Los dioses o bien no tienen poder o lo
tienen. Si no lo tienen, ¿por qué haces plegarias? Si lo tienen, ¿por qué no
les pides que te concedan no tener miedo a nada, ni desear nada, ni apenarte
por nada de eso, en lugar de pedirles que no suceda esto o que suceda lo otro?
Pues es evidente que si pueden ayudar
a los hombres es que pueden ayudarles en esto. Pero podrías decir: “Los dioses
dejaron esto en mis manos”. En ese caso, ¿no es mejor servirte de eso que está
en tus manos con libertad que pelearte con las cosas de las que no dispones con
servilismo y debilidad? ¿Quién te ha dicho que los dioses no nos asisten
también en lo que no está en nuestra mano? Comienza a hacer plegarias por esas
cosas y lo verás. Este la hace así: “¿Cómo me acostaré con ella?”. Y tú: ¿Cómo
podré no tener el deseo de acostarme con ella?”. Otro: “¿Cómo me libraré de
eso?”. Y tú: “¿Cómo no necesitar librarme de eso?”. Otro: “¿Cómo no perder a mi
hijo pequeño?”. Y tú: “¿Cómo no tener miedo a perderlo?”. Es decir, dale la
vuelta a las súplicas y observa lo que pasa.
MARCO
AURELIO

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