El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 14 de febrero de 2025

Otra forma de espiritualidad

 


En busca de "algo" que no sabía definir, me encontré inesperadamente con el yoga y la meditación. A partir de ese momento, y gracias a la información proporcionada por diversos instructores de yoga y guías de meditación, comencé a investigar y leer sobre espiritualidad, reencarnación, iluminación y otros temas relacionados.

Mi sistema de creencias empezó a transformarse, experimentando una sensación de alivio al descubrir un camino que me acercaba a Dios sin depender de las religiones tradicionales. Esta búsqueda de cercanía con lo divino había sido una constante desde mi adolescencia. Aunque no me consideraba religioso ni seguía estrictamente los preceptos de la Iglesia Católica, a la que pertenecía por nacimiento, solía visitar una basílica cercana a mi colegio una o dos veces por semana. Allí, me sentaba en un banco para mantener mis soliloquios con Dios.

Mi tema predilecto en estas conversaciones internas era cuestionar la aparente monotonía e injusticia de la vida. En aquella época, aceptaba sin cuestionamientos lo que mis mayores me habían enseñado. Sin embargo, ninguno de ellos pudo explicarme satisfactoriamente el propósito de la existencia. Todos coincidían en la importancia de ser bueno, pero mis experiencias vitales parecían contradecir esta enseñanza.

A medida que crecía y observaba el mundo a mi alrededor, notaba una discrepancia cada vez mayor entre la bondad que me inculcaban y la realidad que percibía. Esta contradicción me llevó a cuestionar no solo las enseñanzas recibidas, sino también el sentido mismo de la existencia.

El descubrimiento del yoga y la meditación marcó un punto de inflexión en mi búsqueda espiritual. Estas prácticas me ofrecieron una nueva perspectiva, permitiéndome explorar la espiritualidad desde un ángulo diferente al de las religiones tradicionales. A través de ellas, encontré herramientas para conectar con lo divino de una manera más personal y directa.

La exploración de temas como la reencarnación y la iluminación expandió significativamente mi comprensión de la espiritualidad. Estos conceptos me proporcionaron un marco más amplio para entender la existencia, más allá de las limitaciones de una sola vida y una única perspectiva religiosa.

En resumen, mi viaje espiritual evolucionó desde los cuestionamientos adolescentes en una basílica hasta el descubrimiento de prácticas y filosofías orientales. Este camino me ha permitido desarrollar una relación más personal y significativa con lo divino, al tiempo que ha ampliado mi comprensión de la vida y su propósito.

A medida que avanzaba en mi evolución espiritual, nuevas preguntas comenzaron a surgir en mi mente. Una de las más inquietantes fue: Si solo una pequeña fracción de la población practica yoga y meditación, ¿significa esto que el resto de los seres humanos están condenados a no crecer espiritualmente?

Esta duda me llevó a una profunda reflexión, y durante una de mis sesiones de meditación, gradualmente, una especie de discurso interno fue tomando forma en mi conciencia:

Llegué a la conclusión de que cualquier ser humano puede alcanzar un crecimiento espiritual completo, independientemente de sus prácticas o estilo de vida. Este crecimiento no está limitado a quienes meditan o practican asanas de yoga. Puede manifestarse en personas que: No siguen una dieta vegetariana por preferencia personal, que fuman o tienen otros hábitos considerados poco saludables o que no frecuentan lugares de culto debido a su escepticismo hacia las religiones organizadas

La verdadera espiritualidad, comprendí, se revela en las acciones y actitudes de una persona hacia los demás. Se manifiesta en aquel que: Está siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesite, ya sea económicamente o dedicando su tiempo, en el que ofrece compañía, escucha activa y comprensión a los demás, aquel que respeta a todos por igual, sin importar sus diferencias y que nunca se queja, ni critica a otros, ni se deja afectar por las opiniones ajenas sobre su persona

Este entendimiento me llevó a ampliar mi perspectiva sobre la espiritualidad. Comprendí que las prácticas formales como el yoga y la meditación son herramientas valiosas, pero no son el único camino hacia el crecimiento espiritual. La verdadera esencia de la espiritualidad reside en cómo uno se relaciona con el mundo y con los demás.

La compasión y el servicio desinteresado emergieron como pilares fundamentales de este entendimiento. Reconocí que aquellos que viven con un corazón abierto, dispuestos a tender una mano a quien lo necesite, están cultivando una profunda espiritualidad, aunque no la etiqueten como tal.

Otro aspecto crucial que identifiqué fue la ausencia de ego. Aquellas personas que no se dejan llevar por la necesidad de quejarse, criticar o enfadarse, y que no se preocupan por lo que otros piensen de ellas, demuestran un nivel de desapego y sabiduría que es profundamente espiritual.

Esta revelación me llevó a redefinir mi concepto de espiritualidad. Ya no la veía como un conjunto de prácticas específicas, sino como una forma de ser y estar en el mundo. Una espiritualidad que se manifiesta en la bondad, la compasión y la autenticidad de nuestras acciones cotidianas.

En conclusión, este nuevo entendimiento expandió mi visión del crecimiento espiritual, haciéndome apreciar la diversidad de caminos que pueden conducir a una vida plena y significativa. Reconocí que la verdadera espiritualidad trasciende las formas y se revela en la esencia de nuestro ser y en cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea.


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