El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 6 de mayo de 2013

Sociedad de robots


            La sociedad nos iguala, aunque para desgracia nuestra, nos iguala en el sufrimiento, nos iguala en la carencia, nos iguala en los deseos. La sociedad nos genera la necesidad: una casa mejor, una segunda residencia, un carro más potente, etc., etc. Para cubrir esa necesidad la banca nos presta el dinero necesario, dinero que nos ata a los bancos de por vida, obligándonos a aceptar cualquier condición de trabajo, si tenemos la suerte de mantenerlo, por muy leonina que sea, para poder hacer frente a nuestros créditos e hipotecas.
            La misma sociedad nos engaña, nos dice que somos libres, pero alguien se ha detenido a pensar un momento en la esencia de esa libertad. Somos libres, ¿Para qué?, ¿Para votar cada cierto tiempo?, ¿A quién?,  siempre a los mismos, aunque a veces tengan diferentes nombres, diferentes collares. Votamos siempre a los mismos que se están lucrando con nuestro trabajo, y los que tienen diferente collar, pero que en ese momento no ejercen el poder, nos azuzan para que salgamos a la calle a protestar en manifestación, lo cual parece una pérdida de tiempo, sobre todo si nos atenemos a los resultados.
            La sociedad, y sobre todo sus dirigentes, que deberían de velar por el bienestar y la satisfacción del ciudadano, subyugan a este hasta la extenuación, y en coyunturas como la actual, sobre todo en los países desarrollados, hasta el suicidio.
            ¿Qué pasaría si en vez de robotizarnos y programarnos para el sufrimiento nos robotizáramos y programáramos para la felicidad?, porque en realidad sí que somos iguales, pero nuestra igualdad radica en nuestra esencia. Todos somos una energía desgajada de la misma Energía Divina, todos somos hermanos, todos somos un alma. ¿Por qué nadie nos enseña esto?, ¿Por qué nadie nos enseña que la felicidad no radica en conseguir bienes materiales?, ¿Por qué nadie nos explica que la felicidad es un estado interior, y en cómo llegar a él?
            Es posible que nadie nos lo enseñe porque los que detentan el poder no sólo son listos para manipularnos y subyugarnos, también lo son para saber que en ese estado los seres humanos, que somos sus esclavos, dejaríamos de lado las necesidades creadas por ellos con lo que se acabaría el dominio que ejercen sobre las personas. Lo triste es que los políticos también son nuestros hermanos.
            Tenemos que despertar para conseguir que cese la manipulación, pero no de la forma en que unos pocos lo están intentando, porque no lo consiguen. Hemos de probar otros caminos. Podemos intentar el camino interior, ese en el que es imposible generarnos necesidades, porque todas están cubiertas. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Intercambio de energía.


            Hace días asistí a un taller, en el que el precio ya estaba estipulado, sin embargo, justo después de la presentación, la persona que impartía el taller dijo que esperaba de nosotros que fuéramos generosos, y que aunque el precio ya estaba pactado, el valor del taller era muy superior, por lo que esperaba nuestra generosidad. Además habíamos de tener en cuenta que era imprescindible un intercambio de energía, ya que sin ese intercambio, la energía no funcionaba. Él impartía el taller y nosotros para poder aprovechar la enseñanza, correspondíamos generosamente.
Son muchas, las personas que creen que es necesario un intercambio de energía en cualquier situación de la vida. El pensamiento es: ¡Yo te doy, tú me das!, y muchos opinan, supongo que sinceramente, que si no existe ese intercambio de vuelta, la energía que se entrega en origen, no funciona, es como si ella misma se anulara. Y curiosamente, “casi” todo el mundo interpreta que ese intercambio ha de ser dinerario.
            La Ley Divina dice: “Es dando que se recibe” o “Para recibir hay que dar”. Creo que es conveniente meditar en la frase. “Para recibir hay que dar”,…….. pero no dice, que “si das, tienes que recibir”. Si fuera así, ¿Dónde quedaría el servicio?, ¿Dónde quedaría la ayuda?, ¿Dónde la misericordia?, ¿Dónde la compasión?
            Es justo que se pague por un trabajo o por una enseñanza, porque se dedica tiempo, porque se entrega conocimiento, porque, incluso al que enseña o trabaja le ha costado su esfuerzo y su dinero su propia formación. Pero insinuar abierta o veladamente, que si no se paga no funciona, porque no hay intercambio de energía es, perdón por la expresión, una falacia.
            Hay muchas personas, que dedican su tiempo, su conocimiento o su dinero para ayudar a los demás, y funciona. Existen clínicas gratuitas, en la que los pacientes se curan; existen centros de acogida gratuitos, donde las personas recogidas duermen, comen y se asean sin problemas; se realizan infinidad de cursos de forma gratuita, y el saber llega a los alumnos, y lo aprovechan; hay cientos de voluntarios ayudando por el mundo gastando su propio dinero, y su labor es increíble y agradecida por todos; ahora, próxima la Navidad, se realizan campañas de recogida de alimentos y juguetes, y los que reciben los alimentos sacian su hambre, y los niños que reciben los juguetes, juegan. Es decir, la energía funciona sin que se de nada a cambio.
            Jesús enseñaba y sanaba gratis, y ya conocemos sus resultados.   

lunes, 4 de junio de 2012

Acercarse a Dios


            En la Tierra se dan las condiciones necesarias para que todos sus habitantes sean felices y vivan en la abundancia. Y, entonces, ¿Por qué los seres humanos no son felices?, ¿Por qué existe la miseria?
El que los seres humanos no sean felices, sólo es causa de su ignorancia, ignorancia que es como un velo que le impide conocer su verdadera identidad, su auténtica naturaleza y sus propias capacidades. La ignorancia limita al ser humano a lo finito, a la materia, a su cuerpo, y todo lo que desea: el amor, la salud, la riqueza, etc., lo hace a través de lo que conoce, su finitud.
La razón de la miseria, no es más que el egoísmo humano, que también es fruto de la misma ignorancia. La Tierra proporciona los suficientes productos para el sustento de todos los que la habitan, e incluso con el montaje social, en el que para todo es necesario el dinero, también se dispone del necesario para proporcionar vivienda, vestido, salud, enseñanza y alimento a toda la población humana; pero esos recursos monetarios en vez de ser utilizados para la preservación de una vida digna, se utilizan para la destrucción de la misma vida.
¿Cuál sería la solución? Es fácil, el abandono de la ignorancia y la recuperación del conocimiento de lo que el ser humano es, la recuperación de la divinidad, la recuperación de la comunión con Dios. Quien se acerca a Dios, ya no siente que los que le rodean sean diferentes a él.
El ser humano común es como una marioneta, movido por los hilos de sus deseos, de sus creencias, de sus hábitos, de sus emociones, de sus pasiones; y todos esos hilos le hacen moverse al capricho de esas tendencias. ¡Pobre ser humano! que vive en la ignorancia, manteniendo prisionera a su alma, inmóvil por tantas ataduras, amordazada por la coraza de la que se ha provisto el corazón para no ver el sufrimiento ajeno. Este hombre común limita sus intereses a sí mismo y a las cosas materiales que le rodean.
Se han de romper las ataduras para acercarse y encontrar a Dios, ya que el ser humano que encuentra a Dios se identifica con el mundo entero. Dios ha conferido a todos los seres el poder para romper esas ataduras. Pero para usar ese poder se ha de utilizar la voluntad, (otro bien escaso en la generalidad humana), para trabajar en la expansión de la conciencia, y pasar así de la finitud de la materia a la infinidad del Universo, a la infinidad de Dios.
Meditación, oración y/o silencio, son las herramientas que permiten al ser humano la expansión de su conciencia y acceder a la llave que abra la coraza de su corazón, para penetrar en él y en el de todas las criaturas.
El ser humano es infinito, no tiene limitaciones. Las limitaciones que cree tener sólo son ilusiones, como su misma vida, un sueño. Sólo ha de despertar y a partir de ahí, el ser humano se torna libre, es ser humano es feliz.   

domingo, 13 de mayo de 2012

De terapeutas, sanadores, maestros y gurús (1)


            Esta entrada es una especie de actualización pública de mis creencias. Aunque queda mejor decir, de parte de mis creencias espirituales, y sobre todo las relacionadas con la sanación.
            Recuerdo cuando realicé el curso de terapeuta y maestro Reiki, que aprendí que las dos reglas principales del Reiki son:
-          La terapia deber ser solicitada por el paciente.
-          Siempre debe existir una contraprestación.
Y así lo enseñé yo a lo largo de los años, ya que la razón de esas dos reglas, me parecían, en cierta manera, lógicas.
La primera basaba su razón en que si el paciente no solicitaba la terapia, es que, posiblemente no la necesitara, y debía seguir con la enfermedad por alguna razón, que ni él, conscientemente, conocía.
La razón de la segunda, es que existía un trabajo, una entrega de energía, un curso que avalaba la terapia, el cual había tenido un coste, y posiblemente alguna razón más, que ahora no recuerdo. Todo ello daba como resultado que se debía abonar algo por la terapia, aunque fuera poco, y por los cursos que se realizaban, porque debía existir un intercambio de energía, por un lado la monetaria, y por el otro la sanadora.
Además del Reiki, he realizado cursos de otras técnicas de sanación, y en algunas otras, no sólo avalaban dichas teorías, sino que llegaban más lejos, hacían firmar un documento de confidencialidad, para que no se comentara nada de lo aprendido, si no era dentro de un curso de formación, con precios ya establecidos y enormemente costosos. (Confidencialidad que sigo respetando por creencias kármicas).
Pero yo ya no lo enseño así, y tampoco lo práctico. Prueba de ello, es que hemos puesto en marcha un Centro de Sanación y Crecimiento Interior, completamente gratuito; y si en la realización de la sanación, se comprueba la capacidad del paciente para ser sanador, le ofrecemos la posibilidad de realizar un curso de iniciación de Reiki, también completamente gratis.
En el caso de la solicitud de la terapia por el paciente, tampoco lo tenemos en cuenta. Si encontramos a una persona con un problema, aunque no lo solicite, en nuestras meditaciones le hacemos sanación a distancia. Es muy posible que nunca sepamos si esa o esas terapias le han servido para sanar su enfermedad, o para aliviar su estrés o su dolor, o para sanar cualquier aspecto de su vida, pero no nos importa, nos sentimos felices tratando de ayudar, porque si.
Una buena manera de liberarse del Karma es la sanación, pero la sanación desinteresada, ayuda a liberar mayor cantidad de Karma. Recuerda que se deja de generar Karma cuando todo lo que se hace es porque si, es por amor, sin ningún deseo, salvo el de que la persona sea feliz. Al Centro de Sanación, están llegando terapeutas a ofrecer sus servicios, lógicamente de manera gratuita, durante un día a la semana, o una mañana, o una tarde, según sus disponibilidades. Eso nos hace felices.
En nuestra evolución, vamos a llegar, porque esa es la meta, a conocer y a sentir el Amor. Sentir y Amar a todos como hermanos, lleva al servicio, y el servicio incrementa la energía del Amor. Entonces el ser humano da y recibe, porque el Universo le responde y las riquezas materiales y espirituales llegan a él hasta la saciedad, cuando ya no pide nada para sí.
Servir es una manifestación de la vida, es un anhelo y un impulso evolutivo del alma. Mientras el “deseo” es la característica sobresaliente de la naturaleza inferior, el “servicio” es la característica sobresaliente del alma.
Por eso, a pesar de lo que digan las teorías de distintas filosofías, hay que ayudar a todos, sin distinción, porque son Luz, porque son un alma, como tú. 

sábado, 25 de febrero de 2012

Shikoba ya funciona

            Los caminos del Señor son inescrutables, y es bien cierto que “el hombre propone y luego es Dios el que dispone”.

            Nuestro propósito, el proyecto de la Fundación Elial, era y sigue siendo, la apertura del Centro Shikoba de apoyo a la familia, pero no sé si la disposición de Dios es la misma, o lo es en este tiempo. ¿Por qué la duda?, porque, en un principio, para abrir el Centro ya contamos con los recursos necesarios, contamos con nuestros propios ahorros, pero estos son finitos, y no se estiran como el chicle un mes tras otro para mantener el Centro, para eso ya es imprescindible contar con una financiación regular y estable, presupuestada en diez mil dólares. Y aquí surge el problema, ya que entre los socios, las clases de yoga, las terapias y algunas donaciones esporádicas, llegan a nosotros trescientos euros al mes, muy lejos de los diez mil dólares presupuestados.
            Esta situación, a pesar de que estamos colaborando como voluntarios con otras ONG’s, no hace sentirnos un poco inútiles, y hemos decidido darle otra vuelta de tuerca a la vida.
            Mientras esperamos nuevos socios o algún filántropo millonario, para ser un poco útiles, y teniendo en cuenta el desastre de sanidad que hay en este país, hemos empezado a realizar todas las terapias de manera gratuita. Como en el Centro Shikoba ya se realizarían gratuitamente las terapias a los usuarios del Centro, hemos decidido que sea gratis para todo el mundo, por lo que a  partir de ahora, Shikoba será un “Centro de sanación y apoyo a la familia”.
Para la primera fase, la sanación, sólo necesitamos nuestro tiempo, nuestra energía, nuestras manos y nuestra conciencia, como instrumentos de sanación. Ya estamos en marcha, ya hay pacientes, ¡es tan fácil dar!  
Los primeros voluntarios que necesitará Shikoba serán terapeutas. En breve plazo en la web www.shikoba.org aparecerán las condiciones para el voluntariado.
Si mientras tanto te apetece hacerte socio, entra en el enlace que aparece a continuación. Gracias.
                                                  Formulario alta socios

                                                                       

sábado, 4 de febrero de 2012

Riqueza y pobreza

              Estos días atrás, durante la celebración del  Día de La Paz en todo el mundo,  vinieron a mi multitud de reflexiones y pensamientos que se confrontaban con la realidad que tengo más cercana.

Por un lado pensaba en lo poco que sabemos de cómo nos manipulan, a través del dinero, los que gobiernan el mundo y en los intereses pocos lícitos que provocan las guerras.  Y me preguntaba si realmente las personas tenemos un espíritu de destrucción contra todo y contra todos, empezando por nosotros mismos. Y definitivamente estoy convencida que no es así.  Aunque las circunstancias no justifiquen los hechos, ahora que veo tan de cerca la pobreza, el hambre, la miseria, la soledad, el desconocimiento, aunque no se justifique, creo poder comprenderlo.
No hay más guerra que la que empieza a librar el ser humano desde que nace para su supervivencia. Pero claro, no para todos es igual. Los hay que solo tienen que competir para ver si pueden tener todas las cosas materiales que pueden necesitar y, a menudo, aunque nunca queden satisfechos, estas están más que cubiertas desde que venimos al mundo.
Otros, sin embargo, empiezan una lucha en la que pronto se reconocen diferentes, porque ni siquiera tienen el afecto y el Amor que necesitan para desarrollarse plenamente, ni tampoco las necesidades básicas de alimento y cobijo. Ante esta situación sólo les queda resignarse y, a la vez,  rebelarse y emprender una carrera contra todos los que tienen al lado, ya que esos son potenciales “enemigos”, donde los zapatos o el trozo de pan duro del vecino pueden ser motivo de lucha despiadada. Lo vemos constantemente. Delincuentes jóvenes tratados como criminales, niños que nos parecen maleducados, madres que se suponen desnaturalizadas por no cuidar de sus hijos como es debido, padres irresponsables porque su única opción es la bebida  y así, uno tras otro, les juzgamos como ignorantes o desgraciados, en el mejor de los casos.
Yo me pregunto si hemos reflexionado lo suficiente y nos hemos replanteado algunas cuestiones: ¿Cómo somos capaces de juzgar a esas madres, a las que nunca nadie les ha hablado de anticoncepción o de sus derechos como mujeres y que en la mayoría de casos han sido violadas por miembros de su propia familia? O, a ese padre que bebe,  ¿Somos conscientes de que le criaron como se cría a una oveja? O a ese niño que nadie le ha llevado a la escuela y que aprende solo del ejemplo, de lo que ve en la calle, que es donde pasa la mayor parte del tiempo. Y los padres de todos ellos, y los padres de sus padres, ¿Acaso tuvieron mejores oportunidades?, ¿Acaso alguien se acercó a tenderles una mano cuando tenían hambre, frío o estaban enfermos?  Pues es precisamente ahí  donde empiezan los conflictos que, poco a poco, se hacen grandes y se extienden como un reguero de pólvora.
Personalmente, recuerdo una infancia feliz, muy feliz, rodeada de Amor en mi amada y humilde familia. Y éramos felices, muy felices, por el hecho de estar juntos y compartir lo que teníamos. A veces más, a veces menos. Pero también recuerdo que si en algún momento había alguna situación de más tensión era por no poder llegar a final de mes. Por tener que arreglar la nevera en el momento menos oportuno, porque necesitábamos unos zapatos nuevos y faltaban quince días para terminar el mes.  Por tanto, subyacente a todo ello estaba el dinero, el poder cubrir mínimamente las necesidades de alimento, vestido y cobijo. Afortunadamente, de alguna manera u otra, siempre tiramos adelante y no nos faltó ese mínimo, no sin dificultades. Pero no todos logran salir adelante.
Reflexionemos: ¿Cómo podemos juzgar al que nada tiene?, ¿Cómo  pretendemos que se extienda la paz entre personas a las que permanentemente la vida les violenta,  por no poder dar de comer a sus hijos, por querer trabajar y no poder, por estar enfermos y no poder ser atendido sin previo pago?, ¿Cómo pretendemos transmitir paz al que tenemos al lado cuando nuestra lucha es por un coche, o una casa mejor, o poder ir de vacaciones? ¡La desigualdad es tan grande!, el abismo es tan inmenso que difícilmente podremos sentirnos verdaderamente como iguales, aunque estemos en la primera fila de una manifestación por la Paz.
La verdadera Paz  empieza en el  interior y esta puede sentirse cuando no tenemos que estar en permanente lucha por sobrevivir, cuando nuestro estomago está lleno, cuando nos abrazan cálidamente y sabemos que no estamos solos, cuando se nos permite ejercer nuestro derecho de ocupar nuestro espacio en el mundo.
Sí, a menudo creemos que los que nada tienen son felices en su pobreza. ¡No tienen más remedio! Pero no nos equivoquemos, esto no supone que su felicidad también pase por dar a sus hijos un plato de comida al día, un techo donde cobijarse y poder llevarlos a la escuela.  Y esta paz  crece y nos hace crecer y evolucionar  cuando verdaderamente somos agradecidos por lo que tenemos y compartimos una parte con aquellos que realmente están desposeídos de todo.
Es a través de nuestros gestos, que van sumando esperanza, cuando la riqueza se expande, y la pobreza, el hambre y la miseria dejan de ser la utopía que todos quisiéramos erradicar.
Cuando aparte de pensar y/o creer que  la paz en el mundo es posible, trabajemos verdaderamente para ello, a través de la ayuda, la compasión  y el servicio a los demás, esta se derramará sobre todos nosotros sin hacer ningún esfuerzo.
Entrada publicada por Elisenda Julve.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad

            “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”… No sé si todas las personas que viven en paz e inmersos en su serenidad, tienen buena voluntad; pero sí sé que los que tienen “auténtica buena voluntad” viven en paz, con una paz interior duradera.

¿Qué es la buena voluntad? La buena voluntad es la energía que sustenta las “correctas relaciones humanas”, la buena voluntad es la expresión más simple del verdadero amor, la buena voluntad es “el primer intento” del ser humano para expresar su amor.
Podemos despegarnos de la espiritualidad y escuchar lo que dicen grandes pensadores: Según Kant, la voluntad buena es la condición indispensable que nos hace dignos de ser felices; pero no la felicidad entendida como el logro de todo lo deseado, como una satisfacción de las pasiones y los deseos, porque eso es imposible de obtener para los seres humanos en las condiciones tan contradictorias de sus afectos, que no de su amor. Contradictorias, porque lo que denominamos amor, es una mezcla muy grande de pensamiento y muy pequeña de energía del corazón.
Para Kant la felicidad no es otra cosa que la búsqueda de hacerse digno de ser feliz, y es un hecho que lo único objetivamente bueno es una buena voluntad. La inteligencia, el valor, la riqueza y todo lo que solemos considerar valioso dejan de tener valor y se vuelven incluso cosas perniciosas, si van acompañados de una voluntad torcida.
¿Puedes imaginarte como sería el mundo si la mayoría de seres humanos se dedicaran a hacer el bien a otros y dejaran de ocuparse de sus propias metas egoístas? Sería un mundo lleno de paz, sin hambre, equitativo.
Pero no estamos preparados para eso, pasar de nuestras creencias actuales, en las que prima la satisfacción de nuestros deseos, el acaparamiento, la crítica feroz y destructiva, la rabia, y la envidia, e iniciar una nueva vida, una vida basada en la buena voluntad, la buena voluntad entrenada, ingeniosa, creadora y práctica, es difícil, porque no estamos ni preparados, ni entrenados, y posiblemente ni llegamos a entender que se pueda vivir de otra manera que no sea satisfacer cada deseo que aparece en nosotros.
La buena voluntad es una cosa muy simple, sólo hay que desear para los seres humanos, para todos, no sólo para los más allegados, lo mismo que deseas para ti; y tratarlos de la misma manera que te gustaría ser tratado; y darles lo que a ti te gustaría recibir. Es tan sencillo, que las mentes no están todavía capacitadas para poder valorar su poder. E incluso los que intelectualmente llegan a entenderlo, son incapaces de ponerlo en práctica.
La buena voluntad es hoy un sueño, y no deja de ser una teoría. Pero cuando esa teoría se lleve a la práctica se derribarán todas las barreras de la separación y de la incomprensión humana.
Quien practica sinceramente la buena voluntad en el hogar, puede cambiar totalmente las actitudes familiares. Cuando la buena voluntad sea practicada verdaderamente entre los grupos de cualquier na­ción, entre los partidos políticos, entre sectores religiosos y entre las naciones, podrá revolucionar al mundo.
Es cierto que existen en el mundo personas de buena voluntad, sin embargo, los embarga el temor, o un sentimiento de futilidad porque comprenden que el trabajo a realizar es de tal magnitud, que sus insignificantes esfuerzos aislados son totalmente inútiles, para derribar las barreras del odio y de la separación existentes en todas partes. Se sienten impotentes por su aislamiento, por su soledad, por la incomprensión, por la fuerza que tiene la forma de pensamiento de inutilidad que les inunda.
Y, sin embargo, la acción de esas personas de buena voluntad, unidos, tendrían más fácil la sensibilización del mundo y conseguirían estabilizar la situación económica del planeta y conseguir para todos sus habitantes una condición en que haya lo justo y suficiente para todos; conseguirían conducir a los seres humanos, a espaldas de los grupos religiosos, o puede que trabajando con ellos, a manifestar su divinidad. ¡Se conseguirían tantas cosas!
Tú que lees esto, y que posiblemente seas un inconformista, y que pienses que el mundo está mal repartido, y que incluso ya colabores apadrinando un niño, y que te rebeles ante algunas injusticias, y puede ser que hasta te manifiestes; estas un poco más cerca de la “buena voluntad”, pero no es suficiente. No es suficiente mientras haya una sola persona pasando hambre en el mundo, mientras haya un solo niño abandonado, mientras haya personas enfermas sin acceso a la sanidad. Ante esto, de nada valen las palabras, ni las manifestaciones, ni la indignación. Ante esto sólo cabe la acción, la acción de ayuda.
Posiblemente pienses que ya estás haciendo todo lo que humanamente puedes. No lo creas, ¡Puedes más!, si no puedes colaborar económicamente, (que seguro que si), puedes hacer proselitismo para que nadie a tu alrededor se quede insensible ante las desigualdades.
Ya no valen solo las palabras, ya no vale solo la indignación, ya no valen solo las manifestaciones. Hay que pasar a la acción, hay que ayudar, no dando sólo lo que nos sobra, eso lo puede hacer cualquier, no tiene merito, hay que dar más. Hay que dar, incluso, parte de eso que guardamos para el día de mañana. “Mañana” puede ser que ya no vivamos, y “hoy” hay hermanos nuestros que pasan hambre.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Dinero

             El dinero no es más que una manifestación de la energía, y como cualquier manifestación de la energía puede utilizarse de manera egoísta o de manera altruista.

La actitud de la humanidad hacia el dinero está regida por la codicia, la ambición del yo inferior, la envidia, los deseos materiales y la desesperada necesidad del mismo, que es el resultado, a su vez, de actitudes equivocadas, las cuales han traído las desastrosas condiciones económicas que prevalecen a nuestro alrededor, siendo efectos de causas iniciadas por la misma humanidad. En la regeneración del dinero y en el cambio de actitud de las gentes hacia él, llegará, con el tiempo, la liberación del mundo.
Actualmente las gentes se aferran al dinero por temor al futuro y por desconfianza mutua. Pero el dinero, que sirve para atender las necesidades personales y familiares, también puede ser utilizado para atender las necesidades del mundo, las necesidades de todos aquellos que viven en dramáticas condiciones de desigualdad. Si la ingente cantidad de dinero gastada actualmente en artículos costosos e innecesarios, en licores, tabaco, joyas, ropas, viajes, y lo que se malgasta en la búsqueda de nuevas emociones e incesantes placeres y, los miles de millones invertidos en conflictos armados por todas las naciones, se invirtieran para ayudar a la parte de la humanidad que ni tan siquiera tiene un mendrugo de pan para llevarse a la boca, se conseguiría una nueva civilización.
El amor al dinero es la causa de todos los males. Las palabras que predominan en la actualidad en nuestros medios de comunicación, relacionadas con el dinero son: interés bancario, salarios, deuda nacional, crisis, finanzas, impuestos, créditos, hipotecas; y todas ellas controlan absolutamente nuestra vida, nuestros planes, despiertan nuestra envidia, alimentan nuestra antipatía hacia otras nacio­nes, colocando a unos contra otros.
Existe, sin embargo, un gran número de personas cuyas vidas no están dominadas por el amor al dinero y que pueden normalmente pensar en valores más elevados. Son la esperanza del futuro, pero están individualmente prisioneros en el sistema que espiritualmente debe desapa­recer. Aunque no aman el dinero, lo necesitan y deben poseerlo; los tentáculos del mundo comercial los envuelve; deben trabajar y ganar lo necesario para vivir; la obra que quieren realizar en bien de la humanidad no se puede llevar a cabo sin fondos.
Quizás ésta sea la dificultad mayor, y a muchos les parece, nos parece, a veces insuperable. Involucra el problema de la verdadera administración financiera y la orientación de sumas adecuadas de dinero hacia determinados canales de ayuda. Está estrechamente relacionado con el problema de las correctas relaciones humanas.
Por lo tanto, el problema es particularmente difícil, porque los trabajado­res espirituales no sólo tienen que preparar a la gente para dar de acuerdo a sus posibilidades, si no que en muchos casos deben proporcionar ante todo, un móvil tan atrayente que se vea obligada a dar. También tendrá que proporcionar la institución, fundación y organización para administrar esos fondos. Esto representa una tarea muy difícil. La encrucijada actual no radica solamente en reunir fondos, sino en el egoísmo enraizado en la mayoría de las personas, tanto de los que tienen poco, como de los que detentan la riqueza mundial, que cuando dan, si es que dan, lo hacen para aumentar su prestigio e indicar su éxito financiero. Naturalmente hay excepciones, pero son relativamente pocas.
Subsiste el hecho de que si las personas o grupos que manejan el dinero tuvieran una visión verdadera de la realidad y si su objetivo hubiera sido estimular las correctas relaciones humanas, en vez de amasar dinero de manera egoísta; las multitudes de todas partes responderían a una posibilidad muy distinta de la actual. El reparto del dinero y la ayuda a los que no tienen sería tan normal como el respirar. Igualmente puede decirse que si el valor otorgado al dinero hubiera sido debidamente enseñado y valorado en los hogares y en las escuelas, no tendríamos las asombrosas cantidades de dinero malgastado en cuestiones innecesarias. El dinero, así como otras cosas de la vida humana, ha sido mancillado por el egoísmo y acaparado para fines individuales y nacionales egoístas.
Sin embargo, la Humanidad, no importa el país, color o credo, está reclamando paz, justicia y seguridad. Esto podría conseguirse con el correcto empleo del dinero y la comprensión por parte de todos. Excepto algunos filántropos de visión amplia y de un puñado de estadistas eclesiásticos y educadores iluminados, este sentido de responsabi­lidad económica no se encuentra en parte alguna.
Ha llegado el momento de revalorizar el dinero y canalizar su utilidad en otros sentidos. La voz del pueblo debe prevalecer, pero debe ser un pueblo educado en los verdaderos valores, en las significaciones de la verdadera cultura y en la necesidad de establecer correctas relaciones humanas. Por lo tanto es esencialmente una cuestión de sana educación y de correcta prepa­ración para la ciudadanía mundial, algo que aún no parece que haya comenzado.
Así se hace la historia. Cada nación luchando para sí, y todas calificándose en términos de recursos y finanzas. Mientras tanto la humanidad sufre hambre, no posee la cultura necesaria, su educación está basada en los falsos valores y el erróneo empleo del dinero.
Es imprescindible el trabajo desinteresado de miles de personas aparentemente sin importancia. Aunque lo que más se necesita es valor, porque se debe tener valentía para vencer la desconfianza, la timidez y el desagrado, al presentar un punto de vista relacionado con el dinero. Resulta sumamente difícil hacer lo mismo para la propagación de la buena voluntad y el empleo correcto del dinero en la difusión de ideas avanzadas tales como el reparto equitativo de la riqueza.
La dificultad no está en la organización del trabajo y del dinero, sino en la incapacidad de la gente para dar. Por una razón y otra dan poco o nada, aún cuando estén interesados en la igualdad, en la derrota del hambre en el mundo, aunque estén indignados y se manifiesten, y hablen, y renieguen, es igual, no dan. El temor por el futuro, el derroche, el deseo de hacer obsequios y el no darse cuenta que las grandes sumas están formadas por muchas sumas pequeñas, gravitan todas en contra de la generosidad econó­mica, y siempre dan excusas que parecen adecuadas.
Si los millones de personas, por ejemplo, que hablan de desigualdad, dieran una pequeña cantidad de dinero por año, habría fondos suficientes para todas las organizaciones de ayuda. Empieza tú, da lo que puedas.
(Idea extraída de “Sirviendo a la humanidad” de Alice A. Bailey)