Toda esta entrada es un extracto,
ínfimo, del libro “Misterios desvelados”, en el que aparecen reflejadas algunas
de las enseñanzas del Maestro Saint Germain:
La Eterna Ley de la Vida es: “LO QUE
TÚ PIENSES Y SIENTES LO TRAES A LA FORMA”. Dónde está tu pensamiento, allí
estás tú. Lo que tú medites, en ello te convertirás, ya que tú eres tu conciencia.
Cuando uno permite a su mente
permanecer en pensamientos de odio, de condenación, de crítica, de lujuria,
envidia, celos, temor, dudas o sospechas, y permite que esos pensamientos y sentimientos
generen irritación dentro de él, es absolutamente seguro que tendrá discordia, fracaso,
desastres en su cuerpo, su mente y su mundo. Mientras él permita que su atención
se detenga en tales pensamientos, bien sea respecto a naciones, personas,
lugares, condiciones o cosas, estará absorbiendo esas actividades en la
substancia de su mente, su cuerpo o sus asuntos. De hecho, estará forzando,
impeliéndolas a que entren en su experiencia.
Esto ocurre porque los seres humanos no
se aceptan ni se reconocen ellos mismos como lo que son. Templos del Dios
Viviente. Tampoco saben que este reconocimiento debe mantenerse eternamente. La
Humanidad en su presente y aparente limitación de tiempo, espacio y actividad,
está en el caso de la persona que necesita, y si alguien le extiende lo que
necesita, y ella no se acerca a recibirlo, ¿Cómo va a gozar del beneficio?
La masa humana está en este grado de
conciencia hoy, y continuará en ella hasta que acepte que el Dios que lleva en
su corazón es el Dueño, el Dador y el Hacedor de todo el Bien que puede entrar en
sus vidas y mundos.
Tanto más intenso es el sentimiento dentro del
deseo, tanto más rápido se cumplirá.
Sin embargo, si se tiene la temeridad
de desear algo que dañe a otro hijo de Dios, o a cualquier parte de Su
Creación, ese pagará con discordia y fracaso en alguna experiencia de su vida.
Es muy importante realizar plenamente
que la intención de Dios para cada uno de sus hijos es la abundancia de toda
cosa buena y perfecta. Él creó la Perfección y revistió o invistió a cada hijo
con ese mismo Poder. Todos podemos crear y mantener la Perfección, y expresar
Dominio Divino sobre la Tierra y todo lo que ella contiene. La Humanidad fue
creada a imagen y semejanza del Padre, y la única razón por la cual no
manifiesta su Dominio es porque no usa su autoridad Divina.
La actividad sensorial de la Vida es
el punto más abandonado, menos custodiado en la humana conciencia.
La necesidad de controlar y vigilar
los sentimientos no puede ser subrayada demasiado, pues el dominio de las
emociones juega el papel más importante en la Vida, para mantener el equilibrio
mental, salud en el cuerpo, éxito y logros en los asuntos mundanos o del ser
personal de cada individuo.
Al principio esta disciplina requiere
esfuerzo continuo, porque los pensamientos y sentimientos del 95% de la
humanidad andan tan libres e incontrolados como un perrito callejero. Pero no importa
cuánto esfuerzo sea necesario traer para estas dos actividades a un control
absoluto, vale la pena todo el tiempo, la energía y el esfuerzo, pues no se
puede tener ningún dominio permanente de nuestra propia vida y mundo sin ello.
Meditación para el control de uno mismo
- El primer paso hacia el control de
uno mismo es el de aquietar toda actividad exterior, tanto de la mente como del
cuerpo. De quince a veinte minutos antes de recogerte a dormir, y por la mañana
antes de comenzar tu día, haciendo el ejercicio siguiente: hace prodigios para
todo el que haga el esfuerzo necesario.
- El segundo paso es asegurarte de no
ser perturbado y después de haberse tranquilizado y estar muy quietos,
visualizar y sentir el cuerpo envuelto en una Luz radiante, blanca. En los
primeros cinco minutos mientras se visualiza este cuadro, sentir intensamente
la conexión entre el ser exterior y el Magno Dio Interno, enfocando la atención
en el corazón y visualizándolo como un Sol Dorado.
- El tercer paso es el reconocimiento:
“YO ACEPTO GOZOSO LA PLENITUD DE MI MAGNA PRESENCIA DE DIOS, EL CRISTO PURO”.
Siente el gran brillo de la Luz e intensifícala en cada célula de tu cuerpo
durante unos diez minutos más.
- Ahora cierra la meditación ordenando:
“YO SOY HIJO DE LA LUZ, AMO LA LUZ, VIVO EN LA LUZ, SOY PROTEGIDO, ILUMINADO,
PROVISTO Y MANTENIDO POR LA LUZ Y BENDIGO LA LUZ”.
Recuerda siempre que uno se
convierte, se transforma en aquello que medita, y puesto que de la Luz salimos,
la Luz es suprema perfección y el control de todas las cosas.
Si practicas este ejercicio fielmente
y lo sientes en cada átomo de tu mente y cuerpo con profunda intensidad,
recibirás abundante prueba de la tremenda Actividad, Poder y Perfección que
existe y está siempre activa en la Luz. Cuando hayas experimentado esto, aunque
no sea sino por un corto tiempo, no necesitarás pruebas adicionales. Te
conviertes en tu propia prueba. “LA LUZ ES EL REINO. ENTRA EN EL Y ESTARÁS EN
PAZ”. Regresa a la casa del Padre. Después de diez días de hacer este
ejercicio, es bueno hacerlo tres veces diarias: Mañana, tarde y noche.
A menudo oigo la queja: “Ay, yo no
puedo dedicar todo ese tiempo”. Para aquellos que sean de esa opinión, deseo decirles:
El tiempo que gasta la persona corriente en criticar, condenar y culpar a los
demás por ser diferentes, si fuera dedicado al uso y reconocimiento de la Luz,
les sería manifestado el Cielo en la Tierra. Para el individuo que se atreve a
comprobarlo y tiene suficiente determinación para continuarlo, nada le es
imposible. La Luz jamás falla.
La condición desafortunada en la
conciencia humana, que mantiene a los individuos en sus limitaciones
autoimpuestas, es la actitud de la mente que, o teme, ridiculiza lo que no
comprende, o lo que es peor, en su ignorancia dice: “ESO ES UN IMPOSIBLE”.
Una cosa puede no ser probable bajo
ciertas condiciones; pero el Ser Divino Interior, que es la Gran Luz, puede
cambiar todas las condiciones humanas, de manera que nada le es imposible.
Todo ser humano posee la Divina Llama
de la Vida dentro de él, y ese Ser, Dios, tiene dominio donde quiera que se
mueva el Universo. Si el hombre por su inercia mental no hace el esfuerzo suficiente
para reorganizar sus antiquísimos hábitos de mente y cuerpo, continuará atado
por las cadenas que él mismo se forjó. Pero si él decide conocer al Dios
Interior y tiene la osadía de darle a ese Ser Divino el control de sus
actividades exteriores, recibirá de nuevo el conocimiento de su dominio sobre
todas las substancias, lo cual le pertenece desde el principio.
La Ley de la Reencarnación es la
actividad del crecimiento humano que le concede al individuo la oportunidad de restablecer
un equilibrio condicional que él mismo, conscientemente desajustó.
Esto es sólo unas de las actividades
de la Ley de Compensación, la Ley de Causa y Efecto, o lo que se puede llamar
el proceso balanceador automático que gobierna todas las fuerzas del Universo,
en todas partes. La comprensión correcta de esta Ley da la explicación de
muchas condiciones en la experiencia humana, que sin ella parecen totalmente
injustas. Es la única explicación lógica de la infinidad de complejidades y
experiencias humanas que revelan la operación y la Ley sobre la cual descansa
toda manifestación. Esto hace comprender que no existe lo que llaman
“casualidad o accidente”. Todo tiene una causa interior, y todo es la causa de un efecto futuro en el mismo
instante que se efectúa la causa. Si un hombre ha dañado a una mujer en una vida, es seguro que
reencarnará en forma femenina y pasará por la experiencia similar, hasta que
sufra aquello que le hizo soportar a otro. Lo mismo ocurre a toda mujer que
lastime o dañe a un hombre. Esta es la única forma en que cada uno se obliga a
experimentar tanto la causa como el efecto de todo lo que genera el mundo.
El individuo puede experimentar y crear
lo que se le antoje en su propio mundo, pero si a él se le antoja hacer aquello
que le haga a otros experimentar discordia, él se obliga a experimentar la misma
condición hasta que comprenda lo que es el efecto de su propia creación sobre
la vida ajena en el Universo.