Hoy
es tu cumpleaños, pero no podemos celebrarlo. Ya no estás, te fuiste de mi lado
hace casi tres meses, exactamente dos meses y veintidós días. Un cáncer se
encargó de separarnos.
Aunque
un loco vestido de blanco, al que acudí para aliviar mi dolor, me dijo que no habías
muerto, que estabas más viva que antes, que solo había muerto tu cuerpo, pero
tú, la que piensas y la que amas, estás viva, sin dolor, sin edad, sin hambre,
sin sueño, sin sufrimiento, viviendo la alegría y el Amor de manera permanente.
No le abofeteé
porque no tenía fuerzas y, supongo que envalentonado porque le seguía
escuchando, aun dijo más: dijo que podías verme a cada instante, dijo que cada
noche nos volvíamos a reunir y que hablábamos y que me decías que dejara de
sufrir, que ahora eras feliz plenamente y que me amabas con mucha más
intensidad que cuando estabas conmigo, dijo que veías mis emociones y hasta mis
pensamientos
Como esa parte
en la que me decía que ahora eres plenamente feliz y que me amas con más
intensidad, me gustó, le presté un poco más de atención, mientras pensaba: “si
ve mis emociones y mi pensamiento podrá ver cuanto la amaba y cuanto la añoro”.
Ese pensamiento
lo expresé en voz alta y el sanador me dijo: todo es energía. Ella lo es ahora
aun más y los pensamientos y las emociones que también lo son, no tienen ningún
secreto para los que están al otro lado.
La verdad,
desde ese momento, ya no me parecía tan loco, y le observaba mientras hablaba.
Es un hombre mayor y desprendía bondad, su aspecto era sereno, hablaba bajito
como si tú estuvieras dormida y tuviera miedo despertarte, parecía emanar
respeto por cada poro de su piel, respeto hacia ti, respeto hacia mí, respeto
hacia todo.
Posiblemente
tenía razón, aunque me costaba creerle, porque nunca nadie me había dicho tales
cosas. Yo creía en la resurrección de los muertos, al final de los tiempos,
como me habían enseñado en la iglesia desde que tengo uso de razón. Así que, si
esto que dice es verdad, no podrá resucitar nadie, porque nadie está muerto.
Y aun dijo algo
más: Personalmente creo que es ahora cuando estamos muertos y, si me apuras,
podríamos decir que estamos en el infierno, porque esto que tú estás pasando,
¿no es un infierno?
- Está claro que la
amabas -sentenció- Por lo tanto, si la amabas con tanta intensidad seguro que
deseas lo mejor para ella.
- La amaba y la amo -respondí-
y por supuesto que siempre deseé lo mejor para ella.
-
Pues que mejor -respondió-
que estar al lado de Dios.
Sali de su
consulta mucho más aliviado, relajado, en paz. Con una meditación bajo el brazo
para realizar cada día,
- Para que la hagas, me
dijo, cada día, así podrás entrar en tu interior y reencontrarte con ella en tu
silencio.
Concerté una
nueva cita para la semana siguiente. Tenia ganas de volver para saber más de la
vida y, también, de la muerte.
Seguiré
pensando en ti, aunque creo que más serenamente. Te amo.
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