El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 25 de marzo de 2011

La muerte

            Cuando trabajan los adivinadores, los tarotistas, los astrólogos o los clarividentes, hay una predicción en la que siempre pueden estar completamente seguros de acertar, y es el hecho de que el consultante va a morir.
            Durante la vida o periodo encarnado, la persona se prepara y estudia para un sinfín de actividades, de las que ni siquiera está segura de tener que utilizar algún día,  sin embargo, para la única actividad segura que va a realizar, que es morir, no se prepara en absoluto, y no sólo no se prepara, sino que ni tan siquiera habla de ella. La muerte es un tema tabú en nuestra sociedad.
            Por eso la gran mayoría de las personas no saben con que se van a enfrentar en el momento de abandonar el cuerpo físico, y se pueden enfrentar a la muerte, en su ignorancia, de maneras muy diferentes: algunas con verdadero dolor por lo que están a punto de dejar, por tener que abandonar todo lo que fueron acumulando durante su vida, y es tan grande ese dolor que no les llama en absoluto la atención lo que se puedan encontrar al otro lado de la vida. Otros no contemplan para nada la posibilidad de morir, es como si se hipnotizaran, hasta llegar al punto de que su conciencia ignora y rechaza  el hecho de morir. Sin embargo, la muerte también va a llegar para ellos, y ante la muerte se encuentran paralizados. Los creyentes y practicantes de cualquier religión lo tienen más fácil, ya que aceptan el hecho de morir como lo mejor que les puede suceder, siempre esperando algún tipo de premio, o castigo en algunos casos, según haya sido su vida en la tierra.
            Sea como sea, la muerte es una actividad que hemos practicado miles de veces. Todos hemos vivido muchas vidas, y está claro que en todas hemos muerto. ¡Es una lástima no recordar cómo se muere! Por eso sería bueno prepararse para ese momento.
            A fin de cuentas, la muerte sólo es un cambio de conciencia, es algo parecido a lo que sucede cuando dormimos. Cada noche cuando dormimos, salimos del cuerpo dejando a este descansando en la cama, realizando fuera del cuerpo diversas tareas según sea la evolución de la persona. Lo que sí está claro es que la conciencia permanece despierta las veinticuatro horas del día, aunque no recordemos cuáles son nuestras actividades fuera del cuerpo cuando dormimos.
            Existen muchas maneras de morir, tantas como maneras de vivir. El acto de morir sólo es el triunfo final de la vida, y es el paso a un descanso totalmente consciente, el alma se retira al mismo lugar en que se encontraba antes del nacimiento, y no hay más razón, aparte de las mentales que puedan tener tanto el moribundo como sus allegados, para hacer de la muerte un momento triste
            Es muy sencillo el trabajo que hay que realizar para preparar el tránsito de la muerte:
a)      Vivir conscientemente enfocados en la cabeza, en el entrecejo, mediante la concentración, la visualización y la meditación.
b)      No interferir emocionalmente en la vida de los demás, practicando con ellos el servicio desinteresado.
c)      Practicar cada día, antes de dormir, en llevar la conciencia a la cabeza y aprender a ser conscientes de los sueños, para ir recordando el tiempo que se pasa en el plano astral durante el sueño.
Para ayudar al moribundo en su tránsito es bueno que se guarde silencio en la habitación, así el alma puede realizar su trabajo con tranquilidad, sin interferencias de ningún tipo y sin los amarres emocionales de las personas que están junto a él pueden provocar con sus llantos y súplicas. A ser posible se encenderá una luz anaranjada, ya que ayuda al enfoque en la cabeza, lugar por donde se debería abandonar el cuerpo. Mantras o frases espirituales también ayudan al moribundo igual que mantener la cima de la cabeza al este y las manos y los pies cruzados.
Morir puede ser un arte feliz y consciente o desgarrador. Está en nuestras manos como deseamos morir, pero recuerda que para saber morir, es necesario antes haber sabido vivir.
Te recomiendo el libro “La muerte una gran aventura” de Alice Bailey, de él he sacado algunos extractos. (No lo busques en la librería, no está. Bájalo de Internet). 

jueves, 24 de marzo de 2011

La verdad

            ¿Existe la verdad?, ¿existe una sola verdad o hay más verdades? Aunque la respuesta parece fácil, si se trata de la verdad, sólo debería existir una, sin embargo, observando la vida parece que haya muchas verdades, tantas verdades como personas, y además, cada persona cree estar en posesión de la verdad, de la única verdad, de la verdad absoluta, y en muchos casos, cada persona defiende su verdad con uñas y dientes, a veces, incluso a gritos.
            ¿Puede ser que haya tantas verdades? Parece claro que no, entonces… ¿Dónde está el problema? ¿Cómo puede ser que tantas personas crean ciegamente que están en posesión de la verdad? ¿Estarán equivocadas las personas o realmente hay tantas verdades?
            Sólo existe una verdad,  la verdad de la vida, la verdad del Amor, la verdad de Dios, y las verdades de los hombres sólo son producto de su pensamiento. Decía Buda: “Somos exactamente lo que pensamos”, y es ese pensamiento el que determina la verdad de la persona y determina también su vida.
            La verdad de la mente es como………. como una enfermedad. No hay mucha diferencia entre una gastroenteritis y vivir la verdad de la mente, sin embargo, las personas, que acuden rápidamente al doctor para solucionar una gastroenteritis, no son conscientes de lo dañina que es la enfermedad de su verdad, y además tratan de contagiar su mal a las personas que la rodean.
            ¿Cómo encontrar esa verdad? ¿En los libros? ¿En las escuelas? No.
La verdad sólo se encuentra en lo profundo de las personas, la verdad sólo se encuentra en el corazón. No se va a encontrar la verdad en ninguna mente por privilegiada que sea, no se va a encontrar la verdad a través del raciocinio, porque la verdad no se busca, la verdad llega sola cuando la persona elige vivir una vida plena, una vida total, una vida completa. La verdad llega cuando la persona elige vivir desde el corazón, cuando la persona elige conectarse con su alma, cuando la persona elige ser.
            No existe ninguna diferencia entre la verdad, la felicidad, el amor y la alegría; es un pack que llega de manera completa cuando la persona comprende que no es un cuerpo, que no es una mente, sino que es un ser divino, que es un alma y que se encuentra únicamente de paso en la materia con un único objetivo, el encuentro con su parte divina. Es en ese encuentro cuando la persona empieza a vibrar en otra sintonía, en la sintonía de la Verdad, en la sintonía del Amor, en la sintonía de Dios.
            Conectar con la parte divina no es difícil, pero si laborioso, recuerda: “Voluntad” para dedicar un tiempo diario a  trabajar para fortalecer esa conexión, el propio “Trabajo” y “Paciencia” hasta que empiecen a llegar los resultados; aunque es posible que sea necesaria también otra cualidad, la “claridad mental”, ya que es imprescindible que la persona tenga muy claro que lo que quiere es ser feliz de verdad, no de palabra ni de mente; y es esa claridad la que va a dar la fortaleza necesaria para ser constante en el trabajo.
            El “Trabajo”, solo es aceptación, aceptar la vida como llega, sabiendo que cada cosa que pasa es perfecta, tanto lo que se califica como bueno  o como malo, todo es perfecto y necesario. Ayuda a esa aceptación la meditación, el dedicar un tiempo diario a dominar la mente para que acepte la vida, para que acepte la verdad, para que acepte la felicidad.
¿Sigues creyendo que estás en posesión de la verdad? ¿Qué tu verdad es la válida, la “buena”? Escucha a tu corazón y encontrarás la respuesta.

viernes, 18 de marzo de 2011

El poder del silencio

Un hombre fue hasta donde estaba Sócrates y le dijo:
- Oye Sócrates, escucha lo que te tengo que contar de como un amigo tuyo...
- Calla, -le interrumpió el sabio-, ¿ya has pasado lo que me quieres contar por los tres cedazos?
- ¿Tres cedazos? ¿Cuáles?
- ¡Si cierto, tres cedazos! El primero es el de la verdad. ¿Has comprobado que lo que me vas a contar es verdad?
- No, verdaderamente lo he oído decir; pero...
- Entonces, lo habrás pasado por el segundo, esto es, el de la bondad: ¿Lo que me vas a contar, si no sabes si es verdadero, será por lo menos bueno?
- No, ciertamente no, más bien al contrario...
- ¡Ah, -interrumpió Sócrates- entonces probemos con el tercer cedazo: Pregúntate si es verdaderamente necesario que me cuentes todo aquello que al parecer te ha impresionado.
- Verdaderamente necesario, lo que se dice necesario, no lo es...
- Entonces, -respondió el sabio-, si lo que me quieres decir no es ni verdadero, ni bueno, ni necesario, metámoslo en el olvido y no nos ocupemos más de ello.
Cada vez que hablamos dejamos salir una parte de nuestra energía, y producimos imágenes con aquello que pensamos antes de convertirlo en palabras. ¿Cuántas de nuestras palabras son positivas?, ¿Cuántas de nuestras palabras son necesarias?, ¿Cuántas de nuestras palabras son verdad? Si lo que queremos decir no es bueno, ni necesario, ni verdadero, es mejor quedarse callados y no decir nada. Así no ensuciaremos nuestro entorno con la energía negativa de nuestras proyecciones y no perderemos nuestra energía inútilmente.
Hemos de ser como un espejo que escucha y refleja la energía, sin más. Hemos de ser como el Universo que acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y todo lo que hace es enviarnos el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida.
Si tus palabras se identifican con el éxito, tendrás éxito, si tus palabras son de rabia, tendrás más rabia; si tus palabras son de ira, esta te inundará completamente; si tus palabras son de miedo, sentirás terror; si hablas de fracasos, fracasarás.
Nuestra vida solamente es el reflejo de nuestro parloteo interno. Aprende a escuchar y a reflejar esa energía sin emociones ni prejuicios, y calla si no tienes algo bueno, necesario o verdadero que decir.
 Aprende el arte de la discreción, es una buena manera de evitar la opinión de los demás y así tu vida se volverá tranquila, volviéndote invisible, misterioso e indefinible. Mantener en el exterior el silencio interno ayuda a evaluar todo lo que se presenta y poder así tomar las decisiones de manera acertada.
Con la discreción y el silencio,  evitas las críticas y los juicios sobre los otros, que además de una perdida inútil de energía lo único que hacen es esconder tus propias debilidades, ya que todo lo que criticamos de los otros son proyecciones de nuestras debilidades, son manifestaciones de toda la negatividad no resuelta que aun anida en nuestro interior.
Permite que cada persona resuelva sus problemas, ¡bastante tenemos cada uno con los nuestros! Y, además, es bueno preservar nuestra energía para ir resolviéndolos poco a poco. Cuando atacas, muestras tus propias debilidades, cuando te defiendes estás entregando tu energía a quien no se la merece; así que no ataques, pero tampoco te defiendes, escucha las opiniones sobre ti, como si oyeras llover, acuérdate del espejo, deja que la energía envenenada que llegue a ti, rebote sobre el emisor. A fin de cuentas, sólo son palabras, solo son opiniones.
            Tu silencio interno te fortalece y te vivifica, tu silencio externo  preserva tu energía. Calla si lo tienes que quieres decir no es ni bueno, ni necesario, ni verdadero; pero tampoco permitas que te cuenten mentiras, inutilidades o maldades. Eres tú, con tu propia energía, quien va a atraer a los chismosos, a los mentirosos o a los que hablan por hablar; eres tú, con tu propia energía quien decide si quieres rodearte de sabios o de mequetrefes.
            Tu energía eres tú, los que te rodean son el reflejo de tu energía. ¡Tú decides!


jueves, 17 de marzo de 2011

Sentir y vibrar diferente

¿Qué crees que necesitas?
Si en este momento sientes necesidad de algo, aunque no sepas exactamente qué, revisa y mira a tu alrededor. Más aún, empieza por revisar tu vida y párate en el momento aquel en que empezaste a necesitar, a desear, a querer, a poseer. Es entonces, cuando te darás cuenta de que eres incompleto/a, ya que si fueras completo/a no tendrías necesidad de nada.
La vida y lo que tú crees que es tu propia vida no están sincronizadas.
Tu caminas hacia una dirección, pero el viento te mece, te para, te empuja y todo lo que es se resiste a ti.
Quizás, en algún momento, aunque haya sido sólo un instante, has podido sentir y vibrar diferente, y tú mismo/a te has maravillado, te has reconocido en un tiempo y un espacio diferente. Feliz, en paz. Y entonces has creído que era un sueño, que era irreal, que es imposible sentir y vivir en este estado de plenitud. Y sientes que quieres, aún a pesar tuyo, quieres vivirlo, aferrarte y no moverte de ahí.
Aunque no sabes bien de que se trata, dónde estás y que te está pasando, en tu interior sabes que sí, sabes que ese es tu estado natural, porque te sientes cómodo/a, te sientes pleno/a. Es algo que “puedes pensar” como desconocido pero que sientes que es tu lugar.
Entonces, tanto si eso ha durado un minuto, como una hora, un día o una semana completa, ¡Piensas! Sí, empiezas a pensarlo y lo pones en duda. Te juzgas a ti mismo/a bajo el poder de tus pensamientos y desde los ojos de los demás. No crees que puedas permanecer mucho más  tiempo ahí, porque te parece que sino “estás fuera del mundo”.
Y te dices a ti mismo/a, erróneamente, “despierta” “toca de pies en el suelo”, “vuelve a la realidad”.
Pero no te das cuenta que aquello que tu llamas realidad, en verdad, es solamente el mundo exterior, el mundo de los convencionalismos, de los juicios, del vivir en función de lo que pensarán los demás, según lo que “está bien” y lo “que está mal”.
Y en un instante, la Luz, la paz, la certeza, la calma, se desvanecen y vuelves a sufrir. Incluso más que antes porque ahora ya sabes, ahora ya conoces un poco más de ti y sientes que no puedes compartirlo con demasiadas personas o casi ninguna de las que te rodean. Claro, te preocupa que puedan pensar de ti. Entonces empieza el esfuerzo para olvidar quien eres, para volver al “mundo real”, el único que crees conocer y adaptarte a él nuevamente.
El desconcierto entre lo que eres y lo que haces, entre dónde te has sentido en casa  y dónde te dice tu mente que deberías estar – el escenario de la vida donde has decidido interpretar un papel- es una constante que ya sabes que se irá repitiendo cíclicamente y que no podrás, y a lo mejor, ni querrás evitar.
El alma, prisionera  de ti mismo/a no dejará nunca de hacerse presente y en ella sentirás como Dios, amoroso, te extiende su mano para que vuelvas a Casa, a la verdadera realidad.
Asimismo tu pensamiento incesante tampoco dejará de decirte lo “loco/a” que estás por el hecho de permitirte sentir. Y te conducirá, momento a momento, al mundo del cuerpo, de los deseos, de los anhelos, del sufrimiento.
Más en esta lucha serás tan libre, que nadie, y cuando digo nadie me refiero a los  ángeles, tus Guías o  Dios te obligará a seguir la vida de tu corazón y situarte en el Camino, tu Camino. Solamente tú podrás decidirlo.
Sólo tú puedes decidir SER y desplegar tus alas para SER, para vivir en unidad completa, sin esfuerzo, en el mundo del espíritu, en el mundo del alma aquí en la tierra, en una conjunción perfecta que te envuelve y, además, feliz como nunca te habrías atrevido a soñar.
Por eso, cuando vuelvas al mundo supuestamente real no olvides nunca quién eres en realidad. Sé firme como una roca en lo que sientes y ninguna tempestad que te llegue en forma de palabras, de reproches, de juicios, ni de opiniones de los demás, podrá doblegar nunca, ninguna de las ramas de ese árbol de la vida que tu eres, porque estarás tan enraizado/a a la tierra y a la vida, que tu voluntad sólo será una. La Voluntad de Dios que ha obrado en ti maravillas.
Entrada publicada por Elisenda.


miércoles, 16 de marzo de 2011

Yo confieso

Los caminos del Señor son inescrutables. Aquellos que me conocéis, ¡cuántas veces me habéis oído decir esta frase! Y no me canso de repetirla, no para reafirmarme en la idea, no, sino porque según va avanzando mi vida, soy más consciente de la Perfección y la Grandeza del Plan Divino. Pero claro, tratándose de Dios, no se podía esperar menos que perfección y grandeza.
Hace tiempo, al final de una meditación, se me ocurrió decir, en el momento de agradecer todo lo que había recibido en la meditación: “Ofrezco mi vida para la realización del Plan Divino, acepto sin condiciones el Plan Divino”. Volví a repetirlo al final de la siguiente meditación, y de la siguiente, y de la siguiente; y así estuve una buena temporada, sin ser muy consciente de lo que estaba ofreciendo; y lo que estaba ofreciendo era ¡nada menos que mi vida!
Hasta que un día, en una meditación, (a mí las ideas, o las intuiciones, o las certezas, casi siempre me llegaban en dos momentos del día, cuando me duchaba y cuando meditaba), se entrometió una pregunta en mi mente: ¿Qué estás haciendo para entregarte, sin condiciones, al Plan Divino?, y fui consciente de que no estaba haciendo nada especial, seguía con mis clases, mis terapias, mis meditaciones, mis lecturas……, ¡todo igual, como siempre!, pero la mente, tan entrometida ella, siguió con su razonamiento: ¿Crees tú, que planificar la vida es entregarte, sin condiciones, al Plan Divino?, ¿Crees tú, que organizando cada minuto de tu día, estás dejando que tu vida siga los dictados de Dios?, ¿Conoces los planes de la Divinidad tan a la perfección que te puedes permitir organizarlos? Supongo que os imagináis las respuestas: Ni conocía los planes de Dios, ni mi vida seguía los dictados del Plan Divino; y todo eso porque no estaba dejando que la vida fluyera al ciento por cien a través de mí.
Sólo había un camino a seguir, dejar que la vida hiciera su papel y siguiera su curso, sin entrometerme, sin querer modificar ninguna situación, estar pendiente de cada segundo de mi vida como si fuera el último, no planificar nada más que lo imprescindible, y no preocuparme si no se cumplían los planes, solo me cabía aceptarlos,  porque Dios, en su Sabiduría, en su Perfección, en su Grandeza, los habría cambiado para acoplarlos al Plan establecido, y ¿quién era yo para rectificar a Dios?
Y empecé a transitar por ese camino y empecé a ser consciente de las sincronicidades, hasta en las cosas más pequeñas; todo tenía su porqué, todo tenía una razón; mi única misión era aceptar, era estar despierto, era vivir, era disfrutar, era ser feliz, sin cuestionar nada, sin plantearme nada, ¡todo está bien! Y ¡vaya si estoy viviendo!, y ¡vaya si estoy disfrutando!, y ¡vaya lo feliz que soy! Yo había entregado mi vida al Plan Divino y lo aceptaba sin condiciones, ¡solo de palabra!; pero cuando dejé que el Plan Divino me inundara, cuando puse mi vida en manos de Dios, mi vida dio un vuelco de 180º, uno más, pero ¡cuánta grandeza!, ¡cuánto gozo!, ¡cuánta felicidad!
Yo se que nadie escarmienta en cabeza ajena, pero como decía, también muchas veces, en las meditaciones: “Si de todos los que leéis esto, le sirve a uno sólo, el trabajo estará cumplido”:
Permite que el Plan Divino te inunde.
No vayas en contra del libre fluir de la vida.
No planifiques tu vida de manera exhaustiva.
Acepta lo que llegue a tu vida y agradécelo.
No dejes a tu mente campar a sus anchas.
Recógete en silencio y medita.
Trata a todos como si fueras tú quien estuviera delante.
Pide ayuda cada mañana y da las gracias cada noche.
Todo está bien.
Escucha a tu corazón.
Desde aquí a la felicidad absoluta y al Amor Total, sólo hay un camino muy corto y muy ancho. ¡Camínalo sin miedo!

viernes, 11 de marzo de 2011

Vivir sin razones........ Vivir desde el alma

Cuando te has pasado casi toda tu vida justificándote por todo lo que hacías o pensabas, a menudo condicionado por el qué dirán o pensarán tus amigos, tu familia, cuando hacías lo que no sentías pero creías que era tu deber, cuando, cuando…..
Y cuando a pesar de todo te sentías rechazada e insistías para identificarte contigo misma porque creías que así eras feliz. Entonces era cuando no eras tú….., pero te sentías “yo”. Con tu grupo de gente, con tu familia y con el deber moral de querer y entenderles porque claro, tú, ya se sabe, “eras un poco rarita”. Pero te conformabas con ese amor que, en realidad no era tal, sino egoísmo de los demás por tenerte a su lado, a su gusto, y moldearte a su manera, para tu supuesto mejor bienestar.
Y cuando todo eso pasó……, y diste un salto….., y te plantaste….., y sin dejar de amarles, al contrario….., amándoles con un amor completo, les dijiste amorosamente: ya no acepto tus críticas, ya no quiero tus reproches, ya no siento que te deba nada, ya soy yo, ya soy el Alma que vibra, que siente y que camina libre……, entonces tampoco te entendieron y pasaste a ser más que extraña. Te convertiste en alguien irreconocible, excéntrica, rara, pero ya te daba igual. Eras tú. Entendiste que cuando hacías “lo que debías” no eras tú, ni los otros eran ellos. Solo cuerpos, sólo mentes atrapadas en un mundo de conveniencias que no hacen feliz a nadie.
Cuando amas desde la libertad amas más que nunca, los lazos de unión son más, son nudos que no pueden deshacerse nunca. Eliges amar desde tu libertad y puedes sentir como sin apegos, sin dudas, sin temores, sin preguntas, sin nada, lo tienes Todo. Eres un alma y, necesariamente, necesitas nutrirte de todas y cada una de las almas que existen. Y les amas, aún cuando en su cuerpo mental no te comprendan e incluso te rechacen.
No es fácil vivir en el mundo cuando pretendemos satisfacer a los demás. No podemos permitirnos vivir en función de lo que los otros sientan de ti. No, porque significa que ya no queda ni un ápice de amor. Sólo egoísmo, castración, sometimiento, amargura e infelicidad que se reparte entre todos, a partes iguales.
Se vive desde uno mismo, desde lo que se siente, desde lo que uno cree que es su camino. Y en ese camino no importa cuáles sean tus uniones terrenales,  con hijos, padres, hermanos, tíos, primos, amigos…………, no importa. Se vive desde la propia alma y solo desde ahí esas uniones son sólidas, de verdadero amor.
No podemos permitir que nadie pretenda decirnos como debemos vivir, ni tenemos ningún derecho a decirle a nadie como debe vivir su vida. Ni Dios en su Omnipotencia nos maneja para que seamos como Él quiere, El nos da la libertad y la respeta.
No, no y rotundamente no. Jamás dejes que nadie pretenda vivir por ti tu vida, y jamás oses dar grandes consejos. Camina, sin pisar a nadie, sin molestar, como si llevaras unos zapatos mágicos que, cuando sea necesario, te eleven para dejar a los otros donde están y para que ni siquiera se den cuenta de que tú pasas por el mismo camino y les has adelantado. Eso sería arrogancia.
Sé humilde, da la mano pero no aprietes con la fuerza de la obligación, del deber, del sentirte más que nadie. Que tu acercamiento a las personas sea suave, casi imperceptible, sólo lo suficientemente presente para que sepan que les ofreces tu corazón y tu ayuda, sólo si ellos quieren. De lo contrario, aunque con buena intención, sería como imponer un regalo que a ti te gusta al niño que sólo necesita tu sonrisa, tu mirada de aceptación plena. Esa eres tú, la Luz que alumbra sin deslumbrar, la mano que acaricia sin ahogar, el silencio que habla de amor.
No pretendas entendimiento en las cosas del corazón, porque este late a un ritmo diferente para cada uno y no comprende de razones humanas.
Ama desde el corazón y cada latido será rítmicamente perfecto y armónico con el de todos los corazones. Todo tiene su tiempo, todo tiene su hora. Esta es la tuya, no pares tu reloj interno, tu pulsación, tu vibración de Amor. Avanza inexorablemente hacia delante como el reloj camina sobre sus agujas. Sentirás que cada momento es la hora perfecta, el minuto, el segundo que te sostiene donde tú debes estar.
Como los relojes de otros países, cada alma tendrá una hora distinta, pero será la suya y, más lenta o más rápidamente, avanzará inexorable también a su propio encuentro con Dios, a su encuentro con la Vida.
Ama, ama, ama, ama todo lo que vives, no es ni bueno ni malo, es tu camino. Camínalo y si en él te acompañan otras almas, uníos, creced y esparcid la Semilla del Amor Eterno por todos los rincones del mundo, a cada corazón.
Y si sientes que caminas sola, sigue amando porque en todo está Dios. Él no te falla nunca.
Entrada publicada por Elisenda.

jueves, 10 de marzo de 2011

Meditación para despertar al amor

            Nuestra mente es como un carruaje tirado por cuatro caballos, en el que cada uno tira en una dirección distinta, y el ego, que es el cochero que debe guiar el carruaje, está dormido. Y en ese dormir no es consciente del camino por el que transita el carruaje, un camino de egoísmo, un camino de ignorancia, un camino de miedo, un camino de dolor.
            Ni tan siquiera es consciente el ego de que está dormido, y cree en su vida de sueño que crear bellos poemas, que pintar bonitos paisajes, que realizar profundas reflexiones, que mantener un alto coeficiente de inteligencia o razonar sobre el sexo de los ángeles, es un signo de madurez y sabiduría, cuando no es más que el camino por el que transita uno de los caballos producto de la mente infantil.
            La naturaleza esencial del ser humano no es su mente, porque la mente sólo es el instrumento del cuerpo, y el cuerpo es caduco, es perecedero, es algo que abandonamos en el momento de la muerte. Pero ¿Quién abandona al cuerpo?......., el alma….., el alma que es nuestra verdadera naturaleza, el alma que es nuestra esencia, el alma que es inmortal, el alma que es amor, que es alegría, que es paz.
            El despertar del ego sólo es madurar, sólo es abandonar la mentalidad infantil y coger las riendas de la propia vida y dejar de dar bandazos en función de los acontecimientos, es coger las riendas del carruaje para conducir los caballos al unísono por el camino del amor. El amor es el alimento que necesita el alma para crecer y desarrollarse, el amor es la respuesta a todas las incógnitas, el amor sana, el amor transforma, y a más amor, más conciencia; y es justamente esa conciencia la que nos va a ayudar a saber quiénes somos realmente y cuál es nuestra verdadera esencia.
            Todo es conciencia, y nuestra conciencia, mientras estamos dormidos nos impide relacionarnos con los demás seres de forma compasiva, de forma completa, nuestra relación con ellos será a través del egoísmo, de los deseos, de la ignorancia, del miedo o del dolor, ya que la falta de amor y comprensión nos separa de los demás seres humanos, y mucho más si todos vivimos desde ese ego dormido.
            Hemos de despertar y transitar por el camino del amor, ya que donde hay amor hay comprensión y fe. Cada acción, por sencilla que sea, afecta a los demás, y podemos hacer que el mundo cambie, solamente cambiando nosotros. No esperemos que empiece a cambiar el vecino, hagámoslo nosotros, con nuestro cambio cambiará nuestro entorno. Con nuestras muestras de amor, de fe y de comprensión, impregnaremos a nuestro entorno de una mayor conciencia, lo impregnaremos de amor, y el amor se expande a través del aire como lo hace el humo. Llena tu mundo de amor.
            Meditación para despertar al Amor
-          Siéntate en tu espacio de meditación.
-          Los ojos cerrados.
-          Las manos apoyadas en los muslos con las palmas hacia arriba.
-          Empieza a ser consciente de la respiración.
-          Respira por la nariz, y lleva la respiración abajo, al abdomen.
-          En las primeras respiraciones alarga de manera consciente la exhalación, y con cada exhalación, permite que se vaya relajando tu cuerpo, permite que vayan saliendo todas las tensiones.
-          Siente como la respiración cada vez es más lenta y el cuerpo está, cada vez,  más relajado.
-          Pide ayuda: A Dios, a los Maestros, a tus guías, a los ángeles.
-          Ofrece los beneficios de tu meditación, a quien te apetezca, por ejemplo, envía la energía de tu meditación a los lugares donde hay guerras, donde se padece hambre, donde existe discriminación por razón de raza, de sexo, de creencias religiosas, ofrece los beneficios de tu meditación para que no haya ningún niño en el mundo sin una mano amiga que le guie en su crecimiento, etc.
-          Visualiza delante de ti a la persona por la que sientas más amor.
-          Siente el amor que te impregna sólo por mantener en la mente la imagen de esa persona.
-          Siente como esa emoción se manifiesta en tu cuerpo.
-          Siente la energía del amor impregnando cada órgano, cada músculo, cada tejido, cada célula.
-          Permanece un tiempo, y cuando sientas la emoción del amor en todo tu cuerpo, trae a tu mente, la imagen de una persona neutral, por la que no sientas ni amor ni odio.  
-          Mantén la imagen de las dos personas juntas, y piensa que esa persona no es distinta de la otra por la que sientes amor.
-          Piensa que las dos personas tienen la misma esencia, las dos son almas, la diferencia entre ellas sólo está en tu mente. Puede ser que ames a la primera porque sea familia o amigo, pero la familiaridad y la amistad es algo de este tramo de vida, de este tramo de eternidad.
-          Tu relación con ambas va a perdurar después de esta vida.
-          Lleva la atención a tu corazón y date permiso para sentir amor por ambas. Será un amor distinto, porque nace del corazón y no de la razón.
-          Mantén las dos imágenes hasta que sientas como empieza a invadirte la energía del amor.
-          Cuando eso suceda, añade una nueva imagen al lado de las dos primeras, en este caso que sea una persona a la que odies, o que no soportes.
-          Sigue el mismo proceso. Lo que no soportas, lo que odias, sólo es algo del cuerpo. Esa persona también es un alma, y como todas las almas, es amor, es compasión, es paz, es alegría.
-          Date permiso para que el amor que sentías por las dos primeras embargue también a la tercera.
-          Mantente en tu corazón, no permitas que el caballo desbocado de la mente te lleve por otro camino que no sea el del amor, el camino de la conciencia pura.
-          Y cuando empiece a desaparecer el odio, coloca tu propia imagen junto a las tres anteriores.
-          Formar un circulo cogidos de las manos y visualiza como sale un rayo de luz de vuestros corazones, juntándose en el centro, formando una bola de energía blanca y brillante.
-          Permite que esa bola de energía crezca y crezca hasta envolveros a los cuatro en esa luz brillante, y visualiza como esa luz blanca se va convirtiendo en una energía dorada.
-          Es la energía del Amor puro, del Amor divino.
-          Mantente en meditación sintiendo ese amor todo el tiempo que te apetezca.
-          Y antes de dar por concluida tu meditación, acuérdate de agradecer la ayuda que has recibido de Dios, de los Maestros, de tus guías, de los ángeles.
-          Y termina dejando que se desvanezcan las imágenes, y respira más profundamente alargando la inspiración.
Es posible que con una sola meditación no notes nada, es normal. Tu corazón no está acostumbrado a sentir el amor, sólo está acostumbrado a razonar el amor, a sentirlo desde la mente, persevera. Recuerda, VOLUNTAD, TRABAJO y PACIENCIA.


miércoles, 9 de marzo de 2011

Meditación para el fluir de la vida

            Para la mente no existe ninguna diferencia entre lo que está sucediendo en el momento presente y los pensamientos que se manifiestan en la mente, todo es presente para la mente.
            Esta es la base de nuestro sufrimiento y de nuestro dolor. Ante cualquier acontecimiento doloroso se manifiesta sufrimiento. Pero ese acontecimiento tiene lugar en un momento determinado. En el siguiente momento ya no existe razón para el sufrimiento, el suceso ya pasó y la persona se enfrenta a un nuevo momento, que ya no tiene por qué ser doloroso; sin embargo, la persona sigue con su dolor, con independencia de lo que esté sucediendo en su vida después de aquel acontecimiento doloroso. Y todo eso es porque mantiene el evento en su mente, y su mente no sabe distinguir la realidad de la ficción, por lo que las emociones siguen siendo las de dolor de aquel suceso pasado. Además del sufrimiento que eso produce, la persona está dejando de vivir todo lo que acontece en cada momento, ya que su mente no está pendiente del momento, está perdida en la ficción, está perdida en el recuerdo, no vive, sólo recuerda.
            ¿Cuánto dura ese recuerdo?, depende…….., depende de la intensidad con que la persona elija, de manera inconsciente……., claro, mantenerse en el dolor, mantenerse en el recuerdo. Pero por mucho que la persona elija mantenerse en ese dolor, llegará un momento en el que el pensamiento empezará a suavizarse, y lógicamente también empezará a suavizarse el dolor. Para unas personas ese tiempo puede ser una semana y para otras años, todo dependerá de su carácter. Un carácter débil podrá mantener el dolor casi una vida, y otra con un carácter no tan débil mantendrá el recuerdo un tiempo casi imperceptible, y por lo tanto el dolor será de corta duración.
            En cualquiera de los dos casos, pronto o tarde, llegará un día en que el pensamiento será muy liviano y el dolor imperceptible. Para eso este trabajo, que no meditación. Se trata de aprender a dominar la mente para que no vuelva una y otra vez al recuerdo del suceso doloroso.
Ahora bien, hay acontecimientos en la vida que se mantienen realmente en el tiempo. Aquí no es necesario que la mente rememore el recuerdo, porque siempre es realidad. El trabajo en este caso difiere del anterior. El trabajo personal es “aceptación” y llevar a la mente la pregunta: Con mi sufrimiento ¿consigo que cambie la situación? La respuesta es clara. El sufrimiento de una persona no varía ni un ápice ninguna situación, y mientras se mantiene ese dolor, la capacidad de hacer, de pensar y de toma de decisiones de la persona, merma de manera ostensible. 
Además se ha de tener en cuenta que todo es energía. El dolor y el sufrimiento también lo es, y esa energía, aunque de manera inconsciente, se percibe en su entorno y afecta de manera negativa, por lo que si el sufrimiento se debe a cualquier circunstancia de otra persona cercana, esta percibe ese dolor, y a su problema se añade el dolor que percibe.
Trabajo para el fluir de la vida
-          Siéntate en tu espacio de meditación.
-          Los ojos cerrados.
-          Las manos apoyadas en los muslos con las palmas hacia arriba.
-          Empieza a ser consciente de la respiración.
-          Respira por la nariz, y lleva la respiración abajo, al abdomen.
-          En las primeras respiraciones alarga de manera consciente la exhalación, y con cada exhalación, permite que se vaya relajando tu cuerpo, permite que vayan saliendo todas las tensiones.
-          Siente como la respiración cada vez es más lenta y el cuerpo está más relajado.
-          Pide ayuda: A Dios, a los Maestros, a tus guías, a los ángeles.
-          Trae a la mente el acontecimiento objeto de sufrimiento. (Tanto si ha sido un suceso aislado, como si es un suceso que se mantiene en el tiempo).
-          Obsérvalo desde el punto en el que te encuentras, sólo respirando y el cuerpo completamente relajado.
-          Mantén el suceso en la mente, sin permitir que esta se vaya y divague.
-          Y después, repite en silencio dentro de ti: Ha sido, (en el caso del evento aislado), o es, (en el caso de que ese suceso se mantenga en el tiempo), la voluntad de Dios. Todos los sucesos son eslabones del Plan Divino. Todos los sucesos son experiencias y aprendizaje para mi alma. Acepto la situación…….., (puedes mencionarla), Dios en su misericordia y con Su Poder y Sabiduría sabe que es lo mejor para mí en cada momento. Acepto la situación y ofrezco mi sufrimiento. Gracias Señor”.
-          Sigue hasta que sientas que tu emoción se dulcifica.
-           En el caso del acontecimiento aislado, proyéctate al futuro para ver tu vida después de un tiempo, un tiempo en el que sientas que tu vida sigue su ritmo a pesar del suceso.
-          Permanece el tiempo que te apetezca sintiendo como el fluir de la vida no se detiene, y que volver atrás y rememorar los acontecimientos solo es debido a la mente.
-          Cuando te apetezca sal de la meditación, pero antes da las gracias: A Dios, a los Maestros y a tus guías por la ayuda recibida
-          Y empieza a  respirar más profundamente alargando la inhalación.

Repite el trabajo varios días, hasta que te sientas bien.

 

martes, 8 de marzo de 2011

Espiritualidad

            Hemos elegido nacer en un momento crucial para la Tierra y para nosotros, en el momento en que nuestro planeta está cambiando su vibración de la tercera a la cuarta dimensión, y nosotros con ella. Hemos decidido nacer en el momento de una nueva espiritualidad, de un nuevo modelo de conciencia.
            Es momento de que todos aquellos que empezáis a ser un poco conscientes dejéis de jugar a ser espirituales, ya habéis aprendido las reglas del juego. Ha llegado el momento de incluir la espiritualidad en la vida cotidiana, es momento de trabajar desde la ética de la conciencia, es momento de amar, es momento de sanar de manera total, es momento de compartir, de relacionarse, es momento de practicar y salir de la teoría, es momento de dejar atrás los prejuicios religiosos, es momento de trabajar para dirigirnos a un futuro brillante, feliz, abundante, pleno; y podemos llegar a ese futuro respetando las reglas del Amor.
            En este momento de cambio vamos a trascender de “ser humano” a “ser espiritual”, y para eso ya no valen ni escuelas ni maestros, ya que la única escuela válida es nuestro interior, nuestra intención, nuestro corazón. Porque no hay nada que aprender, todo está en nosotros, ya tenemos todo el conocimiento de Luz y de Amor, y muchos de nosotros, o ya hemos cambiado nuestra vibración o estamos en pleno proceso.
            En la actualidad el ser humano vive para él mismo, de manera individual, y ha de salir de ese individualismo para atender las necesidades del alma, empezando a desarrollar propósitos simples, para una vez conseguidos continuar con mayores empresas. Pero todo tiene un principio, y ese principio ha de ser observar si vive alguna contradicción entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Si no existe coherencia entre los pensamientos, las palabras y los actos, el ser humano se engaña a sí mismo.
            Hay que escuchar al alma y aceptar la verdad, aceptar las cosas que resuenan profundamente en el corazón y en el alma, aceptar lo que impulsa al ser humano a respirar y a sonreír. Hay que separarse de todo aquello que promueve manipulación, especulación o explotación, y no participar en nada que coarte la libertad o lesione el respeto; hay que actuar de manera honesta, clara, impecable y coherente.
            Y sobre todo ama, siente el Amor, comprométete contigo, únete a tu Ser y no busques más; deja sólo que el Amor te encuentre. Hace tiempo que el Amor te busca, y si tu alma está quieta, te va a encontrar, y sobre todo cuando estés sin expectativas, sentirás, sentirás el Amor, sentirás su fuerza.
            El Amor no se manifiesta a trocitos, según las necesidades de cada uno, sino que se manifiesta de manera total, sin dosificación y sin distinción.
            La primera manifestación del Amor es el amor a uno mismo, y es justamente eso lo que da al ser humano el “conocimiento directo”, sin maestros, sin creencias, sin escuelas.
            Creer no es saber. La persona que cree en algo, no sabe, es influenciable y acepta que otros piensen por ella, aceptando lo que otros digan como alimento de su alma. Hay que experimentar, ya que sino sólo queda la creencia, y la creencia es imitación.
            En la nueva espiritualidad el aprendizaje es muy sencillo, sólo hay que aprender a amar y a ser amado. Amar y expresar ternura requiere paciencia, ya que, a veces, la respuesta al Amor es la indiferencia, el silencio, la ignorancia. Si eso pasa, hay que retirarse de esas gentes, de la misma manera que hay que retirarse cuando es uno mismo el que no ama.
            El Amor puro florece y se manifiesta completamente, sin condiciones, sin intereses. Vívelo, a fin de cuentas, tú has elegido vivir en este apasionante momento.