El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 16 de octubre de 2022

El miedo vive en el pensamiento

 


Capítulo XII. Parte 5. Novela "Ocurrió en Lima".

¡Vaya, parece que se ha evaporado todo tu miedo!,- Oh, pensé, parece que no estaba tan solo como me imaginaba.

-    Sí, pero me ha llevado tiempo

-    Y, ahora, visto desde tu nueva perspectiva opina: Te quedas sin trabajo, estás destrozado porque no sabes que va a ser de tu vida. Te ofrecen un empleo que parece magnífico y te asustas. ¡Quién te entienda que te compre Antay!, estás lleno de contradicciones. Otro cualquiera en tu lugar estaría dando saltos de alegría y, por supuesto, haría aceptado la oferta en el primer segundo, sin tener que pensarlo, ¿qué tienes que pensar?

-    Tengo que pensar si estoy preparado para el trabajo que me han ofrecido. ¿Qué pasaría si no doy la talla?, ¿qué pasaría si fracaso?, sí, tengo mucho miedo.

-    El miedo, Antay, solo es por algo relacionado con el pasado o por las proyecciones de fututo. Es como tu miedo a tener una relación por si un día esta fracasa. El miedo solo está en tu mente que no se atreve a salir de sus propios patrones de pensamiento.

>> Te sientes cómodo revolcándote en el fango que es tu zona de confort.

>> Aunque los cambios siempre llevan asociado algo de estrés, en tu caso, el cambio es el estrés total. Pensar en pasar de la certidumbre, aunque sea un desastre, como es tu caso, a la incertidumbre, a ti, te produce terror. Y ese terror solo es el resultado de tus pensamientos. Vives en un permanente “y si…”, y a ese “y si” le añades la peor de las situaciones. Nunca se te ocurre pensar “y si triunfo”, “y si soy feliz”, “y si hago un trabajo extraordinario”. ¿Alguna vez te has planteado pensar lo contrario de lo que piensas habitualmente?

>> Como el miedo solo es el resultado del pensamiento, lo que tienes que hacer es vivir en el presente, con total atención. En el presente no hay miedo, porque no hay fracaso. Donde hay miedo no hay libertad. Vives en una cárcel.

-    Sí, pero aún hay más. Si acepto el trabajo, nunca podré quedar con Indhira. ¿Cómo voy a llamarla?, se pensará que es por interés al ser la hija de mi jefe.

-      Antay. Ese miedo es más de lo mismo. Te dejo en tu encrucijada, para que puedas tomar la decisión que consideres mejor para ti. Busca dentro de ti. Ahí está la respuesta.

-    Pues me tendrás que perdonar, pero por mucho que busco no encuentro nada más que confusión.

-    Eso es que buscas las respuestas en tu cabeza y no es el lugar adecuado –me preguntaba para que me hablaba si no daba respuestas concretas y convincentes.

-    No me quedaba más remedio que insistir- ¿Cuál es el lugar adecuado?

-    En tu corazón están todas las respuestas. Ya te he dicho todo lo que te tenía que decir. Aunque quiero recordarte que, con miedo o sin él, la decisión que tomes siempre será la acertada. Con cualquiera de las opciones que elijas vas a aprender. Pero intenta una vez tomada la decisión, sea la que sea, centrarte en ella, sin preguntar qué hubiera pasado si hubieras elegido lo contrario. Sigue cantando, te hace bien.

Y Dios o ese pensamiento superior se callaron, quedándome solo, de nuevo, con mis tenebrosos pensamientos. ¡No entiendo como todo eso, tan contradictorio, puede morar en mí!

Seguí cantando. Gurú Ram Das estaba siendo un bálsamo para mí y no quería dejar de cantar por si volvía el miedo y no podía controlarlo.

Pero sí, por fin estaba volviendo la serenidad a mi mente. Sin ser consciente había dejado de cantar permaneciendo, ahora, atento a mi respiración.

Después de un día atenazado por el pánico, había llegado la paz. Pensé que era un buen momento para tomar una decisión y, así, como la lava de un volcán sale con fuerza por la abertura del cráter, llegó a mi garganta la respuesta que estaba negando con mi miedo: “Voy a aceptar el trabajo. Si el señor Moretti confía en mí, ¿quién soy yo para no creer en mi valía? Solo tengo que ser yo y poner al servicio de la empresa mi saber, mi voluntad, mi dedicación y mi entrega”.

Ver para creer

  


Viernes 14 de octubre 2022

 Recuerdo que era lunes 22 de marzo del año 2010. Lo recuerdo porque era el primer día de primavera, del año en que España quedó campeona del mundo en futbol, por primera vez en la historia. No es que sea un fanático del futbol, pero es una efeméride que, como el asesinato del presidente Kennedy, la muerte del general Franco o el derribo de las Torres Gemelas, es difícil de olvidar. Eran las 8 de la mañana y estaba meditando.

Mis meditaciones siempre han sido un poco sosas. Las llamo sosas porque nunca me ha pasado lo que cuentan otros meditadores: que ven colores, imágenes, ojos y hasta escenas, que parecen, de otras vidas. Nunca he visto ni oído nada. Bueno, quizás exagero un poco, alguna vez sí que me ha pasado, pero, cuando me ha ocurrido, siempre he tratado de encontrar la razón lógica para que eso sucediera. Y siempre la encuentro. No hay nada que no encuentre la mente si, realmente, quiere encontrarlo. Podrá ser lógico o ilógico, pero a mí, en este caso, siempre me satisface la explicación de la mente.

Sé que cualquier cosa que aparezca en la meditación tendrá el significado que yo quiera darle. Sé que lo que “veo” al meditar solo es el resultado del juego creativo de mi mente utilizando recuerdos que tiene almacenados en los cajones de la memoria o que pudiera estar recibiendo una respuesta a un estímulo recibido. ¡Qué más da! Lo importante es conseguir lo que se busca, serenidad en la mente, cesación del pensamiento.

Creo que bien podría haber sido, en otra vida, el apóstol de Jesús, Santo Tomás, quien tuvo que ver los agujeros que los clavos, que sujetaron a Jesús en la cruz, dejaron en las palmas de sus manos, para creer que era Jesús resucitado: "Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Pues algo parecido me pasa a mí, con las experiencias de la meditación. Tengo que ver para creer. O ¿ya no tanto? Creo que me estoy volviendo más crédulo con la edad, aunque, ¡qué más da lo que pase!, y ¡qué más da lo que crea! La vida no va a cambiar. Mi vida va a seguir por los mismos derroteros, ya vea una luz violeta en la meditación o lo vea todo negro.

La realidad es que todos creemos que hay “algo”, no visible, no tangible, al otro lado de la vida, y nos gusta, de alguna manera, contactar con ese “algo” y, rápidamente, le damos una explicación lógica a cualquier cosa “extraña” que nos ocurra y más, si es meditando.

Yo, también, creo que existe ese “algo”, pero, tengo muy claro que no va a estar cotilleando cada vez que una persona se sienta a meditar.

Como vivir desde el corazón (2 de 3)

 


          Para vivir desde el corazón, sólo hay que vivir en silencio. Y para conseguir el silencio sólo hay que meditar.

Pero ya es bastante difícil la meditación, como para mantenerla horas, todas las horas del día en que nos mantenemos despiertos, y poder así vivir el ahora, y poder gozar de la sabiduría y las sensaciones del corazón. Por lo tanto, tendremos que hacer algo más.

Las herramientas necesarias para vivir desde el corazón son cuatro. La mente, la atención, la voluntad, y la paciencia.

Es una paradoja, pero necesitamos la mente para dominar a la mente. Necesitamos atención para observar a la mente, necesitamos, como para todo en la vida, ya sea física o espiritual, voluntad para volver al trabajo una y otra vez, cada vez que esta se distraiga, y necesitamos paciencia para llegar al final del camino: el corazón.

Sobre todo recuerda que cualquier camino que quieras recorrer comienza con un primer paso, y que con ese primer paso vas a recorrer un tramo pequeñito, en la vida física menos de un metro. No quieras con ese primer paso llegar al final del camino. No, el camino ha de recorrerse con tranquilidad y con perseverancia, teniendo claro que buscas, y volviendo al camino cada vez que los acontecimientos te separen de él.

Con todo esto claro, ya solo queda comenzar a caminar:

Lo primero que has de hacer es meditar. Medita cada día. Comienza por once minutos si no tienes práctica, y vete ampliando el tiempo para llegar, al menos, a los treinta minutos diarios. Si ya meditas, sigue con tu meditación. Si no lo haces búscate alguna con la que te sientas cómodo. Y si no sabes cual, puedes hacer la meditación para una mente neutral que viene a continuación.

Durante todo tu día, lleva la atención a tu respiración, siente el aire entrando por tus fosas nasales, siente como se expande tu abdomen, siente después como sale el aire y como se relaja tu abdomen, e imagina que estás respirando desde el corazón. Si aun no has adquirido una práctica meditativa, a la tercera respiración, tu mente ya se habrá distraído, para esto necesitas, una vez que seas consciente de tu distracción, voluntad para volver tu atención a la respiración. Haz esto durante todo el tiempo que puedas permanecer consciente.

Como mantener una mente meditativa durante todo el día es una tarea harto difícil, mantén también la atención en todos los procesos de tu mente. Observa cómo se comporta tu mente, para dar prioridad a algunas de las energías del corazón: Intuición, desapego, compasión, ecuanimidad, amor. 

sábado, 15 de octubre de 2022

Como vivir desde el corazón (1 de 3)

 


          Nuestra vida diaria está regida por los pensamientos. Nos movemos, actuamos y sentimos en función de lo que va apareciendo en nuestra mente. Nuestra mente no se detiene ni un momento, hasta el extremo de que no nos comportamos como lo que realmente somos, sino que nos comportamos como pensamos que deberíamos ser, en función del entorno en el que nos encontremos. De alguna manera, nos pasamos la vida actuando, somos actores de la vida, no nos manifestamos tal como somos, sino como nos gustaría ser, como les gustaría a nuestros padres que fuéramos, como les gustaría a nuestros educadores, como le gustaría a nuestro jefe, a nuestros amigos o a nuestra pareja.

          En definitiva, son pocos los momentos de nuestra vida en los que nos podemos considerar auténticos. La mente dirige, por completo, nuestra existencia, siempre de manera errática, siempre de manera crítica.

          Nuestros pensamientos están dirigidos y gobernados por el pensamiento social, están regidos por las normas y las creencias que la sociedad impone. Y en la sociedad que nos hemos dado, es muy fácil sentirse solos en nuestra realidad, porque la mente, desde donde vivimos, es la que nos dice que existe separación entre nosotros y todo lo demás, y eso no es más que una ilusión, una fantasía, una mentira, ya que la realidad es que todos y todo somos uno. Ser uno con todo y con todos, quiere decir que yo no soy mejor, pero tampoco soy peor, ni tan siquiera soy igual, sencillamente soy uno, soy lo mismo.

          Los estímulos que nos rodean nos mantienen dentro de nuestra propia mente, nos mantienen a merced de la mente, la cual siempre está juzgando todo lo que estamos percibiendo en nuestro entorno. Esta mente crítica, esta mente que juzga de manera permanente, hace que aparezca en nuestra conciencia sentimientos como la vergüenza, o la soberbia, o la envidia, por citar solo algunos, y si aparecen en nuestra conciencia, es eso exactamente lo que vamos a vivir y va a ser esa la forma de cómo vamos a sentirnos.

          La vida no es eso, hay que acercarse a la vida y a todas las circunstancias que la rodean con calma y con tranquilidad, aceptando la vida tal cual es, aceptándonos nosotros mismos tal como somos, viviendo y siendo conscientes de las experiencias que nos toca vivir en cada instante, sin querer escapar del momento presente ni de los sentimientos que cada experiencia genera. Todo lo que buscamos lo vamos a encontrar en el momento presente, porque es ahí donde reside la verdad de lo que estamos buscando, y ninguna experiencia es ni buena ni mala, solo es.

          Pero, ¿cómo vamos a conseguir eso cuando toda nuestra educación y nuestras creencias nos llevan directamente a la mente? Pues lo vamos a conseguir trasladándonos de vivir desde el espacio de la mente a vivir en el espacio del corazón. Podríamos decir que se trata de vivir una vida más espiritual, no porque tenga que ver con ninguna religión, las religiones son tan culpables de nuestra sinrazón como el resto de la sociedad. Es vivir una vida más espiritual porque se trata de darle más chance al espíritu que a la mente, se trata de vivir desde el corazón que es el abanderado del alma y dejar de lado la mente que es la abanderada del cuerpo.

Esto que predican con tanta insistencia las enseñanzas de los gurús de tantos libros de autoayuda, es más difícil de practicar de lo que parece. Si fuera fácil todos viviríamos desde el corazón y no serían necesarios más libros, más cursos, más conferencias, más nada.

Vivir una vida más espiritual, es decir, vivir desde el corazón, no significa saber más, leer más, tener más conocimiento, retirarse a una cueva o hacer una vida monacal. Sólo se trata de amar más, así de fácil es la teoría, la práctica no lo es tanto.

Vivir desde el corazón es vivir la libertad, es vivir la eternidad, es vivir la alegría, es vivir la felicidad, es vivir el amor, es vivir la divinidad. Vivir desde el corazón es dejar que el corazón hable su propia verdad, es dejar que exprese su propia sabiduría, es dejar que nos ayude a tomar decisiones en nuestra vida diaria, ya que siempre nos va a decir cuál es la respuesta y cual la dirección correcta. Vivir desde el corazón es estar completamente presente, y convertirse en la personificación del amor, de la ecuanimidad, y de la libertad. Vivir desde el corazón es el estado natural y auténtico del alma que ha decidido encarnar, y si no lo vivimos así, es porque hemos sido enseñados y condicionados para vivir lejos del corazón.

Continuará

viernes, 14 de octubre de 2022

C.T.N.E.

  


Jueves 13 de octubre 2022

  Aquí sigo, relatando el porqué de mi venida al Perú. Aunque, si habéis llegado hasta aquí, podeis dejar de leer. Lo digo para que no os aburráis, ya que os vais a encontrar con una enorme tontería.

 Recuerdo que comencé a meditar 10 minutos diarios para tratar de dominar el pensamiento, según decían los especialistas, y liberarme de un estrés que cada día iba en aumento, motivado por un trabajo de lo más demandante, que me mantenía ocupado o pendiente del teléfono las 24 horas del día.

Como los 10 minutos iniciales de meditación parece que surtían en mí algún efecto, serenándome durante un tiempo razonable, decidí ir ampliando ese tiempo, dedicado “a la nada”, porque eso es la meditación para mí, hacer nada, no pensar, solo ser.

Los objetivos que quería conseguir eran, por un lado, mantener la serenidad ante cualquier situación y, por otro, no sentir el miedo o la ansiedad que se apoderaban de mí cada vez que sonaba el teléfono, a altas horas de la madrugada, para informarme de algún problema grave, que era siempre la razón de la comunicación.

Trabajaba en una empresa de telecomunicaciones. En ese entonces, no recuerdo si ya se denominaba, solamente, Telefónica o seguía siendo Compañía Telefónica Nacional de España, y yo era el responsable de la instalación, mantenimiento y funcionamiento de las líneas telefónicas de la mitad de una provincia. Era un trabajo apasionante y muy estresante, que se agravaba los días en que la naturaleza nos regalaba una tormenta con una buena cantidad de rayos. Cada rayo podía llevarse por delante un buen número de líneas telefónicas, por lo que durante todo mi tiempo de trabajo activo no pude disfrutar de la belleza de las tormentas o de un buen chaparrón, ya que, para mí, eran como un castigo enviado por Dios que, además de trastocar mi tiempo, iba a mandar a mi provincia a la cola del ranking nacional en la calidad del servicio.

Pasé de 10 a 20 minutos de meditación y, de una vez al día a dos veces. Y se fue incrementando hasta el día de hoy, 30 años después, que medito entre 3 y 6 horas diarias. Es cierto que mi nueva ocupación lo requiere, ya que me he convertido en sanador espiritual y la sanación se realiza a través de mi meditación. Por eso, no parece que tenga mucho mérito tantas horas de meditación.

Para mí la meditación es tan necesaria como la comida para el hambriento o el agua para el sediento. Es la ventilación que necesita mi mente para agitar y esparcir los pensamientos que se encuentran en una apelotonada espera para bajar a expresarse a mi cerebro y deja mi mente, tan limpia, como queda el ambiente después de una de esas tormentas que antes tanto me mortificaban.

Si, ya sé que me he enrollado. Mañana seguiré.

Antay elimina sus pensamientos de miedo


Capítulo XII. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima"

Era tal el estado de nervios en el que me encontraba que no fui consciente de haber caminado para llegar a casa, pero estaba claro que lo había hecho porque me encontraba sentado en el sofá de casa. Estaba aterrado ante la idea de fracasar. No recuerdo haber tenido tanto miedo en toda mi vida.

Mi pensamiento se había convertido en un ente siniestro que me iba haciendo preguntas, cada una más truculenta que la anterior: ¿Seguro que estás preparado para realizar ese trabajo?, ¿qué pasa si aceptas y fracasas?, vas a perder la tranquilidad con la que vives ahora.

Esto era igual que con las relaciones, que para no sufrir mejor no involucrarme emocionalmente, pues para no fracasar en el trabajo mejor no aceptar la oferta. Si ahora como trabajador independiente podía ganarme la vida, ¿para qué quería más?

Llevaba horas tirado en el sofá de casa inmerso en una batalla incruenta con mi pensamiento. Estaba emocional y mentalmente agotado. Era consciente de la fuerza que el pensamiento estaba ejerciendo sobre mí, presentando todo tipo de escenas dramáticas, cada una más truculenta que la anterior y, lo más triste, no es que me dejara llevar por ellas, sino que me daba perfecta cuenta del infierno mental y del estado tan lamentable en el que me encontraba.

“¡Basta!, ¡no puedo seguir así!, ¡tengo que hacer algo!”, me grité a mí mismo.

Acostado, como estaba en el sofá, comencé a cantar el himno a Gurú Ram Das, que era un mantra que había aprendido en mis escasas incursiones en páginas de espiritualidad.

Cantaba rápido y con rabia para evitar que la mente tuviera un solo resquicio por el que deslizar, de manera sibilina, ningún pensamiento.

No habrían pasado ni diez minutos cuando sonó el timbre de la entrada. Supuse que debía de ser Diana, pero no me apetecía abrir y comenzar a explicar el absurdo miedo que me envolvía de la cabeza a los pies, por algo que ella, como todos los mortales, menos yo, calificaría como positivo, muy positivo. No siempre le ofrecen a alguien que, además, está sin trabajo, dirigir un departamento en una empresa solvente.

No me moví del sofá y seguí recitando el mantra una y otra vez.

La velocidad con la que recitaba el mantra se iba reduciendo de manera paulatina. La rabia con la que cantaba llegó a desaparecer y, parece que, se llevó con ella el miedo que, desde hacía horas, era el rey de mi pensamiento y de mis emociones.

Seguía cantando con un ritmo lento y una entonación suave.

El espacio que el miedo había ido desocupando se fue rellenando de una energía que, a veces, sentía como un escalofrío recorriendo mi columna y que se ramificaba por brazos y piernas. Sentía esa misma energía vibrando en mi cabeza.

Y con un poco de miedo, (hay que reconocer que soy un miedica), me atreví a preguntar:

-    ¿Estás ahí?, -esperaba encontrar a ese pensamiento mío que se hace pasar por Dios o a Dios haciéndose pasar por mi propio pensamiento.

Pero no. Parece que esta vez no estaba. Si era Dios debía de estar disfrutando del mantra, tanto como yo, y si era el pensamiento debía de haberse adormecido con el canto, por lo que seguí cantando.

Media hora más de canto fue suficiente para sentirme otra vez en mi centro, cuando sentí dentro de mí:

-    ¡Vaya, parece que se ha evaporado todo tu miedo!,- Oh, pensé, parece que no estaba tan solo como me imaginaba.

jueves, 13 de octubre de 2022

MAHA-SACRAL-MUDRA – Mudra de la pelvis mayor

 MAHA-SACRAL-MUDRA – Mudra de la pelvis mayor



Cómo se hace:

Posición 1: Durante 10 respiraciones.

Unir las yemas de los dedos anular de una mano con la otra, y las de los meñiques con las de los pulgares en cada mano.

Posición 2: Otras 10 respiraciones.

Unir las yemas de los meñiques de una mano con la otra y las de los anulares con la de los pulgares en cada mano.

Sirve para:

En caso de molestias abdominales.

Para los dolores de la menstruación.

Para una actividad intestinal débil.

Para trastornos de vejiga o próstata.

Problemas de hemorroides.

Duración:

Según se necesite o 3 veces al día durante 7 minutos.

Meditación para la armonía y la felicidad

 


La inteligencia al servicio del amor

 


Tenemos múltiples semejanzas con los animales irracionales, pero también tenemos algunas diferencias. La más importante de las diferencias es la inteligencia, inteligencia que es bandera de nuestra racionalidad, inteligencia que le permite al ser humano preguntarse sobre su existencia, o sobre su futuro, inteligencia que le permite reflexionar sobre la causa del sufrimiento, o en cómo aplicar el aprendizaje recopilado por sus enseñanzas a lo largo de su vida para solucionar problemas nuevos, inteligencia que le permite expresarse y comunicarse, etc., etc.

              La inteligencia, por si sola, no es significativa de nada, ni en la vida física, ni en la vida emocional, ni en la vida espiritual. Porque la inteligencia, en sí misma, no lleva aparejada ni la felicidad, ni la alegría, ni la riqueza material, ni la paz interior. Es al servicio de quien está la inteligencia, lo que determina como es la vida, y la muerte de la persona.

              La inteligencia al servicio del miedo nos llevará a un mundo de dolor, a un mundo de sufrimiento, a un mundo de ansiedad, a un mundo de amargura. La inteligencia al servicio de los instintos nos llevará a un mundo de hábitos desbocados, a un mundo de lujuria, a un mundo de avaricia, a un mundo de miseria, a un mundo de desigualdades. La inteligencia, sin embargo, al servicio del amor nos llevará a un mundo de paz, a un mundo de alegría, a un mundo de servicio, a un mundo de justicia social.

              Dejar la inteligencia al servicio del miedo o de los instintos, es como dejar de usar la inteligencia, y ¿qué pasa si un ser humano, es decir, un animal racional, deja de usar su inteligencia?, ¿cuál es entonces su diferencia con los animales irracionales? Ninguna, ya que un ser humano que no utiliza su inteligencia, difícilmente puede utilizar su voluntad, con lo que todas sus acciones estarán dirigidas por sus instintos, igual que los animales irracionales.

              Una parte muy importante de nuestra sociedad ha dejado su inteligencia al servicio del miedo y de los instintos, sin ejercer ningún tipo de control sobre su inteligencia, lo cual es aprovechado por otra parte, muy pequeña de la sociedad, (políticos, religiosos, personas influyentes), con la inteligencia al servicio de sus propias mentes o al servicio de la materia, para controlar a los primeros. Todos, los unos y los otros, han conseguido una sociedad con el resultado de todos conocidos: Guerras, dolor, muertes, sufrimiento, enfermedad, tristeza, corrupción, abusos, hambre, miseria.

              Es el uso razonable de la inteligencia, la inteligencia al servicio del amor, lo que permite al ser humano hacerse consciente de su origen, de su vida y de su destino, es lo que permite al ser humano vivir conscientemente en el amor, es lo que permite al ser humano gozar de una vida plena, sin dolor, sin sufrimiento, sin amargura, es lo que permite al ser humano vivir en sintonía con su propia divinidad. 

miércoles, 12 de octubre de 2022

Te amo Perú

  


Miércoles 12 de octubre 2022

 

Todavía, después de casi 12 años en Perú, me sorprendo cuando alguien me pregunta: ¿Qué haces en Perú?

Hoy me ha pasado, ha sido un taxista, que nada más subir al coche me ha hecho la pregunta.

La respuesta que he dado ha sido la respuesta estándar, “pues nada, vivir. Todos los sitios son buenos para vivir, y acá se está bien”.

Pero esa respuesta no es la auténtica. Son pocas las personas que saben la verdadera razón de mi viaje al Perú. Tengo que reconocer que es la historia de un verdadero babau y como en este diario voy dando fe de mis actos de babau, pensé que estaría bien que estuviera aquí recogido, para que no se pierda una tontería tan grande, por si algún día pierdo la memoria.

 Eran las 10 de la mañana del viernes 21 de enero del año 2011. Estaba cansado. Entre viajes y esperas, llevaba 22 horas pegado a mis maletas, desde que llegué al aeropuerto de Barcelona, para iniciar un viaje hacia lo desconocido, hasta este momento, sentado en la sala de espera de salida de los vuelos nacionales del aeropuerto Jorge Chávez de Lima, cuando pude escuchar, con alivio, el anuncio de la salida de mi vuelo: “Su atención, por favor. En unos minutos estaremos listos para iniciar el embarque del vuelo de Latam 2010 con destino a Cusco. Recordamos que en primer término embarcaremos los pasajeros del Club Economy, aquellos que necesiten asistencia especial, y pasajeros que viajen con niños menores de 3 años. Muchas gracias”.

Todos los pasos que había ido dando en mi vida son los que me habían llevado, sin tener yo ni la más remota idea, hasta donde me encontraba ahora. Listo para embarcar con destino a Cusco, una ciudad desconocida para mí, aunque muy conocida, para las guías turísticas. Cusco, la capital de los incas, es conocido como el ombligo del mundo, en referencia al Universo, porque, según la mitología inca, en ella confluían el mundo inferior, el mundo visible y el mundo superior.

En las 3 horas que llevaba en Lima me había dado tiempo a desayunar, aunque para mi cuerpo solo era otra comida, una más, en una maratón de horas despierto, dando cabezadas y comiendo. Había paseado por los exteriores del aeropuerto para que circulara la sangre por mi cuerpo después de tantas horas sentado en los aviones, primero de Barcelona a Madrid y, después, de Madrid a Lima.

Aun no eran las 8 de la mañana y hacía un calor insoportable y pegajoso, debido a un sol que lucía con todo su esplendor en un cielo por completo despejado. El verano en Lima, parece ser que, este año, estaba siendo intenso según comentaban los autóctonos del lugar. Chocante para mí que venía de un invierno frío en España, vestido, además, con camisa de manga larga, jersey y anorak, que tuve que sacarme si no quería morir de asfixia.

Y, sobre todo, me había dado tiempo a pensar. ¿Qué estaba haciendo aquí?, con 60 años, como si fuera un jovenzuelo en busca de aventuras.

Yo no buscaba aventuras, aunque tampoco sabía que estaba buscando. En realidad, no tenía conciencia de que estuviera buscando cosa alguna. Creo que estoy un poco loco, aunque me consuela pensar que debo de estar siguiendo los designios del alma. ¡Está claro que el que no se consuela es porque no quiere!

Todo comenzó hace nueve meses. Fue como un parto indoloro. Estaba meditando, como hacía cada día desde hace muchos años.

Antay encontró trabajo

 


Capítulo XII. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"

-    Entiendo. La nueva idea es la siguiente: Voy a poner en marcha algo que me ronda por la cabeza hace un par de años, ampliar el negocio. Quiero implementar un departamento de informática que se encargue, no solo, del mantenimiento de todos los terminales y de las aplicaciones, de todas las oficinas, sino, también, que se encarguen de introducir y dar de baja del sistema todas las propiedades. La idea es que los comerciales se encarguen más del trabajo de campo y de atención de clientes, liberándoles, en lo posible, de tareas administrativas. Este nuevo departamento tendría, además, a su cargo la instalación de nuevas aplicaciones en las oficinas de Colombia, que en la actualidad son ocho en Bogotá, pero tengo previsto ampliar a otras capitales como Barranquilla, Medellín y Bucaramanga.

>> ¿Qué le parece la idea? –concluyó el señor Moretti.

-    No le puedo decir señor. No conozco el rubro de la inmobiliaria. Conozco la informática y sé que puedo hacer cualquier cosa. Pero me parece que una sola persona para todo eso es totalmente insuficiente.

-    Por supuesto que es insuficiente. He pensado que el departamento podía iniciar su andadura con seis personas, dos técnicos de primer nivel y cuatro administrativos, más el director – el señor Moretti hizo un silencio, supongo que esperando mi opinión.

-    ¿A cuántos comerciales tienen que apoyar los administrativos informáticos?, y ¿cuántas fallas presentan los equipos? –era imprescindible tener, al menos, esa información para estimar las personas necesarias.

-      Comerciales son algo más de mil. Las altas para introducir en el sistema podrían ser, como máximo, unas cien diarias. El tiempo para introducir cada alta puede variar entre quince minutos y cuarenta y cinco minutos. Las bajas se dan en un minuto cada una. Y las averías o problemas de equipos, calcule uno a la quincena, aunque espero que se reduzcan, ya que al centralizar el trabajo en los administrativos informáticos se reduciría el parque de terminales, como mínimo, en un cincuenta por ciento.

>> Mi cálculo ha sido, que para introducir en el sistema cien altas a media hora, por término medio, son un total de cincuentas horas al día. Si cada administrativo trabaja ocho horas, diarias, serían necesarias seis personas. Por supuesto, los técnicos mientras no tengan que realizar reparaciones apoyarían, durante toda la jornada, al personal administrativo. Esa sería una condición que aparecería en el contrato.

>> ¿Qué le parece? –y el señor Moretti se quedó esperando mi parecer.

-    Aunque no sabía muy bien donde quedaba yo en todo el montaje, le di mi opinión- Me parece correcto. Supongo que si esas personas no fueran suficientes se plantearía su incremento, al menos, en un administrativo, -y continué- ¿Me cuenta todo esto porque piensa en mí como uno de los técnicos?

-      No exactamente –y un nuevo silencio del señor Moretti, mientras me miraba fijamente a los ojos. Es como si fuera analizando a su interlocutor, (yo en este caso), en los silencios que iba dejando después de sus preguntas y, sobre todo, de sus respuestas.

-    Alguien tenía que romper el silencio- Entonces, ¿cómo un administrativo?

-    No. Quiero que sea el director del departamento. Que lo organice, que busque al personal, que visite todas las oficinas en Perú, tenga en cuenta que tenemos 60 oficinas, repartidas 30 en Lima y otras 30 en provincias, que retire los terminales que considere oportuno y que prepare la operativa con la que vamos a funcionar. Y para todo esto tiene sesenta días.

>> ¿Está de acuerdo?

-    ¿Me permite que me tome un par de días para pensarlo? –la verdad es que estaba un poco asustado.

-      Sí, me parece correcto. Su despacho y las oficinas, del que sería su departamento, estarán en la planta de arriba de este mismo edificio. Todos los viajes son a cargo de la empresa más una cantidad fija para gastos personales cada vez que viaje. Para los desplazamientos por carretera, y los desplazamientos en Lima y el Callao, tendrá vehículo de la empresa. Y contará con un asistente, que también tendrá que buscar usted mismo, aparte de las otras seis personas. Por supuesto, a todas las personas, que usted elija, las entrevistará el señor Ramírez, director de recursos humanos, que tendrá la última palabra en la contratación.

>> Del sueldo no se preocupe, será generoso y, contará, además, con un incentivo anual si se cumplen objetivos.

>> ¿Qué le parece si nos encontramos el jueves a esta misma hora? Si su respuesta es positiva, entre el jueves y viernes preparamos su contrato y el lunes comenzaría a trabajar.

-    Gracias. Nos encontramos el jueves, -casi no me salían las palabras.

-    Pues nos vemos el jueves –dijo el señor Moretti levantándose y extendiendo la mano, dando por concluida la entrevista.

Meditación para la pareja


 

martes, 11 de octubre de 2022

Agradecer

 


Capítulo XII. Parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"

        La señora Claudia cerró la puerta y me encontré de nuevo en el despacho en el que había estado trabajando la semana anterior. El señor Moretti se veía como un hombre agradable y bonachón. Cabello entrecano, barba blanca arreglada, ojos idénticos a los de su hija, una sonrisa, que daba la impresión de ser permanente, iluminando su cara, y una prominente barriga.

-    Antay, es un placer saludarle –dijo adelantándose hacia mí, extendiendo la mano para estrechar la mía- y quiero darle las gracias por su magnífico trabajo.

-    El placer es mío señor Moretti –respondí mientras nos estrechábamos las manos- No tiene que darme las gracias, solo hice mi trabajo.

El mundo pareció detenerse en ese mismo instante y volví a escuchar la voz de Ángel:

-    Antay, cuando alguna persona te dé las gracias por alguna razón, como ahora, no debes contestar “de nada” porque cierras la puerta a la energía de la gratitud, que es una energía tan poderosa como la energía del perdón, de la bendición y del amor.

>> Al agradecer atraes más de lo mismo por lo que estás agradeciendo. Y, además, estás generando una energía que te ayuda a disfrutar de los placeres que rodean tu vida, ya sean grandes o pequeños.

>> Por lo tanto, agradece por todo. La casa donde vives, la cama donde duermes, la comida, el agua de la ducha, agradece hasta por el reloj que te despierta cada mañana. Y cuando digo todo, es todo, hasta lo más nimio.

>> Ser agradecidos tiene el poder de cambiar el estado de ánimo y hace que las personas se sientan especiales.

>> Una buena contestación sería, “ha sido un placer”, “gracias a ti”, “disfruté con el trabajo”, “encantado”, “cuando quieras”, “con mucho gusto”. Tenlo siempre presente, porque respondiendo así se produce un efecto multiplicador. Es como si se pusiera un espejo frente a ti y la imagen se hiciera infinita.

-      El señor Moretti seguía hablando- Siéntese, por favor, -y continuó- la primera intención, cuando hablé con usted, era para concretar como lo podíamos hacer, para contar siempre con sus servicios, ahora que Ramón, el informático que se encargaba de solucionar los problemas, se jubila. Pero cuando llegué de Bogotá hablé con Ramón, para interesarme por su salud y de sus intenciones, y cuando le comenté el problema, con el que usted tuvo que enfrentarse, me dijo que usted debía de ser muy bueno en su trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que no sabía nada de nuestra aplicación y por el poco tiempo en que solucionó el problema. Me confesó que a él le hubiera costado toda la mañana encontrar la falla y, es posible, que hubiera tenido que pedir ayuda.

>> Eso me llevó a replantearme mi primera idea que no era otra que ofrecerle ser el informático principal de la empresa, desde el exterior, es decir, trabajar como lo hacía Ramón. Llamarle cuando teníamos algún problema.

>> Pero, permítame, antes, una pregunta: ¿A qué se dedicaba la empresa en la que trabajaba y cuál era su trabajo?

-    Era una empresa de venta, instalación y reparación de equipos y aplicaciones informáticas y, también confeccionábamos páginas web. Y yo era el encargado. El dueño no aparecía nunca.

-    ¿Por qué cerró? –seguía preguntando el señor Moretti.

-    El dueño llevaba una vida muy por encima de sus posibilidades y todo el dinero que entraba era para costear esa vida, hasta que reventó la empresa.

-    ¿Cuánto tiempo llevaba usted en la empresa?

-    Diez años.