El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 19 de febrero de 2025

Desapego

 

 


Es otoño y sopla el viento. Con cada ráfaga se van desprendiendo, una a una, las hojas del árbol que vive delante de mi ventana. El suelo, alrededor del árbol, está cubierto de hojas, y al verlas caer, pienso: "Pobre árbol, se está quedando desnudo". Sin embargo, el árbol no parece sufrir por esta pérdida. Es más, yo diría que el árbol es feliz. Necesita despojarse de las hojas que ya no usa para dejar espacio a las nuevas que nacerán en primavera, las que le darán toda su belleza renovada, siempre cambiante.

Si el árbol estuviera apegado a sus hojas, no veríamos en él la belleza al llegar la primavera. No habría renovación, y la energía de las hojas muertas que han perdido su brillo y su color sería lo único que destacaría.

Esta metáfora del árbol nos invita a reflexionar: ¿Cómo va la renovación de tu vida? Todo lo que no has usado en los últimos dos años debería desaparecer, ya que tu energía está unida a esas cosas y no experimentarás una verdadera renovación hasta que te deshagas de ellas.

¿Para qué guardas cosas innecesarias? ¿Por si acaso? Si revisas tu pasado, seguramente encontrarás algo que en un momento dado creías insustituible y que el tiempo demostró que no lo era. Hoy es posible que ya ni lo recuerdes.

Así como la naturaleza, con su sabiduría, se encarga de renovar las hojas del árbol, haz tú lo mismo: renuévate para crecer. El apego limita tu crecimiento por la dependencia que crea, por la limitación, por la creencia de que sin esa cosa no alcanzarás la felicidad. El apego es resultado de la ignorancia, mientras que el desapego es fruto del conocimiento, de la verdad, de la sabiduría.

Liberarse de los apegos es avanzar. El desapego es una de las cualidades del alma. Has de adquirir el interno y divino desapego de quien ve la vida en su verdadera perspectiva. De esa manera quedarás libre, sin que te afecte nada de lo que pueda ocurrir.

Aprende a vivir como si el cuerpo físico no existiera. Tu actitud interna mental debe anular todas las limitaciones y obstáculos que el cuerpo físico te impone. Cultiva la verdadera humildad que te obligará a dar todo lo que tienes para servir de manera altruista y luego olvidar lo que diste.

El fracaso en ser desapegado consiste en que te atas a los que amas, y ese apego puede, a menudo, obstaculizar el progreso, no solo el tuyo sino también el de aquellos a quienes amas.

Para ilustrar este concepto, se cuenta una historia sobre un turista americano que visitó a un famoso sabio en El Cairo. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuarto simple y lleno de libros, con apenas una cama, una mesa y un banco. Cuando el turista preguntó por los muebles, el sabio respondió con otra pregunta: "¿Y dónde están los suyos?". El turista, confundido, explicó que estaba solo de paso, a lo que el sabio concluyó: "Yo también".

Esta anécdota nos recuerda que la vida en la Tierra es temporal. Sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices. El valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que se viven. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables.

En conclusión, el desapego nos enseña a vivir plenamente el presente, a valorar las experiencias por encima de las posesiones, y a entender que la verdadera riqueza está en nuestra capacidad de adaptarnos, crecer y compartir, tal como lo hace el árbol que renueva sus hojas cada primavera.

 

Versión corregida de un texto de diciembre de 2010


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