Viernes 4 de noviembre 2022
¿En qué momento nace
el amor del papá por su hijo o el de los abuelos por su nieto? Porque tuvo que
haber un momento, tuvo que haber un inicio. Está claro que ese amor no existía
al no existir el hijo, y no es algo que pudiera estar guardado en una caja que
se abriera y saliera a la luz con la llegada al mundo del bebé, por lo tanto,
¡insisto!, ¿cuándo fue ese momento? Y aún se me ocurre otra pregunta: Cuando
nació el amor, ¿creció de manera paulatina o ya, de principio, fue como una
explosión?
Lo sé. Sé que
pienso demasiadas bajanades, (bajanada es la acción o expresión típica de un
babau), pero ¿no es mejor pensar estas tonterías que darle vueltas en el
cerebro a alguna preocupación irracional?
Puedo poner un
ejemplo claro de irracionalidad: Tengo una paciente que está atravesando una
delicada situación económica y se pasa el día pensando en que no tiene, que no
podrá comprar, que pasaría si enfermara algún miembro de la familia, etc.,
etc., con lo que la ansiedad está terminando con ella.
Mis pensamientos
de babau, no solo no me hacen daño, sino que, creo me ayudan a crecer porque,
en este caso, me voy colocando en el lugar de los papás o abuelos primerizos y,
mientras me coloco en su lugar mi trato hacia ellos es mucho más humano. Y como
siempre estoy pensando cosas parecidas me voy colocando en los zapatos de las
personas objeto de mis preguntas. Es una fantástica manera de erradicar el
juicio y la crítica que tanto daño hacen al crítico como al criticado.
Ya me he ido, otra
vez. Vuelvo con el amor del papá primerizo.
Ahora me doy
cuenta de que esto va a ser más largo de lo que yo, en un principio, había
imaginado. Así que, trataré de ir ordenando mis pensamientos.
Para entender lo
que quiero explicar tengo que insistir en dos aspectos que yo considero muy
importantes:
1)
El amor es una
energía.
No es un sentimiento como creemos los
seres humanos. Pero es normal que creamos que es un sentimiento, porque así nos
lo han enseñado. Incluso el diccionario define el amor al prójimo como
“sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa, a la que se
le desea todo lo bueno” y define el amor platónico como “sentimiento de intensa
atracción emocional y sexual hacia una persona, con la que se desea compartir
una vida en común”
2)
La única razón de
la vida es aprender a amar.
Pensamos que cada uno de nosotros tiene
una misión en la vida y, creemos, también, que estamos pagando Karma.
Son correctas las dos creencias, pero
hay una razón, muy por encima de ellas: El amor. Aprender a amar a todos por
igual, amar incondicionalmente, amar a todos como Dios nos ama.
Cuando lleguemos a ese punto de amor, nuestra
misión se desvanece como el humo, y nuestro Karma desaparece de inmediato.
Y aun hay otro
aspecto que es necesario tener en cuenta: Cada pensamiento es energía, y esa
energía forma como una nube que se denomina forma de pensamiento. Cuando el
mismo pensamiento se repite, esa energía que se crea con un pensamiento, va
creciendo hasta formarse una forma de pensamiento mucho más grande, tanto, que
la forma de pensamiento al crecer cambia de nombre, se pasa a llamar entidad de
pensamiento.
Si el mismo
pensamiento lo tienen varias personas se juntan las entidades de pensamiento de
cada una de ellas formando como una gran nube. Si ese pensamiento es global,
esa energía creada cubre un espacio inmenso. Imaginar como será en el caso de
que todo el mundo piense lo mismo.
Es el caso que nos
ocupa. Todas las personas, en todo el mundo, piensan que a los hijos se les
ama, por el mero hecho de ser sus hijos.
Por lo tanto,
cuando, un futuro papá o abuelos, reciben la noticia de que va a nacer un nuevo
miembro en la familia, es normal que aparezca el pensamiento de amor hacia ese
nuevo ser, (que posiblemente sea inconsciente, porque no es necesario que sea
un pensamiento consciente), y, como energías iguales se atraen, se descarga en
ellos la energía de ese pensamiento global. Así se inicia el amor.
Todo es un
pensamiento.
Pero llegados a
este punto se me ocurre pensar que, de la misma manera que somos capaces de
amar al nuevo hijo o al nuevo nieto, podríamos llegar a amar a toda la
humanidad que es, a fin de cuentas, la razón de la vida.
Si consiguiéramos crear
una forma de pensamiento global de amar a nuestros vecinos, por ejemplo, nos lo
pondríamos más fácil a nosotros mismos, cuando volviéramos en la próxima vida
dentro de 50, 100 o 200 años, ya que entonces, sería tan fácil amar a nuestro
vecino como a nuestra familia.
Y lo dejo aquí,
porque aún se me ocurren más preguntas, pero las dejo para el libro de la
pareja que ya está en marcha.