El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 11 de marzo de 2014

Seres racionales


            La inteligencia sin amor te vuelve perverso.
El dinero sin amor te vuele avaro.
El poder sin amor te vuelve tirano.
Clint Eastwood.
Tenemos múltiples semejanzas con los animales irracionales, pero también tenemos algunas diferencias. La más importante de las diferencias es la inteligencia, inteligencia que es bandera de nuestra racionalidad, inteligencia que le permite al ser humano preguntarse sobre su existencia, o sobre su futuro, inteligencia que le permite reflexionar sobre la causa del sufrimiento, o en cómo aplicar el aprendizaje recopilado por sus enseñanzas a lo largo de su vida para solucionar problemas nuevos, inteligencia que le permite expresarse y comunicarse, etc., etc.
            La inteligencia, por si sola, no es significativa de nada, ni en la vida física, ni en la vida emocional, ni en la vida espiritual. Porque la inteligencia, en sí misma, no lleva aparejada ni la felicidad, ni la alegría, ni la riqueza material, ni la paz interior. Es al servicio de quien está la inteligencia, lo que determina como es la vida, y la muerte de la persona.
            La inteligencia al servicio del miedo nos llevará a un mundo de dolor, a un mundo de sufrimiento, a un mundo de ansiedad, a un mundo de amargura. La inteligencia al servicio de los instintos nos llevará a un mundo de hábitos desbocados, a un mundo de lujuria, a un mundo de avaricia, a un mundo de miseria, a un mundo de desigualdades. La inteligencia, sin embargo, al servicio del amor nos llevará a un mundo de paz, a un mundo de alegría, a un mundo de servicio, a un mundo de justicia social.
            Dejar la inteligencia al servicio del miedo o de los instintos, es como dejar de usar la inteligencia, y ¿Qué pasa si un ser humano, es decir, un animal racional, deja de usar su inteligencia?, ¿Cuál es entonces su diferencia con los animales irracionales? Ninguna, ya que un ser humano que no utiliza su inteligencia, difícilmente puede utilizar su voluntad, con lo que todas sus acciones estarán dirigidas por sus instintos, igual que los animales irracionales.
            Una parte muy importante de nuestra sociedad ha dejado su inteligencia al servicio del miedo y de los instintos, sin ejercer ningún tipo de control sobre su inteligencia, lo cual es aprovechado por otra parte, muy pequeña de la sociedad, (políticos, religiosos, personas influyentes), con la inteligencia al servicio de sus propias mentes o al servicio de la materia, para controlar a los primeros. Todos, los unos y los otros, han conseguido una sociedad con el resultado de todos conocidos: Guerras, dolor, muertes, sufrimiento, enfermedad, tristeza, corrupción, abusos, hambre, miseria.
            Es el uso razonable de la inteligencia, la inteligencia al servicio del amor, lo que permite al ser humano hacerse consciente de su origen, de su vida y de su destino, es lo que permite al ser humano vivir conscientemente en el amor, es lo que permite al ser humano gozar de una vida plena, sin dolor, sin sufrimiento, sin amargura, es lo que permite al ser humano vivir en sintonía con su propia divinidad.

sábado, 1 de febrero de 2014

La paja en el ojo ajeno


En una mano lleva la piedra, y con la otra muestra el pan.

Tú, hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo,
 y entonces verás mejor para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Mateo 7:1  

            Los seres humanos tenemos una habilidad especial que no suele ser mencionada en ningún tratado de fisiología: Es una especie de “visión a ciegas”. Somos capaces de ver una motita en el ojo de nuestro hermano con una visión completamente obstaculizada por una viga de enormes dimensiones en nuestro propio ojo.
            Y con esa visión especial, encontrar una aguja en un pajar no suele ser ningún problema, siempre y cuando la aguja sea un defecto y la paja un buen número de virtudes. Somos capaces de reconocer un defecto entre mil virtudes, y además ser ciegos para las virtudes, haciendo una auténtica disección del defecto, analizando las causas, y después de haber masacrado con la palabra al portador del defecto, le podemos ofrecer, con la mejor de nuestra falsa sonrisa los remedios para curar su mal.
            Más que seres humanos tendríamos que llamarnos seres hipócritas, porque somos capaces de fingir creencias, sentimientos, cualidades, opiniones y virtudes que no tenemos, y hablar de ellas como si fuéramos expertos, cuando ni tan siquiera las practicamos. Somos capaces de cambiar una cara que juzga con dureza a una dulce sonrisa en un instante, solo por el mero hecho de ver aparecer “nuestro reo”. Somos capaces de enseñar un pan con una mano, mientras arrojamos piedras con la otra.
Criticando a los demás, lo único que hacemos es esconder nuestros auténticos sentimientos, nuestras verdaderas limitaciones, simular virtudes que no tenemos, y ocultar  defectos reconocidos por nosotros mismos.
¿No sería mejor sacar primero la viga de nuestro ojo, para ver con mayor claridad la paja en ojo ajeno?, ¿Qué pasaría si nos dedicáramos a alabar las virtudes de los que nos rodean, en lugar de resaltar los defectos?, ¿Qué pasaría si primero limpiáramos nuestra casa, antes de criticar la suciedad en casa de los otros?
Para limpiar primero tu casa, te propongo un juego. Diles a tu familia y a tus amigos que te escriban en un papel, aquello que menos les agrada de ti, (por supuesto ruégales que sean honestos). Recíbelo sin juicios, sin críticas y sin justificaciones. Analízalo, y comienza a trabajar para cambiarlo, porque si eso es lo que opinan de ti, eso lo que eres, con independencia de lo que tú opines sobre ti mismo.
El vídeo d’avui està dedicat, amt tot el meu cor als sabadellencs.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Comprensión


            Todos los seres humanos, en mayor o en menor medida, hemos tenido la osadía de juzgar y de criticar a nuestros semejantes. Y todo ello, debido, posiblemente, a que cada uno de nosotros nos creemos en posesión de la verdad, de una verdad única, perfecta e inmutable, y eso hace que ante cualquier circunstancia, distinta de las propias creencias, nos permitamos el atrevimiento de juzgar aquello que no es coincidente con nuestra propia verdad.
            Una crítica es una opinión, un examen o un juicio que se formula en relación a una situación, servicio, propuesta, persona u objeto. Se juzga y se critica todo: el vestir, las maneras de hacer, o de no hacer, el hablar, el callar; por criticar, se critica hasta el tamaño de la nariz. 
Pero en realidad, alguien se ha preguntado cuál es el objetivo real de la crítica. Podría ser un objetivo constructivo, como por ejemplo, que la persona criticada cambiara alguna de sus actitudes, o cambiara su carácter. Pero ¿Que sabe el crítico de las condiciones de vida, del pensamiento o de los sentimientos de la persona criticada? Es posible también que la crítica no tenga ningún objetivo definido, y que solo sea una manera de liberar la propia frustración del crítico, o asomarse a su propia impotencia, siendo incapaz inconscientemente de soportarla, o no soportar tampoco el reflejo de sus propios errores.
De cualquier forma, sea por la razón que fuere, la crítica no lleva a buen puerto. El criticado, si tiene conocimiento, es posible que se sienta mal. Pero la peor parte, se la lleva, desde luego, el crítico: Por el Karma que se autogenera, por el que tendrá  que pagar, tarde o temprano, y de manera inmediata por la energía que se produce por el pensamiento o la palabra de crítica.  
¿Qué pasaría si elimináramos la crítica?, ¿Qué pasaría si actuáramos siempre con total comprensión ante cualquier situación? La comprensión que está relacionada con el verbo comprender, se relaciona con la actitud de entender o de justificar como naturales las acciones o las emociones de los otros.
Comprensión es la aptitud para alcanzar el entendimiento de cualquier acontecimiento, es tolerancia, es paciencia, es confianza en los demás.
Hemos de ser conscientes de nuestra propia fragilidad, y de que podemos caer en la misma situación y en los mismos errores.
La comprensión es un acto de generosidad, ya que con ella aprendemos a perdonar a los demás y a tener confianza en ellos.
Ante cualquier situación, en la que estemos propensos a la crítica, sería bueno preguntase como actuaríamos nosotros. Para lo cual tendríamos que conocer todos los aspectos que afectan a dicha situación.
En esta época del año, con los sentimientos un poco más a flor de piel que en cualquier otra época, podríamos empezar a ser conscientes de nuestras críticas y empezar a comprender a los otros.
¡Seguro que siempre existe una razón, desconocida para nosotros, por la que la otra persona actúa como lo hace! Entendámosla y aceptémosla.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Buscar a Dios


            El ser humano tiene un anhelo inconsciente: La unión con Dios, la unión con la Conciencia Divina. Sin embargo, para desgracia del ser humano ese anhelo se encuentra en el fondo del pozo de sus deseos, sin aire, sin luz, sin posibilidad de asomarse a la superficie.
            Pero ese anhelo es tan fuerte que desde el fondo de su reclusión va enviando oleadas que van impregnando casi todos los deseos que se encuentran por encima de él. De tal manera, que en cada acción de vida, salvo algunas excepciones, en las que la acción es dirigida por fuerzas de la oscuridad, se busca a Dios, casi con desesperación, aunque el ser humano no es consciente de la búsqueda. Por eso la insatisfacción que producen, al poco tiempo de conseguidos, la gran mayoría de los deseos.
            La satisfacción por los deseos conseguidos tiene fecha de caducidad. Dura mientras no son reemplazados por un nuevo deseo, o cómo máximo, dura hasta que se termina la vida en la materia.
            La unión con Dios, sin embargo, no caduca, porque es eterna.
            Hay excepciones con algunos deseos, en los que no surge la insatisfacción al poco tiempo de conseguido, y son los deseos que llevan una alta impregnación del anhelo de unión con Dios. Son aquellos deseos ¿espirituales?, que aunque satisfechos en la materia llevan aparejado un alto grado de ayuda, de servicio, de compasión y de unión con el prójimo. Porque ayudar, servir y compadecerse del prójimo, es el primer peldaño que acerca al ser humano a la unión con Dios. Hemos de tener presente que cada ser humano es a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto unirse al prójimo es acercarse a Dios.
            ¿Qué hacer para que ese anhelo enterrado bajo un sinfín de deseos pueda salir a la luz? El pozo de los deseos es la mente, llena de prejuicios, llena de temor, llena de críticas, llena de deseos. Hay que vaciar el pozo, hay que limpiar la mente, y la aspiradora que puede limpiar la mente de tantas cosas inútiles, de tantos pensamientos inútiles, de tantos recuerdos, de tantos deseos inalcanzables y de tantos sueños ilusorios, es la meditación.
            No se debería dejar pasar un solo día sin dedicar un tiempo a esa limpieza, de la misma manera que cada día limpiamos nuestro cuerpo.
            Empieza ahora, medita cada día, y pronto sentirás los progresos de acercamiento a Dios.  

domingo, 6 de octubre de 2013

Como amarse a uno mismo (1)


Perdónate, acéptate, reconócete y amate.
Recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad.
Facundo Cabral.
Si te olvidas de ti, tarde o temprano, los demás, siguiendo tu ejemplo,
también se olvidarán, y quizás deduzcan que no existes.
Joege Bucay.
            Más de una vez habrás oído, porque te lo han dicho a ti o se lo decían a otros: “Lo que tienes que hacer es amarte, valorarte y respetarte”.
            Está muy bien, ¡es tan fácil dar consejos!, pero ¿Cómo hacerlo?, ¿Cómo llegar realmente a amarse a uno mismo?, ¿Cómo sabemos que es amor lo que podemos sentir hacia nosotros mismos y no es una forma de egoísmo?
            He encontrado el libro de un psicólogo clínico, Walter Riso: “Aprendiendo a quererse a sí mismo”, que lo explica de mejor manera de lo que yo podría hacerlo. Por lo tanto, esta entrada y posiblemente las dos siguientes son un extracto de dicho libro. Este libro lo podéis encontrar en Internet.
            La sociedad ha orientado el aprendizaje social a fortalecer el amor dirigido a los demás y ha olvidado que el requisito esencial para dar es la auto-aceptación. Es imposible entregar amor si no te quieres a ti mismo.
            Nuestra civilización intenta inculcar principios como el respeto al ser humano, el sacrificio, el altruismo, la expresión del amor, el buen trato, la comunicación, etc., pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros humanos. El auto-respeto, el auto-amor, la auto-confianza y la auto-comunicación, no suelen tenerse en cuenta. Más aun, se considera de mal gusto el quererse demasiado. Si una persona es amigable, expresiva, cariñosa y piensa más en los otros que en ella misma, es evaluada excelentemente. Si alguien disimula sus virtudes, niega o le resta importancia a sus logros, es decir, miente o se auto-castiga, ¡es halagado y aceptado!
            No sólo rechazamos la auto-aceptación honesta y franca, no nos importa que sea cierta o no, sino que promulgamos y reforzamos la negación de nuestras virtudes. Absurdamente, las virtudes pueden mostrarse, pero no verbalizarse.
            Para evitar caer en la pedantería insufrible del sabelotodo, hemos caído en la modestia auto-destructiva de la negación de nuestras virtudes. Por no ser derrochadores, somos mezquinos. Los psicólogos clínicos saben que ese estilo de excesiva moderación hacia uno mismo es el caldo de cultivo de la tan conocida y temida depresión. Tienes el derecho a quererte y a no sentirte culpable por ello, a disponer de tu tiempo,  a descubrir tus gustos, a mimarte, a cuidarte y a elegir.
            Desde pequeños nos enseñan conductas de auto-cuidado personal: lavarnos los dientes, bañarnos, cortarnos las uñas, controlar los esfínteres y vestirnos. ¿Pero qué hay del auto-cuidado y de la higiene mental? No se nos enseña a querernos, a gustarnos, a contemplarnos y a confiar en nosotros mismos.
Hacia un buen concepto de ti mismo.
            La cultura nos ha enseñado a llevar un garrote invisible, pero doloroso, con el que nos golpeamos cada vez que equivocamos el rumbo o no alcanzamos las metas personales. Hemos aprendido a culparnos por casi todo lo que hacemos mal y a dudar de nuestra responsabilidad cuando lo hacemos bien.
            Si fracasamos, decimos: “Dependió de mí”, si logramos el éxito: “Fue pura suerte”.
            Algunas personas, por tener un sistema de auto-evaluación inadecuado, adquieren el vicio de auto-rotularse negativamente por todo. Se cuelgan carteles con categorías generales. En vez de decir: “Me comporté torpemente”, dicen: “Soy torpe”. Utilizan el “soy un inútil” en vez de “me equivoqué en tal o cual cosa”.
            Palabras que deberían suspenderse de nuestra lengua y ser consideradas “malas palabras”: NUNCA, SIEMPRE, TODO y NADA. Lo único que generan son confusión y malos entendidos.
            Como es de esperar, si deseas fervientemente el éxito, el poder y el prestigio, temerás al fracaso. Este miedo te hará dirigir la atención más hacia las cosas malas que hacia las buenas, con el fin de “prevenir” los errores que tanto temes. Esto lleva a desconocer las aproximaciones a la meta, así como los esfuerzos y pequeños ascensos que realices en la escalinata hacia tus logros personales. Por querer ver el árbol, no verás el bosque.
1.- Trata de ser más flexible, tanto con otros como contigo:
            - No pienses en términos absolutistas: No hay nada totalmente bueno ni malo.
            - Debes tener tolerancia a que las cosas se salgan a veces del carril.
            - Aprende a soportar, a perdonar y a entender tu rigidez como un defecto, no como una virtud.
            - Las cosas rígidas son menos maleables, no soportan demasiado y se quiebran.
           - Si eres normativo, perfeccionista, intolerante y demasiado conservador, no sabrás que hacer con la vida. Ella no es así.
          - La gran mayoría de los eventos cotidianos te producirán estrés, porque no son como a ti te gustaría que fueran.
          - Concéntrate durante una semana o dos, en los matices:
·         No te apresures a categorizar de manera terminante.
·         Detente y piensa si realmente lo que dices es cierto.
·         Revisa tu manera de señalar y señalarte. No seas drástico.
·         Evita utilizar palabras como siempre, nunca, todo o nada.
-          No es lo mismo decir: “Robó una vez”, que “ser un ladrón”.
-          Las personas no son, simplemente se comportan.
§  Permítete no ser tan normativo.
·         Sé más informal un día, a ver qué ocurre.
§  Trata de no ser perfeccionista.
§  Convive con el desorden una semana. Piérdele el miedo.
§  No rotules ni te auto-rotules.
§  Intenta ser benigno.
§  Habla solo en términos de conductas.
§  Concéntrate en los matices.
§  La vida está compuesta de tonalidades, más que de blancos y negros.
§  Escucha a las personas que piensan distinto de ti.
2.- Revisa tus metas y las posibilidades reales para alcanzarlas.
-          No te coloque metas inalcanzables.
-          Exígete de acuerdo con tus posibilidades y habilidades.
-          Cuando definas alguna meta, define también las sub-metas o los escalones.
-          Intenta disfrutar de cada peldaño como si se tratara de una meta en sí misma.
-          No esperes llegar al final para descansar y disfrutar. Busca estaciones intermedias.
-          Escribe tus metas, revísalas, cuestiónalas y descarta aquellas que no sean viables.
-          La vida es muy corta para desperdiciarla.
-          Si tus metas son inalcanzables, vivirás frustrado y amargado.
3.- No auto-observes sólo lo malo.
-          Si sólo te concentras en tus errores, no verás tus logros.
-          Si sólo ves lo que te falta, no disfrutarás del momento, del aquí y el ahora.
-          No estés pendiente de tus fallos como un radar.
-          Cuando te encuentres focalizando negativamente de manera obsesiva, para.
4.- No pienses mal de ti.
-          Sé más benigno con tus acciones.
-          Afortunadamente no eres perfecto.
-          No te insultes ni te faltes al respeto.
-          Lleva un registro sobre tus auto-evaluaciones negativas.
-          Si detectas que el léxico hacia ti mismo es ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
-          Ejerce el derecho a equivocarte.
-          Los seres humanos, al igual que los animales, aprendemos por ensayo y error, no por ensayo y éxito.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Mensaje para la Tierra (3) Fe


………..Continuación
Es propio de la fe hacernos humildes en los sucesos felices
 e impasibles en los reveses.
Santa Clara
Da el primer paso en la fe.
No necesitas ver toda la escalera, sólo dar el primer paso.
Martin Luther King 

            Intentaba que estas personas llegadas a la Tierra, “para enseñar de nuevo como se hacen las cosas”, me dieran una relación exhaustiva y ordenada de los pasos a seguir, pero su respuesta fue que era imposible, porque podrían dar tantas relaciones y ordenarlas de tantas maneras distintas, como personas habitan el planeta, ya que cada ser se encuentra en un punto distinto en su camino de crecimiento y de acercamiento a la Luz.
¿Valdría la misma relación, ordenada de la misma manera, para una persona alcoholizada, que se pasa la vida de bar en bar, sin haber escuchado ni una sola vez en su vida que somos Amor, que para otra persona que tiene incorporado en su vida el hábito de la meditación?, ¿Tendría que aprender lo mismo el asesino que mata por placer, que el monje que dedica su vida a los demás? Imagina que la enseñanza en la vida fuera la misma para el niño que recién comienza en la escuela, que para el adulto que quiere ser ingeniero y construir puentes. Es seguro que ninguno de los dos iba a aprovechar la enseñanza. El niño necesita aprender las vocales, las consonantes, y unirlas para formar palabras. Y así, seguir cada año incrementando la enseñanza hasta llegar al final de la carrera, en el que tenga el conocimiento necesario para construir puentes.
Es muy posible que muchos fracasos “espirituales” nos sean únicamente motivados por la falta de voluntad de las personas, sino porque los enseñantes quieran aplicar la misma fórmula y el mismo método a todos, sin distinción, sin tener en cuenta que enseñar las vocales a quien ya sabe leer le aburre, y enseñar integrales a quien no conoce los números es como si le hablaran en un idioma desconocido.
Por lo tanto no es posible dar un método homogéneo de crecimiento, pero si es posible dar algunas pautas por las que todos los seres han de pasar en algún momento de sus vidas, porque el crecimiento es evolución, vida tras vida, retomando en la siguiente el camino en el mismo punto en que se detuvo en la vida anterior.
El primer peaje, casi obligatorio, por el que han de pasar todos en el inicio de su camino es la “Fe”. Fe, es creer lo que no vemos. Difícilmente se puede hacer alguna cosa en la que no se crea.
En algún momento de esta, o de otras vidas, llegará a la persona, por cualquier canal, ya sea por medio de la palabra, de la imagen o de la lectura, una información diferente a lo que la persona está acostumbrada a escuchar, e incluso, diferente y opuesta a la educación recibida. Una información que aunque ya enseñan casi todas las religiones: “Todos somos hijos de Dios”, no llegan, ni de lejos, a entender su verdadero significado. Y no es que no lleguen a entender su significado, es que lo tergiversan. Las religiones presentan a Dios como un Ser vengativo, un Ser castigador, un Ser que perdona si nos hacemos merecedores del perdón, un Ser que premia a los buenos y castiga a los malos. Y curiosamente son “malos”, aquellos que no cumplen los preceptos que los mismos dirigentes de las religiones se han inventado. Dirigentes, que normalmente viven en la opulencia, mientras hay hermanos suyos que no tienen un triste bocado para llevarse a la boca. (Esto lo dicen dos seres, que hasta hace poco estaban sentados a la diestra de Dios Padre, por expresarlo de una manera conocida).
Ser hijos de Dios supone tener sus mismos genes, es decir, tener su misma esencia. Ser hijos de Dios supone ser creadores. De alguna manera, todos estamos interviniendo permanentemente en la Creación. Pero sobre todo, estamos creando nuestra propia vida y el camino de nuestro acercamiento a Dios.  
Aquí es donde entra en juego la Fe. Si creemos que estamos creando nuestra propia vida, entonces creeremos que somos total y absolutamente responsables de nuestra felicidad o nuestra desdicha. A partir de aquí es cuándo podremos poner en marcha los mecanismos necesarios para que todo lo que haya en la vida sea paz, amor, felicidad, alegría, y todo un sinfín de cosas buenas.
Pero aun hemos de seguir el juego de la Fe y creer otras cosas que tampoco se ven. Todas estas sensaciones: paz, amor, serenidad, alegría, etc., pueden estar en nosotros, de la misma manera que puede estar el miedo y el dolor y la tristeza. Todo es un estado interior, TODO ES ENERGÍA, y cualquier persona puede cambiar una energía en otra, es decir, podemos cambiar la tristeza en alegría, podemos cambiar el dolor por amor, podemos cambiar el estrés por serenidad, podemos cambiar el orgullo por humildad. El problema estriba en que, normalmente, no se ve esa energía, y la sociedad nos ha enseñado como Santo Tomás: “A ver para creer”.
Hemos de creer que nada en el exterior de la persona va a conseguir nada, de manera permanente, para que esa persona sea feliz o desdichada. De la misma manera que creemos que para bañarnos hemos de tener contacto con el agua.  
Si para poder llegar a buen puerto, en cualquier aspecto de la vida en la materia, es imprescindible creer en lo que queremos para poner todos los medios a nuestro alcance para conseguirlo, ¿Por qué ha de ser distinto en la vida espiritual? Hemos de creer en lo que realmente somos, hemos de creer que no somos el cuerpo, hemos de creer que somos el alma, que somos una chispa divina, que somos hijos de Dios. A partir de aquí, podremos elegir las herramientas necesarias para conseguir todo aquello que nos propongamos.
Continuará………………..

miércoles, 7 de agosto de 2013

Honestidad


El diccionario define la honestidad como el valor de ser decente, recatado, razonable, justo u honrado.
En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas; en otros sentidos, la honestidad también implica la relación entre uno mismo y los demás, y la relación de la persona consigo misma.
            La honestidad según Confucio se basa en la empatía y la comprensión de los demás, lo que requiere una autocomprensión previa, de la que nacen las normas morales. La versión confucionista de la honestidad consiste en tratar a los inferiores como te gustaría que tus superiores te tratasen a ti.
La honestidad consiste por lo tanto en ponerse en el lugar hipotético del otro, y elegir no hacer o decir nada que pueda mancillar el honor o la reputación de otras personas, y no hacer o decir nada que pueda hacer sentirse mal a otros.
Pero la honestidad es más, es signo de crecimiento, de evolución, de carácter. En nuestro aprendizaje a través de todas las vidas, se aprende a ser honesto trabajando prácticamente cualquier otra faceta. Aprender a no robar es aprender a ser honesto,  aprender a tratar con bondad a los demás es aprender a ser honesto, aprender a cumplir la palabra dada es aprender a ser honesto, aprender a no mentir es aprender a ser honesto, etc., etc., etc.
Los que mienten, los que corrompen, los que se dejan corromper, los que roban, los que no cumplen la palabra dada, los que hieren con la palabra o con sus acciones, los que no cumplen con sus obligaciones laborales, los que no cumplen sus promesas, están lejos de la honestidad, están lejos de alcanzar un mínimo grado de evolución como seres humanos, están lejos del alma, están lejos de Dios.
Lo peor de esto, es que los deshonestos no engañan a los demás, están engañándose ellos mismos, porque no sólo tendrán que volver a la materia hasta que aprendan a ser honestos, tendrán que volver para limpiar todo el Karma que están generándose con su deshonestidad.
No esperes más para empezar a tratar a los demás como si fueras tú mismo, es la mejor manera de ser honesto, es la mejor manera de ser feliz, (aunque te cueste creerlo), es la mejor manera de expandirte hacia la Divinidad. 

sábado, 4 de mayo de 2013

Devachan: La morada de los ángeles


            El Devachan es la morada de los ángeles, y no es un lugar, es un estado de conciencia. Loa ángeles no necesitan de un espacio físico donde vivir, porque no tienen cuerpo. Los ángeles son energía, son una chispa divina, una chispa eterna e indestructible, su vida es conciencia, por lo tanto, su morada, no es ni más ni menos que un estado de conciencia.
            Al igual que los ángeles, los seres humanos también somos una chispa divina, una chispa divina eterna e indestructible, por lo tanto nuestra vida no se circunscribe a la vida en el cuerpo, va más allá, llega a la eternidad, como los ángeles. Como escribía Manly Palmer Hall autor canadiense sobre el ocultismo, la mitología y las religiones, que vivió en los últimos años del siglo XX: “Si hay una chispa divina en cada ser humano, no hay razón para presumir que Dios en la Naturaleza vive para siempre, pero en el ser humano está siempre muriendo”.
            Efectivamente, el ser humano solo deja en la Tierra lo que distingue su humanidad: el cuerpo físico, pero el Ser, esa chispa divina, es indestructible y vive para siempre.
            Es curioso que la gran mayoría de seres humanos, de una forma u otra crean en esta eternidad, porque creen en la inmortalidad del Alma y, sin embargo, tienen miedo a la muerte. El miedo a la muerte sólo es una muestra de que su creencia en la inmortalidad del Alma es intelectual, y no está integrada en el Ser, es una muestra de la desconexión que el ser humano tiene con su Alma.
            Cuando el ser abandona su parte de humano, es decir, abandona el cuerpo, bien podríamos decir que estamos más vivos que nunca porque al perder la identificación con el cuerpo físico, no tiene las limitaciones que este impone.
            Liberados de oír, ver y sentir a través de los órganos del cuerpo físico, el ser experimenta dentro de sí un poder que le permite la comprensión total de cualquier situación.
            Y después de un paso más o menos largo por los planos astral y mental inferior, según la evolución del ser, este entra en lo que va a ser su morada hasta una nueva encarnación: el plano causal o Devachan, la morada de los ángeles, el cual es un estado del Ser en el que se siente una inmensa felicidad, nada comparado a la persona más feliz sobre la Tierra.
            En este plano, sólo le basta al Ser con pensar en algún lugar para encontrarse allí de inmediato. Le basta con pensar con alguien muy querido, para encontrarse de inmediato en su presencia. Los malentendidos son imposibles. Es un mundo de luz donde el Ser asimila y transmuta en facultades las experiencias y aprendizajes de su última vida en la Tierra.
            La duración de su estadía en este plano está condicionada por sus necesidades evolutivas. Pronto la imperiosa necesidad de una nueva vida lo llevará de nuevo a la Tierra dentro de un cuerpo.
            Este plano es lo más cerca que el ser humano se encuentra de la Divinidad, en tanto en cuando prosigue su crecimiento, hasta que se de por concluido su aprendizaje en la Tierra.
            Es apasionante. 
 

sábado, 22 de diciembre de 2012

La nueva religión


Capítulo II: La nueva religión
Cuando hago el bien, me siento bien;
cuando hago el mal, me siento mal, y esa es mi religión.
Abraham Lincoln
Vivir desde el corazón, es vivir el Amor, y el Amor es la base de la nueva religión en esta Era de Acuario, que recién comienza.
Pero antes de iniciarnos en la nueva religión, tenemos que hacer un repaso de las actuales. No sé si alguien sabe realmente cuantas religiones hay en la actualidad, ¿Cientos?, ¿Miles? En algún sitio he leído que existen tantas religiones como personas, y es posible que haya algo de razón en tal aseveración, porque muchas personas se confiesan seguidores de una u otra religión, pero también confiesan que no practican las reglas que su religión impone. Pero por si no fuera suficiente el reconocimiento de su falta de cumplimiento, si se observa el comportamiento de muchos seguidores de cualquier religión, tampoco parece muy coherente con los principios que su religión exige. Por lo tanto, si no realizan las prácticas y si su modelo de vida no es acorde a los preceptos de su religión, ¿Qué clase de seguidores son?
Creo que es imposible conocer los postulados de todas, pero leyendo y analizando las más importantes, se puede comprobar que predican grandes enseñanzas, y que existen bastantes semejanzas entre ellas, pero también tienen grandes lagunas, difícilmente aceptables. Una de las más importantes es la discriminación en casi todas las religiones más conocidas. Porque si predican que se ha de amar al prójimo, ¿Cómo pueden los mismos dirigentes discriminar al prójimo, por razón de sexo, por razón de raza o por pertenencia a otra religión, sólo por citar los más importantes? Otra podría ser su afán por atemorizar con castigos terroríficos, si no se cumplen las reglas, las normas, los principios, los preceptos, los mandamientos, o como deseen llamar a todas las exigencias que dictan a sus seguidores. El no cumplimiento de esas normas genera lo que se denomina pecado.   
Algunas de las definiciones de pecado son:
·         Transgresión voluntaria de un precepto tenido por bueno.
·         Trasgresión voluntaria de los mandamientos religiosos o divinos.
·         El pecado es una ofensa a Dios. Es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo.
·         Desviación moral del ser humano que lo lleva a una conducta ofensiva a los ojos de Dios. El pecado impide la relación con Dios.
·         Acción deliberada y engañosa, contraria a la voluntad de Dios expresada en la Ley. 
El Hinduismo, sin embargo, no percibe al pecado como un crimen contra Dios, sino como un acto contra el dharma, (orden moral), y contra el propio ser de uno. 
El concepto de pecado, no existe tampoco en las enseñanzas de Buddha. En sus enseñanzas existe el concepto de acción-reacción, (karma), es decir que nuestros actos traen consecuencias. Observar la motivación y la intención de nuestras acciones y mantenerlas apegadas al amor compasivo evita la acumulación de karma negativo.
Resumiendo, se ofende a Dios en religiones como la cristiana, judaica e islámica, por citar algunas de las más conocidas, pero no se le ofende en otras, como el hinduismo o el budismo, aunque el budismo no sea exactamente una religión.
¿Quiere esto decir, que si un hinduista realiza una acción que en la moralidad cristiana se cataloga como pecado, Dios no lo tiene en cuenta?, o ¿Sí lo tiene en cuenta sin que lo sepa el hinduista y, por lo tanto, le condena sin que él sepa que está pecando?, o ¿Lo tiene en cuenta para el cristiano, condenándole al fuego eterno, y no para el hinduista?
¿Cómo puede ser que siendo Dios Único, y siendo todos nosotros Sus hijos, se comporte de manera tan extravagante en función de la creencia de la persona?, ¿Cómo puede ser que publiciten el viaje para llegar a Él por caminos tan distintos?, ¿No será un intento de dominio y manipulación de unas personas sobre otras? ¿No será el pecado sólo un intento más de ese dominio y esa manipulación de las distintas religiones, a través del miedo?
La realidad es que no existe el pecado. Dios no se ofende por nada de lo que los humanos podamos hacer, decir o pensar, y no se ofende porque Dios es Amor, Dios nos ama sobre todas las cosas, y Él sabe, mejor que nadie, que lo que hagamos, digamos o pensemos los humanos, es cosa del ego, no del alma. Para Dios somos como un bebé para su mama, no hay nada que perdonar al bebé, porque nada de lo que haga ofende. Somos bebés de Dios, estamos creciendo, y de la misma manera que el bebé está aprendiendo a vivir en la vida física, nosotros estamos preparándonos para vivir la vida eterna. Y en ese aprendizaje, podemos cometer errores, que no pecados.
Esos errores son necesarios, no, más que necesarios son imprescindibles para que el alma asimile la experiencia. Difícilmente se aprende cuando todo está bien, se aprende de los errores. A veces, caemos en el error más de una vez, pero no importa, lo importante es rectificar ese error, es aprender, para que una vez aprendido, no vuelva a repetirse. Dios, ante nuestro error, en su Magnífica Bondad, sólo debe de esbozar una sonrisa, como diciendo: “Vaya, otra vez”; igual que cuando la mamá tiene que limpiar a su bebé una y otra vez. Pero es, precisamente de esos errores, de donde va a salir el afianzamiento de la experiencia para el alma. Experiencia que una vez asimilada va a hacer que nunca más se repita el error, ni en esta, ni en ninguna otra vida. Lo que se ha aprendido, se conserva para la eternidad.
Aunque no exista el pecado y no seamos condenados al fuego eterno que prometen las religiones, nuestras acciones, si que tienen consecuencias, tanto en nuestra vida física, como en nuestra vida fuera del cuerpo. A cada acción le corresponde una reacción, y esta teoría científica, sí que está recogida no sólo en las religiones que postulan por el pecado, (aunque no les interesa publicitarlo), sino también, por todas aquellas que no lo contemplan. Ni el más mínimo pensamiento queda fuera de esta ley, hemos de recordar que el pensamiento es energía.
Es esta cadena de acciones y reacciones, de caer en el error, levantarse, rectificarlo y aprender, la que nos ata a la rueda de nacer y morir, una y otra vez. ¿Hasta cuándo?, pues hasta que nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos, sean sólo impulsados por el Amor, pero sin deseos, sin apegos, sin esperar nada a cambio, ni recompensas, ni felicitaciones.
Si Dios es Amor, y nos ama sobre todas las cosas, no puede más que desear para nosotros el bien, y si los que se califican como sus representantes no vibran en su misma sintonía, es posible que sean unos farsantes. Sus auténticos representantes deberían amar sobre todas las cosas y desear únicamente el bienestar físico, mental, emocional y espiritual, de todos, no sólo de los que siguen sus normas; y en vez de perder su tiempo atemorizando, a todo lo que se mueve, con horrores eternos si no hacen lo que ellos predican, podrían dedicar su vida a enseñar a amar y a servir a todos, que es la auténtica y verdadera enseñanza de los Grandes Seres de los que se proclaman sus representantes.
Las religiones actuales, han tenido, sin duda, un papel importante en el devenir de la humanidad mientras esta estaba dormida, pero una parte de esa humanidad, aunque aun no muy representativa todavía, está entreabriendo los ojos a una nueva realidad. Estamos en el inicio de una nueva era, de una nueva civilización, y las estructuras de poder conocidas, las religiones entre ellas, han quedado obsoletas, necesitamos nuevas estructuras y nueva religión. No nuevas religiones, necesitamos sólo una, porque solo hay un Dios, porque todos somos hermanos que caminamos en busca del Padre, necesitamos una religión que vibre en la sintonía de Dios, una religión que se base en el Amor.
¿Qué pasará con las actuales religiones? Pues………. Mucho me temo que, más tarde o más temprano, no les va a queda más remedio que desaparecer, ya que  cuando los seres humanos vayan despertando y sean conscientes del gran engaño que los hombres han montado alrededor de la vida de los Grandes Seres aprovechando su sueño, se separarán de las religiones, dejando a estas sin seguidores y sin razón para su existencia.
Esa nueva religión es la religión del Amor.
(Continuará)
Capítulo II parte 1 del libro Vivir desde el corazón es más fácil.