El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 15 de noviembre de 2011

Nuestras carencias, nuestro camino

             Los seres humanos siempre se han diferenciado de los animales en que sufren una clase determinada de dolor que los animales no sufren. Todas las formas de vida sufren enfermedades, accidentes, pérdidas, mueren. Pero los seres humanos, además de todo esto, experimentan sufrimiento y angustia mental y emocional. Desde siempre los seres humanos han experimentado dolor emocional, insatisfacción, descontento, falta de paz.

También ha habido desde siempre unas pocas personas con el conocimiento de que la mayoría de este sufrimiento se debe a la separación del  ser humano respecto de sí mismo. La mayoría de nuestras insatisfacciones no provienen de enfermedades o de problemas materiales, sino de “no ser nosotros mismos”. El sufrimiento no es inevitable. Sólo se debe a no saber quienes somos, a no conocer nuestro ser, a no conocer nuestra verdadera naturaleza, a no ser libres para ser nosotros mismos. Es esta separación de nosotros mismos la que nos deja un sentimiento de vacío, un profundo sufrimiento, que con el tiempo puede derivas, y de hecho deriva en enfermedades físicas y mentales.
Cuando la persona es consciente de que la causa de su sufrimiento es su vacío profundo, si ella quiere, y es capaz de hacerlo, hay maneras para que esa persona pueda realizar el viaje de regreso a sí misma. El trabajo a realizar se hace siguiendo cualquier camino, cualquier método, o cualquiera de las filosofías que reconocen el hecho del sufrimiento y su causa, y enseñan como devolver a la persona a su auténtica naturaleza y eliminar así el innecesario sufrimiento causado por esa separación interior.
El trabajo no es, realmente, eliminar el sufrimiento, ya que el deseo de regresar a la auténtica naturaleza de uno mismo es un impulso innato, que existe en presencia o incluso en ausencia de sufrimiento. Cuanto más en contacto estamos con nosotros mismos, más percibimos ese innato deseo de saber y ser lo que realmente somos. Deseamos la libertad para poder vivir como deberíamos vivir, para desarrollar todo nuestro potencial. Cuando no lo hacemos, sufrimos, pero ese sufrimiento, más que ser un problema, es simplemente el deseo de nuestro auténtico ser para vivir, para ser libre. Es una señal de que queremos regresar a nuestra verdadera naturaleza.
¿Qué podemos hacer para volver a tomar contacto con nosotros mismos? En primer lugar es imprescindible tenerlo claro, para que no falte la voluntad, mucha o poca, para realizar cualquier trabajo. Es realmente difícil el camino de regreso a lo que somos, y desde siempre, han sido muy pocas personas, las que han elegido emprender el camino,  muchas menos las que han conseguido llegar, seriamente, a alguna parte, y muchísimas menos las que han conseguido completar el trayecto.
Pero la causa no es, precisamente, la falta de voluntad, sino el miedo al fracaso. Miedo que se encuentra ligado totalmente a la voluntad. De tal manera que cuando una persona trata de emplear su voluntad, empieza a experimentar un miedo terrible. La persona desconoce incluso que ese miedo está ahí. Solamente sabe que no puede disponer de su voluntad, que no es capaz de actuar con determinación, que no puede hacer cosas difíciles.
No es que la persona no quiera ejercer su voluntad, es que no sabe cómo hacerlo, no puede hacerlo. No puede disponer de ella. Se ha separado de ella debido a determinados miedos inconscientes, y debido a que esos miedos son inconscientes, la mente consciente no tiene control sobre ellos.
Y aun hay más, la gente no desea comprometerse en trabajos de búsqueda interior porque temen perder su libertad personal. En todos nosotros existe un profundo temor de perder nuestro sentido de identidad, el sentido de quienes somos, nuestra privacidad, nuestra individualidad, aunque no existen razones conscientes para ello.
De tal modo, que emprender, seriamente, cualquier tipo de trabajo es difícil debido a que la voluntad, el compromiso, la comprensión, generalmente no están disponibles para nosotros debido a los miedos y resistencias reprimidos, los cuales son completamente inconscientes y controlan nuestro comportamiento.
Realmente, lo que queremos buscar es nuestra propia esencia, pero ella, ya está en nosotros, por lo tanto, lo único que tenemos que hacer, es recordar. Recordar cada una de las cualidades de nuestra propia esencia: la verdad, el amor, la compasión, la misericordia, la voluntad, la fortaleza, la alegría. Todo eso es nuestra esencia.
Dependiendo de nuestro guía en el camino, se puede enfatizar una u otra cualidad. Los maestros dicen cosas diferentes, unos dicen que hay que entregarse a Dios, otros buscan la “perla azul”, otros dicen que hay que hacer un esfuerzo consciente, buscar la voluntad; otros dicen que la respuesta es el vacío, otros el amor; y a mil maestros que consultáramos, tendrían mil respuestas diferentes, aunque, a fin de cuentas, todo es lo mismo. Y puesto que la mayoría de las personas desconoce que nuestra esencia posee muchas cualidades, cada uno piensa que el otro está equivocado.
No lo están. Lo que pasa es que cada maestro enseña aquello que más ha trabajado. Y lo ha trabajado más porque seguramente, cuando él comenzó su viaje al interior, era de lo que más necesidad tenía. Era el mayor vacío que tenía, era su carencia principal.
Cada uno tiene sus propias carencias. Cuando nacemos tenemos nuestra esencia al completo, según vamos creciendo se van fortaleciendo cada una de las cualidades de nuestra esencia, pero algunas, pueden debilitarse e incluso desaparecer en función del ambiente en que vivimos, de las enseñanzas recibidas, de los traumas, de los desengaños. Cada vez que surge algún conflicto, hay una disminución de determinada cualidad. A veces nuestra fortaleza, a veces nuestro amor, a veces nuestra autoestima, o la compasión, o la alegría, o la intuición, resultan heridas, y más tarde, completamente bloqueadas.  
 Cuando una de nuestras cualidades es finalmente bloqueada por una experiencia personal, lo que queda en el lugar de esa cualidad es una sensación de vacío. De tal modo que se crea en la persona la sensación de que se carece de algo, y por lo tanto, que algo anda mal. Cuando sentimos esa deficiencia, tratamos de llenar ese vacío que sentimos en nosotros, y tratamos de llenarlo con cualidades similares, siempre erróneas, o tratamos de llenarlo desde el exterior.
Imaginemos, por ejemplo, que sentimos que el amor por nuestra madre es rechazado, que no es apreciado. Entonces, ese amor en nosotros, es herido, dañado. Donde debería estar el amor, hay un vacío. Lo que entonces hacemos para obtener ese amor del que sentimos su pérdida, es tratar de obtenerlo de nuestro exterior. Deseamos que alguien nos ame de tal modo que el vacío en nuestro interior sea llenado con amor. Sabemos exactamente qué queremos, pero nos olvidamos de que fue nuestro propio amor el que perdimos; creemos que hemos perdido algo del exterior, de forma que tratamos de recuperarlo desde el exterior.
Conectados a cada carencia están las memorias de las situaciones que provocaron la herida y la cualidad que se perdió. Están todas allí, pero reprimidas. No recordamos que sucedió o que perdimos, y lo que hacemos es llenar el vacío, con emociones, con creencias. Y esas creencias forjan nuestra personalidad. Creemos que somos eso. Pero no es así, esos son remiendos  que hemos ido haciendo para aliviar nuestras carencias.
Para emprender el camino de regreso hemos de aprender a sentirnos a nosotros mismos. La mayoría de la gente circula por la vida sin esa conciencia de sí mismos porque están tratando de evitar la sensación de vacío, la falsedad, la sensación de que “algo anda mal” en sus vidas.
¿Qué hay que sentir de uno mismo? Hay que saber la cantidad de voluntad de la que se dispone, sea cual sea, todo el amor y la comprensión que de uno mismo se pueda tener, sean cuales sean. Hay que tener un verdadero deseo de regresar a nuestra verdadera naturaleza. Y sobre todo, tener claro que las dificultades surgen de nuestro interior, de nuestros propios conflictos. Porque si creemos que vamos a solucionar los problemas ganando algo más de dinero, siendo un poco más guapo, teniendo niños, comprando un coche mejor, y cosas así, estamos perdidos, no vamos a llegar a ningún sitio. El verdadero camino comienza al ver que las dificultades surgen de nuestro interior y al sentir que la satisfacción que buscamos también procede de ese interior.
            A partir de aquí, cualquier técnica que nos ayude a conectar con nosotros es correcta. Meditación, trabajar virtudes que hagan desaparecer los defectos, fortalecer conscientemente las carencias, más amor, más comprensión, más fortaleza, más voluntad. Todas ellas, han de sentirse desde el interior, nada está fuera de nosotros, absolutamente nada. Buscar, por ejemplo, el amor en una pareja en el exterior, es sencillamente tratar de esconder un vacío. El amor ya está dentro, y cuando aparezca la pareja, lo único que hay que hacer es ofrecerle ese amor.
Lo ideal es trabajar al unísono todas nuestras cualidades, No tratemos, por ejemplo, de desarrollar únicamente el amor. El amor es sólo una de nuestras cualidades. Pero el amor sin la voluntad, no será auténtico; la voluntad sin amor no nos permitirá gozar de la dicha de amar. Solamente el desarrollo de todas las cualidades nos permitirá convertirnos en plenos y verdaderos seres humanos.
Y durante todo el trayecto, hay que estar presentes. Estar por completo aquí y ahora es ver la verdadera naturaleza de las cosas, es el camino más rápido para llegar al interior, es más rápido que meditar durante tres horas diarias mirando una pared. Hay que combinar la meditación, con la presencia, con la conciencia de querer seguir caminando, con la realidad de que todo está en nosotros.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Dejemos de ser bebés

            La sociedad actual, nuestra sociedad, está inmersa en una crisis, y no solamente en la crisis económica que afecta a todo el primer mundo. Está inmersa en una crisis de valores, no, más que una crisis de valores, mejor llamarle ausencia de valores. Porque ¿Dónde queda la verdad, el bien, lo sagrado, la solidaridad, la honestidad, la generosidad, la colaboración, la lealtad, la palabra, el respeto?

El ser humano está prisionero del trabajo, de la moda, de la comodidad, de la superficialidad, del dinero, del poder, del halago, de la admiración de los demás, del que dirán; y para conseguir liberarse de esa prisión de acaparamiento de cualquier tipo, no repara en medios, aunque sea pisoteando y engañando a otro ser humano.
Lo único que ofrece nuestra sociedad es un ambiente tóxico y nocivo en el que es imposible poder cultivar los valores humanos, que son, justamente, con los que se puede conseguir un cambio de rumbo en el mundo actual. Es imprescindible apartarse de los estamentos de poder, ya sean políticos, religiosos o de otro tipo, porque estos, que deberían ser servidores del pueblo y procurar por su bienestar y su felicidad, lo están utilizando para satisfacer cualquiera de esos fines tóxicos que la sociedad y sus más afamados representantes tienen como bandera.
Por lo tanto, ha de ser la persona, en solitario, y en su soledad, la que ha de cambiar los planteamientos que le presenta la sociedad y actuar por cuenta propia. Ha de ser cada persona, la que consiga cambiar la sociedad a través de su propio cambio, para que surja una nueva, basada en el respeto, en el amor y en los valores del corazón.
Antes de seguir dejarme presentaros un relato muy gráfico que encontré en Internet: Había una vez un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para disminuirlos y pasaba días y días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
Cierto día, su hijo pequeño invadió su lugar de trabajo, diciendo que quería ayudarle a trabajar, y el científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lugar, pero viendo que era imposible sacarle de allí, el padre pensó en algo que pudiese darle, con el objetivo de distraer su atención por un largo rato.
Se encontró entonces con una revista en donde venía el mapa del mundo, ¡justo lo que necesitaba! Con unas tijeras recortó el mapa en varios trozos y junto con un rollo de cinta autoadhesiva transparente, se lo entregó a su hijo diciendo: "Como sé que te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo en pedazos para que tú lo repares sin ayuda de nadie".
El científico calculó que al niño le llevaría mucho tiempo componer el mapa, que no conocía de nada, por lo que se dispuso a volver a su tarea.
Pero no fue así. Pasado un breve tiempo, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente: "Papá, papá, ya hice todo, he conseguido terminarlo".
El padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que se habría aburrido y que querría irse a jugar. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño, pero para su sorpresa, el mapa estaba completo y perfectamente ensamblado.
"¿Cómo había sido capaz si no conocía nada del mundo?", se preguntó el padre. El niño, respondió feliz: "Papá, yo no sé cómo es el mundo, pero al otro lado del mapa del mundo estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí conozco bien. Y entonces, cuando conseguí arreglar al hombre, también había logrado arreglar el mundo."
Grafico, ¿no? Es el hombre el que tiene que cambiar para que el mundo cambie. Es el hombre el que ha de hacer una transición de lo viejo a lo nuevo, y así, todos juntos, lograremos un mundo mejor.
Ese cambio, esa transición, sólo es un cambio de conciencia, o crecer, o evolucionar, o madurar, o construir el carácter. En la actualidad, el ser humano es como un bebé, o como un borreguito. Va allá a donde le dictan los patrones de esta sociedad caduca, y va como las ovejas, sin salirse del patrón, porque……. ¿Qué pensará la gente? Si se sale del patrón, y empieza a respetar a los demás, y a ayudarlos, y a sentir compasión, y empieza a meditar, y no buscar las alabanzas, y no criticar, y tratar a los demás, sean quienes sean, como sus hermanos, y a ser honesto y generoso; la gente, la sociedad, puede pensar que es un loco, o que está abducido por una secta.
En muchas ocasiones, o en todas, el disparo de salida para empezar a dejar de ser bebé, y empezar a crecer, se siente en el interior: Es como un vacio, como un aburrimiento, las cosas que antes llamaban la atención, ahora cansan. A partir de ese instante es cuando hay que dejar atrás eso que impide el crecimiento: El miedo, miedo al rechazo, miedo a la crítica, miedo a la soledad.
La vida de los seres humanos, está construida sobre ese miedo, que los padres y educadores se encargan de incentivar. La persona está encogida por ese miedo, lo que la hace estar permanentemente a la defensiva, siempre la falta algo, siempre tiene necesidad de más. Más amor, más dinero, más poder, más aceptación, más atenciones. La persona está vacía, y ese vacío, no lo puede llenar con nada de lo que le pueda presentar la sociedad.
Para aliviar ese vacío, la persona ha de recogerse desde el exterior, hacia su interior, para empezar a sanar sus heridas, las producidas por la lucha permanente contra el vacío generado por la sociedad. ¿Cómo?, aceptando, permitiendo, perdonando y amando. Sin querer que las cosas sean como a uno le gustaría. No, las cosas son como son, y no hay que tener ningún interés en como deberían ser.
A fin de cuentas, lo único que hay que sanar es el miedo que hay detrás de todo: miedo a enfrentarse con la propia oscuridad, miedo a vivir, miedo a dejar que se exprese lo que el corazón siente. Y todo eso equivale a falta de Amor.
Es bueno, al llegar a ese punto, preguntarse: ¿qué quiero realmente?, porque si se ha llegado aquí, ya no valen los modelos y las normas que dan los ideales políticos, personales o espirituales, los estándares de salud, de belleza o sanidad, de cómo deberían ser las cosas, o de cómo hay que comportarse. Todos tratan de definir lo que es bueno e interesa a la persona.
¡Que pocos aciertan: lo único que es bueno para la persona es el Amor!, y el Amor no está en el exterior, está dentro, rodeando a la persona con su presencia, ¡sólo hay que permitirlo! Porque nosotros, ya somos Amor, y Paz, y Luz, y Sabiduría; pero no permitimos que se exprese ninguna de esas cualidades, las tapa el miedo.
Deja que el mundo sea como es, no quieras cambiarlo a través de la mente, no lo vas a conseguir; pero si puedes cambiar “tu mundo”, únicamente cambiando tú, únicamente creciendo y dejando de ser ese borreguito que va detrás de los cánones que la sociedad marca. Y si somos muchos los que cambiamos, el mundo dará un giro de 180 grados.

lunes, 31 de octubre de 2011

La razón de la vida

             La mayor parte de nosotros vamos caminando por la vida sin objetivo, sin destino, sin la menor idea de nuestro motivo, sin comprender qué camino es el que estamos recorriendo, ni porque lo estamos haciendo. Cuando somos conscientes de esa falta absoluta de objetivo, y observamos que estamos caminando con grandes y constantes esfuerzos, y sin ninguna idea respecto del fin hacia el que nos dirigimos, entonces desciende sobre nosotros una especie de hormigueo, de desazón, de desorientación. Nos sentimos perdidos, abandonados, sin esperanza. Llega a nosotros una especie de escepticismo, de desilusión, de aburrimiento y, nos preguntamos: de si después de todo, merece la pena el tomarse el trabajo de vivir y de respirar, ante lo que tenemos por delante, que nos parece desconocido. Pero ¿Es realmente imposible hacer una conjetura respecto de la razón de nuestra existencia?

Esta pregunta, proveniente de la tristeza, de la desesperación, de la desesperanza y del aburrimiento, hecha por nosotros en el momento que tenemos conocimiento de la inconsistencia de nuestra vida, es probablemente la misma pregunta que todos se han hecho en todas las épocas anteriores a la nuestra.
Solamente llegar al conocimiento de la inutilidad de una vida sin objetivo, solamente llegar a la pregunta de cuál es la razón de nuestra existencia, es como haber alcanzado a tocar las borlas del alma. A partir de aquí, empieza el verdadero trabajo de nuestra existencia: descubrir la razón de ser y trabajar para la consecución de esa razón, trabajar para abarcar la totalidad del alma, no sólo de su envoltura.
En un principio, incluso parece que podemos conformarnos con saber cómo cambiar el dolor por el placer; o lo que es lo mismo, encontrar por medio de qué procedimiento puede regularse la conciencia, con objeto de que la sensación más agradable sea la que siempre se experimente. Para esto tenemos una herramienta poderosa: la mente. Regular la conciencia puede ser conseguido por el esfuerzo del pensamiento.
Si una persona mantiene su mente fija en algún asunto determinado con la concentración suficiente, obtiene, más pronto o más tarde, la iluminación con respecto al mismo. A la persona que consigue eso se le llama genio, inventor, inspirado.
Por lo tanto, si en lugar de mantener el pensamiento concentrado en un asunto determinado, lo mantenemos concentrado en ¿la nada?, en ¿la respiración?, en ¿las sensaciones del cuerpo?, en suma nos mantenemos en meditación, llegaríamos no a la iluminación sobre el asunto en el que estuviéramos concentrados, llegaríamos a la Iluminación absoluta, llegaríamos a la unión con el alma.
Para eso, hace falta valor, ya que podemos estar concentrados en nuestros miedos, tiempo y tiempo, sin aburrirnos, sin cansarnos, sin voluntad, alcanzando la “iluminación” en nuestras miserias, y no somos capaces de utilizar ni un gramo de voluntad para alcanzar la Iluminación con mayúscula.
Llegar a saber cuál es la razón de nuestra existencia, abandonar esa convicción y no trabajar por ello, es como llegar a la cima de una montaña, con gran esfuerzo, y al llegar arriba, tumbarse y dejarse caer rodando por la ladera de la montaña, para volver otra vez al valle. ¡No!, una vez arriba de la primera cima, hay que mantenerse en la cima, sin miedo, sin vacilación, para buscar la siguiente cima y empezar la siguiente escalada.
Cada persona se siente atraída por determinados placeres, y encuentra en su consecución el mayor de los deleites. Y naturalmente, durante su vida, se dirige a estos placeres de un modo incluso inconsciente, de la misma manera que el girasol se va volviendo hacia el sol. Pero, ¡qué curioso!, cada vez que se consigue el placer, este se pierde, y vuelta a comenzar. Es una lucha permanente, es un trabajo que oprime terriblemente el alma. Es más, realmente nunca se alcanza el placer, porque al final este se escapa. Y eso sucede porque se pretende satisfacer las necesidades del alma por el contacto de objetos externos. Es imposible que nada del exterior pueda satisfacer al ser interno, que es el que reina en el interior, y que no tiene sentidos para la materia. Nada le limita al ser interior, está en todas partes, está en el Universo, y el Universo sería incompleto sin el ser interior.
Esta es la razón de la vida. Conocer la grandeza del ser interior y conectar con él. Cualquier otra significación que se le quiera dar a la vida carece de sentido.
Por lo tanto, amigos/as, cuando lleguéis a esta conclusión, cuando lleguéis a la razón de vuestra existencia, abandonar la persecución de los placeres externos, porque seguiréis subiendo, con esfuerzo, a la cima y rodando de inmediato hacia abajo, para volver a subir y volver a caer.

domingo, 30 de octubre de 2011

Los engarces de la vida

            Todo lo que llega a nosotros desde el exterior: tristezas, disgustos, perdidas, enfermedades, no podemos permitir que afecten a la serenidad de nuestra mente. Porque todo, no es más que el resultado de nuestras vidas pasadas, y cuando llegan, sólo hemos de pensar que todo mal es transitorio y, por lo tanto, hemos de mantener la serenidad. Preocuparse por ello, es inútil, ya que son producto de nuestro Karma, y lo cierto, es que quedan totalmente fuera de nuestro control.

            No preocuparse por ellas, y no perder la serenidad, no quiere decir que no debamos ocuparnos de ellas. No sólo si debemos ocuparnos, sino que podemos hacer mucho. Podemos dirigirlas y modificar sus efectos sobre nosotros. ¿Cómo?, depende de la circunstancia. Imagina que alguien te empuja con la suficiente fuerza para desequilibrarte, pero si cambias la postura y afianzas los pies en el suelo, el empujón existirá, pero es muy posible que te mantengas en pie. Es lo mismo en las circunstancias de la vida, mantener el equilibrio es no darles más energía a través del pensamiento, que sería como amplificar el empujón y esperarlo apoyado sobre un solo pie.
            Todo depende de la actitud. Si afrontamos cualquier circunstancia de las que nos llegan del exterior con el ánimo y la actitud de que estamos cancelando una deuda, y que una vez cancelada, la deuda finalizará para siempre, es mucho más fácil de soportar el sufrimiento.
            No hay mal que cien años dure. Cualquier mal es transitorio, a no ser que lo mantengamos en nuestra mente de manera indefinida. Sólo tenemos que observar los ciclos de nuestra vida, pérdidas, enfermedades, situaciones desagradables: Todas han pasado, todas pasan al cabo de muy poco tiempo. Sólo aquellos que dan vueltas y más vueltas a cualquiera de sus circunstancias, sufren el dolor indefinidamente.
            No hay que adelantarse a los problemas, no hay que buscarlos, cuando lleguen, lo único que hay que hacer es ponerles remedio, y una vez solucionados, hay que olvidarlos. Un antiguo proverbio chino dice: “Si las cosas tienen solución, ¿por qué preocuparse?, y si no la tienen, ¿por qué preocuparse?”.
            El pago de nuestras deudas kármicas es muy pequeño, comparado con lo que se puede llegar a sufrir por las actitudes mentales erróneas, que pueden duplicar, triplicar o incluso multiplicar por diez el sufrimiento. La cantidad de deuda kármica que se ha de pagar no se puede modificar, pero si está a nuestro alcance incrementarlo o reducirlo.
            Cualquier dolor, cualquier sufrimiento, pasa. Lo único que permanece es nuestra serenidad, nuestra paz, nuestro crecimiento, nuestro carácter y nuestra evolución. Cuanto mayor sea el trabajo realizado en la construcción de nuestro carácter, cuanto mayor sea nuestra evolución, cuanto mayor sea nuestra conexión con nuestra alma, mucho menor sea el sufrimiento generado por las circunstancias de la vida. Circunstancias, que no aparecen de la nada, no aparecen por generación espontánea, sólo es nuestra propia programación, nuestra ruta de vida, para pagar nuestras deudas y seguir creciendo.
            Si permanecemos atentos/as a la vida, si la recibimos recogidos en nuestro silencio interior, observándola como un/a observador/a neutral, nos daremos cuenta de que los obstáculos que llegan enganchados a la vida, se resuelven sólo con estar presentes, verdaderamente presentes, viviendo el instante. Así comprobaremos que el problema llega, se resuelve y desaparece. Pero si nos quedamos agazapados reviviendo, en nuestra mente, el obstáculo pasado, aunque se haya ido con el discurrir de la vida, este seguirá con nosotros indefinidamente.
            El sufrimiento solo es una manifestación más de inmadurez, y será más o menos intenso, y más o menos duradero, en función de nuestro grado de inmadurez. La inmadurez nos abarca a todos, para eso estamos aquí, para conquistarla, para ganarle la batalla, poco a poco, avanzando en cada vida en la construcción de nuestro carácter, que es lo que nos va a llevar a conquistar la paz y la serenidad permanente.

lunes, 4 de julio de 2011

Somos Luz

Somos Luz, somos energía, y es hora de saberlo, y cómo es posible que intelectualmente ya lo sepas, es hora de aceptarlo, y es hora de permitir que la sabiduría que creó el cuerpo corra por él; y que sea esa sabiduría la que nos permita avanzar en esta vida sin miedo, que sea esa sabiduría la que nos permita liberarnos de las ataduras que nos mantienen ligados a la materia, a la oscuridad, al sufrimiento, a la tristeza y al dolor.

Es hora de trabajar y avanzar para conectarnos con esa Luz, para sentir nuestra propia energía, para escuchar a nuestra Alma. Porque nos mantenemos estáticos, en el mismo lugar, no avanzamos. Sin ataduras o con ataduras, con miedo o sin miedo; no avanzamos. Siempre estamos en el mismo sitio, siempre los mismos problemas, siempre las mismas quejas.

Hoy por pereza, mañana porque estamos esperando al maestro que nos guíe, al otro día porque tenemos dudas de si estaremos preparados, al otro por el que dirán, y así sucesivamente un día tras otro. Siempre hay una disculpa, una buena disculpa para quedarnos sentados mirando la tele antes de meditar, antes de ayudar, antes de sentir, antes de amar.

Y entonces, sentimos ansiedad, sentimos estrés, sentimos una incómoda bola en nuestro interior que crece y crece, y que intentamos ignorar, pero no podemos. Sentimos de todo, porque esa sabiduría, esa luz, ese punto de conciencia que somos nosotros, no está de acuerdo con lo que hace nuestro cuerpo, no está de acuerdo con los caminos por donde le hace transitar la mente.

Leí una vez en algún sitio: “Benditos sean los seres humanos que comprenden que las dudas se irán resolviendo mientras avanzan por el camino, que los preparativos que antes hicieron, ahora no son necesarios. Que los cambios serán reconocidos y solucionados a medida que se presenten”.

No nos movemos porque vamos a esperar como se hace una meditación o como es esta o aquella terapia, o como es esa postura; o esperaré al día X para comenzar.

Pero la lección no es como sentarnos a meditar o como pensar, no. La lección es aprender a SER, porque la libertad de SER nos va a liberar de lo que calificamos como ignorancia, como obligación, del tener que……, o del deber de…….

Aprender a SER, es conectar con nuestro interior, es vivir desde el corazón; y en ese momento, de manera automática conectamos con la sabiduría que nos lleva más allá de los conocimientos de este mundo, del conocimiento de los libros, del conocimiento de los Maestros.

Todos hemos leído infinidad de libros espirituales o de crecimiento. Pero ninguno de esos libros imparte sabiduría, porque la sabiduría ya está en nosotros, y está desde siempre. Sólo hemos de trabajar para conectar con ella.

Y el trabajo no es duro, sólo es vivir desde nuestro centro. Nuestro centro es el corazón, sólo hemos de realizar un pequeñísimo viaje desde la mente al corazón, sólo hemos de dejar los pensamientos a un lado, y dejar que en su lugar se instale el Amor.

            Desde ese lugar, impregnados de sabiduría, podremos entender que la vida es como un pequeño, pequeñísimo paréntesis de nuestra eternidad. Pero que en ese ínfimo paréntesis hemos de realizar un trabajo, el trabajo de Ser, el trabajo de conectar con nuestra Alma, todo lo demás se nos dará por añadidura, y será muy fácil porque cualquiera que llegue a su interior podrá descubrir que el trabajo a realizar en el tiempo de nuestro paréntesis tiene que ver con el Amor.

            Entrar en nuestro interior, y sentir ese Amor, nos permite aceptar con total tranquilidad lo que somos. Sin juzgar, sin ira ni amargura, sin hostilidad ni remordimiento, sólo una tranquila disposición a aceptarlo, en lugar de combatirlo.

Cuando aceptamos lo que somos y vivimos cada momento de nuestra vida con plenitud y amor, las cosas, todas las cosas, todas las dudas, todos los problemas, se van resolviendo. Sin necesidad de tanta planificación y estudio. ¡Todo se resuelve mientras avanzamos por el camino!

miércoles, 29 de junio de 2011

Kundalini (II)

            Sigamos con la Kundalini: Decíamos que la energía Kundalini en el cuerpo humano se encuentra en la base de la columna vertebral; en donde, tratándose de una persona corriente, permanece dormida y desconocida durante toda la vida. Es mucho mejor que permanezca así, dormida, hasta que la persona haya alcanzado el adecuado desarrollo moral, hasta que su voluntad sea bastante fuerte para regularla, y sus pensamientos bastante puros  para hacer frente a su despertar sin riesgo.
Aunque parezca una tontería hablar de voluntad, moralidad y pensamientos; y unirlos al movimiento de una energía del cuerpo, no lo es. Si el despertar de la Kundalini va parejo al crecimiento de la persona como ser espiritual, es normal esa unión. “Crecer” significa fortalecer la voluntad, dejar en la mente los pensamientos puros, tratar a los demás como iguales, desechar los deseos, vivir una vida de amor hacia todo y hacia todos, ser compasivo/a, ser honesto/a, ser generoso/a con los que más lo necesitan.
            El movimiento de la Kundalini es ascendente, desde la base de la columna, hasta alcanzar la coronilla. En su recorrido va limpiando, purificando y fortaleciendo cada uno de los centros energéticos, (chakras), por los que va pasando. Si en alguno de esos centros hay bloqueos, la energía se estanca, provocando distintas reacciones, dependiendo de los centros que se encuentran bloqueados.

Es posible que hayáis oído o leído que la Kundalini es peligrosa. No lo es, siempre y cuando se sigan ciertas normas, como son:
            Mantener un cuerpo físico puro y sano: Esto significa aumentar en el cuerpo la proporción de las clases más finas de la materia y eliminar o disminuir las más toscas.     Es mediante el sistema nervioso que el alma opera cuando usa el cuerpo físico. El cuerpo es un instrumento, pero el sistema nervioso es el instrumento especial por el que se expresan las emociones y los pensamientos.
Tal como sea la calidad del cuerpo físico será la del sistema nervioso, y por lo tanto su capacidad de responder a vibraciones de diferentes clases, una de ellas, la energía Kundalini.

El cuerpo físico se construye con el alimento y las bebidas que ingerimos, y naturalmente, de la calidad de sus constituyentes dependerá la calidad de esos alimentos.

Es imprescindible el seguir una dieta adecuada:
                   o   Eliminación de  la carne de cerdo.
                   o   Reducción del resto de carnes.
                   o   Incrementar frutas y verduras.
                   o   Abstenerse de:
                               Fumar.
                               Tomar drogas.
                               Bebidas alcohólicas.
                               Beber con moderación (vino, cerveza).

Mantener el cuerpo fuerte y elástico, con alguna de las actividades como:
                              -          Yoga.
                              -          Natación.
                              -          Ejercicio físico.

¿Por qué comer poca carne?: Las carnes son proteína animal concentrada. Cuando matan al animal, sus proteínas se coagulan en pocas horas. Es un proceso llamado de autoputrefacción, en el que la sustancia original empieza a descomponerse liberando diversas toxinas.

Cuando se come carne no se puede descomponer completamente en el tracto digestivo superior, y su proceso de descomposición y liberación de toxinas continua en el colon. Estas toxinas pueden, inicialmente, ser absorbidas por el hígado, pero al cabo de un tiempo el hígado no las puede soportar y el cuerpo se contamina.

Las proteínas vegetales no sufren una autoputrefacción ya que su residuo es la celulosa, que es estable.

La carne está entre los alimentos que más acidez produce y deja un residuo de ácido úrico en la corriente sanguínea. El ácido úrico es una toxina que hace más difícil alcanzar los estados meditativos más claros y superiores debido a que es un irritante en el estómago.

La carne tarda 3 días en pasar a través de todo nuestro sistema. Para una buena salud, los hombres necesitan digerir los alimentos dentro de las 24 horas, y las mujeres en 18 horas.

De cualquier forma, tampoco conviene ser un “integrista”, no se consigue la espiritualidad en la cocina.

La pureza corporal es un medio para conseguir un fin.

Salud significa funcionamiento armonioso de todos los órganos vitales del cuerpo físico.          La persona que goza de buena salud casi no se da cuenta de su cuerpo físico, mientras que la que sufre de mala salud está siempre pendiente de alguna parte de su cuerpo.

Cuando la enfermedad es causa de distracción, es un obstáculo en el camino de unión con el alma. En muchos casos, la enfermedad resulta de desarmonía interna y falta de dominio propio, y desaparece cuando desaparecen esas causas.

Pero a veces, la enfermedad no se puede superar por causas kármicas o por ser necesaria esa enfermedad para el trabajo que ha de desarrollar esa persona. Entonces la persona debe proseguir su trabajo, manteniendo la actitud correcta.
           Mantener una mente sana y un equilibrio emocional:
                              -          Libre de pensamientos impuros
                              -          Agudeza y claridad mental.
                              -          Mantener la calma y la paz interior para ver las cosas con desapego.
                              -          Humildad, gratitud, respeto.
                              -          Honestidad, bondad, compasión, misericordia

Seguir estas pautas es el salvoconducto que va a permitir el ascenso de la Kundalini sin peligro.
            Los peligros del despertar esta energía con un cuerpo insano, una mente enferma de pensamientos y deseos, o mantener desequilibrios emocionales, se denominan: “Síndromes de Kundalini”, y pueden ser físicos, emocionales, mentales, sexuales, kármicos, espirituales y místicos.

Manifestaciones del síndrome físico: Insomnio, fiebre, debilidad física, dolores musculares, irritación cutánea, depresión.

Manifestaciones de los síndromes emocional y mental: Irritabilidad y rabia, problemas de relación, crítica e intolerancia, orgullo, amplificación de los aspectos negativos de la persona.

Manifestaciones del síndrome sexual: Aumento del deseo sexual, deseo sexual incontrolado.

Manifestaciones del síndrome kármico: Mala suerte en cualquier circunstancia de la vida, problemas económicos por doquier.

Manifestaciones de los síndromes espiritual y místico: Superactivación de los sentidos (vista, oído, olfato), experiencias místicas, pérdida del sentido práctico.

Es posible que con un incorrecto despertar de la Kundalini, y sobre todo en los síndromes espiritual y místico, a ciertas personas se les desarrollen ciertos poderes supranormales, con los que ellas, en su ignorancia se sientan orgullosas y poderosas, pero son de una clase que los pone en contacto con una evolución de orden inferior, con la cual no hemos de tener relación. Al otro lado de la vida, no todo son ángeles y querubines, hay verdaderas fuerzas oscuras, que arden en deseos de captar para “su causa” a cuantos más humanos mejor. Es fácil saber si se entra en contacto con estas fuerzas oscuras: Con ellas “nada se hace por amor”.

El despertar incorrecto de la Kundalini tiene otras consecuencias desagradables. Lo intensifica todo en la naturaleza de la persona, y alcanza a las cualidades bajas y malignas antes que a las buenas. En el cuerpo mental, por ejemplo, se despierta muy pronto la ambición desmedida a un grado increíble, probablemente acompañada de un gran poder intelectual, con orgullo anormal, en medida casi inconcebible para lo que es común en las personas.

Si a pesar de todo: Trabajar el cuerpo y mantenerlo fuerte y sano, purificar la mente de pensamientos insanos, mantener el equilibrio emocional, etc., etc., tienes alguna manifestación de estos “síndromes”, consulta con un experto, (ojo, hay muchos que se consideran expertos y no saben, ni han sentido jamás la circulación de la Kundalini). Pero mientras tanto sigue estas normas:

-          Que tu ejercicio físico sea saltar. ¡Sí!, no es una tontería, así la energía vuelve a su lugar de origen.

-          Toma dos o tres baños al día en agua salada. En media bañera echa dos kilos de sal, y permanece en el agua veinte minutos. Si no tienes bañera, al gel de baño añádele sal fina y frota toda tu cuerpo.

-          Mientras dure el síndrome, que la alimentación sea solamente fruta y verdura.

-          Y si realmente has trabajado tu mente, toma contacto con el lugar de tu cuerpo en que se encuentra estancada esa energía y muévela con tu pensamiento: Devuélvela a su punto de partida, o intenta hacerla subir hacia la coronilla.

            Esperamos haber aclarado un poco lo que es la energía Kundalini, y con qué se pueden encontrar las personas en la época actual. Estamos en la Era de Acuario, en ella el crecimiento espiritual va a ser infinitamente superior al que hasta ahora llevaba la humanidad, y puede ser normal el despertar de esta energía. Que al menos se tenga la información imprescindible para tratar con ella.

            Ten por seguro, si estás leyendo esto, que de los cuarenta y nueve niveles de energía Kundalini que todos hemos de despertar, tienes como mínimo tres o cuatro despiertos, y no te has enterado. Así que no sufras por los cuarenta y cinco restantes.

Cuida tu cuerpo, lleva una vida honesta, busca la paz interior y trata a todos como si fueras tú mismo/a. Es la mejor receta para que la energía Kundalini, se manifieste rápida y segura.

viernes, 1 de abril de 2011

La vida interior

La vida interior es la verdadera vida, es el sendero que nos va a llevar a la placidez y a la serenidad total, alejándonos de las oscilaciones en la que nos mantenemos viviendo la vida del exterior, oscilaciones que nos llevan del dolor al placer, de la oscuridad a la luz, del amor al miedo.
No podemos permitir dejarnos arrastrar por la corriente de los pensamientos negativos, que nos quieren hacer experimentar como verdadero lo que sólo es ilusión….., la ilusión de todas las cosas que percibimos por los sentidos y nos presenta la mente. Y es esta ilusión la que hace que nos hundamos en la más trágica de las desesperaciones o sintamos el más dulce de los placeres.
Pero tanto la desesperación como el placer tienen un carácter efímero, que en el peor, o mejor de los casos, puede durar lo que dura una vida. Y ¿qué es una vida comparada con la eternidad?
La vida es la escuela para la eternidad. Cada vida, cada tiempo de encarnación, es un curso de aprendizaje para alcanzar la graduación del Espíritu, la graduación del Alma, y si nos dejamos arrastrar por las ilusiones que nos presentan los sentidos, acabaremos cada curso sin haber alcanzado el nivel imprescindible para pasar al próximo curso, repitiendo vidas que no sólo pueden resultar inútiles, sino que pueden ser un lastre por la acumulación de causas pendientes, que hemos de solucionar en vidas posteriores.
Todas las situaciones que se presentan, todas las personas que nos rodean, todas las circunstancias vividas, están ahí justo en el momento oportuno para aprovechar la mejor de las enseñanzas. Es nuestra opción vivir la enseñanza con la mente, desde los planteamientos del propio interés material, desde el resentimiento, desde la ira o los celos, o vivir desde el interior donde habita la misericordia, la compasión y el amor.
La mente es como un circo, como un espectáculo de ilusiones, en el que va presentando un número de prestidigitación tras otro, con el único fin de preservar su poder, de mantener la atención, de defender su espacio, y todo desde una sólida base creada por ella misma: el aislamiento. El ser humano no es un ente aislado, sin embargo, él se lo cree. Él no cree realmente que sea un Espíritu, no cree que sea un Alma, no cree que el cuerpo sea una simple, aunque muy importante, vestimenta, no cree que está interconectado con el resto de almas, no cree que sea parte de una misma Energía, no cree que haya sido creado a imagen y semejanza de Dios, y que el objetivo de cada tiempo de encarnación sea el aprendizaje para la unión con su Alma, la unión con la Energía, la unión con Dios.
El ser humano no es un ente aislado. El ser humano no está sólo. Este es el primer aprendizaje, el siguiente es vivir desde el interior. Desde el interior se puede observar el espectáculo que presenta la mente de manera imparcial, sin implicarse en los números de ilusión que van apareciendo en el escenario de nuestra mente y que sólo buscan, la hipotética satisfacción de ella misma, satisfacción que nunca va a conseguir, ya que la mente es ávida de sus deseos e implacable de sus obsesiones, y nunca tiene suficiente, siempre quiere más.
Vivir desde el interior, manteniendo en reposo a la mente, nos hace recordar el camino para el retorno a casa, el retorno a nuestra verdadera casa, la casa del Alma, la casa de Dios.

jueves, 10 de marzo de 2011

Meditación para despertar al amor

            Nuestra mente es como un carruaje tirado por cuatro caballos, en el que cada uno tira en una dirección distinta, y el ego, que es el cochero que debe guiar el carruaje, está dormido. Y en ese dormir no es consciente del camino por el que transita el carruaje, un camino de egoísmo, un camino de ignorancia, un camino de miedo, un camino de dolor.
            Ni tan siquiera es consciente el ego de que está dormido, y cree en su vida de sueño que crear bellos poemas, que pintar bonitos paisajes, que realizar profundas reflexiones, que mantener un alto coeficiente de inteligencia o razonar sobre el sexo de los ángeles, es un signo de madurez y sabiduría, cuando no es más que el camino por el que transita uno de los caballos producto de la mente infantil.
            La naturaleza esencial del ser humano no es su mente, porque la mente sólo es el instrumento del cuerpo, y el cuerpo es caduco, es perecedero, es algo que abandonamos en el momento de la muerte. Pero ¿Quién abandona al cuerpo?......., el alma….., el alma que es nuestra verdadera naturaleza, el alma que es nuestra esencia, el alma que es inmortal, el alma que es amor, que es alegría, que es paz.
            El despertar del ego sólo es madurar, sólo es abandonar la mentalidad infantil y coger las riendas de la propia vida y dejar de dar bandazos en función de los acontecimientos, es coger las riendas del carruaje para conducir los caballos al unísono por el camino del amor. El amor es el alimento que necesita el alma para crecer y desarrollarse, el amor es la respuesta a todas las incógnitas, el amor sana, el amor transforma, y a más amor, más conciencia; y es justamente esa conciencia la que nos va a ayudar a saber quiénes somos realmente y cuál es nuestra verdadera esencia.
            Todo es conciencia, y nuestra conciencia, mientras estamos dormidos nos impide relacionarnos con los demás seres de forma compasiva, de forma completa, nuestra relación con ellos será a través del egoísmo, de los deseos, de la ignorancia, del miedo o del dolor, ya que la falta de amor y comprensión nos separa de los demás seres humanos, y mucho más si todos vivimos desde ese ego dormido.
            Hemos de despertar y transitar por el camino del amor, ya que donde hay amor hay comprensión y fe. Cada acción, por sencilla que sea, afecta a los demás, y podemos hacer que el mundo cambie, solamente cambiando nosotros. No esperemos que empiece a cambiar el vecino, hagámoslo nosotros, con nuestro cambio cambiará nuestro entorno. Con nuestras muestras de amor, de fe y de comprensión, impregnaremos a nuestro entorno de una mayor conciencia, lo impregnaremos de amor, y el amor se expande a través del aire como lo hace el humo. Llena tu mundo de amor.
            Meditación para despertar al Amor
-          Siéntate en tu espacio de meditación.
-          Los ojos cerrados.
-          Las manos apoyadas en los muslos con las palmas hacia arriba.
-          Empieza a ser consciente de la respiración.
-          Respira por la nariz, y lleva la respiración abajo, al abdomen.
-          En las primeras respiraciones alarga de manera consciente la exhalación, y con cada exhalación, permite que se vaya relajando tu cuerpo, permite que vayan saliendo todas las tensiones.
-          Siente como la respiración cada vez es más lenta y el cuerpo está, cada vez,  más relajado.
-          Pide ayuda: A Dios, a los Maestros, a tus guías, a los ángeles.
-          Ofrece los beneficios de tu meditación, a quien te apetezca, por ejemplo, envía la energía de tu meditación a los lugares donde hay guerras, donde se padece hambre, donde existe discriminación por razón de raza, de sexo, de creencias religiosas, ofrece los beneficios de tu meditación para que no haya ningún niño en el mundo sin una mano amiga que le guie en su crecimiento, etc.
-          Visualiza delante de ti a la persona por la que sientas más amor.
-          Siente el amor que te impregna sólo por mantener en la mente la imagen de esa persona.
-          Siente como esa emoción se manifiesta en tu cuerpo.
-          Siente la energía del amor impregnando cada órgano, cada músculo, cada tejido, cada célula.
-          Permanece un tiempo, y cuando sientas la emoción del amor en todo tu cuerpo, trae a tu mente, la imagen de una persona neutral, por la que no sientas ni amor ni odio.  
-          Mantén la imagen de las dos personas juntas, y piensa que esa persona no es distinta de la otra por la que sientes amor.
-          Piensa que las dos personas tienen la misma esencia, las dos son almas, la diferencia entre ellas sólo está en tu mente. Puede ser que ames a la primera porque sea familia o amigo, pero la familiaridad y la amistad es algo de este tramo de vida, de este tramo de eternidad.
-          Tu relación con ambas va a perdurar después de esta vida.
-          Lleva la atención a tu corazón y date permiso para sentir amor por ambas. Será un amor distinto, porque nace del corazón y no de la razón.
-          Mantén las dos imágenes hasta que sientas como empieza a invadirte la energía del amor.
-          Cuando eso suceda, añade una nueva imagen al lado de las dos primeras, en este caso que sea una persona a la que odies, o que no soportes.
-          Sigue el mismo proceso. Lo que no soportas, lo que odias, sólo es algo del cuerpo. Esa persona también es un alma, y como todas las almas, es amor, es compasión, es paz, es alegría.
-          Date permiso para que el amor que sentías por las dos primeras embargue también a la tercera.
-          Mantente en tu corazón, no permitas que el caballo desbocado de la mente te lleve por otro camino que no sea el del amor, el camino de la conciencia pura.
-          Y cuando empiece a desaparecer el odio, coloca tu propia imagen junto a las tres anteriores.
-          Formar un circulo cogidos de las manos y visualiza como sale un rayo de luz de vuestros corazones, juntándose en el centro, formando una bola de energía blanca y brillante.
-          Permite que esa bola de energía crezca y crezca hasta envolveros a los cuatro en esa luz brillante, y visualiza como esa luz blanca se va convirtiendo en una energía dorada.
-          Es la energía del Amor puro, del Amor divino.
-          Mantente en meditación sintiendo ese amor todo el tiempo que te apetezca.
-          Y antes de dar por concluida tu meditación, acuérdate de agradecer la ayuda que has recibido de Dios, de los Maestros, de tus guías, de los ángeles.
-          Y termina dejando que se desvanezcan las imágenes, y respira más profundamente alargando la inspiración.
Es posible que con una sola meditación no notes nada, es normal. Tu corazón no está acostumbrado a sentir el amor, sólo está acostumbrado a razonar el amor, a sentirlo desde la mente, persevera. Recuerda, VOLUNTAD, TRABAJO y PACIENCIA.