Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
¿De qué valdría la vida si no sufriéramos?,
no valdría de nada, ya que el aprendizaje deviene del sufrimiento, y venimos a
la vida, no sé si decir a aprender que somos uno con Dios, o sencillamente a
recordarlo.De cualquier
forma, teniendo en cuenta que al llegar a la vida humana olvidamos
completamente quiénes somos y de donde procedemos, lo mismo nos da aprender que
recordar.
Pero imaginar que se aprendería de
una vida en la que desde el primero hasta el último día no existiera ningún
tipo de desencanto, ni de desencuentros, ni de dolor, ni de tristeza, ni de
sufrimiento. No habría aprendizaje ya que no existiría ese momento de
reflexión, producto de la desesperación, en la que el ser humano inicia su
andadura con una sola interrogante, ¿Por qué?
No habría pregunta, ya que en los
momentos de felicidad, no conozco a nadie que se pregunte ¿Por qué esta
felicidad?, ¿Por qué esta vida de lujo?, ¿Por qué mi vida es tan perfecta?
Afortunadamente no existe este tipo
de vida, ya que incluso en la vida más perfecta que uno pudiera imaginar
aparecería la enfermedad, la mentira, la envidia, el rencor, el dolor y la
muerte.
Es necesario, es imprescindible el
dolor y el sufrimiento para la evolución y para el crecimiento del ser humano,
es necesario para tomar conciencia de la Verdad Divina, para tomar conciencia
de que estamos viviendo una ilusión. Al olvidar lo que somos al encarnar, (Uno
con Dios), nos damos la oportunidad de experimentar el dolor de la separación
de Dios. Es en la creencia de nuestra separación cuando vemos a los que nos
rodean como potenciales enemigos, de los que nos tenemos que defender, y son
ellos, o por ellos por los que sufrimos, ya que a través de ellos se están generando
las condiciones emocionales por las que sentimos todo tipo de sufrimiento: culpabilidad,
miedo, ansiedad, perdidas, y un innumerable etcétera.
Es gracias a este dolor y a este
sufrimiento que despertamos y volvemos a recordar lo que realmente somos. Somos
seres divinos, somos uno con Dios, todos somos lo mismo, todos estamos embarcados
en la misma misión, todos somos hermanos. Pero hasta que llegue el momento de
despertar, hasta que seamos conscientes de que esto solo es un sueño,
intentemos, al menos, en nuestro sueño de la vida reflexionar sobre lo que
realmente nos está haciendo sufrir, y comprenderemos, que por muy duras que nos
parezcan las causas, no ganamos nada, (hablando en términos físicos), por
alargar el sufrimiento días y días. La enfermedad no remite con el sufrimiento,
el ser querido que ha muerto no vuelve por mucha pena que se genere, el dinero
no se alarga por mucho que se sufra, el amor perdido no volverá a pesar del
llanto.
Necesitamos sufrir porque es la
espoleta para el crecimiento, pero un sufrimiento extremo, una explosión de
sufrimiento permanente, sin conciencia de lo que somos, nos empequeñece aun
más.
Vivimos en
sociedad, somos seres sociales. Los seres humanos nos necesitamos unos a otros,
y formamos colonias con relaciones más o menos estrechas según sea nuestra
relación familiar y nuestro grado de afinidad en trabajo, amistad, relaciones,
etc. Y es justamente debido al contacto que mantenemos con el resto de seres
humanos lo que hace que un sinfín de emociones se vayan generando en nosotros.
Las
emociones y los sentimientos que vamos generando en nuestras relaciones prácticamente
determinan como es nuestra vida. Determinan la felicidad y el sufrimiento,
determinan el miedo y el amor, determinan la ira, el rencor o la rabia, de la
misma manera que determinan nuestra paz interior, determinan también
sentimientos de culpa, determinan la sensación interior de poder, de valía
personal, de inferioridad, determinan,
en fin, un amplio abanico de sentimientos.
Y es lógico
que nuestras reacciones con cada una de las personas con las que nos
relacionados, sean una consecuencia de cómo nos hace sentir esa persona:
Reprimimos ira, guardamos resentimientos, nos sentimos culpables, quitamos
razones, juzgamos, condenamos, proyectamos, nos escondemos por miedo, creemos
que no somos merecedores de algo, nos sentimos víctimas, etc., etc. Se nos
olvida que todo es energía, que estas emociones y estos sentimientos también lo
son, y lo que va haciendo esa energía es generar bloqueos en nuestro cuerpo
energético, lo cual es el preámbulo de enfermedades en el cuerpo físico.
¿Qué pasaría
si no sintiéramos ira, si no juzgáramos, si no nos sintiéramos culpables, si no
tuviéramos ninguna de las emociones que surgen en el trato con cada persona? No
habría bloqueos de energía, seriamos más felices, por no decir completamente
felices, el cuerpo físico tardaría más en enfermar, y es posible que con
enfermedades menos agresivas.
Para esto solo hay que cambiar la
energía de la situación. Para cambiar algo, es necesario, en primer lugar ser
consciente, es necesario conocerlo. El solo hecho de reconocerlo hace que
comience la transformación, hace que esa energía cambie porque debajo de cada
emoción o sentimiento destructivo está nuestra propia esencia, está el amor.
Solo hay que aceptar cada situación.
Cada persona que comparte su vida con nosotros está cumpliendo el Plan
establecido por ambos para el aprendizaje, para la sanación, para la evolución,
para lo que hayamos determinado antes de venir a la vida. Y en ese Plan bien
puede haberse concretado que una de las personas hará que la otra genere un
determinado sentimiento destructivo, del tipo que sea, para que se sane, para
que crezca, para que evolucione. Sin embargo, embargada por el sentimiento, la
persona es incapaz de ver más allá, y puede pasar la vida sin hacerse
consciente del trabajo a realizar.
Cambia la perspectiva, y cambiará la
dinámica de tu vida. Comienza a verlo todo como una parte del Plan establecido,
Plan que olvidamos al encarnar. Viéndolo así, ya no hay ni víctima ni verdugo, solo
hay dos actores interpretando un papel, el papel de la vida. Verlo de esa
manera hace que en todo aparezca la energía del amor, verlo de esa manera es
ver la Perfección de Dios en cada acontecimiento de la vida.
Los
pensamientos no son más que energía. Son nubecitas de energía que se encuentran
en una de las capas del aura, el cuerpo mental.
El acto de tener un pensamiento concreto
pone en vibración el cuerpo mental. Esta vibración se transfiere a la materia
astral de la persona, desde aquí afecta a las partículas etéricas del cerebro,
y por medio de estas, pone en acción la materia gris más densa del cuerpo
físico, y así se expresa un pensamiento. Todos estos pasos son los que se
realizan para que un pensamiento se convierta en conciencia activa en el
cerebro físico.
El pensamiento en nosotros, es el que
actúa, el que crea y cumple los decretos de la voluntad. La persona puede crear
en sí misma cualquier cualidad deseada, mediante pensamiento sostenido y
concentrado, mediante la meditación.
Pero la mente de la persona que es
incapaz de eliminar vacilaciones y que deja sus problemas sin resolver, no
puede ni alcanzar concentración ni meditar.
La materia mental, igual que
cualquier otra, está sujeta a las leyes de hábito, y es posible entrenarla
mediante práctica constante, hasta que se habitúe a quedar estable, para de
esta manera, poderla moldear a voluntad y convertirla en un sirviente obediente
del verdadero ser.
El mejor medio y más rápido para
dominar la divagación de la mente es, sin duda, el empleo de la voluntad.
El poder de
concentración se puede adquirir en la vida cotidiana, enfocando toda nuestra
atención sobre lo que hacemos; poner en ello todo nuestro poder y ejercitarlo
lo mejor que sabemos. ¡Fíjate, estamos hablando de meditación!
No debería pasar un solo día, sin
practicar ejercicios para la mente, ya que sólo mediante el ejercicio se
fortalece; el abandono significa siempre debilidad y, con el tiempo, atrofia.
Es como cualquier músculo, si lo ejercitas se fortalece.
Cuando
no ejercitamos la mente permanecemos atados a sus antojos, y uno de los antojos
más apetecidos por la mente son las preocupaciones. ¿Qué es una preocupación?
Podríamos decir que una preocupación es el proceso de repetir la misma línea de
pensamiento una y otra vez, con ligeras modificaciones, sin llegar a un
resultado determinado; y, a veces, sin ni siquiera buscarlo.
Incluso
la misma palabra la define: Pre-ocupación, es decir, ocuparse antes de tiempo.
La
mente no quiere perder el control, y para eso necesita estar siempre
trabajando. Una buena manera, para ella, es sacar un tema a la luz, y darle
vueltas y más vueltas. Por supuesto que no quiere llegar a ningún resultado, ya
que entonces se acabaría lo que ella considera su control. Y la persona, que
normalmente carece de voluntad y de carácter, no puede enfrentarse a ella, ya
que ni siquiera sabe, en la inmensa mayoría de los casos, que está siendo
dominada por la mente.
El
resultado de esto, es una persona preocupada, dándole vueltas al mismo tema de
manera permanente, hablando a todo el mundo de “su problema”, “de cómo puede
ser”, “de lo infeliz que se siente”, “de lo injusta de la vida”, etc., etc.
“Somos exactamente
lo que pensamos”. ¿Qué será entonces una persona imbuida en una misma línea de
pensamiento permanentemente? Pues será lo que su mente la va presentando: Será
un reflejo de su preocupación.
Energías
de la misma calidad se atraen, con lo cual, la persona está atrayendo a su
vida, justamente aquello que ocupa su mente una hora tras otra. Está diseñando
su vida con su preocupación.
¿Qué
hacer? Lo primero es ser consciente del dominio que la mente está ejerciendo, y
una vez consciente, es momento de ponerle remedio.
Un
remedio rápido para salir de la preocupación es ser consciente de la
respiración. Como el pensamiento es energía, lo que ocurre manteniendo el
pensamiento, es alimentarle, es darle más energía. De nada vale decir: “No
quiero tener este pensamiento”, porque vas a seguir teniéndolo. ¿Qué pasa
cuando alguien te dice que no pienses en un elefante blanco?, pues que lo
primero que viene a tu mente es justamente eso, un elefante blanco.
Lo que
se ha de hacer para dejar de alimentar el pensamiento es llevar la atención a
otro punto, y el mejor es la respiración, ya que es algo que siempre está en
nosotros. Llevando la atención a la respiración, sintiendo el aire que entra y
el aire que sale, sintiendo donde roza el aire en las fosas nasales al entrar y
al salir, sintiendo la diferencia de temperatura entre el aire que entra y el
que sale, se deja de dar energía al pensamiento, y este desaparece. Es posible
que retorne al cabo de pocas respiraciones, es igual, para eso está la voluntad,
se vuelve a la respiración todas las veces que sea necesario.
Sin
embargo, lamejor manera de deshacerse
de un canal de preocupación, es llevar a la mente el pensamiento opuesto. En
ese momento, la persona, está utilizando “su voluntad”, está “fortaleciendo su
carácter”, está “tomando las riendas de su vida”, está “comenzando a caminar
por el camino de la felicidad”, está “tomando fuerzas desde su interior”, está
“acercándose a Dios”.
Pero, a
veces, no se sabe muy bien cuál es el pensamiento opuesto al pensamiento de la
preocupación, e incluso aunque se sepa, puede ser difícil mantener el
pensamiento contrario. Por ejemplo: El canal de preocupación de una madre,
puede ser producido por que el niño no estudia lo suficiente y no va a superar
el curso. ¿Cuál es el pensamiento contrario?, ¿Pensar que el niño es muy listo
y estudia mucho? Si, ese es. Pero la realidad va a golpear a la madre, ya que
el niño va a seguir sin estudiar, además la madre va a atraer, debido a su
preocupación más desidia y menos ganas de estudiar para su hijo. Entonces ¿Qué?
Lo que ha de procurar la madre, además de todas las acciones que haya puesto en
marcha para que el hijo estudie, es sacar la preocupación de la mente, y lo
mejor, ya que el pensamiento contrario es difícil de mantener, es reflexionar
en meditación sobre un pensamiento mucho más grande tal como: Yo Soy Paz, Yo
Soy Amor, Yo Soy Alegría, Yo Soy el Alma. Y no solamente en meditación, se
puede mantener ese pensamiento a lo largo de todo el día.
A medida
que se va reflexionando, la Paz, la Alegría y el Amor van a envolver a la
persona, con lo cual va a ir desapareciendo cualquier tipo de preocupación.
Porque
no solamente hay que dominar a la mente para aprender a pensar, sino
tambiénhay que aprender a dejar de
pensar a voluntad. Dejar de pensar a voluntad se consigue cuando la persona
lleva la atención a su interior.
Todo
esto es mucho más fácil meditando. La meditación es lo contrario a la
preocupación, ya que meditar es dirigir a la mente concentrada y fijamente, a
cualquier objeto. Y ¿Qué mejor objeto que la paz, el amor y la alegría?
Imagina que
te proponen una vida sin enfermedad, sin dolor, sin hambre, sin sed, sin
cansancio, sin tener que trabajar, sin hipotecas, sin necesidades de ningún
tipo, incluido de dinero, sin sufrimiento, con una inmensa sensación de
felicidad y amor permanente, pudiendo conversar con tus antepasados y con tus
contemporáneos, con la posibilidad de desplazarte únicamente con el
pensamiento, y un sinfín de facilidades más. ¿No firmarías de inmediato?
Claro que a todo esto habría que
añadir que sin cuerpo. No sé si con esta nueva condición seguirías firmando.
Efectivamente, ese estado tan
fantástico es el estado de vida fuera del cuerpo, es ese estado al que, muy
posiblemente, temen llegar casi todos los seres humanos, porque es el estado al
que llegamos después de la muerte del cuerpo.
¿Por qué el miedo?, ¿No son
suficientes los motivos del primer párrafo para desear ese estado?
Es perfectamente comprensible el
miedo en los seguidores de casi todas las religiones, ya que auguran a sus
socios las mayores desgracias después de la muerte, pero no deberían de sentir
miedo el resto de mortales, además la vida en el cuerpo es nada más que un
ratito comparado con el tiempo, eterno, que pasamos al otro lado.
Nosotros no somos estos cuerpos que
perecemos, los cuerpos son sólo trajes que usamos por un tiempo y luego
desechamos. Somos almas inmortales. La perfección de Dios es también en
nosotros, pues vivimos, nos movemos y
tenemos nuestro ser en Él. Pero somos inconscientes de nuestra
Naturaleza Divina, y así seguiremos hasta que no despertemos a ella, y eso,
normalmente, no va a pasar hasta que dejemos el cuerpo.
Cuando dejamos el cuerpo, todos somos
iguales, los políticos, los ladrones, los asesinos, los embaucadores, el santo
y el demonio, todos, porque todos vivimos en el Padre, y todos sentimos el
mismo amor, la misma alegría y la misma felicidad, con independencia de lo que
hayamos hecho en nuestro ratito de vida en el cuerpo.
Ya volveremos otros ratitos a la vida
del cuerpo para ir arreglando lo que estropeamos con anterioridad, ya que el
mal que hicimos con anterioridad debe ser equilibrado con el bien. Este proceso
de siembra y cosecha se llama Karma. Es la ley del reajuste, que el ser humano
pone en funcionamiento con cada uno de sus pensamientos, con cada palabra y con
cada acción.
Hay algo que casi nadie discute, aunque
para muchos no sea más que una palabra no integrada en su vida, somos un alma,
y todas las almas somos iguales. A pesar de las diferencias de nacimiento, diferencias
de raza, credo, sexo o color; de bondad o maldad, todos los seres formamos una
fraternidad indivisible. Todos nosotros, altos o bajos, sabios o ignorantes, lo
somos durante ese ratito que dura la vida en la materia.
Nacemos y morimos una y otra vez, con
el único objetivo de aprender a vivir desde nuestra divinidad. Las distintas
vidas solo son un aprendizaje, en las que vamos pasando en cada una de ellas
por el parvulario, la primaria, la secundaria y la universidad, en donde por
medio del trabajo y el aprendizaje, lentamente vamos desarrollando nuestras
facultades. No es posible vivir la Naturaleza Divina en nosotros con las experiencias
de una sola vida. Por eso reencarnamos una y otra vez. Entramos en la vida,
nacemos, crecemos, actuamos, terminamos nuestro trabajo y retornamos. Nuestro
retorno es muerte. Y en nuestro retorno, todos, volvemos a las mismas
condiciones.
Si fuéramos conscientes de esto, el
mundo sería otra cosa, sería más equitativo, sería un mundo en el que todos
tendríamos las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, a la
educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sentiríamos alegría por ver
la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sentiríamos a nuestro
prójimo como nuestro hermano.
¿Cómo trabajar el desapego? El desapego es una
cuestión de actitud, y para trabajarlo son necesarios algunos ingredientes, como
pueden ser la aceptación, la comprensión, la gratitud y el amor.
La dependencia emocional es quizás una de las más
poderosas formas de apego, y más difíciles de eliminar. La dependencia
emocional, como todo, nace de un patrón mental. Pensamos que somos incapaces de
vivir en soledad, y eso hace que desarrollemos la necesidad de estar siempre
acompañados. Podemos incluso necesitar la compañía, sin ser conscientes de esa
necesidad, y se disfraza en muchísimas ocasiones de emociones, como pueden ser
el amor y el cariño, que nada tienen que ver con lo que se siente realmente.
Cuantas parejas viven en la más absoluta infelicidad por ese autoengaño. Y no
es demasiado difícil liberarse de esa necesidad, casi enfermiza, de compañía. Sólo
hay que cambiar el pensamiento y decir en nuestro interior, de manera
repetitiva: “Yo Soy feliz en soledad”.
Existe otro tipo de dependencia emocional, y es la
creencia de que los demás nos necesitan y no les podemos dejar solos. Eso no solo
es apego, es también una manera de control. Dejemos que los demás vivan su
propia vida, dejemos que vivan su propio aprendizaje, dejemos que vivan sus
propias errores, y ayudémosles solo si solicitan nuestra ayuda.
Permanecer alerta a nuestros pensamientos para
eliminar los hábitos de juicio y crítica, es una buena manera de romper los
patrones rígidos de pensamiento a los que estamos acostumbrados, es
desapegarnos de ellos. Vivir sin realizar juicios y sin cuestionar nada es
vivir en libertad, es amar. Para esto: Aceptar es la mejor medicina, ¡Qué más da
lo que hagan los demás!, ¡Qué más da como vistan!, ¡Qué más da lo que hagan o
lo que digan!, ¡Qué más da con si viven solos o acompañados!, ¡Qué más da si su
vida es honesta o engañan a diestro y siniestro!, ¡Qué más da! Si nos afectara
a nosotros, solo hemos de tomar las acciones oportunas, legales o personales, pero
después de eso, es imprescindible perdonar, bendecir, dar la vuelta y marchar,
para no frecuentar más a alguien que puede hacernos daño. Sin recordar el daño
cada día, ya que eso sería como apegarse al dolor, eso sería como si nos
estuvieran haciendo el daño de manera permanente. Realmente somos especialistas
en vivir apegados al dolor.
En cuanto a nosotros mismos, aceptémonos,
valorémonos en lo que valemos, respetémonos y amémonos. Eso hará que aceptemos,
valoremos, respetemos y amemos más a los demás.
Como decía
al inicio de la entrada anterior, en la cita de Deepak Chopra: desapego no es renunciar a la intención ni
al deseo, desapego es renunciar al interés por el resultado. Todos nos apegamos al resultado de nuestras acciones, a
aquello que esperamos que suceda. Y lo normal es que nunca suceda lo que
tenemos planeado, o por lo menos no sucede al cien por cien, y esa es una causa
de insatisfacción, de frustración, de sufrimiento. Como lo es cuando esperamos
recibir algo a cambio, cuando damos para recibir, cuando amamos para que nos
amen. Eso también es apego. No se ha de esperar el resultado apetecido, lo que
suceda, está bien; no se ha de hacer nada esperando el halago, el elogio o la
gratificación. ¿Cómo hacerlo entonces? Hacerlo por amor, sin esperar nada a
cambio, sin esperar como se recibe o como lo califican, hacerlo porque sí,
porque sale del alma.
Sentimos
apego por casi todo, también por cosas materiales. De la misma manera que el apego
por las personas nos esclaviza a ellas, el apego por los objetos nos convierte,
de igual manera, en esclavos de esos objetos. “Una persona que aprende a vivir con lo que tiene, pero no siente
temor de perderlo se puede considerar verdaderamente libre. Aquel que no
acumula bienes, objetos o personas sino que disfruta de todo cuanto tiene y no
tiene, es una persona feliz y sabia”, sostiene la Licenciada en
Filosofía, la argentina Carolina Renzetti.
Observa todo cuanto te rodea, ¿Cuántas cosas,
ya sean ropa u objetos no has utilizado en tiempo? Despréndete de todo aquello
que no hayas utilizado en el último año. Eso ayuda a desapegarse mental y
emocionalmente de muchas cuestiones, fotografías, cartas, recuerdos de infancia
o adolescencia, recuerdos de personas o de acciones realizadas. Desprenderse de
ellos, es liberarse de la energía inútil, que permanece en los objetos. Los
recuerdos tienen que estar en tu corazón, no en forma de papel en una caja de
zapatos.
Y
finalmente acepta. Acepta que todo en la vida sucede por alguna razón, acepta
que las barreras pueden ser oportunidades, acepta a esas personas desagradables
porque pueden estar ahí para enseñarte una lección de vida importante, acepta
los cambios, ya que es posible que te estén llevando a donde tenia planificado
tu alma. Acepta con humildad y gratitud.
Nuestra
verdadera misión en la vida es aprender a amar. El desapego es el mejor camino
para ello. Dar sin esperar nada a cambio, ayudar porque lo necesitan sin
esperar recompensas, aceptar que las personas entran y salen de nuestra vida y
que no podemos ni debemos retenerlas.
“La ley del desapego dice que para adquirir
cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella.
Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro deseo. No
renunciamos a la intención ni al deseo, renunciamos al interés por el resultado”.
(Deepak Chopra).
Pero no se trata solamente de conseguir cualquier cosa
en el universo físico, se trata de más, se trata de ser feliz, se trata de
permanecer serenos y en paz, se trata de no realizar movimientos inútiles en la
vida, se trata de no generarnos falsas expectativas, se trata de no divagar, se
trata de ver la vida en su verdadera perspectiva, se trata de observar a los demás sin
prejuicios, se trata de vivir la realidad y no tener una visión distorsionada
de la vida, se trata de ser solo un observador imparcial, se trata de aceptar
sin más, se trata de ser feliz, se trata de amar porque sí, se trata de no
derrochar fuerzas.
El desapego es una de las cualidades del alma, por
lo tanto, conseguir vivir sin apegos es acercarnos un poco más al alma.
Podremos hablar de misiones para la vida, podemos
hablar de deudas o de activos kármicos, podemos hablar de cerrar círculos con
otros seres que han coincido con nosotros en otras muchas vidas, pero la
verdadera razón de la vida es aprender a vivir desde el alma, es aprender a
vivir en el cuerpo sin identificarnos, ni poco ni mucho, con lo que ocurre en
los planos físico y emocional, es aprender a vivir sin reacciones mentales de
ningún tipo, es aprender a vivir en Dios.
El desapego no significa aislamiento personal. El
desapego soluciona muchos de nuestros problemas, podríamos decir, sin exagerar,
que soluciona todos los problemas que en la actualidad están generando el
sufrimiento en los seres humanos. Y cuando eso se consigue el ser humano
consigue la tan ansiada libertad porque deja de identificarse con las personas,
con las cosas y con las circunstancias, y sobre todo desaparece el miedo de
cualquier tipo.
Es entonces cuando el apego desaparece, cuando el
ser humano se va a acercar a otras almas, que no a otros cuerpos, que no a
otras personas, y eso le va a permitir fusionarse con el alma de su hermano y
conocer y asegurarse el mejor modo de ayudarle. Con el desapego, va a aparecer, poco a poco la humildad, humildad con
la que se va a dar todo lo que se tiene para servir de manera altruista
y luego olvidar lo que cada uno dio de sí mismo. Sólo cuando el desapego y la
humildad están presentes, puede un ser humano servir en realidad.
Pero, a fin de cuentas, todo esto no son más que
palabras, más o menos bonitas. Lo importante es pasar de las palabras a los
hechos. Lo haremos en la próxima entrada.
La historia
que nos cuentan del Paraíso Terrenal no es más que una alegoría de lo que pudo
suceder en los primeros compases del ser humano sobre la Tierra. En esa época
los habitantes de la Tierra eran guiados, protegidos y proveídos por Dios.
Eso era debido
a la Ley de Precipitación. La Ley de Precipitación es la Gran Ley de la
Creación actuando por todo el Universo a cada instante, y se trata de la
manifestación de un deseo espiritual o material en el mundo de la forma. Este
poder fue utilizado por la humanidad en masa en la Atlántida, en Lemuria y en
la civilización en el continente Hiperbóreo. Era la manera original en que a toda la
humanidad se le proveía de comida, ropa y de todo lo que eligieran utilizar en
su actividad física en este planeta.
Jesús precipitó cuando multiplicó los
panes y los peces, cuando convirtió el agua en vino, cuando sacó el pescado con
una moneda de oro en la boca, para pagar sus impuestos.
Jesús dijo: "Lo que Yo he hecho, TODOS los
hombres harán, y aún obras mayores harán."
¿Por qué no hacemos las mismas obras que Jesús?, ¿Por qué los seres humanos, en la
actualidad, no podemos disfrutar de los beneficios de esta Ley? No podemos
disfrutar de ella por la sencilla razón de que desperdiciamos, a tontas y a
locas, nuestra energía: el miedo, la ira, los pensamientos desbocados, la
envidia, la crítica, y muchos sentimientos destructivos más, que lo único que
hacen es enfermar el cuerpo emocional, y por ende, a la misma persona.
El derecho a utilizar y disfrutar del
Poder de Precipitación es algo que hemos perdido hace miles de años, pero nadie
ha dicho que no podamos recuperar ese Poder. Para ello, solo hemos de eliminar
cualquier sentido de discordia, de limitación, de carencia. Hemos de recuperar
la pureza, el desprendimiento, la armonía, el servicio, el amor divino, la
sabiduría y el perfecto equilibrio.
Parece difícil, y posiblemente lo
sea, pero la Ley de Precipitación está ahí, en el Universo, y está actuando en
todo momento para traer bendiciones a la humanidad; y ningún ser humano podrá
sacarla del mundo ni detener su acción para aquellos que alcanzan a vivir su
divinidad en la Tierra.
No hay razón alguna para que la
humanidad experimente privaciones. Los seres humanos no lo sabemos, pero somos
nosotros mismos los que atraemos las privaciones a nuestra vida.
Podemos seguir viviendo una vida de
carencias y lamentándonos por ello, lo hacemos muy bien, es lo que mejor
sabemos hacer, lo cual es normal, ya que son cientos, o miles de vidas haciendo
lo mismo. Me atrevería a decir que no es nuestra culpa, nadie nos ha enseñado a
vivir de otra manera, Pero se puede vivir de manera distinta. Nunca es tarde,
no tenemos prisa, tenemos toda la eternidad para aprender y tantas vidas por
delante como consideremos oportuno. Sin embargo, para que seguir sufriendo, si
nuestro deseo es vivir una vida de felicidad, una vida sin limitaciones, una
vida de amor, está en nuestras manos conseguirlo.
Podemos volver al Paraíso recordando
como vivíamos cuando permitíamos que la Ley de Precipitación funcionara para
nosotros. Entonces éramos conscientes de nuestra divinidad, y actuábamos en esa
conciencia. Empecemos ahora, cada segundo de retraso es un segundo más de dolor
y sufrimiento. Empecemos a recordar que somos hijos de Dios, que todos somos lo
mismo, que todos estamos embarcados en la misma empresa, que todos caminamos de
vuelta de a Dios.
Sé que solamente parecen palabras, y en
palabras se van a quedar si no conseguimos que esas palabras latan a unísono
del corazón, que es el punto de partida para entender, para aceptar y para
actuar desde nuestra divinidad.
Puedes comenzar de una manera
sencilla. Imagina, piensa y siente que cada persona que se cruza en tu camino,
eres tú mismo. Cuando critiques piensa como recibes tu las críticas, cuando
desprecies a alguien piensa como recibes tu los desprecios, cuando engañas
piensa como recibes tu la mentira, cuando maltratas piensa en cómo recibes tu
los maltratos, y así en cada pensamiento, en cada palabra, en cada acción de tu
vida. Piensa también en Dios, en cuantas veces te ha engañado, te ha
maltratado, te ha ofendido. Si Él no lo hace, que tiene todo el poder, porque
nosotros, que no somos nada, lo hacemos de manera permanente con nuestros
hermanos.
Cada uno de nosotros somos una Chispa
de Fuego Divino, todas iguales. Piensa, habla y actúa desde esa divinidad y esa
igualdad, y eso te acercará al Paraíso.
Ustedes dirán que aislamiento y soledad es lo mismo, pero según mis
conocimientos científicos en la materia, aislada estaba yo por mis miedos, era
como un hueco vacio, era extraña para mí misma, era algo impuesto por mi mente.
En cambio la soledad consciente o medio consciente es de una tremenda paz, es belleza,
es en el silencio donde se encuentra la verdadera felicidad, bueno, y de vez en
cuando, un rock buena onda.
Antes tenía miedo de estar sola, hoy se que nunca estoy sola, que hay
millones de seres, maestros ascendidos, arcángeles, angeles y miles de seres
celestiales haciéndome compañía.
Felizmente, en la vida de todo ser humano hay angeles terrenales y eso
fueron para mi misamigas Francy y Diana.
Decidí abrirme al mundo a través de ella y les conté la verdad del mal de esta
parte de mi ser.
Al contrario de lo que me imaginaba me aceptaron tal cual soy, no sé
porque pensaba que me iban a dar la espalda, porque en ese tiempo sentía que
las había decepcionado. Ahora sé que nadie decepciona a nadie, se decepcionan
ellos solos, porque simplemente nadie debe de esperar nada de nadie. Si lo
sientes hazlo, si quieres a alguien abraza, pero no esperes que te abracen a
ti, si lo hacen bien, si no lo hacen bien también.
Así, después de dejar la pastilla, después de contarles a mis dos
mejores amigas mi“dramática historia”,
ellas, comoguerreras que son, comenzaron
a sacarme a la calle. Era la primera vez que salía sin pastilla.
Como mis piernas casi nunca se ejercitaban naturalmente, sino
artificialmente, casi no podía caminar más de cinco minutos sin detenerme para descansar.
Así, después de mucho tiempo vi de nuevo la calle. Era como un nuevo comienzo
para mí, y de hecho lo era. Todo era nuevo, más interesante, me sentía como un
bebe que recién descubre el mundo y, crean o no, vi por vez primera vez la
belleza del mundo, la belleza de la vida y me sentí súper bien. Para cualquier
persona “salir a la calle”, es normal, es algo insignificante, pero para mí,
ese tiempo, en esas circunstancias, era como si hubiera ganado un premio.
Ahora bendigo todo ese
sufrimiento, soy un poquito, creo que mejor, o ¿soy peor?, bueno, en realidad
no sé si mejor o peor, en realidad no sé quién soy.
Muchas personas dicen que el cuerpo físico no es importante, eres el cuerpo,
por supuesto eres más que solo el cuerpo, tu cuerpo es como un puente para
tomar conciencia de si estas dormida o no, tu cuerpo es tu templo sagrado, todo
eso lo tuve que aprender con la enfermedad.
Salí a la calle después de mucho tiempo, y así me ejercitaba cada tarde,
porque cada tarde salíamos a pasear. Nunca
antes había entrado a una pollería con mucha gente, y lo hice, y cada vez que hacia algo sentía que era una
atleta saltando obstáculos.
Encontré muchas personas entre videntes, parapsicólogos, brujos. De
todos ellos aprendí muchas cosas: los videntes decían una cosa, los otros otra
cosa, así es como estuve en tratamiento tras tratamiento. ¡Ahora veo todo tan
claro!
No sabía que creer y así deje de buscar, me convencí de que el único que
me puede curar es Dios por medio de alguien. Ahora sé que todos podemos
equivocarnos de diagnostico y por ende de tratamiento.
De
un sueño
Quiero contarles algo que soñé hace exactamente una semana, solo espero
que no crean que estoy loquita, aunque de loco y poeta dicen que todos tenemos
un poco, bueno les cuento: Estaba en una casa, no era mi casa, mas parecía un
hotel o algo asi, estaba con toda mi familiacreo que retrocedí en el tiempo porque éramos niños mis hermanos y yo.
Luego vi otra escena, creo que avance en el tiempo porque vi a una amiga
que hace poco dio a luz a su bebe, el niño estaba más grande de lo que es en
realidad, posteriormente yo corría muy asustada, estaba en medio de una guerra,
podía sentir las granadas, balas, explosiones, pude aguantar el horror ycomo dicen que al tener una pesadilla lo
primero que hayque hacer es desear
estar en tu cuerpo, desee eso y desperté. Al despertar me acorde que alguien
dijo “estamos en Ayacucho” coincidentemente hubo no recuerdo en qué año la
batalla de Ayacucho, recuerdo claramente que las escopetas eran de esas
antiguas que hay en los museos.
Últimamente no me cuestiono mucho sobre mis sueños pues los sueños, sueños
son. Simplemente estuve en la máquinadel tiempo, todavía chismeando aquí y allá.
Antes de enfermar tenia sueños muy raros, ahora si van a creer que me
patina el coco, una noche mientras dormía se ilumino la habitación de muchos
colores pero el que más resaltaba era el color violeta, en eso siento que
levantan las frazadas y aparezco en una especie de hospital, todo era de un
color humo medio blanco, de un momento a otro me veo rodeada de unos hombres
blancos altos, podía entender lo que decían, pero ellos no se comunicaban con
palabras. No sé cómo explicarlo pero no hacían ruido era una comunicación de
mente a mente.
A veces me hacían cortes en la espalda, cuello y cabeza. No sentía
ningún dolor, eran sueños muy reales me sentía un conejillo de indias.
Parecía una clase de practicantes,
sentía voces muy jóvenes y había siempre algo así como un profesor, sentía las
voces es mi cerebro, era una comunicación telepática y me operaron un montón de
veces.
No había contado a nadie estos sueños tan raros, es más, hasta hora no
me había acordado de ellos.
Aunque mi
memoria siempre ha sido un poco débil, olvidando caras, nombres, lugares,
situaciones, y también muy selectiva, recordando, supongo, sólo aquello que era
bueno para mi propia evolución, sí que hay algún recuerdo que creo que me
acompaña desde siempre, casi desde que tengo uso de razón. Y ese algo son mis
pensamientos relacionados con la muerte. La muerte siempre me ha parecido
apasionante, y aunque en las primeras etapas de mi vida, el contacto con la
muerte, de personas conocidas, me producía
cierto temor, era algo que me atraía de manera poderosa, buscando lecturas
sobre ella y sobre lo que podría haber al otro de la vida.
Siempre me
ha parecido que la vida, la vida física, a pesar de su grandeza y su hermosura,
es algopesada, rutinaria, repetitiva, lenta
y muchas veces aburrida. Aunque por supuesto tiene grandes excepciones como la
paternidad, la abuelidad, el enamoramiento o los cambios. Por eso siempre he
pensado en la muerte como una gran liberación, ya que seguimos viviendo una
vida sin cuerpo, dejando atrás todo aquello que es inherente a este: la edad,
el sexo, la necesidad de comer y dormir, la enfermedad y el dolor.
Pero por si
fuera poco pasar toda una eternidad sin los problemas que genera el cuerpo, yo
le añadía una razón de peso, de mucho peso: al otro lado de la vida yo suponía
que estaríamos más cerca de Dios, más cerca de Su Amor, más cerca de Su Paz, más
cerca de Su Armonía, con lo cual pensaba que la vida al otro lado debía de ser
la perfección total, debía de ser esa felicidad total y permanente que buscamos
cuando estamos en el cuerpo a este lado de la vida.
Aquí tenía
un error, y el error consistía en pensar que los que ya no tienen cuerpo están
más cerca de Dios, cuando todos, con cuerpo o sin cuerpo, estamos a la misma
distancia de Dios. La sensación de lejanía de Dios en los que vivimos en la materia
solo viene dada por la barrera, muchas veces infranqueable, que coloca nuestra
mente, pero Dios, siempre está con nosotros.
Hasta no
hace mucho tiempo, sentía cierto reparo en hablar de Dios, o al menos en
hacerlo directamente, y Lo sustituía por palabras más o menos cercanas. Hoy no,
hoy sé que Dios es Dios, hoy se que Dios lo es Todo, y que el reparo que sentía
solo era una debilidad de mi propio carácter, porque influenciado por nuestra
cultura, asociaba a Dios con alguna religión, y pensaba, erróneamente, que
podía ser señal de debilidad.
Dios es tan cercano en la vida física
como en la otra, aunque podamos pensar que no es así, y que sólo está bien
visto acercarnos a Él o invocarle cuando las cosas se ponen difíciles esperando
que nuestros pedidos o nuestras súplicas sean escuchados, esperando que se
produzcan los milagros.
Se nos
olvida que somos los seres humanos los únicos responsables de lo que nos
sucede, se nos olvida que nuestra vida solo es el resultado de nuestra
programación mental, se nos olvida que nuestra vida solo es nuestra propia
elección y que hemos elegido también los medios y herramientas en cada caso, se
nos olvida que cada problema, cada situación difícil o inclusive las
equivocaciones han de aceptarse como lecciones, peldaños para aprender,
oportunidades obsequiadas por Dios para que podamos recordar nuestra propia
Divinidad y perfección.
Toda esta entrada es un extracto,
ínfimo, del libro “Misterios desvelados”, en el que aparecen reflejadas algunas
de las enseñanzas del Maestro Saint Germain:
La Eterna Ley de la Vida es: “LO QUE
TÚ PIENSES Y SIENTES LO TRAES A LA FORMA”. Dónde está tu pensamiento, allí
estás tú. Lo que tú medites, en ello te convertirás, ya que tú eres tu conciencia.
Cuando uno permite a su mente
permanecer en pensamientos de odio, de condenación, de crítica, de lujuria,
envidia, celos, temor, dudas o sospechas, y permite que esos pensamientos y sentimientos
generen irritación dentro de él, es absolutamente seguro que tendrá discordia, fracaso,
desastres en su cuerpo, su mente y su mundo. Mientras él permita que su atención
se detenga en tales pensamientos, bien sea respecto a naciones, personas,
lugares, condiciones o cosas, estará absorbiendo esas actividades en la
substancia de su mente, su cuerpo o sus asuntos. De hecho, estará forzando,
impeliéndolas a que entren en su experiencia.
Esto ocurre porque los seres humanos no
se aceptan ni se reconocen ellos mismos como lo que son. Templos del Dios
Viviente. Tampoco saben que este reconocimiento debe mantenerse eternamente. La
Humanidad en su presente y aparente limitación de tiempo, espacio y actividad,
está en el caso de la persona que necesita, y si alguien le extiende lo que
necesita, y ella no se acerca a recibirlo, ¿Cómo va a gozar del beneficio?
La masa humana está en este grado de
conciencia hoy, y continuará en ella hasta que acepte que el Dios que lleva en
su corazón es el Dueño, el Dador y el Hacedor de todo el Bien que puede entrar en
sus vidas y mundos.
Tanto más intenso es el sentimiento dentro del
deseo, tanto más rápido se cumplirá.
Sin embargo, si se tiene la temeridad
de desear algo que dañe a otro hijo de Dios, o a cualquier parte de Su
Creación, ese pagará con discordia y fracaso en alguna experiencia de su vida.
Es muy importante realizar plenamente
que la intención de Dios para cada uno de sus hijos es la abundancia de toda
cosa buena y perfecta. Él creó la Perfección y revistió o invistió a cada hijo
con ese mismo Poder. Todos podemos crear y mantener la Perfección, y expresar
Dominio Divino sobre la Tierra y todo lo que ella contiene. La Humanidad fue
creada a imagen y semejanza del Padre, y la única razón por la cual no
manifiesta su Dominio es porque no usa su autoridad Divina.
La actividad sensorial de la Vida es
el punto más abandonado, menos custodiado en la humana conciencia.
La necesidad de controlar y vigilar
los sentimientos no puede ser subrayada demasiado, pues el dominio de las
emociones juega el papel más importante en la Vida, para mantener el equilibrio
mental, salud en el cuerpo, éxito y logros en los asuntos mundanos o del ser
personal de cada individuo.
Al principio esta disciplina requiere
esfuerzo continuo, porque los pensamientos y sentimientos del 95% de la
humanidad andan tan libres e incontrolados como un perrito callejero. Pero no importa
cuánto esfuerzo sea necesario traer para estas dos actividades a un control
absoluto, vale la pena todo el tiempo, la energía y el esfuerzo, pues no se
puede tener ningún dominio permanente de nuestra propia vida y mundo sin ello.
Meditación para el control de uno mismo
- El primer paso hacia el control de
uno mismo es el de aquietar toda actividad exterior, tanto de la mente como del
cuerpo. De quince a veinte minutos antes de recogerte a dormir, y por la mañana
antes de comenzar tu día, haciendo el ejercicio siguiente: hace prodigios para
todo el que haga el esfuerzo necesario.
- El segundo paso es asegurarte de no
ser perturbado y después de haberse tranquilizado y estar muy quietos,
visualizar y sentir el cuerpo envuelto en una Luz radiante, blanca. En los
primeros cinco minutos mientras se visualiza este cuadro, sentir intensamente
la conexión entre el ser exterior y el Magno Dio Interno, enfocando la atención
en el corazón y visualizándolo como un Sol Dorado.
- El tercer paso es el reconocimiento:
“YO ACEPTO GOZOSO LA PLENITUD DE MI MAGNA PRESENCIA DE DIOS, EL CRISTO PURO”.
Siente el gran brillo de la Luz e intensifícala en cada célula de tu cuerpo
durante unos diez minutos más.
- Ahora cierra la meditación ordenando:
“YO SOY HIJO DE LA LUZ, AMO LA LUZ, VIVO EN LA LUZ, SOY PROTEGIDO, ILUMINADO,
PROVISTO Y MANTENIDO POR LA LUZ Y BENDIGO LA LUZ”.
Recuerda siempre que uno se
convierte, se transforma en aquello que medita, y puesto que de la Luz salimos,
la Luz es suprema perfección y el control de todas las cosas.
Si practicas este ejercicio fielmente
y lo sientes en cada átomo de tu mente y cuerpo con profunda intensidad,
recibirás abundante prueba de la tremenda Actividad, Poder y Perfección que
existe y está siempre activa en la Luz. Cuando hayas experimentado esto, aunque
no sea sino por un corto tiempo, no necesitarás pruebas adicionales. Te
conviertes en tu propia prueba. “LA LUZ ES EL REINO. ENTRA EN EL Y ESTARÁS EN
PAZ”. Regresa a la casa del Padre. Después de diez días de hacer este
ejercicio, es bueno hacerlo tres veces diarias: Mañana, tarde y noche.
A menudo oigo la queja: “Ay, yo no
puedo dedicar todo ese tiempo”. Para aquellos que sean de esa opinión, deseo decirles:
El tiempo que gasta la persona corriente en criticar, condenar y culpar a los
demás por ser diferentes, si fuera dedicado al uso y reconocimiento de la Luz,
les sería manifestado el Cielo en la Tierra. Para el individuo que se atreve a
comprobarlo y tiene suficiente determinación para continuarlo, nada le es
imposible. La Luz jamás falla.
La condición desafortunada en la
conciencia humana, que mantiene a los individuos en sus limitaciones
autoimpuestas, es la actitud de la mente que, o teme, ridiculiza lo que no
comprende, o lo que es peor, en su ignorancia dice: “ESO ES UN IMPOSIBLE”.
Una cosa puede no ser probable bajo
ciertas condiciones; pero el Ser Divino Interior, que es la Gran Luz, puede
cambiar todas las condiciones humanas, de manera que nada le es imposible.
Todo ser humano posee la Divina Llama
de la Vida dentro de él, y ese Ser, Dios, tiene dominio donde quiera que se
mueva el Universo. Si el hombre por su inercia mental no hace el esfuerzo suficiente
para reorganizar sus antiquísimos hábitos de mente y cuerpo, continuará atado
por las cadenas que él mismo se forjó. Pero si él decide conocer al Dios
Interior y tiene la osadía de darle a ese Ser Divino el control de sus
actividades exteriores, recibirá de nuevo el conocimiento de su dominio sobre
todas las substancias, lo cual le pertenece desde el principio.
La Ley de la Reencarnación es la
actividad del crecimiento humano que le concede al individuo la oportunidad de restablecer
un equilibrio condicional que él mismo, conscientemente desajustó.
Esto es sólo unas de las actividades
de la Ley de Compensación, la Ley de Causa y Efecto, o lo que se puede llamar
el proceso balanceador automático que gobierna todas las fuerzas del Universo,
en todas partes. La comprensión correcta de esta Ley da la explicación de
muchas condiciones en la experiencia humana, que sin ella parecen totalmente
injustas. Es la única explicación lógica de la infinidad de complejidades y
experiencias humanas que revelan la operación y la Ley sobre la cual descansa
toda manifestación. Esto hace comprender que no existe lo que llaman
“casualidad o accidente”. Todo tiene una causa interior, y todo es la causa de un efecto futuro en el mismo
instante que se efectúa la causa. Si un hombre ha dañado a una mujer en una vida, es seguro que
reencarnará en forma femenina y pasará por la experiencia similar, hasta que
sufra aquello que le hizo soportar a otro. Lo mismo ocurre a toda mujer que
lastime o dañe a un hombre. Esta es la única forma en que cada uno se obliga a
experimentar tanto la causa como el efecto de todo lo que genera el mundo.
El individuo puede experimentar y crear
lo que se le antoje en su propio mundo, pero si a él se le antoja hacer aquello
que le haga a otros experimentar discordia, él se obliga a experimentar la misma
condición hasta que comprenda lo que es el efecto de su propia creación sobre
la vida ajena en el Universo.