdad eres”.
Entonces, dando un giro increíble se alejó. El destello de esa gota la dejó afectada durante un “largo” tiempo. Con frecuencia pensaba o soñaba con ella, y hubo un tiempo en que ya no sabía que sentir, si temor o amor, y sucedió que una fracción de segundo antes de caer otra vez en el océano se dio cuenta, sí, se dio cuenta con claridad de lo que había querido decirle aquella gota extraña, pero ya era tarde.
Cuando tocó nuevamente el agua de mar, se estiró todo lo que pudo, sintió sus olas en todas las costas del mundo y volvió a sentirse océano enorme y poderoso. Rogó para que en la próxima ocasión en que una ola la levantara sobre la superficie del agua y la lanzara al aire de nuevo, no olvidara lo que en verdad era.
Y así fue: dos o tres olas más tarde, pudo verse a sí misma como una gota-océano flotando, girando, danzando entre millones de gotas aparentemente distintas. Sintió una felicidad enorme, ya que al fin se acordaba de que había dejado de estar dividida entre la ignorancia y la sabiduría, entre la pequeñez y la grandeza, entre la apariencia y la esencia.
Una gota que la vio brillando con una luz especial, le pregunto intrigada: “¿Quién eres?”, y ella contesto con tranquilidad: “Yo soy tú, yo soy océano, yo soy infinito”. La gota que escuchaba frunció el ceño.
Hasta aquí el cuento.
El Océano es la Energía Divina, cada ola es un alma.

La vida pasa


Perlas para el alma

 
La vida en la Tierra es solamente temporal, sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices en cada momento de su vida, es posible que lo dejen para más adelante, para cuando consigan la nueva casa, el nuevo trabajo, la nueva pareja, o el nuevo auto. Olvidan que el valor de las cosas no está ni en el precio ni en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que se viven. Por eso existen momentos inolvidables, hechos inexplicables y personas incomparables. ¡Vive cada momento!, ¡Se consciente de los hechos, sin más!, y ¡Disfruta de las personas!, porque sino no tendrás tiempo, el momento pasa, el hecho no se repite y las personas desaparecen.

martes, 5 de mayo de 2015

Próxima parada: Dios (Primera estación)


El mayor problema con el que nos encontramos los seres humanos al llegar a la vida es, sin ninguna duda, la falta de conocimiento: No sabemos de dónde venimos, no sabemos adónde vamos, no sabemos que hemos venido a hacer aquí,  y por no saber, ni tan siquiera sabemos lo que somos.
            Esta falta de conocimiento no sería problema, si aquellos que nos entrenan para nuestra vida de adultos estuvieran en posesión de él y nos lo enseñaran, pero no es tal. Nuestros padres y educadores tampoco saben ni lo que son, ni de dónde vienen, ni adonde van, ni que han venido a hacer aquí y, lógicamente, la enseñanza que imparten para nuestro crecimiento, a pesar de su buena voluntad, es lo poco que ellos saben, es lo que a ellos les han enseñado y eso es pura y llanamente una pequeña porción, menos de lo mínimamente imprescindible, para poder sobrellevar nuestra vida física, con más o menos dignidad.
            La enseñanza que recibimos es para el desarrollo de la vida física y material, pero no recibimos ninguna enseñanza para el desarrollo y control de nuestras emociones, no nos enseñan a amar, no nos enseñan a valorar y a respetar al resto de seres humanos, y ni tan siquiera recibimos las herramientas necesarias para hacer frente a tantos y tantos conflictos emocionales con los que nos vamos a encontrar a lo largo y ancho de nuestra vida.
 
El resultado de nuestra educación y de nuestra enseñanza, está a la vista, es de sobra conocido por todos, es ni más ni menos, que el reflejo de la misma sociedad de la que formamos parte, y nuestra sociedad está enferma, corrompida y carente de valores, es una sociedad materialista cuya bandera es el dinero, una sociedad en la que prima la apariencia: una buena figura, una cara tersa y sin arrugas, una casa rodeada de jardín, el auto último modelo, el celular y la tablet de última generación, los del norte mirando por encima del hombro a los del sur, los blancos creyéndose superiores a los negros, los hombres tratando de dominar a las mujeres, los magnates del mundo capitalista esclavizando y explotando a los integrantes del tercer mundo, intolerantes con el diferente, juzgando los unos a los otros, haciendo del engaño el “modus operandi”, desconociendo que es el respeto, viendo pasar por delante de la puerta el hambre y la miseria sin ningún tipo de compasión, y además engañados, manipulados y distraídos por nuestros dirigentes políticos y religiosos, con la basura de la tele, o con el futbol, o con las procesiones, o despertando en nosotros un ridículo y patético sentido de patriotismo, a través de la bandera, de la comida del país o de la hazaña de algún compatriota, y por si eso fuera poco, también atemorizados por horrendos castigos para aquellos que mueran en pecado.
¡Pobre ser humano!, con este panorama, son auténticos héroes todos los que deciden, o mejor decidimos, nacer a este lado de la vida, sin nadie que nos enseñe, engañados y vilipendiados por los que tendrían que velar por nosotros, hemos de acercarnos solos a ese conocimiento, buscando algo que alivie nuestros dolores, buscando algo que apague la sed de conocimiento, la sed de Amor, la sed de Dios.
Y en el fragor de alguna de las batallas de la vida, en mitad de un duelo, de una enfermedad o de una depresión, encontramos  algo o a alguien que nos insinúa que la vida no es lo que estamos viviendo, que esto que vivimos sólo es una ilusión, que somos mucho más grandes que el cuerpo que nos alberga, y que tenemos una misión, que no pasa, en absoluto, por ganar más dinero, ni por tener más poder, sino que se trata de todo lo contrario, de ayudar, de acompañar, de compartir, de respetar, de amar. Y si teníamos poco, por el momento dolorosa en el estábamos viviendo, se añade la duda, ¿Será verdad?, ¿Cuál será esa misión?, ¿Cómo seré de grande?, ¿Dónde puedo conocer todo esto? Y así se inicia una búsqueda que es posible que dure el resto de la vida, y de próximas vidas, y se comience a transitar por un camino, que en un principio creíamos desconocido, pero que según lo transitamos nos sentimos “como en casa”. Sin saberlo vamos al encuentro de Dios.
Los caminos por los que se inicia la búsqueda son tantos como personas lo inician y tan diferentes como las personas que lo transitan. Pero lo importante no es que o a quien se van a encontrar al final del camino, lo importante es el camino en sí mismo, porque al final del camino está Dios, pero también lo está en cada milímetro del recorrido, y lo está porque Dios es el Camino.

domingo, 3 de mayo de 2015

Homenaje a las madres


Perlas para el alma


Una vez al año, los hijos homenajean a su madre en su día, en el día de la madre.
Cada día del año, la madre homenajea a sus hijos, porque para una madre siempre es el día de los hijos.

miércoles, 29 de abril de 2015

Hay que enseñar a los niños


La letra que los niños aprenden con sangre
se les va a olvidar cuando se cierre la herida.
Aquello que los niños aprenden jugando
permanecerá para siempre
Hari Krishan
           
La ducha de la mañana debe reblandecer todos mis tejidos y facilitar el camino de la energía porque es en ese momento cuando las intuiciones, las ideas y los mandatos del corazón, o lo que sea, llegan con más nitidez a mi cerebro. A veces he pensado en ducharme en seco, como hacen con la ropa en las lavanderías, o hacerlo sentado en postura de meditación y meditar para sentir solo el agua y no tener pensamientos, pero no, no lo he hecho todavía, pero no lo descarto.
            Y es muy pesado, porque soy muy mental para mí mismo, lo de los demás me lo creo todo a pies juntillas, pero para mí soy como Santo Tomás, tengo que ver para creer, y como no hago caso de inmediato me estoy duchando cada día con la misma historia, y la ducha es larga, muy larga, ya que aunque haga Kundalini no sigo las recomendaciones de Yogui Bhajan de ducharme con agua fría, me ducho con agua caliente, ¡Me gusta, que le voy a hacer!, bastantes bofetadas nos va dando la vida, como para encima, no disfrutar de los grandes o pequeños placeres inocuos, y una ducha con agua caliente para mí es un placer increíble. ¿Dónde estaba?, ¡Ah sí!, decía que es muy pesado ducharme cada día con la misma historia, hasta que por fin, un buen día, hago caso a la historia del momento y empiezo a actuar, unas veces con acierto y otras no tanto, debe de ser que a veces el agua no está tan caliente, los tejidos no se ablandan tanto y la información pasa distorsionada.
            Todo esto, es una introducción para haceros participes de la historia del momento, porque necesito ayuda, porque necesitamos ayuda, porque la Tierra necesita ayuda. Desde hace dos meses, me ducho rodeado de niños. Me explico. Todos los días la idea que tortura mi cabeza es: “Tienes que enseñar a los niños”. Supongo que los que sois intuitivos y leéis el blog os habréis dado cuenta de que en las últimas entradas hablo demasiado de los niños. Y si, de momento, a pasar del escaso éxito, ya que sólo tengo una encantadora alumna de cinco años, mantengo dos horarios para niños, dos días a la semana, uno para niños de cuatro a siete años y otro para niños de ocho a doce años, y lo voy a seguir haciendo hasta que reciba, en la ducha claro, ordenes en contra. Pero como no me resigno a seguir solamente con una alumna, iré llenando el facebook con publicidad de la clase de niños, espero vuestra comprensión y podéis compartirlo, sobre todo los que estáis en Lima o tenéis conocidos acá, no seáis tímidos, así ayudareis a la causa, y cambiará la historia de mi ducha.
            La idea es, y ya lo estoy haciendo can Natalia, jugar a hacer yoga y aprender a meditar también jugando, que es lo que también hacen todos los valientes que se atreven a dedicar un espacio en su Centro para los niños.
 
            Digo valientes porque los que hacen yoga para niños lo son y mucho, porque los niños no vienen solos a las clases, les traen los papas, y eso implica que a los papas les guste el yoga, o que al menos crean que a sus hijos les va a ir bien, y eso supone que no va a haber clases superllenas, lo cual tampoco podría ser, ya que los niños necesitan mucha atención. ¡Vamos, que no es un negocio! Es claro que los papas traen a los niños porque son traviesos, porque son muy nerviosos, porque tienen estrés, porque enferman mucho, porque son muy activos, porque no se relacionan con otros niños, o porque son tímidos y apocados. Cada uno tiene su razón, ninguno va a venir declarando: “Quiero que mi hijo aprenda a meditar para que llegue a ser un adulto mentalmente sano”, no, ninguno lo va a hacer, pero nuestro trabajo, es trabajar para eso, trabajar para que ese niño sea feliz desde entonces hasta que ya de abuelito finalice su camino en la Tierra, y por supuesto, el objetivo de los papas también se va a ver cumplido porque ya va implícito en la definición de yoga o de meditación.
            Jugamos a hacer yoga y jugamos a meditar, porque es jugando como los niños aprenden, y lo que así aprenden va a mantenerse en su interior para siempre. La letra que los niños aprenden con sangre se les va a olvidar cuando se cierre la herida.
            Pero tenemos que ser muchos. Hay que llegar a cuantos más niños mejor, porque se gana muchísimo tiempo si los que aprenden a meditar y a ser felices desde su interior son los niños. Estos niños cuando lleguen a adultos no se van a comportar de la misma manera, dañina para ellos y para el resto de la sociedad, que sus progenitores. Van a saber y van a actuar desde el conocimiento de que la única moneda de cambio es el Amor, y no van a tener los traumas que tienen los adultos debido a su debilidad de carácter o su nula voluntad, ya que cuando estos niños lleguen a adultos además de los hábitos materiales, descansar, comer, asearse, etc., tendrán los hábitos espirituales y sabrán cuidar a su alma con el mismo mimo que cuidan su cuerpo. Decía en la entrada “Mejor desde niños” que enseñar a meditar a un niño con cinco, seis o siete años, es garantizar un adulto mentalmente sano, es inculcar un hábito que será tan normal como lavarse, almorzar o ver la tele, es inculcar las creencias de Dios, desde la perspectiva de que Dios es Amor, es enseñarles desde pequeños que todos somos hermanos, es enseñarles a compartir y no a competir, es ayudarles a madurar el carácter, es enseñarles a crecer y no sólo a envejecer, es enseñarles a amar, es enseñarles realmente a vivir.
            Hago desde aquí un llamado a todos los meditadores para que enseñen a meditar a los niños, hago un llamado a los instructores de yoga para que abran sus Centros también a los niños, hago un llamado a los padres para que piensen seriamente que quieren que sean sus hijos de adultos, que sean adultos sanos y felices o sean dependientes de pastillas, de terapias, de libros de autoayuda, de psicólogos o psiquiatras, hago un llamado a la sociedad en general para que vuelquen su amor, (aunque sea con minúscula ya es importante), en los niños, en todos los niños, tanto a los que les falta un plato de comida como a los que les salen las golosinas por las orejas, porque los niños de hoy serán los adultos de mañana, y si queremos un mundo nuevo se ha de comenzar por la base, por los niños, los adultos bastante tenemos con subsistir con lo que nos hemos encontrado, somos pocos los que estamos en esta onda, y ya no tenemos tiempo material para cambiar nada, pero si todos los niños crecen en el Amor, es lo que van a dar en su etapa adulta, con lo cual el mundo será algo más equitativo, sin hambre, sin guerras, sin desigualdad, un mundo tolerante, un mundo libre, en definitiva un mundo mejor, y todo gracias a los niños que estamos educando y enseñando hoy.

martes, 28 de abril de 2015

Recomendado para aquellos que no son felices


            Si a un hambriento le colocas delante un plato de comida, seguro que se come la comida; si a un sediento le pones un vaso con agua, también se la bebe seguro; de la misma manera que si le regalas dinero a alguien con problemas económicos, no va a dudar ni un instante en aceptarlo, como si ofreces un trabajo en el que habría que trabajar muchas horas, pero que sería magníficamente recompensado con un gran sueldo, sería también aceptado con los ojos cerrados. Pero si a alguien con problemas emocionales, que son los problemas que azotan a la inmensa mayoría de la sociedad, le ofreces la posibilidad de liberarse de esos traumas emocionales, con un ejercicio que no cuesta dinero y que le ocuparía no más de quince o veinte minutos diarios, la respuesta será que no tiene tiempo, que no sabe, que no puede, que le faltará continuidad en el tiempo, y mil razones más. Recupero un párrafo de la entrada “Es la hora de los niños”, en la que decía que para enseñar a meditar a un adulto, (Que es el remedio más eficaz para solucionar los problemas emocionales), hay de conseguir derribar las barreras de los hábitos, de las creencias, del estrés, de los rechazos, de los miedos, del que dirán, de su falta de tiempo, de su falta de voluntad, de su poca paciencia, de su falta de madurez, de la debilidad de su carácter y de los millones de excusas que va a plantear su mente que no quiere perder el control.
 
            Ante esto, no queda más remedio que preguntarse ¿Es realmente el ser humano un animal racional?, ¿Cómo es posible que sea capaz de trabajar duro, de sol a sol, a cambio de un sueldo, a veces de miseria, y no sea capaz de dedicarse a si mismo quince minutos de un día de veinticuatro horas para conseguir la estabilidad emocional, cuando además en una actividad completamente gratuita?
El ser humano que es una dualidad compuesta por materia y espíritu, está completamente descompensado: Es, en la mayoría de los casos, 90% materia y 10% espíritu, cuando debería de ser 50% materia y 50% espíritu. Porque nadie nos pide que renunciemos a la vida, a la diversión, a la alegría, sólo habría que entrar en el propio interior quince minutos al día. ¡Es terrorífica nuestra sociedad!, ¡No tiene tiempo!, cuando, a lo peor, se pasan más de quince minutos mirando televisión.
Y el problema añadido es que estas personas están encargadas de la educación de menores, bien porque sean padres, educadores, o simplemente amigos o parientes de esos menores. El mejor aprendizaje de un niño es el ejemplo. ¿Qué ejemplo pueden recibir nuestros niños de una sociedad tan irracional y material?, ¿Qué tipo de educación?, ¿Qué tipo de enseñanza? Ninguna. Están haciendo adultos, mental, física y emocionalmente enfermos, como sus enseñantes.
  Espero que al menos al otro lado de la vida nos exijan algún tipo de responsabilidad por tan gran despropósito.

sábado, 25 de abril de 2015

La vida es como es


Perlas para el alma


¿Qué es lo que hay debajo de nuestra necesidad de juzgar?, sólo miedo, miedo a enfrentarnos con nuestra propia oscuridad, miedo a vivir la propia vida, miedo a que se den cuenta de nuestros defectos, es, ni más ni menos que falta de Amor.
No juzgues nada, las cosas son como son y no hemos de tener ningún interés en como deberían ser, en como tendrían que ser, en como pensamos nosotros que han de ser.