El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 10 de marzo de 2014

Felicidad, ¿Qué felicidad?


            Somos muchas las personas que nos encontramos imbuidos en la búsqueda de la felicidad. Bueno, en realidad creo que no somos muchos, creo que somos todos. Sin embargo, a pesar de que somos tantas las personas que estamos buscando lo mismo, la encuentran muy poquitas, y las que lo consiguen son la excepción.
            ¿Será porque no hay mucha cantidad de ella en el mundo? No, no es eso, porque en cuanto a la cantidad de felicidad que se puede encontrar en la vida no hay problema. Hay felicidad suficiente para todos. La vida está llena de felicidad, porque la felicidad es la misma vida. No es cierto que la vida sea sufrimiento. La vida es alegría, es una fiesta, es felicidad. Los ángeles, que normalmente, salvo raras excepciones, no encarnan, matarían por venir a la vida, (ya sé que es una manera un poco tosca de expresarlo). Los que no vienen a la vida no saben lo que es una caricia, un beso, la risa de un niño, el perfume de las flores o la inmensidad del océano. Y nada de eso es sufrimiento. El sufrimiento no lo da la vida, el sufrimiento se lo añadimos nosotros a nuestra vida solamente con una cosa: nuestro pensamiento.
¿Será entonces que no la encontramos porque no sabemos exactamente qué es lo que estamos buscando? Esto parece más probable, porque ¿Sabemos exactamente que es la felicidad?
Algo parece claro, buscamos lo conocido, buscamos aquello que nos han enseñado, buscamos lo que vemos que buscan otros, buscamos lo que la sociedad nos va mostrando cada día, buscamos aquello por lo que tanto han luchado nuestros mayores. Y lo que se encuentra cuando se busca todo esto, es más de lo mismo, es sufrimiento.
La felicidad está claro que no se encuentra en nada de eso que buscamos, ya que sino, muchos serían los que la encontrarían, pero no, no la encuentra “casi” nadie, es una búsqueda infructuosa. Y es una búsqueda infructuosa porque esperamos que la felicidad llegue cuando encontremos la pareja ideal, el trabajo ideal, los hijos ideales, etc., y todo eso, la experiencia de la vida nos dice que no llega a dar la felicidad, y no llega la felicidad porque todo eso es caduco, es incompleto.
Confundimos los estados de alegría, de bienestar, de serenidad, de amor humano, con la felicidad, y la felicidad es algo que dura eternamente porque no se basa en nada caduco, y la pareja, y el trabajo, y los hijos, y la cuenta en el banco, y las vacaciones, son caducos. Pueden durar un mes, un año, o incluso una vida, pero acaban desapareciendo y entonces se nos acaba eso que podíamos denominar como felicidad.
La felicidad es un estado interior, es algo que se encuentra cuando nos sumergimos en nuestro interior, se encuentra cuando conectamos con nuestro corazón, se encuentra cuando dejamos a un lado a los pensamientos y a sus acólitos: los deseos. Y esto, como nadie nos lo ha enseñado, ni es lo que busca el grueso de la sociedad, no es lo que se busca habitualmente. Incluso “los profesionales”: profesores de yoga, meditadores y terapeutas, que parecen estar más cerca de esto, no van, tampoco, mucho más allá de la teoría.
Pero si que hay que hacer lo que esos profesionales predican. Podemos recordar al papa Alejandro VI que decía: “Haced lo que yo os diga, pero no lo que yo haga”.
De cualquier forma, como llegar a ese estado de felicidad, de alegría y de paz interior, no se consigue en dos días, sino que es un trabajo que lleva su tiempo, posiblemente incluso más de una vida. Lo que podemos hacer es aprovechar lo mejor de nuestra vida, aunque sea material, aunque sea caduco. Es bueno acostumbrarse  a estar bien y a ser pseudo-feliz, aunque sea a temporadas, porque es una manera de romper el sufrimiento que la sociedad nos inculca a cada instante.

miércoles, 25 de abril de 2012

Salvar el alma


Nadie quiere salvar su alma,
todo lo que queremos es cuidar la cara.
Yogui Bhajan

            Este es el quid de la cuestión. En el tiempo que llevo dedicándome a la práctica del yoga, de la meditación y de la sanación, y a poner mi experiencia a disposición de todos aquellos que crean y sientan que les puede ayudar a despertar, a sanar, a acercarse a su alma, a ser feliz; me he encontrado, y me sigo encontrando, con que las personas que se quejan de lo infelices que son, de la mala suerte que tienen, de su soledad, de su ansiedad o de su enfermedad, cuando les insinúas que todo eso puede cambiar, con un mínimo de trabajo diario por su parte, buscan un millón de excusas, siendo la falta de tiempo la estrella de esas excusas, o desaparecen, o sencillamente realizan ese trabajo de una manera tan superficial, que no les sirve nada más que para demostrarse a sí mismos, y demostrar a los demás, de que eso ya sabían que no iba a funcionar. Por supuesto, siempre hay algunas maravillosas excepciones.
Las personas quieren ser felices, ¡sí!, pero tomando una pastilla cada ocho horas, y que no les hablan de dejar sus actividades diarias, (paseo, cama, televisión, cerveza con los amigos, etc.), o incrementar estas, aunque sea media hora, para dedicarse a crecer y evolucionar. Prefieren seguir siendo bebés, prefieren seguir dormidos, a fin de cuentas, en su sueño, no son conscientes ni de la talla de su conciencia, ni de su sueño.  
            Son muy pocos los que realmente quieren salvar su alma, o más fácil todavía, son muy pocos los que realmente quieren experimentar la felicidad de manera permanente. No creen que pueda existir la felicidad permanente, y mucho menos que se pueda encontrar en el interior de la persona, sin depender para nada de la consecución de los deseos. Es posible que lo expliquemos mal y no consigamos hacernos entender, por eso, no es que no lo crean, es que ni tan siquiera lo entienden.
En mi ignorancia, creo que piensan, al menos muchos de ellos, que si sanan de cualquiera de sus múltiples enfermedades, ya sean físicas o emocionales, no podrían quejarse y entonces, es posible que sientan que no pueden captar la atención de los demás, con lo que su soledad aun sería mayor.
            ¿Puede ser que antes de tener acceso a la felicidad y al amor necesiten vivir otras experiencias? El alma necesita vivir todas las experiencias, entre ellas las del dolor, la soledad y el sufrimiento, en todas sus múltiples facetas, de abandono, de soledad, de muerte, de enfermedad, de engaño, etc. Sin embargo, para asimilar la experiencia, no es necesario pasar una vida entera llena de sufrimiento, puede asimilarse en poco tiempo, el necesario para que la persona sea consciente de ese dolor, el necesario para que la persona sea consciente que lo puede erradicar sólo con su voluntad y con su pensamiento.
            Si eres de los que crees que es más importante la cara que el alma, te dejo una reflexión: La cara es caduca, se la comerán los gusanos dentro de unos días. El alma, sin embargo, eres tú, y es eterna.

sábado, 31 de marzo de 2012

Solo meditar no es suficiente

                La meditación por sí sola no es suficiente para avanzar de manera rápida y segura en el camino de evolución y de crecimiento interior.

La meditación es un abono, es como cuando abonamos un campo en el que no se ha realizado ningún trabajo previo, lo mismo crecen más fuertes las buenas hierbas que las malas. Para que el abono sea fructífero y se pueda obtener un buen rendimiento al campo, antes de abonar, se ha de limpiar el campo de las malas hierbas, para que así, solamente las buenas hierbas crezcan sanas y fuertes con el abono.
De igual manera actúa la meditación, incrementa la energía del campo energético del meditador, y lógicamente de sus chakras, que son una parte de ese campo, pero se incrementan, en la misma medida, tanto las energías positivas como las energías negativas. Por lo tanto se ha de limpiar el campo energético de energías negativas, de la misma manera que se quitan las malas hierbas del campo que se va a abonar, para que sólo sean abonadas las energías positivas.
Es cierto que hay algunas meditaciones en las que se puede ir limpiando las energías negativas del cuerpo energético a la vez que se energiza este. En unas se pueden trabajar todos los chakras, en otras se trabaja chakra a chakra, y en otras se trabajan ciertos aspectos del carácter de la persona para eliminar en concreto ciertas energías negativas.
Pero, posiblemente sea más rápido ser conscientes de cuáles son las energías negativas, (rabia, miedo, orgullo, ira, falta de amor, tristeza, pereza, apego al dinero, apego al poder, egoísmo, agresividad, etc.), que están entorpeciendo el proceso de crecimiento, para trabajar específicamente en ellas y conseguir así, su eliminación.
Para poder trabajar en las energías negativas, lo primero y principal es ser consciente de que están ahí. Difícilmente se podrá eliminar algo de lo que no se tiene conocimiento. Conocer y aceptar que se está en posesión de una energía negativa, es decir, de un defecto, es un signo de valentía tan grande que es el primer paso para su eliminación. La sola aceptación del defecto elimina una buena parte de su energía. El resto se ha de eliminar aplicando en la vida diaria, de manera consciente, la virtud opuesta, hasta que la energía de la virtud elimine totalmente la energía del defecto. Para ayudar en este trabajo se pueden realizar meditaciones específicas, que existen en muchas filosofías o yogas, para la eliminación del defecto en cuestión, y también se puede acudir a algún terapeuta, que ayude con alguna sesión de sanación.
Se ha de poner una especial atención, y ser totalmente honestos a la hora de cuantificar los defectos con los que se va a trabajar, porque pueden estar tan arraigados en la persona y ser una característica tan importante de su carácter, que la misma persona puede presumir de su defecto como si de una virtud se tratara, con lo que en su inconsciencia, va a meditar años y años, sin conseguir avanzar ni un milímetro en su evolución, o hacerlo tan lentamente que es como si no se moviera.

sábado, 18 de febrero de 2012

Meditación

La verdad en sí misma sólo puede ser alcanzada dentro de uno,
mediante la más profunda meditación y conciencia.
Buda.
La meditación es el fin del pensamiento, es mantener la mente absolutamente quieta, es vivir con total atención.
Recuerdo mis primeras meditaciones y las instrucciones que recibía. “Tienes que mantener la atención de manera constante”, “mantener la atención en ¿qué?, preguntaba yo”, “en tu respiración, por ejemplo, o en los latidos de tu corazón, o en los sonidos del exterior”, me dirigía el instructor, y seguía, “y si tu mente se distrae o se pone a cuestionar cualquier cosa, vuelve al punto de atención”. ¡Era realmente difícil!, creo que en un principio podía aguantar la atención en la respiración, no más de tres ó cuatro respiraciones, y cuando era consciente de que mi mente había ganado nuevamente la partida, después de no sé cuánto tiempo, ya que a veces podían haber pasado más de veinte minutos, volvía a mi respiración, y otra vez la mente, y otra vez volvía. Era una lucha sin cuartel. Y yo me preguntaba, ¿Esta lucha permanente con mi mente es meditación?
Más adelante, me enseñaron otro tipo de meditaciones, “meditaciones guiadas”: El instructor iba hablando, guiándonos por distintas partes de nuestro cuerpo, o haciendo que nuestra mente imaginara que estaba paseando por el Universo, o entrando en nuestro interior para visitar al niño que habita en nosotros, o viajando en una alfombra voladora, o montado a lomos de un águila. La mente, de vez en cuando, también se iba, pero me parecía más fácil mantenerla en el pensamiento que el instructor indicaba. Y yo me seguía preguntando: ¿Mantener a la mente en un pensamiento determinado será meditación, cuando la meditación es poner fin al pensamiento?
También me enseñaron a repetir palabras, (mantras), una y otra vez; aprendí otras meditaciones en las que era necesario un gran esfuerzo físico; otras en las que dirigía la energía por el interior de mi cuerpo; en fin, quise probar todo tipo de meditaciones, pero siempre terminaba preguntándome, ¿Esto será meditación?
Y si siempre terminaba preguntándome si era meditación, era porque si la meditación es el fin del pensamiento, como podía llamar meditación a algo que me obligaba a mantener un pensamiento en mi mente, ya fuera de dirección de la energía, de repetir mantras una y otra vez, o de cualquier otro tipo. Hoy tengo la respuesta: No son auténticas meditaciones, pero si son necesarias, más que necesarias son imprescindibles, ya son el primer paso, son el inicio, son el “a”, “e”, “i”, de la mente.
La verdadera meditación no puede ser buscada, la meditación llega, la meditación es una manera de vivir, la meditación es contemplar con atención la vida; por lo tanto cualquier intento consciente de meditación no es auténtica meditación. Pero si digo que son necesarias todas las técnicas de meditación, porque la mente necesita un entrenamiento. No se puede de la noche a la mañana intentar contemplar con atención y sin pensamientos como pasa la vida.
Las distintas técnicas tienen distintos objetivos: Los pensamientos son energía, por lo tanto, según sea el tipo de pensamiento que generamos con las distintas meditaciones conseguiremos: por un lado, no generar energías negativas provocadas por los pensamientos habituales, ya que meditando no se mantienen en la mente; y por otro lado, generar un tipo de energía especial, necesaria para el fin que persigamos con los distintos tipos de meditación. Meditar en un Ser Superior es permitir que su energía invada el campo del meditador, cuando se medita con un mantra la energía que llega es la energía del mantra, meditar con un mudra o con ciertos ejercicios físicos, hace que la energía discurra por distintas partes del cuerpo que habitualmente no reciben ese aporte de energía.
La verdadera meditación no necesita de instructores ni de técnicas. La auténtica meditación es vivir la vida con total atención. Vivir cada acontecimiento como novedoso, porque así es realmente, nada es igual, todo siempre es nuevo. Y además de vivir cada instante como algo nuevo y maravilloso, se ha de mantener esa novedad en la mente, es decir, no valen comparaciones con situaciones anteriores, ni calificar el acontecimiento como bueno, malo, hermoso o desagradable. El acontecimiento es, y punto. No se puede comparar, por ejemplo, una puesta de sol con otra, o darle ningún calificativo, ya que entonces se pierde la esencia de la puesta del sol, ya que la mente está pendiente de la calidad de la belleza, en vez de sencillamente contemplarla. Meditar sólo es contemplar, contemplar cómo te impregna la vida, contemplar su fluir. Un solo pensamiento del tipo que sea, hace que se difumine la meditación, hace que se pierda el sentido de la vida, hace que se pierda ese instante de vida en el que la mente está ocupada con el pensamiento.
No estoy diciendo que nos movamos con los vaivenes de la vida como si fuéramos una hoja movida por el viento, no, porque hemos de tomar nuestras decisiones y organizar los caminos a tomar. Para eso tenemos la mente, para organizar nuestra vida, para tomar nuestras decisiones, para solucionar los problemas que vayan surgiendo, pero no para darle vueltas a esas decisiones, a esa organización, a esos problemas. Una vez tomada la decisión, se ha de dejar descansar a la mente y permitir que llegue la meditación para observar a la vida, para contemplar con verdadera atención.
Una mente ocupada, es una mente que no vive nada más que sus propios pensamientos, no vive la vida, no vive la realidad, no vive la verdad.
Practica las meditaciones en las que te sientas más a gusto, pero recuerda que el objetivo no es conseguir detener los pensamientos en el momento en el que te encuentras sentado meditando, el objetivo es que toda tu vida sea meditación, es que tu mente observe en silencio, es que vivas la vida y no los pensamientos.
                ¿Qué sucede cuando se ha acostumbrado a la mente a estar a disposición del alma, serena y sin pensamientos? Es entonces, en esos momentos, en esos largos momentos en los que la mente se encuentra tranquila, cuando llega, por sí sola, la meditación, la auténtica meditación, sin buscarla; y a partir de ahí, con la meditación, llega la felicidad, la auténtica felicidad; se siente el Amor, el Amor Divino; se siente la unión con todo, la unión con todos, la unión con Dios.
                Este es nuestro único trabajo en esta vida, esa es nuestra única misión, ninguna otra. No es necesaria la búsqueda de ninguna misión, ya que a partir de ese momento, todo lo que sucede en la vida, se desarrolla como si estuviéramos sobre una alfombra voladora que nos lleva de un acontecimiento a otro, sin prisas, sin problemas, sin expectativas. Disfrutando del paseo por la vida, disfrutando de las sincronicidades, porque todo se desarrolla de manera fluida, sin los obstáculos generados por nuestros propios deseos, nuestros anhelos o nuestros miedos. Y las misiones que teníamos encomendadas, o nuestras deudas kármicas, se van a llevar a cabo y a cancelar, sin que tan siquiera seamos conscientes de ellas, porque en ese momento, todo estará bien, suceda lo que suceda.
                ¿Por qué todo estará bien, suceda lo que suceda?: ¿Qué es lo que nos ata al dolor, a cualquier dolor, incluido el de la pérdida de un ser querido, o que nos ata a la rabia, o a la incomprensión, o al miedo, o a las prisas? Solamente la mente y sus pensamientos. Cualquier acontecimiento sucede en un momento, pero al momento siguiente, ya no, ya vivimos otro acontecimiento. Si efectivamente la mente se encuentra tranquila, vivirá el acontecimiento que acaece realmente en el instante presente y no se habrá detenido en el acontecimiento anterior. Por lo tanto todo estará bien.
El siguiente paso es la desidentificación del cuerpo. Se acabó el miedo a la enfermedad, al dolor y a la muerte. Porque el conocimiento que le llega a la persona cuando esta le deja paso, hace que recuerde que no somos el cuerpo, que somos algo más, ese algo más que ahora, con la mente serena, se relaciona con todos los mundos, con una fuerza, con un poder y con una convicción desconocida mientras se daban vueltas y más vueltas a los mismos pensamientos día tras día.
Me he encontrado con personas, muy inteligentes e instruidas, que han rebatido este razonamiento por considerarlo simplista. Efectivamente, los asuntos del alma son simples, muy simples, y sólo hay una respuesta válida: “Inténtalo, y después juzga”, porque en este caso, no va a haber un científico que demuestre con fórmulas en un laboratorio la veracidad del razonamiento, para que luego, nosotros, cómodamente sentados en un sillón podamos leer las conclusiones del trabajo. No, el científico es uno mismo. Y todos los que han intentado el experimento han llegado a las mismas conclusiones, más pronto o más tarde, según su grado de dedicación: Una mente serena lleva directamente a la felicidad, a la alegría, a la paz y al amor. Una mente serena lleva directamente a Dios.
Si no has llegado ahí, no esperes llegar, ni leyendo esto ni leyendo nada. No te queda más remedio que entrar en el laboratorio de tu mente y comenzar el experimento. Los científicos que han obtenido sus propias conclusiones, sólo pueden ayudarte, y lo harán gustosos, pero el trabajo no te queda más remedio que desarrollarlo tú mismo. Empieza ya, entra en tu laboratorio, nunca es tarde. 
Una meditación sencilla
Sólo tienes que sentarte, cerrar los ojos, colocar la punta de la lengua en el paladar, dejar las manos apoyadas en los muslos con las palmas de las manos hacia arriba, y respirar, lenta y suavemente, por la nariz, con una respiración abdominal, permitiendo que con la exhalación vaya saliendo toda la tensión de tu cuerpo. Y empieza a repetir en silencio: “Yo Soy Luz, Yo Soy Amor, Yo Soy la Resurrección y la Vida, Yo Soy el Alma, Yo Soy ese Yo Soy”.
Puedes hacerla el tiempo que quieras, pero intenta que el mínimo sean once minutos.
Con ella vas a conseguir que se abra tu mente para que empieces a percibir pensamientos de frecuencia más elevada. Los pensamientos que te permites recibir en la actualidad son los que va marcando la sociedad, todos de baja frecuencia, y que son los que la sociedad impone sobre creencias de cualquier tipo: familia, amigos, sociedad, religión, normas morales; es decir, sólo te permites tener los pensamientos que son aceptados por los demás.
Pero con este tipo de pensamientos, mantienes encadenadas tus ilusiones, solo dejas volar las ilusiones que la sociedad permite; este tipo de pensamientos te impide conocer tu gloria y la gloria de Dios, te impide desarrollar tu poder y te impide alcanzar la felicidad plena, ya que nunca te aventurarás hacia lo desconocido, ni vas a contemplar la posibilidad de realidades más grandiosas, por miedo a que ellas signifiquen un cambio. Cambio que efectivamente ocurre, ya que hay mucho más que ver, mucho más que entender que lo que hay en ese mundo ordenado que nace, crece, envejece y muere bajo la dirección de la sociedad.
Con los pensamientos que te has permitido tener, ya has aprendido lo que es el miedo, lo que es la tristeza, lo que es la inseguridad, lo que es la avaricia, lo que son los celos, lo que es el odio, lo que es la enfermedad y lo que es la muerte. Y sobre todo ya sabes lo que es vivir alejado de la Fuente Divina.
Es momento de alcanzar todo lo contrario y sobre todo acercarte a tu esencia, permitiendo que entren en ti, otras frecuencias más elevadas y más sutiles de pensamiento. Lo vas a conseguir con esta meditación.
Con ella va a activarse la glándula pituitaria, con lo que tu cerebro va a estar mucho más despierto, es posible que incluso sientas un ligero dolor de cabeza, o que sientas mareo, si es así, deja la meditación, tendrás que ir acostumbrándote poco a poco.
A medida que empiezas a recibir frecuencias más altas, se transforman en una corriente eléctrica de alto poder, que se va repartiendo a cada célula de tu cuerpo a través del sistema nervioso central, causando como un estremecimiento o sensación de hormigueo. Sólo es que empieza a circular por tu cuerpo otra energía más sutil, haciendo que aumente la frecuencia vibratoria de cada célula. Cuantos más pensamientos elevados recibes, más vibra tu cuerpo, más luminoso se vuelve, más aumenta tu amor, tu compasión, tu misericordia, tu comprensión.
Puedes tener lo que quieras, ¿por qué te limitas?

martes, 24 de enero de 2012

Con Dios todo es posible (II)

            “Con Dios todo es posible”, es una especie de recopilación de vida, o el diario de un viaje a través de la materia.

Hay infinidad de maneras de aprender, y supongo que cada persona elige aquellas con las que se siente más cómoda. Elegí varios caminos: Yoga, meditación, construcción del carácter, lectura y cursos; y en cada uno de esos caminos el avance era y es, totalmente desigual. Es como si en una carrera, yo fuera el mismo corredor en todas las calles, y por supuesto, en cada calle avanzando a distinta velocidad. Incluso en algunos aspectos parece, a veces, que retrocedo, pero no es así, es el estancamiento el que da la sensación de retroceso, pero cuando se vuelve a entrar en la pista se recupera el último tramo recorrido casi de inmediato.
En algunas filosofías explican que si en la última vida la persona ha llevado una  vida poco acorde con los principios y cualidades del alma, en su próxima vida retrocede, pudiendo incluso encarnarse en algún animal, sobre todo si no ha sido compasivo con ellos y les ha quitado la vida sin necesidad. No creo que sea así, y hay otras filosofías y textos que avalan mi creencia. ¿Cuál es cierta?, no lo sé, pero me apetece mantener mi creencia.
Nuestro paso por el cuerpo es una escuela, primaria, muy primaria, en la que vamos eliminando defectos, trabajando virtudes, y adquiriendo o recordando conocimiento. Todo esas experiencias las necesita y las asimila el alma y es un bagaje permanente e imborrable, lo que implica que en la próxima vida, el alma encarne en un cuerpo y un lugar adecuado, y poder así seguir adelante con su proyecto de vida, su proyecto para conseguir la perfección del alma, y conseguir alcanzar el Amor, que es la única meta de nuestra vida en la Tierra. Parece lógico, por lo tanto, que quien haya ido trabajando en vidas anteriores, y avanzado en su carrera hacia el amor, encarne con todas las condiciones favorables para seguir realizando su trabajo.
En la planificación de la vida no se deja nada al azar, está programada cada meta, cada encuentro, cada interacción. Dicha programación es realizada por los Señores del Karma, que se la presentan al alma que va a encarnar, y esta, la acepta casi siempre. Depende después de la libertad de la persona y de su capacidad de elección, (libre albedrío), el que realice, con aprovechamiento o no, su plan de vida. Y aunque para desgracia nuestra, puede más el “ego” que el alma, siempre realizamos avances, aunque sean pequeños, que nos permiten acercarnos, aunque sea poco a poco, al esperado final de nuestra vida en la materia. Y avanzamos porque una acción de amor tiene diez veces más peso que cualquier acción incorrecta.
Además del primer curso de profesor de yoga, de yoga integral, iba realizando cualquier curso que tuviera relación con la energía y sobre todo con la muerte, mi gran pasión. Tan desconocida y temida por la inmensa mayoría de la gente, a mi me atraía y me atrae por encima de cualquier otra cosa, ¿Cómo será el traspaso al otro lado?, ¿Qué haremos allá?, ¿Cómo sentiremos a los que quedan en el cuerpo?, ¿Cómo nos comunicaremos con ellos?, ¿A qué dedicaremos el tiempo?, ¿Cómo se medirá el tiempo?, ¿Cómo será la vuelta a un nuevo cuerpo?, ¿Cómo será la relación con todos los que han sido nuestra familia en vidas anteriores?, realmente apasionante. No sabemos casi nada de la muerte, y sin embargo, es el único hecho que podemos predecir con absoluta seguridad.
            Más adelante seguiré con el tema de la muerte, quiero ahora seguir con el yoga. Nunca he sido un yogui, en cuanto a la flexibilidad de mi cuerpo, pero como practicante de yoga y estudiante para ser instructor, aprendí a respirar, a relajar el cuerpo y la mente, a entrar dentro de mí, a conocer un poco a las personas sólo por su manera de sentarse en las clases, a hacer un poco más de caso a la intuición, a trabajar con mis pensamientos, a sentir el silencio interior, y sobre todo empecé a oír hablar de la Kundalini.
            Kundalini…., según las primeras enseñanzas que recibí, es una energía que se encuentra dormida en nuestro interior. Nuestro trabajo y nuestro camino de evolución están ligados con la Kundalini, con su despertar y con su recorrido por el cuerpo. Aprendí, entonces, que cuando esta energía se despierta, la persona está en condiciones de terminar su viaje en el cuerpo, podríamos decir que ha llegado al final de su camino en la tierra, al final de su escuela primaria, pero para que esta energía despierte es imprescindible preparar el cuerpo y la mente.
            Poco más que eso fue lo que aprendí, tanto en mi curso de profesor de yoga integral, como más tarde en el curso de profesor de Kundalini Yoga. Y claro, teniendo en cuenta que soy “una mente con patas”, empezaron a surgir preguntas: Si despertar la Kundalini es alcanzar la Iluminación, ¿Cómo puede ser que tantos profesores de yoga o meditadores, por ejemplo, que se supone que trabajan específicamente para despertar la energía Kundalini no la tengan despierta?, ¿Cómo puede ser que además tengan problemas emocionales?, ¿Cómo puede ser que no dediquen su vida totalmente, o en parte, al servicio a los demás?, y muchas, muchísimas preguntas más. Algo debía de fallar, o la enseñanza era incompleta.
            La enseñanza era, efectivamente incompleta. Creo que la enseñanza sobre la Kundalini aun no la he completado, pero si aprendí mucho más sobre ella, y eso gracias a un gran maestro: Master Choa Kok Sui, y a otro maestro, discípulo de Master Choa: Maurizio Parmeggiani. Fue en todos los cursos realizados de Sanación Pránica.
Aprendí que la energía Kundalini es una energía que permanece dormida en la base de la columna, (entre la cuarta y quinta vértebras lumbares, a un pulgar por debajo del ombligo, en la espalda), y se representa como una serpiente enroscada tres veces y media con la cabeza hacia arriba.
Es posible, que algunas de las personas que leáis esto, no hayáis oído hablar nunca de la energía Kundalini y cuál es su función. Pues bien, se conozca o no, esta energía es nuestro más alto potencial, ya que no podemos alcanzar ninguna forma de conciencia más elevada si no trabajamos con la Kundalini.
Ya sabemos que no somos un accidente de la naturaleza, ni el producto de una noche de amor. Somos un alma que sólo tiene un objetivo, volver al seno de la Energía Divina, volver al seno del Padre, volver a nuestra auténtica morada. Pero para eso hemos de conseguir un equilibrio físico, psíquico y espiritual, hemos de conseguir un estado de conciencia mucho más elevado, hemos de conseguir ser amor, amor puro; hemos de conseguir la unión de nuestro cuerpo y nuestra alma, hemos de conseguir la unión de nuestra conciencia con la Conciencia Divina.
La consecución de todos esos objetivos va estrechamente unida con el “despertar de la energía Kundalini”. Ya hay una parte de esa energía circulando por nuestro cuerpo energético, dependiendo de nuestra evolución, de la madurez de nuestro carácter y de nuestro equilibrio emocional.
¿Cómo se puede despertar? Permitirme un símil: Todas las personas tienen los mismos músculos, pero si una persona los trabaja, esos músculos se van desarrollando. Estaban ahí, pero estaban dormidos, realizando el trabajo para el que estaban concebidos, sin más. Con la energía Kundalini, pasa lo mismo, hay una parte pequeña que se usa en determinadas funciones, pero para desarrollarla, hay que trabajarla, hay que despertarla. Para desarrollarla, no es necesario ir al gimnasio. El lugar para desarrollar la energía Kundalini es la vida. Y lo mismo que para desarrollar los músculos se hacen cientos de repeticiones, para despertar la energía Kundalini se han de realizar cientos de repeticiones de actos de compasión, de actos de misericordia, de actos de comprensión, cientos de repeticiones de actos de amor.
Los practicantes de yoga y muchos meditadores, sueñan con el despertar de la Kundalini. ¡Dejar de soñar!, ya la tenéis despierta. Lo que no sabéis es en qué grado. La Kundalini tiene grados de elevación o de despertar: Tiene siete niveles, y cada nivel siete subniveles. Es decir, si cada despertar fuera uniforme, tendría la persona que conseguir cuarenta y nueve subidas de Kundalini para alcanzar su grado máximo. Esto se consigue a lo largo de muchas vidas, y su conquista se ha de repetir en cada encarnación, puesto que los vehículos son nuevos en cada una; pero una vez se ha conseguido dominarlo, las repeticiones son cada vez más fáciles.
La energía Kundalini es una energía muy potente, por lo que además de prepararse psíquica y emocionalmente, es bueno también preparar el cuerpo. Es necesario un cuerpo sano para que la Kundalini, en su ascensión por la columna vertebral energética o canal central, no encuentre bloqueos energéticos debidos a un mal funcionamiento o un maltrato del cuerpo, drogas, tabaco, alcohol, comida insana, exceso de carne, etc. Todo el ser se purifica con la Kundalini, y para que esta energía circule sin peligro, se necesita un cuerpo y una mente fuertes, preparados para superar el cambio que experimenta la conciencia.
Cuando esta energía despierta, empieza a subir chakra a chakra, hasta alcanzar la coronilla. Al atravesar cada chakra produce el despertar de la región correspondiente y cuando la travesía ha concluido se dice que la persona ha alcanzado la iluminación completa.
La Kundalini es el poder latente del alma, no es una experiencia de revelación mística. Es un proceso gradual a través del cual la persona puede ir elevando y transformando su conciencia hasta alcanzar un grado de conciencia superior.
De la misma manera que cuando se empiezan a ejercitar los músculos aparecen agujetas, también pueden aparecer en el despertar de la Kundalini, que en este caso se denomina “síndrome Kundalini”.
¡Es increíble!, todo está ligado entre sí. Para ayudar a despertar la Kundalini es necesario trabajar varios aspectos: El cuerpo, que con la práctica del yoga, para mí, era suficiente, la meditación, una mente serena y tranquila que no juzgue ni critique, una vida correcta en la que el trato hacia los demás sea de igual a igual, una vida en la que los actos de ayuda, de compasión y misericordia no sean la excepción, en definitiva, una vida de amor.
El despertar de la Kundalini va estrechamente unido al crecimiento de la persona como ser espiritual, por lo tanto es imprescindible que la persona alcance un adecuado desarrollo moral, hasta que su voluntad sea bastante fuerte para regularla, y sus pensamientos bastante puros para hacer frente a su despertar sin riesgo. “Crecer” significa fortalecer la voluntad, dejar en la mente los pensamientos puros, tratar a los demás como iguales, desechar los deseos, vivir una vida de amor hacia todo y hacia todos, ser compasivo/a, ser honesto/a, ser generoso/a con los que más lo necesitan.
Es mejor que la Kundalini permanezca dormida, hasta que la persona esté preparada para su despertar. Aunque parezca una tontería hablar de voluntad, moralidad y pensamientos, y unirlos al movimiento de una energía del cuerpo, no lo es, es normal esa unión. El movimiento de la Kundalini es ascendente, desde la base de la columna, hasta alcanzar la coronilla. En su recorrido va limpiando, purificando y fortaleciendo cada uno de los centros energéticos, (chakras), por los que va pasando. Si en alguno de esos centros hay bloqueos, la energía se estanca, provocando distintas reacciones, dependiendo de los centros que se encuentran bloqueados.
Es posible que hayáis oído o leído que la Kundalini es peligrosa. No lo es, siempre y cuando se sigan ciertas normas, como son: Mantener un cuerpo físico puro y sano, y mantener una mente sana y un equilibrio emocional.
Cuidar el cuerpo, llevar una vida honesta, buscar la paz interior y tratar a todos como si fuera uno/a mismo/a. Es la mejor receta para que la energía Kundalini, se manifieste rápida y segura. (Continuará) 

lunes, 16 de enero de 2012

Con Dios todo es posible (I)

            Una persona lee un libro y su vida puede cambiar para siempre. Los lectores asumen para sí las imagines, las palabras o los conceptos del libro, guardando en su memoria pasajes del libro que, a partir de ese momento, les ayudan a ver y a entender la vida de otra manera. Les ayudan a vivir. Les ayudan, por un lado, a evadir la realidad, y por otro lado, a profundizar o a vivir más plenamente la propia realidad.

            Personalmente, tengo una memoria muy selectiva. Los momentos que no tienen ningún significado importante, no se archivan en mi memoria, sólo pasan durante un instante, como una ráfaga de viento, sin quedar archivados en ningún cajón de la memoria. Sin embargo, recuerdo perfectamente los momentos que han marcado de manera positiva mi vida, ya que los momentos negativos, también los olvido de inmediato. Uno de los momentos importantes, ha sido, precisamente, la lectura de un libro. El libro tiene por título “La energía eres tú”, escrito por Erhard F. Freitag.
            Puedo decir, sin ambages, que ese libro cambió mi vida. Es un libro de 350 páginas, que leí, la primera vez de un tirón. Las siguientes lecturas, ya fueron más sosegadas, tomando mi tiempo, no en cada capítulo, sino casi en cada párrafo.
            Hasta el momento de leer ese libro, mi idea de vida, era como la de casi todos los mortales: Buscaba la felicidad, pero esperaba encontrarla en un ascenso en el trabajo, en ganar más dinero, en cambiar el coche, en ir de vacaciones cuanto más lejos mejor, etc., etc., etc. No había oído hablar de energía, salvo en las clases de física, y cuando, alguna vez, muy pocas por cierto, alguien decía que conocía a un “curandero” que curaba con las manos, me reía tanto, que se podía desencajar mi mandíbula, ¿Cómo alguien iba a hacer algo, que personalmente consideraba un “milagro”, porque además, era el método utilizado por Jesús?, ¡Qué tontería!
            Leía el libro, ávidamente, con los ojos como platos, sin acordarme de comer, cenar o dormir, diciéndome a mí mismo, que si lo que estaba leyendo era cierto, el sufrimiento humano podía ser erradicado para siempre. Necesitaba experimentar las enseñanzas de ese libro, que ahora me atrevo a resumir en una frase, una frase archiconocida, ya que es la base de las enseñanzas del Buda: “Somos exactamente lo que pensamos”. Por aquel entonces del Buda también sabía poco.
¿Cómo y dónde podía conseguir más información?, ¿Cómo poner en práctica esas enseñanzas?, ¿Cómo aprender a manejar esa energía?, o ¿Como curar con esa energía que dos días antes sólo causaba en mí hilaridad? Como en el libro se hablaba de meditación en, al menos quince ocasiones, (algo que tampoco sabía lo que era, yo pensaba que era darle vueltas a un problema para encontrar la solución), decidí apuntarme a clases de yoga al día siguiente de finalizado el libro. ¡Tenía que aprender más!, ¡Tenía que experimentar!
            A partir de ese día, descubrí el yoga, descubrí la meditación, descubrí el poder del pensamiento, descubrí la debilidad del corazón adormecido por los deseos, descubrí que no somos cuerpo, descubrí que somos alma, descubrí que Dios Es Todo, que Es Amor, nada que ver con el Dios castigador que proclaman las religiones, descubrí que todos somos hermanos, incluidos abortistas, homosexuales, divorciados, y de izquierdas; descubrí muchas más cosas, y aún hoy sigo descubriendo. Y los cambios fueron llegando a mi vida. Nada radicales, sino paulatinamente. Es hoy, algunos años después, que los cambios se siguen produciendo, y aun espero muchísimos más, ¡estoy tan lejos de algún punto que ni tan siquiera sé cual es!
            El que los cambios llegaran paulatinamente, y no a la velocidad de crucero que a mí me gustaría, sólo era debido a mi capacidad personal para ir transmutando mi energía. Daba entonces, y sigo dando gracias a Dios por la voluntad, porque entre las cosas que descubrí, es que la voluntad es una cualidad imprescindible para todo el trabajo que tenía por delante. La energía, como decía el libro, era lo que yo era, por lo tanto los cambios tenían que pasar forzosamente, por cambiar la energía. Cambiarla, pero ¿de qué a qué?
            Entonces no lo sabía, hoy sí. Hay que cambiar toda la energía en Amor. El orgullo en Amor, el miedo en Amor, la tristeza en Amor, la envidia en Amor, la ira en Amor, todo en Amor. Es un trabajo arduo, pero se puede conseguir, eso sí, paulatinamente, y con voluntad.

            Esto sigue, hay más, mucho más, pero lo colgaré por entregas para no aburriros.

      

lunes, 27 de junio de 2011

Kundalini (I)

            Kundalini es una forma especial de la energía humana.

Kundal significa rizo e ini se traduce como amor. Por lo tanto, poéticamente, podríamos traducirlo como rizo de cabello de la persona amada.

La energía Kundalini es una energía que permanece dormida en la base de la columna, (entre la cuarta y quinta vértebras lumbares, a un pulgar por debajo del ombligo, en la espalda), y se representa como una serpiente enroscada tres veces y media con la cabeza hacia arriba.

La energía Kundalini también se llama el poder de la serpiente.

Es posible, que algunas de las personas que leáis esto, no hayáis oído hablar nunca de la energía Kundalini y cuál es su función. Pues bien, se conozca o no, esta energía es nuestro más alto potencial, ya que no podemos alcanzar ninguna forma de conciencia más elevada si no trabajamos con la Kundalini.

Ya sabemos que no somos un accidente de la naturaleza, ni el producto de una noche de amor. Somos un alma que sólo tiene un objetivo, volver al seno de la Energía Divina, volver al seno del Padre, volver a nuestra auténtica morada. Pero para eso hemos de conseguir un equilibrio físico, psíquico y espiritual, hemos de conseguir un estado de conciencia mucho más elevado, hemos de conseguir ser amor, amor puro; hemos de conseguir la unión de nuestro cuerpo y nuestra alma, hemos de conseguir la unión de nuestra conciencia con la Conciencia Divina.

La consecución de todos esos objetivos va estrechamente unida con el “despertar de la energía Kundalini”. Lo creas o no, ya hay una parte de esa energía circulando por tu cuerpo energético, y dependiendo de tu evolución, de la madurez de tu carácter y de tu equilibrio emocional, es más que probable que la cantidad de energía Kundalini circulante en tu cuerpo, sea mayor que en otras personas más inmaduras, menos evolucionas o más desequilibradas emocionalmente.

Mantener mayor cantidad de energía Kundalini circulante, sólo quiere decir que esa energía dormida se ha despertado.

¿Cómo se puede despertar? Permitirme un símil: Todas las personas tienen los mismos músculos, pero si una persona los trabaja, esos músculos se van desarrollando. Estaban ahí, pero estaban dormidos, realizando el trabajo para el que estaban concebidos, sin más. Con la energía Kundalini, pasa lo mismo, hay una parte pequeña que se usa en determinadas funciones, pero para desarrollarla, hay que trabajarla, hay que despertarla. Para desarrollarla, no es necesario ir al gimnasio. El lugar para desarrollar la energía Kundalini es la vida. Y lo mismo que para desarrollar los músculos se hacen cientos de repeticiones, para despertar la energía Kundalini se han de realizar cientos de repeticiones de actos de compasión, de actos de misericordia, de actos de comprensión, cientos de repeticiones de actos de amor.

Los practicantes de yoga y muchos meditadores, sueñan con el despertar de la Kundalini. ¡Dejar de soñar!, ya la tenéis despierta. Lo que no sabéis es en qué grado. Porque casi siempre hemos oído que cuando se despierta la Kundalini, ya se alcanza el grado de conciencia más elevado que se pueda conseguir en la Tierra y se alcanza la Iluminación. No es así. La Kundalini tiene grados de elevación o de despertar.

Tiene siete niveles, y cada nivel siete subniveles. Es decir, si cada despertar fuera uniforme, tendría la persona que conseguir cuarenta y nueve subidas de Kundalini para alcanzar su grado máximo. Esto se consigue a lo largo de muchas vidas, y su conquista se ha de repetir en cada encarnación, puesto que los vehículos son nuevos en cada una; pero una vez se ha conseguido dominarlo, las repeticiones son cada vez más fáciles.

La energía Kundalini es una energía muy potente, por lo que además de prepararse psíquica y emocionalmente, es bueno también preparar el cuerpo. Es necesario un cuerpo sano para que la Kundalini, en su ascensión por la columna vertebral energética o canal central, no encuentre bloqueos energéticos debidos a un mal funcionamiento o un maltrato del cuerpo, drogas, tabaco, alcohol, comida insana, exceso de carne, etc. Todo el ser se purifica con la Kundalini, y para que esta energía circule sin peligro, se necesita un cuerpo y una mente fuertes, preparados para superar el cambio que experimenta la conciencia.

Cuando esta energía despierta, empieza a subir chakra a chakra, hasta alcanzar la coronilla. Al atravesar cada chakra produce el despertar de la región correspondiente y cuando la travesía ha concluido se dice que la persona ha alcanzado la iluminación completa.

La Kundalini es el poder latente del alma, no es una experiencia de revelación mística. Es un proceso gradual a través del cual la persona puede ir elevando y transformando su conciencia hasta alcanzar un grado de conciencia superior.

De la misma manera que cuando se empiezan a ejercitar los músculos aparecen agujetas, también pueden aparecer en el despertar de la Kundalini, que en este caso se denomina “síndrome Kundalini”. Hablaremos de ellos en días posteriores.

Empieza ya a trabajar tu Kundalini. Ayuda a despertarla: la práctica del yoga, la meditación, una mente serena y tranquila que no juzgue ni critique, una vida correcta en la que el trato hacia los demás sea de igual a igual, una vida en la que los actos de ayuda, de compasión y misericordia no sean la excepción, en definitiva, una vida de amor.