Jueves 18 de noviembre 2022
Escuché
hace unos días una de esas verdades, con la que estoy, totalmente, de acuerdo,
pero que me hizo reflexionar: “La primera razón del sufrimiento es el olvido de
lo que, realmente, somos”.
Mi creencia
siempre ha sido que venimos a la vida, de la materia, para recordar que somos
seres divinos y para aprender a amar, de la manera que, estoy seguro, ya
sabemos: amar como cuando no estamos aprisionados en el cuerpo.
Lo que nunca se me
había ocurrido pensar es que una vez sabemos que somos seres divinos se acaba
el sufrimiento.
La teoría dice que
la razón por la que se tendría que acabar el sufrimiento es porque cualquier
suceso que ocurra no afecta, o no debería de afectar a la persona, porque sabe
de su divinidad y tiene plena conciencia de su eternidad, y de que todo lo que
pueda ocurrirla solo es la espoleta que la va a llevar a otro nivel de
conocimiento.
Tengo que confesar
que yo estoy, plenamente, convencido de que soy un alma eterna e inmortal, que
durante un instante de mi eternidad me he encarnado en la materia. Y, sin embargo,
a pesar de esta creencia, sigo sufriendo. Es cierto que, muchísimo, menos que
hace unos años. Pero aun sufro, con menos intensidad y con una corta duración
en el tiempo, pero sufrimiento, a fin de cuentas.
Reflexionando
sobre esto, he llegado a otra conclusión: No solo es necesario saber que soy un
ser divino, es imprescindible integrar ese conocimiento en cada célula, para
actuar, de manera automática, desde mi divinidad.
Por lo tanto, si
yo sé y creo que soy un ser divino y sigo sufriendo, está claro que no he
integrado ese recuerdo en mí.
Eso es terrible,
pero más terrible es que no sé, muy bien, como hacerlo.
Podría ser que
tengo arraigada otra creencia: Que el sufrimiento es necesario para iniciar un
cambio. Y con las dos creencias instaladas en mis células va a ser difícil erradicar,
completamente, el sufrimiento y, tendré que conformarme y alegrarme porque sea
poco duradero en el tiempo.
En fin, seguiré
con mis reflexiones y mis intentos para cambiar mis creencias, en cada una de
las células de mí cuerpo, pero si esto lo llega a leer alguien que sabe o cree
saber la respuesta, le estaré, eternamente, agradecido si me da alguna idea.
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