El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




Mostrando entradas con la etiqueta Sueño. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sueño. Mostrar todas las entradas

domingo, 17 de enero de 2016

¿Qué es la vida?


Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?


Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca
(1600-1681)

martes, 12 de enero de 2016

Imagina


No existe realidad que no esté teñida de utopía

Imagina un mundo en el que todos pensaran, hablaran y actuaran como si la persona que estuviera delante fuera ella misma.
¿Qué ocurriría? Pues que no existiría el mal en el mundo. No existiría el conflicto. No existirían las guerras. No existiría el hambre. No existirían los asesinatos. No existirían las agresiones. No existirían los maltratos. No existirían las discriminaciones. No existiría la desigualdad. No existiría la mentira. No existirían los separatismos. No existirían naciones. No existirían religiones. No existiría la envidia. No existiría el odio. No existiría el rencor. No existiría la ofensa. No existiría la confrontación. No existiría la crítica.


Solo existiría el amor. Es cierto que no sería un amor desmedido porque tampoco es que nos amemos en exceso a nosotros mismos, pero no nos haríamos sufrir, el mundo sería distinto, ya que permaneceríamos de manera permanente con la mano tendida para ayudar al otro.
Alguien puede pensar que esto es una utopía. No lo es. Dentro de miles o de millones de años será así. Para que eso llegue posiblemente tengamos que vivir cientos o miles de vidas más cada uno de nosotros, sufriremos lo indecible odiándonos, matándonos, pisoteándonos, y además lo repetiremos muchas veces con los mismos protagonistas.
No merece la pena repetir tanto dolor y tanto sufrimiento. Cuanto antes abramos los ojos, antes dejaremos de sufrir. Piensa, habla y actúa como si el enemigo irreconocible que esta frente a ti fueras tu mismo. Si ambos hacéis  lo mismos en poco tiempo vuestra postura será la misma, en poco tiempo habréis quemado vuestras banderas, en poco tiempo habréis enterrado las religiones, en poco tiempo habréis borrado las fronteras, en poco tiempo estaréis hablando la misma lengua, en poco tiempo habréis convertido el odio en comprensión, y en poco tiempo más convertiréis esa comprensión en Amor.  


viernes, 4 de diciembre de 2015

Yo no soy el cuerpo


Perlas para el alma

                          Somos un alma con un vestido al que denominamos cuerpo, y es justamente ese vestido el que sufre la violencia de la vida en la materia. Es bueno recordar que la auténtica vida es la vida del alma, y que la vida en el cuerpo no es más que una especie de sueño, una especie de ilusión.


jueves, 25 de septiembre de 2014

Reflexiones


El tiempo transcurre, va pasando la vida. Veremos como van desapareciendo nuestros seres queridos: primero los abuelos, después los padres y, sin darnos cuenta, nos encontraremos en primera línea para dejar la vida.
Hemos visto pasar los inviernos, uno tras otro, hemos visto caer las hojas de los árboles. En nuestros primeros inviernos, siendo niños, corríamos por las rutas de la vida ansiosos por crecer, y después, ya crecidos, nuestros hijos nos tomaron el relevo, como un día lo harán nuestros nietos y biznietos.
Pero según vamos creciendo, hasta envejecer un día, hay cosas que permanecen inmutables: el Sol que nos alumbra cada día, la Naturaleza inmutable en su mismo cambio según las estaciones, y nuestro trabajo sagrado y grandioso en la tierra.
Lo triste, es que muchos de los que crecen, envejecen y mueren, lo hacen sin tan siquiera plantearse, ni una sola vez en su vida, que están haciendo aquí. De la misma manera que no se cuestionan que el Sol salga cada día.
 
Llegamos a la vida porque así lo hemos decidido, nacemos por propia decisión, y lo hacemos para cumplir ese trabajo sagrado, nuestro trabajo, nuestra misión. Trabajo del que no nos acordamos ni poco ni mucho. Por no acordarnos ni tan siquiera recordamos de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Nos olvidamos de Dios, nuestro Padre, nos olvidamos de su Amor, nos olvidamos que Él es nuestro origen y nuestro destino. A veces me pregunto, ¿Cómo será el momento en el que dejemos el cuerpo y nos encontremos nuevamente cara a cara con Dios? Es claro que nos está esperando, con paciencia, con alegría. Él mejor que nadie sabe que todos nuestros momentos de sufrimiento y soledad, son ilusión vivida por la mente, y sabe que pasarán a formar parte del aprendizaje y bagaje del alma, como sabe que desaparecerán de inmediato en el momento que volvamos a poner nuestros pies en casa, en la casa del Padre.   
Y para Él, para el Padre, no importará cuales hayan sido nuestros comportamientos, no importará si nos sentimos culpables, Él nos ha perdonado antes incluso de cometer el mal. ¿Qué padre no perdona a su hijo?, ¿Qué padre no recibe con los brazos abiertos al hijo pródigo? Porque eso es lo que somos, como el hijo prodigo, nos fuimos de casa y nos olvidamos. Pero para Él somos sus bebés aprendiendo a vivir, aprendiendo a amar, en esta escuela que es la vida.
 

viernes, 6 de junio de 2014

En pos de los sueños

Fragmento de “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Nos pasamos la vida soñando, nos pasamos la vida buscando. Buscando la felicidad, buscando la paz, buscando el amor, buscando la seguridad, buscando, buscando, buscando.


He encontrado un cuento de Jorge Bucay, que trata sobre un buscador que va en busca de un tesoro que soñó durante varias noches.

Había una vez en la ciudad de Cracovia, un anciano piadoso y solidario que se llamaba Izy. Durante varias noches, Izy soñó que viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río; soñó que a un costado del río y debajo del puente se hallaba un frondoso árbol. Soñó que él mismo cavaba un pozo al lado del árbol y que de ese pozo sacaba un tesoro que le traía bienestar y tranquilidad para toda su vida.

Al principio Izy no le dio importancia, pero después de repetirse el sueño durante varias semanas, interpretó que era un mensaje y decidió que él no podía desoír esta información que le llegaba de Dios o no se sabía de dónde, mientras dormía.

Así que, fiel a su intuición, cargó su mula para una larga travesía y partió hacia Praga.

Después de seis días de marcha, el anciano llegó a Praga y se dedicó a buscar, en las afueras de la ciudad, el puente sobre el río.

No había muchos ríos, ni muchos puentes. Así que rápidamente encontró el lugar que buscaba. Todo era igual que en su sueño: el río, el puente ya un costado del río, el árbol debajo del cual debía cavar.

Sólo había un detalle que en el sueño no había aparecido: el puente era custodiado día y noche por un soldado de la guardia imperial.

Izy no se animaba a cavar mientras estuviera allí el soldado, así que acampó cerca del puente y esperó. A la segunda noche el soldado empezó a sospechar de ese hombre cerca de SU puente, así que se aproximó para interrogarlo.

El viejo no encontró razón para mentirle. Por eso le contó que venía viajando desde una ciudad muy lejana, porque había soñado que en Praga debajo de un puente como éste, había un tesoro enterrado.

El guardia empezó a reírse a carcajadas:

—Mira que has viajado mucho por una estupidez –le dijo el guardia—. Hace tres años que yo sueño todas las noches que en la ciudad de Cracovia, debajo de la cocina de la casa de un viejo loco, de nombre Izy, hay un tesoro enterrado. Ja... Ja... mira si yo debiera irme a Cracovia para buscar a este Izy y cavar debajo de su cocina... Ja... Ja... Ja....Izy agradeció humildemente al guardia y regresó a su casa.

Al llegar, cavó un pozo debajo de su propia cocina y sacó el tesoro que siempre había estado allí enterrado.


            Los seres humanos somos como ese buscador, siempre detrás de nuestro sueño, lo malo, es que no llegamos al final de ningún camino en el que un soldado nos explique también su sueño. Buscamos lejos, buscamos en el exterior algo que está y siempre ha estado en nosotros.

            Soñamos que vamos a encontrar el amor cuando encontremos a nuestra media naranja, soñamos que esa misma pareja es la que nos va a dar la felicidad, soñamos con los hijos perfectos, soñamos con el trabajo ideal, soñamos con una jugosa cuenta corriente en el banco, soñamos con el último modelo de coche, soñamos con una mansión, soñamos, soñamos, soñamos. Y se nos pasa la vida en un sueño, sin conseguir hacer realidad ninguno de esos sueños. Y si se llega a conseguir alguno de ellos, de inmediato volvemos a soñar.

            No es malo correr detrás de los sueños, no es malo tratar de materializar nuestros deseos, al contrario, es bueno, ya que nuestros sueños y nuestros deseos son la espoleta que nos impele a la acción. Sin embargo, la no consecución de las expectativas que podamos generarnos, son causa de dolor y sufrimiento. Vayamos detrás de los sueños, corramos detrás de los deseos pero sin expectativas, sin condicionar nuestra felicidad a la consecución de nuestro objetivo.

Condicionar nuestra felicidad, nuestro amor, nuestra paz, nuestra serenidad, a la consecución de esos deseos, es fracaso seguro. Y es fracaso seguro porque nada del exterior va a conseguir que seamos felices. Por una sencilla razón, todo está en el interior. El amor, la felicidad, la paz, la alegría, la serenidad, se encuentran en nuestro interior, de la misma manera, que se encuentran la voluntad, la paciencia, la fortaleza, la valentía o el miedo.

De la misma manera que la consecución de nuestras metas físicas requiere trabajo, requiere voluntad, requiere paciencia, necesitamos trabajar para conseguir nuestras metas emocionales. Con una diferencia, una vez conseguidas perdurarán para siempre a lo largo de todas nuestras vidas, mientras que los logros físicos pueden durar, como máximo, una vida, la que ahora vivimos.

Para poder llegar a contactar con eso que se encuentra en nosotros, solo se ha de apartar los sentidos del exterior, solo hemos de prohibir a nuestro pensamiento que se vaya al pasado o que pasee por nuestro incierto futuro, solo hemos de encontrar el silencio.


Para esto, ¡medita! 


viernes, 4 de mayo de 2012

¡Quiero gritar!


            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo de la ignorancia, rasgando el velo de la incomprensión, rasgando el velo del miedo, y se aposente en el espacio sagrado de los corazones, que es el lugar donde están grabados los recuerdos de todas las vidas que nos hemos permitido vivir, el lugar donde se encuentra el verdadero propósito del viaje a la materia, el lugar donde se guarda el archivo de nuestra verdadera filiación, el lugar donde se encuentra todo aquello que en nuestro desatino buscamos desaforadamente en el exterior, allí donde no se encuentra; lugar que de manera inconsciente, y con la inestimable ayuda de nuestros padres y educadores, hemos cerrado a cal a canto, para hacer oídos sordos al sufrimiento ajeno, y satisfacer así, sin remordimiento, los caprichos del ego.
            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo de la ambición, rasgando el velo de los deseos, rasgando el velo de las preocupaciones, y se aposente en las mentes de los hombres, que es cuna del dolor, de la tristeza y del sufrimiento, para que se adormezcan los pensamientos que separan al ser humano de su propia esencia,  que es Amor, que es Paz, que es Alegría.
            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo del poder, rasgando el velo de la ambición, y se deposite en los despachos de aquellos que rigen los destinos de la humanidad, para que comprendan de una vez y para siempre, que su misión es el servicio y el reparto equitativo de la riqueza entre todos los habitantes del planeta, no solamente entre sus amigos o entre los que más tienen, y que su trabajo, por el cual rendirá cuentas al otro lado de la vida, no estará completado mientras una sola persona viva en la pobreza.
            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo de pobreza, rasgando el velo de la humillación, rasgando el velo de la discriminación, y se deposite en el alma de aquellos que malviven la miseria y sienten en ellos la injusticia, para que se empapen de la energía del Amor y reciban la fortaleza necesaria para sobrellevar con dignidad una vida injusta a todas luces.
            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, llegando a ti que paseas tu mirada por estas líneas, y que mi grito se deposite en tu corazón, y ablande la dureza que pueda habitar en él, para que trates a todos como a tus hermanos del alma, para que sientas tu conexión con ellos, para que sientas tu conexión con todo, para que sientas que eres una parte fundamental, una parte única del Universo. Para que cambies hacia la justicia y el reparto equitativo, y empiece así a cambiar tu mundo con tu cambio.
            Y después del grito el silencio, y con el silencio el sueño. He soñado que un mundo mejor es posible. Un mundo más equitativo, un mundo en el que no importe ni el lugar de nacimiento, ni la raza, ni las creencias, ni el sexo. Un mundo en el que todos sus habitantes tengan las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sintamos alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sintamos a nuestro prójimo como nuestro hermano. He soñado con un mundo lleno de Amor.
He soñado contigo, que no sólo sientes la humedad en tus ojos ante el sufrimiento de un niño o la soledad de un anciano, sino que te rebelas ante la injusticia, ante la discriminación del tipo que sea, ante la pobreza. He soñado contigo, y he visto como trasmutabas tu rabia en compasión, y tu compasión en ayuda, porque sabes que la compasión por sí sola no resuelve problemas, que es tu entrega la que alivia el sufrimiento.
Ha sido un gran sueño. Gracias.

sábado, 18 de febrero de 2012

Meditación

La verdad en sí misma sólo puede ser alcanzada dentro de uno,
mediante la más profunda meditación y conciencia.
Buda.
La meditación es el fin del pensamiento, es mantener la mente absolutamente quieta, es vivir con total atención.
Recuerdo mis primeras meditaciones y las instrucciones que recibía. “Tienes que mantener la atención de manera constante”, “mantener la atención en ¿qué?, preguntaba yo”, “en tu respiración, por ejemplo, o en los latidos de tu corazón, o en los sonidos del exterior”, me dirigía el instructor, y seguía, “y si tu mente se distrae o se pone a cuestionar cualquier cosa, vuelve al punto de atención”. ¡Era realmente difícil!, creo que en un principio podía aguantar la atención en la respiración, no más de tres ó cuatro respiraciones, y cuando era consciente de que mi mente había ganado nuevamente la partida, después de no sé cuánto tiempo, ya que a veces podían haber pasado más de veinte minutos, volvía a mi respiración, y otra vez la mente, y otra vez volvía. Era una lucha sin cuartel. Y yo me preguntaba, ¿Esta lucha permanente con mi mente es meditación?
Más adelante, me enseñaron otro tipo de meditaciones, “meditaciones guiadas”: El instructor iba hablando, guiándonos por distintas partes de nuestro cuerpo, o haciendo que nuestra mente imaginara que estaba paseando por el Universo, o entrando en nuestro interior para visitar al niño que habita en nosotros, o viajando en una alfombra voladora, o montado a lomos de un águila. La mente, de vez en cuando, también se iba, pero me parecía más fácil mantenerla en el pensamiento que el instructor indicaba. Y yo me seguía preguntando: ¿Mantener a la mente en un pensamiento determinado será meditación, cuando la meditación es poner fin al pensamiento?
También me enseñaron a repetir palabras, (mantras), una y otra vez; aprendí otras meditaciones en las que era necesario un gran esfuerzo físico; otras en las que dirigía la energía por el interior de mi cuerpo; en fin, quise probar todo tipo de meditaciones, pero siempre terminaba preguntándome, ¿Esto será meditación?
Y si siempre terminaba preguntándome si era meditación, era porque si la meditación es el fin del pensamiento, como podía llamar meditación a algo que me obligaba a mantener un pensamiento en mi mente, ya fuera de dirección de la energía, de repetir mantras una y otra vez, o de cualquier otro tipo. Hoy tengo la respuesta: No son auténticas meditaciones, pero si son necesarias, más que necesarias son imprescindibles, ya son el primer paso, son el inicio, son el “a”, “e”, “i”, de la mente.
La verdadera meditación no puede ser buscada, la meditación llega, la meditación es una manera de vivir, la meditación es contemplar con atención la vida; por lo tanto cualquier intento consciente de meditación no es auténtica meditación. Pero si digo que son necesarias todas las técnicas de meditación, porque la mente necesita un entrenamiento. No se puede de la noche a la mañana intentar contemplar con atención y sin pensamientos como pasa la vida.
Las distintas técnicas tienen distintos objetivos: Los pensamientos son energía, por lo tanto, según sea el tipo de pensamiento que generamos con las distintas meditaciones conseguiremos: por un lado, no generar energías negativas provocadas por los pensamientos habituales, ya que meditando no se mantienen en la mente; y por otro lado, generar un tipo de energía especial, necesaria para el fin que persigamos con los distintos tipos de meditación. Meditar en un Ser Superior es permitir que su energía invada el campo del meditador, cuando se medita con un mantra la energía que llega es la energía del mantra, meditar con un mudra o con ciertos ejercicios físicos, hace que la energía discurra por distintas partes del cuerpo que habitualmente no reciben ese aporte de energía.
La verdadera meditación no necesita de instructores ni de técnicas. La auténtica meditación es vivir la vida con total atención. Vivir cada acontecimiento como novedoso, porque así es realmente, nada es igual, todo siempre es nuevo. Y además de vivir cada instante como algo nuevo y maravilloso, se ha de mantener esa novedad en la mente, es decir, no valen comparaciones con situaciones anteriores, ni calificar el acontecimiento como bueno, malo, hermoso o desagradable. El acontecimiento es, y punto. No se puede comparar, por ejemplo, una puesta de sol con otra, o darle ningún calificativo, ya que entonces se pierde la esencia de la puesta del sol, ya que la mente está pendiente de la calidad de la belleza, en vez de sencillamente contemplarla. Meditar sólo es contemplar, contemplar cómo te impregna la vida, contemplar su fluir. Un solo pensamiento del tipo que sea, hace que se difumine la meditación, hace que se pierda el sentido de la vida, hace que se pierda ese instante de vida en el que la mente está ocupada con el pensamiento.
No estoy diciendo que nos movamos con los vaivenes de la vida como si fuéramos una hoja movida por el viento, no, porque hemos de tomar nuestras decisiones y organizar los caminos a tomar. Para eso tenemos la mente, para organizar nuestra vida, para tomar nuestras decisiones, para solucionar los problemas que vayan surgiendo, pero no para darle vueltas a esas decisiones, a esa organización, a esos problemas. Una vez tomada la decisión, se ha de dejar descansar a la mente y permitir que llegue la meditación para observar a la vida, para contemplar con verdadera atención.
Una mente ocupada, es una mente que no vive nada más que sus propios pensamientos, no vive la vida, no vive la realidad, no vive la verdad.
Practica las meditaciones en las que te sientas más a gusto, pero recuerda que el objetivo no es conseguir detener los pensamientos en el momento en el que te encuentras sentado meditando, el objetivo es que toda tu vida sea meditación, es que tu mente observe en silencio, es que vivas la vida y no los pensamientos.
                ¿Qué sucede cuando se ha acostumbrado a la mente a estar a disposición del alma, serena y sin pensamientos? Es entonces, en esos momentos, en esos largos momentos en los que la mente se encuentra tranquila, cuando llega, por sí sola, la meditación, la auténtica meditación, sin buscarla; y a partir de ahí, con la meditación, llega la felicidad, la auténtica felicidad; se siente el Amor, el Amor Divino; se siente la unión con todo, la unión con todos, la unión con Dios.
                Este es nuestro único trabajo en esta vida, esa es nuestra única misión, ninguna otra. No es necesaria la búsqueda de ninguna misión, ya que a partir de ese momento, todo lo que sucede en la vida, se desarrolla como si estuviéramos sobre una alfombra voladora que nos lleva de un acontecimiento a otro, sin prisas, sin problemas, sin expectativas. Disfrutando del paseo por la vida, disfrutando de las sincronicidades, porque todo se desarrolla de manera fluida, sin los obstáculos generados por nuestros propios deseos, nuestros anhelos o nuestros miedos. Y las misiones que teníamos encomendadas, o nuestras deudas kármicas, se van a llevar a cabo y a cancelar, sin que tan siquiera seamos conscientes de ellas, porque en ese momento, todo estará bien, suceda lo que suceda.
                ¿Por qué todo estará bien, suceda lo que suceda?: ¿Qué es lo que nos ata al dolor, a cualquier dolor, incluido el de la pérdida de un ser querido, o que nos ata a la rabia, o a la incomprensión, o al miedo, o a las prisas? Solamente la mente y sus pensamientos. Cualquier acontecimiento sucede en un momento, pero al momento siguiente, ya no, ya vivimos otro acontecimiento. Si efectivamente la mente se encuentra tranquila, vivirá el acontecimiento que acaece realmente en el instante presente y no se habrá detenido en el acontecimiento anterior. Por lo tanto todo estará bien.
El siguiente paso es la desidentificación del cuerpo. Se acabó el miedo a la enfermedad, al dolor y a la muerte. Porque el conocimiento que le llega a la persona cuando esta le deja paso, hace que recuerde que no somos el cuerpo, que somos algo más, ese algo más que ahora, con la mente serena, se relaciona con todos los mundos, con una fuerza, con un poder y con una convicción desconocida mientras se daban vueltas y más vueltas a los mismos pensamientos día tras día.
Me he encontrado con personas, muy inteligentes e instruidas, que han rebatido este razonamiento por considerarlo simplista. Efectivamente, los asuntos del alma son simples, muy simples, y sólo hay una respuesta válida: “Inténtalo, y después juzga”, porque en este caso, no va a haber un científico que demuestre con fórmulas en un laboratorio la veracidad del razonamiento, para que luego, nosotros, cómodamente sentados en un sillón podamos leer las conclusiones del trabajo. No, el científico es uno mismo. Y todos los que han intentado el experimento han llegado a las mismas conclusiones, más pronto o más tarde, según su grado de dedicación: Una mente serena lleva directamente a la felicidad, a la alegría, a la paz y al amor. Una mente serena lleva directamente a Dios.
Si no has llegado ahí, no esperes llegar, ni leyendo esto ni leyendo nada. No te queda más remedio que entrar en el laboratorio de tu mente y comenzar el experimento. Los científicos que han obtenido sus propias conclusiones, sólo pueden ayudarte, y lo harán gustosos, pero el trabajo no te queda más remedio que desarrollarlo tú mismo. Empieza ya, entra en tu laboratorio, nunca es tarde. 
Una meditación sencilla
Sólo tienes que sentarte, cerrar los ojos, colocar la punta de la lengua en el paladar, dejar las manos apoyadas en los muslos con las palmas de las manos hacia arriba, y respirar, lenta y suavemente, por la nariz, con una respiración abdominal, permitiendo que con la exhalación vaya saliendo toda la tensión de tu cuerpo. Y empieza a repetir en silencio: “Yo Soy Luz, Yo Soy Amor, Yo Soy la Resurrección y la Vida, Yo Soy el Alma, Yo Soy ese Yo Soy”.
Puedes hacerla el tiempo que quieras, pero intenta que el mínimo sean once minutos.
Con ella vas a conseguir que se abra tu mente para que empieces a percibir pensamientos de frecuencia más elevada. Los pensamientos que te permites recibir en la actualidad son los que va marcando la sociedad, todos de baja frecuencia, y que son los que la sociedad impone sobre creencias de cualquier tipo: familia, amigos, sociedad, religión, normas morales; es decir, sólo te permites tener los pensamientos que son aceptados por los demás.
Pero con este tipo de pensamientos, mantienes encadenadas tus ilusiones, solo dejas volar las ilusiones que la sociedad permite; este tipo de pensamientos te impide conocer tu gloria y la gloria de Dios, te impide desarrollar tu poder y te impide alcanzar la felicidad plena, ya que nunca te aventurarás hacia lo desconocido, ni vas a contemplar la posibilidad de realidades más grandiosas, por miedo a que ellas signifiquen un cambio. Cambio que efectivamente ocurre, ya que hay mucho más que ver, mucho más que entender que lo que hay en ese mundo ordenado que nace, crece, envejece y muere bajo la dirección de la sociedad.
Con los pensamientos que te has permitido tener, ya has aprendido lo que es el miedo, lo que es la tristeza, lo que es la inseguridad, lo que es la avaricia, lo que son los celos, lo que es el odio, lo que es la enfermedad y lo que es la muerte. Y sobre todo ya sabes lo que es vivir alejado de la Fuente Divina.
Es momento de alcanzar todo lo contrario y sobre todo acercarte a tu esencia, permitiendo que entren en ti, otras frecuencias más elevadas y más sutiles de pensamiento. Lo vas a conseguir con esta meditación.
Con ella va a activarse la glándula pituitaria, con lo que tu cerebro va a estar mucho más despierto, es posible que incluso sientas un ligero dolor de cabeza, o que sientas mareo, si es así, deja la meditación, tendrás que ir acostumbrándote poco a poco.
A medida que empiezas a recibir frecuencias más altas, se transforman en una corriente eléctrica de alto poder, que se va repartiendo a cada célula de tu cuerpo a través del sistema nervioso central, causando como un estremecimiento o sensación de hormigueo. Sólo es que empieza a circular por tu cuerpo otra energía más sutil, haciendo que aumente la frecuencia vibratoria de cada célula. Cuantos más pensamientos elevados recibes, más vibra tu cuerpo, más luminoso se vuelve, más aumenta tu amor, tu compasión, tu misericordia, tu comprensión.
Puedes tener lo que quieras, ¿por qué te limitas?

viernes, 20 de enero de 2012

Apunte breve sobre la felicidad

                ¿Cómo puede ser que seamos tantos buscando la felicidad, y tan pocos buscando las preocupaciones y el sufrimiento, y sin embargo, haya muchísima más gente preocupada y sufriendo que gente feliz?, ¿No será que se busca en los lugares inadecuados?, ¿No será que las personas tienen un concepto erróneo de lo que es la felicidad?

             He buscado distintas definiciones de felicidad, y la definición que más se prodiga es la que vincula a la felicidad con la consecución de la meta deseada. Ese es el error, eso no es felicidad, eso sólo es una emoción que difiere en poco de, por ejemplo la depresión, o la ansiedad, o el estrés. En ese estado de falsa felicidad, en el que la persona consigue una meta deseada y perseguida durante tiempo, su estado de ánimo se encuentra en lo alto, en el pico de una onda, mientras que alguien con depresión, se encuentra en lo más bajo, en el valle de la onda. La diferencia estriba en que en la parte superior de la onda, la sensación es de euforia, mientras que en la parte baja se encuentra el dolor y la tristeza.  
            Pero una vez conseguida la meta, no tardará mucho la persona en plantearse una nueva meta, es decir, adiós a la felicidad conseguida, para conseguir una nueva. Eso no es felicidad. La felicidad, la auténtica, se mantiene en el tiempo a pesar de la consecución o no de las metas.
            Por lo tanto debe encontrarse en algún otro lugar, y asociarse a algo que no cambie. La búsqueda actual es similar a intentar comprar pan en una ferretería, eso no es posible, el pan está en la panadería. Si buscando la felicidad en el exterior no se encuentra, habrá que buscar en el interior, cambiemos el punto de mira y no la asociemos con nada.
            No es cierta la teoría de que la felicidad solo se consigue a “ratitos”, esa teoría es de alguien infeliz. La felicidad se mantiene permanentemente en el tiempo, suceda lo que suceda a nuestro alrededor.
Entra dentro de ti, centra la atención en tu silencio interior, que es el lugar origen de todo lo que eres, es el lugar en el que empieza el sueño de la vida, es un lugar de elección donde se materializan los pensamientos de la mente, es la puerta a tu felicidad.
Si no eres feliz, a lo peor es porque no quieres, o porque realmente no sabes lo que es la felicidad, o porque no sabes dónde encontrarla, o porque te gusta sufrir. ¡Es tu elección!

sábado, 10 de diciembre de 2011

La "Gracia" de morir

            La “Gracia” de morir, de morir definitivamente para este planeta, no le es dada a todo el mundo, es más, le es dada a poquísimos, es un honor que esos pocos se han ganado con su trabajo y con su Amor. Si, podemos ser pasto para los gusanos, abono para la tierra o un poco de polvo arrojado al mar; pero eso no es morir, eso sólo es tomarse un respiro, un descanso en los ciclos de la vida. Para morir hay que ganárselo, para morir definitivamente hay que saber vivir, ya que mientras no aprendamos a vivir vamos a estar volviendo a esto, que no parece mal denominado como “valle de lagrimas”.
            ¿Qué es saber vivir?: Es tomar parte activamente de la vida, es manejar las emociones, es amarse y respetarse uno mismo, es amar a los demás a través de ese amor que uno siente por sí mismo, es respetar la Naturaleza, es ser justo y compasivo, es no dejarse arrastrar por la corriente del pensamiento social del “qué dirán”, es estar despiertos, ya que la sociedad actual y sus componentes, no es que estén dormidos, no, es que están absolutamente inertes.
            Para vivir realmente, obsérvate. ¿Cuánto  y cómo manejas tus emociones?, ¿Te dejas arrastrar por ellas?, ¿Eres consciente de su presencia? Es muy importante saber manejar las emociones. Ojo, manejar las emociones no significa reprimirlas o negarlas, sino transformar emociones negativas en positivas, para que nos puedan ayudar en nuestro camino. Para ello, es necesario, en primer lugar tomar conciencia de ellas, lo cual implica hacer una introspección. Las emociones se originan en nuestro interior como consecuencia de un estímulo externo, o de un pensamiento. Posiblemente la mejor manera de hacer introspección es meditar, ya que mientras meditamos observamos, no juzgamos ni nos criticamos, simplemente observamos las emociones que surgen.
            Una vez identificada la emoción, es bueno encontrar el origen de la misma. Por ejemplo, podemos sentir miedo, porque nos imaginamos que va a pasar algo malo o porque realmente existe un peligro. En cualquiera de los dos casos, sea irreal o no, debemos ser conscientes de que estamos sintiendo miedo, pero también debemos ser conscientes de que somos nosotros mismos los que elegimos sentirnos de esa manera. Es nuestra elección. Si, ya sé que puedes no estar de acuerdo, porque según los acontecimientos que están sucediendo en tu vida, vas a decir que no te queda más remedio que sufrir o tener miedo. No es cierto, ¿alguna vez has pensado que puede haber otra manera de vivir la situación? Piensa en ello, y descubrirás que si que existen otras formas de vivir cualquier situación, por triste y grave que sea. ¡Inténtalo!, ¿Por qué no cambiar el punto de vista?
Ese cambio de perspectiva, es lo que se denomina inteligencia emocional: Es lo que nos ayuda a usar correctamente las emociones para tomar las riendas de nuestra vida.
Para saber vivir también es necesario apearse del carrusel de vanidades en el que viajan la mayoría de los humanos. Quien va montado en ese carrusel, gasta tontamente, porque lo comprado es lo último en moda, porque lo lleva el vecino, porque alguien dice que hay que gastar ahora en Navidad; quien va montado en ese carrusel miente o dice parcialmente la verdad, por el que dirán, porque no piensen que soy bobo, por ganar tiempo; quien va montado en ese carrusel, no tiene en cuenta que todos somos hermanos; quien va montado en ese carrusel, no es consciente de que todo lo que va viendo una y otra vez mientras el carrusel gira y gira, sólo son sueños, sueños vacios. Y no es muy difícil bajar del carrusel: Sólo piensa, por ejemplo, que hoy es tu último día de vida. ¿Para qué gastar tontamente?, ¿Por qué no ayudar al hermano?, ¿Por qué engañar?
No recuerdo donde leí, que la vida es como un negocio, en el que las acciones del negocio es el tiempo del que disponemos. Al nacer tenemos una cantidad de acciones, una cantidad de tiempo, la cual no tenemos manera de incrementar; y vamos pagando nuestra vida con el dinero de esas acciones, el cual es el paso del tiempo. Siéntate ahora y piensa como estás invirtiendo tus acciones, tu tiempo. ¿Cuánto de él has malgastado inútilmente?, ni tan siquiera parece que has obtenido lo que parecía más importante, “ser feliz”. Por lo tanto, has fracasado negociando tus acciones, y lo que es más grave, te estás engañando a ti mismo/a.
Pero, se están agotando tus acciones, se está terminando tu tiempo,….. Sin trabajar……. Sin amor……. Sin respetarte……. lo cual es una señal inequívoca de que no vas a ser uno/a de los/as afortunados/as en conseguir la “Gracia” de morir para siempre, tendrás que volver, con una nueva cuenta bancaria repleta, para que la inviertas bien, o para que nuevamente la malgastes. ¡Está en tus manos!
¿Tan difícil es dedicarle una hora al día a tu alma? Te quedan veintitrés para dedicarle al cuerpo, parece un poco descompensado. Dedicas tiempo a lo que no eres: un cuerpo, y abandonas aquello que eres: el alma. ¡Empieza ahora!, no esperes al 1 de Enero, porque tampoco lo harás entonces.

martes, 11 de octubre de 2011

Come. reza, ama

            Hoy he vuelto a ver esta película por segunda vez y todo lo que ha fluido después  ha sido un estado de paz y felicidad.

Recuerdo cuando la vi por primera vez, en el cine, en Europa, mientras vivía una vida que ahora me queda  lejana. Entonces todavía creía que, lo que le ocurría a la protagonista eran cosas que apenas sucedían  en la realidad y si era el caso, sólo les pasaba a personas muy especiales y, sobretodo muy, muy valientes.
            Recuerdo muy bien aquel estado de plenitud que parecía inundarme por unos días tras leer un determinado libro o ver  una película o un reportaje de alguien especial. Una  sensación de plenitud y de fe que me hacía soñar y decirme a mi misma ¿Por qué no? ¿Por qué no puede ser posible? Pero apenas era una ilusión efímera que en pocas horas o días se desvanecía al observar  la corriente de mi vida y sintiéndome atrapada en mil y una obligaciones cotidianas. Sólo, de vez en cuando volvía a mi mente el recuerdo de aquel sueño y suspiraba.
Bien pues, hoy, poco más de un año después todas aquellas sensaciones, sueños e ideales que tenía son una realidad que va más allá de cualquier ficción imaginada o creada. Hoy soy la protagonista de la película de mi vida y ya no necesito un libro o una película para soñar, porque hoy,  actúo, siento,  amo y obro en mi vida. Y ese milagro del que estoy hablando es el mío, ahora y aquí, pero también es el tuyo ahora y aquí. En lo que sea que estés haciendo, que estés pensando, que estés viviendo,  tu eres el único y especial protagonista de tu vida.
Quizá tu también hayas visto esta u otra película parecida o leído cualquier libro que te ha hecho suspirar, soñar, creer en “algo” y hasta llorar, ya sabes de lo que estoy hablando. De hecho, todos  alguna vez, sino muchas, compartimos con nuestros  amigos, conocidos y/o nuestra familia lo que nos ha hecho sentir una película y a veces el sueño se hace colectivo. La pena es que a menudo, de una tarde compartida hablando de lo que sentimos, dedicamos un tiempo corto a soñar y demasiado a pisar nuestros propios sueños y el de quiénes tenemos enfrente. Y nos apoyamos en esa tarea como si el hecho de dejar de soñar nos hiciera más auténticos o más realistas.
Que sepas que yo, como tantos, estuve muchos años haciendo lo mismo que tú, hasta decir basta. Y no te creas que seamos muy diferentes. Para nada. Realmente   la única diferencia, hasta hoy, entre tú y yo no es la valentía ni ser más o menos especial. No. La única diferencia es que en una de tantas oportunidades que nos da la vida, un día me atreví a creer que todo era posible. Que era digna de amar y ser amada, digna de sentir por mi misma y no a través de la vida de nadie. Digna de decir sí al abismo de lo desconocido que, en mi interior, ya moraba desde hacía tanto tiempo y me hacía soñar que todo era posible. Sólo fue un entregarme a mi propia vida de manera absoluta, sin reservas, con la certeza que nunca estamos solos.  Y aún una cosa más, tal y como reza una frase de esta película: Muchas veces perder el equilibrio por amor es parte de vivir una vida con equilibrio." Medítalo en tu silencio.
Hoy pues el mensaje de la película ha tenido un eco diferente. Ya no he sentido la vida como un sueño imposible, ya no me he quedado suspirando sabiendo que luego todo “volverá a la normalidad”, ya no ha despertado en mí  una sed impaciente que nos lleva a buscar la felicidad en el lugar equivocado.  Hoy, el mensaje, ha sido la constatación interior que todos estamos en el mismo camino, que todos somos protagonistas de nuestra vida en este planeta, que todos somos únicos y especiales con una misión que cumplir. Y que da  igual cual sea esa misión (cuidar a nuestro padres, a nuestro hijos, buscar trabajo, estudiar, etc.) pues es la tuya. Dependerá sólo de cómo la realices que se convierta en única y especial para continuar abriéndote las puertas de tu felicidad permanentemente.   
Me quedo con uno de los fragmentos finales de ésta película:
“Una fuerza de la naturaleza que se rige por leyes tan reales como la ley de la gravedad. La regla de la física de la búsqueda viene a decir algo así: Si tienes el valor de dejar atrás todo lo que te protege y te consuela, lo cual puede ser cualquier cosa como tu casa o viejos rencores, y embarcarte en un viaje en búsqueda de la verdad, ya sea hacia lo interior o lo exterior, y si estás dispuesto a que todo lo que te pase en ese viaje te ilumine, y si aceptas como tu maestro a todo el que te encuentres en el camino, y si estás preparado sobre todo a afrontar y a perdonar algunas de las realidades muy duras de ti mismo, entonces la verdad no te será negada”.
Entrada publicada por Elisenda Julve.  


sábado, 27 de agosto de 2011

¿Un sueño o algo más?

            Iba caminando por un camino entre árboles, era un lugar en el que la naturaleza parecía haber expresado toda su belleza. Flores de todos los colores daban al ambiente una fragancia, que si me preguntaban cual era el olor predominante, sólo podría decir: que era un aroma celestial. Aves de plumajes exóticos llenaban el ambiente con un canto, que más parecía un coro de ángeles. Árboles gigantescos filtraban el sol para que la temperatura fuera siempre primaveral. De haber existido el paraíso, hubiera sido esto, sin lugar a dudas. En cualquier momento podían haber aparecido Adam, Eva y la serpiente.

Pero no, ellos no estaban, sólo estaba yo, disfrutando del momento, disfrutando del lugar. No sabía de dónde venía, no sabía adónde iba, ni que hacia en ese lugar, pero no me importaba en absoluto. Me veía vestido de blanco en un cuerpo que no sentía, en un cuerpo sin ningún tipo de molestia, ni calor, ni frío, ni hambre, ni sed. No tenía pensamientos, sólo disfrutaba de la belleza con cada poro de mi piel, y un solo pensamiento hubiera hecho que me perdiera en sus vericuetos, perdiéndome durante ese momento de la hermosura del lugar. ¡Nunca me había sentido tan bien!
Corría detrás de los pájaros, saltaba con las ranas, me sentaba en el suelo a disfrutar de la fragancia de las flores, o me tumbaba mirando como las ramas filtraban los rayos del sol.
Creo que me dormí en mi sueño, hasta que el ruido del roce de algo con las ramas hizo que abriera los ojos y prestara atención. Yo creía que estaba solo, pero no, allí, delante de mí apareció el caballo blanco más hermoso, más majestuoso y más impresionante que había visto nunca, con una crin y una cola largas, que se movían con la brisa, y además, tenía unas alas blancas, muy blancas, a los costados de su lomo, ¡era un caballo con alas!
Parecía disfrutar de mi cara de incredulidad, mientras doblaba sus patas delanteras e inclinaba la cabeza, invitándome a subir a su lomo. Por supuesto que el caballo no hablaba, ni yo relinchaba, pero  podía comunicarme con él. Su pelo era suave, me abracé a su cuello, sintiéndome aun mejor de lo que me encontraba en el paraíso que había encontrado. Sentía que me inundaba una paz, una alegría y un amor desconocidos hasta ahora.
Con suavidad, con dulzura, como si llevara sobre si una valiosa pieza de porcelana, empezó a elevarse, batiendo sus alas y moviendo sus patas como si estuviera trotando en una pradera. Se elevó y elevó, nuestra Tierra empezó a hacerse pequeñita, me hizo saber que daríamos un rodeo para ir al lugar a donde me llevaba, para que pudiera disfrutar del paseo. Dio varias vueltas a la Tierra para que pudiera admirar su belleza, pero ralentizaba su marcha, allá donde había guerras y los hermanos se mataban unos a otros, allá donde se estaba maltratando a la Tierra por su sobreexplotación, por la tala indiscriminada de bosques, por la polución generada por el bienestar del primer mundo, allá donde se hacinaba a la gente en campos de refugiados. El paseo era hermoso mientras no aparecía la mano del ser humano. Allá donde esta mano aparecía, comenzaba la destrucción, la guerra, la discriminación, el hambre, el maltrato, el dolor, la destrucción y la muerte.
No pude reprimir mis lágrimas por el dolor que la visión de la miseria humana producía en mí. La crin del caballo me envolvía acariciando mi cara para consolarme. Y por fin, cuando todavía no se habían secado mis lágrimas, el caballo alado empezó a descender sobre una especie de nube blanca y luminosa.
Una vez en tierra, o en nube, no sé muy bien, volvió a doblar sus patas delanteras y a inclinar la cabeza para que pudiera descender. Así lo hice y nada más apearme del caballo aparecieron ante mi unos seres, o no, porque sólo podía apreciar luminosidad, pero era tan intensa que me sentí envuelta en ella. En un instante, sentí mi unión con esos seres, era como si los conociera desde siempre.
-          Efectivamente, nos conocemos desde siempre, - dijeron -,  pero en el tiempo que llevas en la Tierra, has perdido la memoria de quien eres, has perdido la memoria de tu grandeza, de tu poder, de tu divinidad, al igual que todos tus hermanos allá abajo.

-          Pero tú, - prosiguieron -, con tus dudas, con tus preguntas, con tus experimentos, con tus luchas, con tu cabezonería, con tu voluntad, con tu paciencia, con tu valentía, con tus desafíos, y sobre todo con ese amor con el que has aprendido a conectar, has tenido destellos de quien eres, y en esos destellos has entendido que tienes un cuerpo, para a través de él, conectar con tu alma, justo con eso que ahora está aquí con nosotros. Todos somos alma, nosotros, tú, y tus hermanos en la Tierra.

-          En los últimos tiempos te has preguntado, nos has preguntado, casi suplicado, que era eso que tenias que hacer tan lejos de casa. Pero ¿Cuál es tu casa?, hijo mío, esta es tu casa, y la Tierra, toda la Tierra, sólo es el lugar donde tienes que llegar a recordar de dónde vienes y adónde vas, sólo es el lugar en el que tienes que aprender a amar, y después ayudar a recordar a tus hermanos, para que también despierten al amor.

-          Lo estás haciendo bien, pero aun tienes que amar más para confiar totalmente. Has dejado atrás casi todos los apegos, pero aun tienes apego a la duda de que has de hacer y al miedo de no hacerlo bien. Recuerda que todo siempre está bien. Recuerda que no estás sólo, ninguno en la Tierra estáis solos. Permanece atento a las señales y ama. Es todo lo que tienes que saber. Y ahora vuelve a tu cuerpo. Vuelve con el amor de todos nosotros.

-          No, – dije yo –, no quiero volver, quiero quedarme aquí por siempre.

-          Has de volver, cada vez estás más cerca de quedarte aquí para siempre, pero ahora, vuelve, mucha gente te está esperando. Te amamos.
En un instante me quedé solo y empecé a sentir que caía a una velocidad increíble, veía como iba acercándome a mi cuerpo, que un instante después despertaba con una fuerte sacudida.

lunes, 11 de abril de 2011

He tenido un sueño

            He tenido un sueño. He soñado que entraba en un lugar oscuro, pequeño y apretado, no tenía facilidad de movimiento, sin embargo, el lugar en el que había entrado, flotaba como una pelota, y yo dentro de ella, aunque cada vez menos, porque daba la impresión de que la pelota crecía y crecía más cada día. Todo lo que sentía allí eran palabras repetitivas, inconexas, rápidas, sin expresar prácticamente ninguna idea, daba la impresión de que la mayoría de esas conversaciones inconexas trataban de dolor y de sufrimiento. Los que básicamente hablaban de manera permanente eran, al parecer, mis padres, aunque de vez en cuando se añadían otras conversaciones, tan inútiles como las que estaba habituándome a escuchar. Por otro lado, también escuchaba unos ruidos ensordecedores que llegaban de todas partes.
            Era un espacio muy incomodo y empezaba a echar de menos mi hogas. Vivía en un lugar blanco y luminoso, dónde no me sentía constreñido por nada, podía viajar a todas partes a gran velocidad, era responsable de mi mismo, y las conversaciones que se escuchaban no trataban ni de dolor, ni de sufrimiento, sino de alegría y amor. Reinaba una paz que en nada se parecía al lugar donde ahora me encontraba. Me sentía mal dentro de ese sueño y quería despertar, pero una fuerza superior a mi me lo impedía.
            Como todo lo que podía hacer era escuchar, me dedique a ello para tratar de averiguar dónde me encontraba, y así un día podía oír: “Ya estoy harta de que dejes los pantalones tirados en cualquier sitio”; y después de ese comentario se desataba una especie de tempestad de palabras que solía acabar con un ruido tremendo, que luego averigüé que se llamaba portazo. Otro día escuchaba: ”¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gusta la carne tan poco hecha?”; y a continuación una nueva tormenta que esta vez terminaba con algo que resultó ser el llanto. Yo pensaba que debía de ser muy importante para esas personas hacer bien la carne, o doblar los pantalones, o no gastar dinero, o limpiar cada día, o ir al futbol; ya que sacrificaban el amor por esas cosas. ¡Debían ser muy importantes!
            Así pasaban los minutos, los días, las semanas. Empecé a acostumbrarme a las palabras de reproche de mis padres, a sus gritos, a las críticas entre ellos y entre casi todas las personas que les visitaban, a las palabras que denotaban hastío, a la incomprensión entre todos. Y yo me preguntaba: ¿Dónde estoy?, ¿Dónde estará la paz que reinaba en mi ciudad?, ¿Por qué no puedo moverme?, ¿Por qué está todo tan oscuro? Sólo de vez en cuando escuchaba algo suave, escuchaba murmullos, e incluso me parecía escuchar que se dirigían a mí; entonces me sentía bien, ya que todo era más parecido a la alegría y al amor que se sentía en mi hogar.
            Un día empecé a escuchar otros gritos distintos, había carreras, sentía voces de gente extraña, el balón en el que estaba empezó a deslizarse por un túnel oscuro y estrecho; desde el otro lado del túnel tiraban con fuerza, hasta que el balón apareció al otro lado del túnel, y pude escuchar: ¡Es un niño!, ¡Es un niño precioso!
Estaba muy asustado, quería salir de allí y supliqué: “Padre mío, ¿Por qué este dolor?,  ¡quiero volver a casa! Y por fin puede ver a alguien conocido, era mi amigo de juegos, después supe que aquí, donde estoy ahora, desde este lugar que se llama cuerpo, les llaman ángeles, aunque curiosamente nadie les ve. Y mi amigo me dijo:
“Acuérdate que elegiste entrar dentro de ese cuerpo
para avanzar un poco más en tu evolución.
Has encarnado.
A ti te va a parecer un camino largo, pero en realidad no lo es,
yo lo viviré como un suspiro.
Dentro de poco ya no te acordarás de mí, ni de nuestros juegos,
ni de nuestros estudios, ni de tu hogar.
Ya no te parecerá un sueño, te parecerá real.
Pero sin embargo, seguirá siendo un sueño.
Lo único que tienes que hacer es buscar con ahínco los mismos sentimientos
que tenías antes de entrar en este cuerpo.
Tienes que acordarte de vivir en el cuerpo,
 como vivías allí, en tu verdadero hogar.
No vayas nunca en contra de la vida,
no quieras manipular ni a la vida, ni a los otros, que como tú tienen un cuerpo.
Ayuda a todos porque son tus hermanos,
que también han elegido estar en un cuerpo para avanzar más rápido.
Pero ayuda cuando te lo soliciten, son ellos los que deben hacer su camino.
No juzgues a nadie si no quieres que te juzguen a ti.
No critiques nunca.
Respeta siempre las decisiones de los otros.
Ante cualquier desaire, perdona, bendice y vete.
Deja que la vida pase a través de ti.
Déjate guiar por la intuición.
Acepta a todos.
Escucha siempre a tu corazón.
Práctica el silencio.
Cuando hables que sea con verdad.
Aprende a meditar y practica cada día.
Busca la paz y la serenidad.
Busca el amor.
Recuerda que no eres ese cuerpo.
Y aplica la máxima: Todo está bien”.
“Cuando necesites ayuda,
llámame, aunque yo siempre estaré aquí para ayudarte.
Pero recuerda que la ayuda no va a ser para ese cuerpo,
la ayuda es para ti”.
¡Hasta pronto!
¡Te amo!