El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 8 de agosto de 2025

Maledicencia

 


Refiriéndose al vicio de la maledicencia, el Maestro le dijo a un grupo de discípulos: “Mi gurú, Sri Yukteswar, solía decir: “Si lo que vas a decirme es algo que no podré comunicar a todos, no deseo escucharlo”.

          PARAMAHANSA YOGANANDA


Si hablan de ti

 


Si te comentan que alguien ha hablado mal de ti, no te tomes el trabajo de negar lo que ha dicho. Responde simplemente: «Es que no conoce mis otros defectos. De conocerlos, hubiera hablado mucho más y peor».

EPICTETO


jueves, 7 de agosto de 2025

Amate a ti mismo

 


Querido hijo:

          Estás buscando amar al mundo entero, un mundo vasto, lejano y desconocido. Y aunque esa aspiración es noble, permíteme recordarte algo crucial: el verdadero amor universal comienza más cerca de lo que imaginas. Comienza contigo. Sí, hijo mío, contigo mismo. Antes de intentar abrazar al mundo entero con tu amor, debes aprender a abrazarte a ti mismo. No me refiero a un acto egoísta, sino a un gesto de aceptación, compasión y perdón hacia tus propias imperfecciones.

Empieza por amarte a ti mismo con intensidad, sin límites ni reservas. Comprende que nunca haces nada mal a sabiendas, que nunca dañas intencionalmente. Y cuando te das cuenta de que tus acciones, aunque no malintencionadas, han causado dolor a alguien más, tu corazón lo siente profundamente. Cargas con el peso de la culpa, y a veces sufres tanto como aquellos a quienes, sin querer, has lastimado. Ese sufrimiento, hijo mío, es prueba de tu humanidad y de la nobleza de tu espíritu.

Reflexiona, hijo mío. ¿Por qué eres tan severo contigo mismo? ¿Por qué te cuesta tanto perdonarte tus errores, cuando ser indulgente contigo mismo es el primer paso hacia un amor más grande y más puro? Si puedes aceptar tus defectos y reconciliarte con tus caídas, estarás construyendo la base para amar sin condiciones. No se trata de excusar tus errores, sino de aprender de ellos sin martirizarte. Porque el amor incondicional hacia los demás empieza con ese acto de autocompasión y comprensión.

Recuerda que la perfección no es el objetivo ni el destino. Tu humanidad reside precisamente en tus imperfecciones, en tu capacidad de tropezar y levantarte. Cuando logres mirarte al espejo con ternura, reconociendo tus errores, pero también tus virtudes, estarás más cerca de ese ideal que buscas: amar plenamente y sin condiciones.

Date permiso, hijo mío. Date permiso para ser indulgente contigo mismo, para darte el mismo cuidado y atención que ofreces a quienes amas. Este no es un acto de egoísmo, sino un reconocimiento de que tú también eres digno de amor y compasión. Si puedes aprender a tratarte con la misma amabilidad con la que tratas a tu hijo, si puedes hablarte con la misma dulzura y paciencia que le dedicas a él, entonces estarás dando los primeros pasos hacia el verdadero amor incondicional.

Con esa base sólida, el amor que ofrezcas será más auténtico, más libre, más universal. Podrás extenderlo a todas las personas, sin distinción ni condición, porque sabrás lo que significa amar desde un lugar de plenitud y no de carencia.

Estoy contigo en este proceso de aprendizaje. Escucha mis palabras y recuerda que el amor más verdadero nace dentro de ti. Cada tropiezo, cada desafío, cada reflexión son oportunidades para avanzar en este camino. No te desesperes si el progreso parece lento. A veces, las transformaciones más profundas ocurren de manera imperceptible, como un río que erosiona las rocas con el tiempo.        

Hijo mío, sé paciente contigo mismo. Confía en que cada paso que das, por pequeño que parezca, te acerca a ese amor universal que tanto anhelas. No estás solo en este viaje. Estoy aquí para guiarte, para recordarte que el amor comienza en tu propio corazón.

Con amor infinito.  

Siempre estoy contigo. 

CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo


Silencio

 


Inacción

 


Sri Yoganandaji describió en la siguiente forma el estado de “inacción” mencionado en el Bhagavad Gita:

“Cuando un verdadero yogui desarrolla una determinada acción, esta se asemeja al acto de escribir sobre el agua: no queda huella alguna”.

PARAMAHANSA YOGANANDA

        


Yoni Mudra

 


YONI MUDRA

    °    Representa el vientre o útero, simbolizando el origen de la creación y la energía femenina primordial.

°     El término “yoni” en sánscrito significa “vientre”, “útero” o “vulva”, representando el origen sagrado de toda la creación

°   Se asocia con la diosa Shakti. Es la energía divina femenina que da vida y manifiesta todo el cosmos. Esta fuerza creativa reside en todos los seres humanos, y prácticas como el Yoni Mudra nos ayudan a activarla y armonizarla.

°     Al practicar Yoni Mudra, los dedos se colocan en un “sello” simbólico, que canaliza la energía hacia el vientre, ayudándonos a sanar, equilibrar y activar esta fuente energética.

Beneficios del Yoni Mudra

°     El Yoni Mudra actúa directamente sobre el chakra sacro (Swadhishthana), una de las principales fuentes de energía creativa y emocional del cuerpo. A nivel físico, esta práctica puede mejorar la circulación y la vitalidad en la región pélvica, incluyendo órganos como el útero, los ovarios y el intestino.

°     Esto lo convierte en una herramienta poderosa para aliviar tensiones musculares en el piso pélvico, regular los ciclos menstruales y mejorar la salud reproductiva tanto en mujeres como en hombres.

°     También promueve la relajación en el abdomen, lo que puede aliviar problemas digestivos relacionados con el estrés.

°     El Yoni Mudra tiene un efecto profundo sobre nuestras emociones. Al trabajar con el chakra sacro, ayuda a liberar bloqueos emocionales acumulados, promoviendo una sensación de paz y equilibrio.

°     Es especialmente útil para quienes desean sanar heridas emocionales relacionadas con la creatividad, las relaciones o la autoestima. La práctica regular de este mudra fomenta la claridad mental, ayudando a enfrentar desafíos con serenidad y confianza.

°     También estimula un mayor entendimiento de nuestras emociones, fomentando un estado de calma interior y reduciendo el estrés y la ansiedad.

°     Desde una perspectiva energética, el Yoni Mudra canaliza y activa la energía femenina primordial, conocida como Shakti. Esta energía no solo es creativa, sino también transformadora.

°     Al practicar este mudra, se despiertan nuestras capacidades creativas innatas y se fortalecen nuestros vínculos con la energía de la vida. Esto puede manifestarse en mayor inspiración, capacidad para manifestar ideas y proyectos, y un sentimiento renovado de vitalidad.

°     Además, ayuda a equilibrar la energía sexual, lo que puede mejorar la conexión con el cuerpo y con el placer de una manera consciente y saludable.

°     No solo conecta con el cuerpo físico y las emociones, sino también con la dimensión espiritual. Se considera una práctica que nos lleva hacia adentro, al espacio sagrado donde reside nuestra esencia divina.

°     Está profundamente relacionado con la energía de la diosa Kali, quien representa la transformación, el renacimiento y el poder creativo del universo.

°     Practicarlo abre las puertas hacia el autoconocimiento, facilitando un viaje de introspección, empoderamiento y conexión con nuestra espiritualidad.

°     Este mudra fomenta una relación más amorosa y consciente con nuestro cuerpo, especialmente con la zona pélvica, que a menudo se ve afectada por emociones reprimidas o estrés.

°     Al liberar tensiones acumuladas, se mejora nuestra relación con el placer, la creatividad y la autoexpresión. Esto es especialmente valioso para artistas, escritores o cualquier persona que desee explorar y expandir su capacidad creativa.

 Cómo se hace:

°     Para practicar el Yoni Mudra, siéntate en una postura cómoda como Sukhasana (postura fácil) o Padmasana (loto), asegurándote de que la espalda esté recta y los hombros relajados.

°     Junta las puntas de los dedos índices y pulgares de ambas manos para formar un triángulo, simbolizando el útero, mientras juntas la zona media de los otros dedos, por el exterior.

°     Coloca este gesto frente al bajo vientre, justo sobre el área del chakra sacro.

 Sirve para:

°      Se utiliza para conectar con la energía femenina, equilibrar las emociones, promover la introspección, el renacimiento espiritual y la creatividad ente.

°    Este mudra se asocia profundamente con la energía femenina primordial, trabajando específicamente con el chakra sacro, conocido como Swadhishthana, que se encuentra justo por encima del chakra raíz.

°  El chakra sacro abarca órganos como el intestino, el útero, la vagina y todo el piso pélvico, áreas del cuerpo vinculadas a nuestra energía creativa, emocional y sensual. Este centro energético no solo gobierna la capacidad de crear, ya sea vida o ideas, sino que también regula nuestras emociones y nuestra conexión con el placer.

Duración:

°     Cierra los ojos, respira profundamente y dirige tu atención al área pélvica, sintiendo cómo la energía creativa fluye y se expande. Permanece en esta postura de 5 a 15 minutos, permitiendo que la calma y la introspección llenen tu ser.

°       Puedes acompañar la práctica con un mantra como Om o simplemente visualizar la energía divina femenina fluyendo dentro de ti.

 


miércoles, 6 de agosto de 2025

Espiritualidad


 

Amor incondicional

 


          Querido Dios:

         Estoy tratando de comprender lo que realmente significa el amor incondicional, ese amor puro que no conoce barreras ni limitaciones, y lo que implica amar sin condiciones. Mi reflexión comienza con el vínculo que siento por mi hijo, que es, sin lugar a dudas, la persona más importante en mi vida y a quien más amo en este mundo. Este amor, profundo y único, es el eje que me permite reflexionar sobre la amplitud del amor y su verdadera esencia.

A la luz de estas reflexiones, me resulta evidente que estoy lejos, quizás a años luz, del amor incondicional. Si estuviera más cerca de alcanzarlo, no tendría la necesidad de decir que amo a alguien más que a otras personas. Y, aún más significativo, no tendría motivos para enfadarme o perder la paciencia con mi hijo, a pesar de ser la persona por la que siento el amor más puro. Este hecho demuestra la distancia que aún me separa del ideal de amar sin condiciones.

La relación con mi hijo, aunque es la que más se aproxima al amor incondicional, aún está limitada por mis propios defectos humanos. Aunque siento que está cerca de serlo porque estaría dispuesto a dar mi vida por él, y no en un sentido metafórico, sino literal y real. Daría mi vida, sin dudarlo, por su bienestar y felicidad. Este sentimiento me reafirma en el tipo de amor profundo que siento hacia él.

Sin embargo, reconozco que este acto, por más generoso que parezca, no es una prueba absoluta de amor incondicional. Alguien podría argumentar que mi disposición a dar mi vida por él se debe, en parte, a mi falta de miedo a la muerte. Desde que tengo uso de razón espiritual, siempre me ha intrigado lo que hay más allá de esta vida. No temo la muerte y, de hecho, no me preocuparía si llegara mañana. Pero incluso bajo esta premisa, no puedo imaginarme sacrificándome de esa manera por nadie más que por mi hijo. Esto demuestra la singularidad de mi amor hacia él.

Por otro lado, el amor incondicional trasciende el amor exclusivo por una persona. Si verdaderamente aspirara a ese tipo de amor, debería ser capaz de amar a todos los seres humanos con la misma intensidad y sacrificio. Si estoy dispuesto a privarme de un bocado para alimentar a mi hijo, también debería ser capaz de hacerlo por cualquier otra persona que lo necesite. Si dedico tiempo a mi hijo, también debería ser capaz de dedicarlo, desinteresadamente, a quien necesite ese apoyo. Este razonamiento me lleva a la conclusión inevitable de lo lejos que aún estoy del verdadero amor incondicional.

¡Cuánto camino queda por recorrer, Señor! Pero, estoy trabajando en ello. Soy consciente de mis limitaciones y también del hecho de que el tiempo en esta vida es finito. Reflexiono sobre mi pasado y veo cómo, a pesar de mis esfuerzos, no he sido capaz de avanzar significativamente hacia este ideal. Aun así, no pierdo la esperanza, aunque reconozco que quizás no tenga el tiempo suficiente para alcanzar este objetivo.

Gracias, Señor, por escucharme. Gracias por estar ahí, siempre presente, con una paciencia infinita hacia mis fallas y mis tropiezos. En mi búsqueda constante de amor y comprensión, quisiera añadir algo más. Tus enseñanzas me invitan a mirar hacia adentro, a explorar el amor hacia mí mismo. Quizás, en esta introspección, encuentre el camino hacia un amor más profundo y verdadero.

Señor, no pido milagros ni que elimines mis defectos de inmediato. Solo te pido paciencia y guía para seguir recorriendo este camino, mientras intento avanzar con pequeños pasos hacia ese amor infinito que me inspira. Sé que será difícil y que probablemente nunca llegue a alcanzarlo por completo. Pero el intento, la búsqueda y el esfuerzo continuo son, en sí mismos, muestras de mi amor hacia ti y hacia este ideal.

Gracias Señor.

CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo

DECRETO

 


Solo tu eres responsable



 

         No avanzan hacia ti las cosas cuyas persecuciones y fugas te turban, sino que, de alguna manera, eres tu quién va hacia ellas.

      e se mantenga sereno el juicio sobre ellas y ellas se mantendrán quietas, y nadie te verá ni persiguiéndolas ni huyéndolas.

MARCO AURELIO


Encontrar a Dios

 


          Una persona perezosa jamás encuentra a Dios”, dijo el Maestro. “Una mente ociosa se convierte en el taller del mal. He visto a numerosos monjes que, habiendo renunciado al trabajo, no se han transformado más que en mendigos. Pero quienes, deseando solamente a Dios, trabajan por su propio sustento, sin ningún interés por los frutos de la acción, aquéllos son verdaderos renunciantes. Es muy difícil practicar semejante renunciación, pero cuando aman a Dios de tal mamera que todo lo hacen por complacerle, entonces son libres.”.

          “Al pensar: Estoy trabajando, únicamente, por el Señor, su amor se torna tan grande, que no albergan ningún otro pensamiento en sus mentes, ningún otro objetivo, sino solo el de servirle y adorarle”.

 

PARAMAHANSA YOGANANDA


Libertad interior

 


lunes, 4 de agosto de 2025

Mudra de la tolerancia - Mudra de la libertad interior

 


MUDRA DE LA TOLERANCIA – MUDRA PARA LA LIBERTAD INTERIOR

Cómo se hace:

°       Colocar el dorso de la mano izquierda en la palma de la mano derecha.

°       Los dedos extendidos y separados.

°       Juntar las puntas de los pulgares y de los meñiques.

°       Los brazos están en posición horizontal.

°       Colocar el mudra sobre el plexo solar.

Sirve para:

°       Conseguir más amplitud en la zona pectoral, con lo que se extienden los pulmones y se aspira más aire.

°       Con más oxígeno hay una mejor actividad celular, un estado de ánimo más alegre y una mente más despejada.

Duración:

°       Práctica 15 minutos diarios.

°       Puedes practicar este mudra durante el tiempo que te resulte cómodo y beneficioso, ya sea unos minutos o más tiempo, según tus necesidades.

Beneficios

°       Libertad interior.

°       Tolerancia.

°       Generosidad.

°   A niveles energéticos, conseguirás deshacer bloqueos que se hayan creado en el Chakra Corazón.

°       Se desharán los bloqueos que existan en La Línea Hara.

°     Aumentará la capacidad de sentir el Amor Universal, el Amor hacía ti mismo y hacia otras personas.

°       Potenciarás también tu Campo Astral.

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sábado, 2 de agosto de 2025

La soledad es un regalo

 


Querido hijo, 

         Gracias por tu carta, por tus palabras que se alzan desde la quietud de la tarde. Esas palabras son como la lluvia que hoy cae, puras y llenas de vida, limpiando la tierra y renovando el espíritu. 

Tu amor por la soledad no es raro, ni está fuera de lugar. Es, de hecho, una bendición, porque en esa soledad has aprendido a escuchar, a sentir lo que otros tal vez no perciben. Cuando el ruido del mundo se apaga y el silencio llena el espacio, ahí estoy yo, tan cercano como un susurro, tan presente como el aire que respiras. Y tú has sabido verlo. Has sabido buscarme. 

En un mundo que corre y grita, que busca llenar cada hueco con ruido y distracción, tu elección de la soledad es un acto de valentía. Porque no es fácil mirar hacia adentro. No es fácil enfrentar el silencio y descubrir en él las verdades que residen en tu alma. Pero tú lo has hecho, y en ese silencio has encontrado mi voz, mi presencia. 

Cada momento de soledad que experimentas es un regalo, no un castigo. Es un espacio sagrado donde el ruido no puede entrar, donde las distracciones no tienen poder. En esa soledad, puedes ver el mundo con claridad, puedes entender las cosas que realmente importan. Y más que nada, puedes encontrarte conmigo. 

Cuando las personas huyen de la soledad, a menudo huyen de sí mismas. Pero tú has abrazado ese espacio como un camino hacia algo más grande, hacia mí. Eso es especial, y eso te hace único. 

No estás solo, hijo mío, aunque a veces el mundo quiera hacerte sentir que lo estás. Yo estoy contigo, siempre. En la lluvia que hoy cae, en el silencio de tu habitación, en cada pensamiento que surge de tu corazón. Estoy ahí, y siempre estaré ahí. 

Sigue buscando ese lugar tranquilo donde puedes sentir mi presencia. Sigue escribiéndome, hablándome, compartiendo tus pensamientos y sentimientos. En cada palabra que me dedicas, encuentro un eco de tu amor y tu fe, y eso es precioso para mí. 

Tu amor por la soledad no te separa de los demás; te conecta con algo más profundo, algo eterno. Y mientras sigas buscándome en esos momentos de quietud, mientras sigas escuchando mi voz en el silencio, siempre encontrarás paz, siempre encontrarás claridad. 

Con amor eterno.

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo

 

Yo también Soy

 


La paz no llega cuando todo está “resuelto”, sino cuando me permito ser

 

Vivimos en un mundo que nos educa para perseguir la solución. Resolver problemas, tomar decisiones, cerrar ciclos, alcanzar metas, “arreglar” lo roto: todo parece girar en torno a ese verbo, “resolver”. La sociedad nos ofrece infinitas fórmulas, rutinas y consejos para alcanzar una paz que, al final, siempre parece estar en el horizonte y nunca en el presente. Pero ¿qué ocurre cuando esa paz no se encuentra en el orden externo, sino en la aceptación interna? ¿Y si la verdadera serenidad no aparece cuando todo está bajo control, sino cuando simplemente me permito ser?

Aceptar ser implica abrir espacio a lo imperfecto. Es dejar de esperar que las cosas sean como deberían ser, y aprender a habitarlas tal como son. La paz, entonces, no sería ese silencio pulcro tras una tormenta domesticada, sino la capacidad de encontrar calma en medio del viento, de mirar el caos sin pretender dominarlo, y de reconocer que no todo lo que vibra debe ser silenciado.

Desde pequeños nos enseñan que hay que ordenar la habitación, entender las matemáticas, aprender a comportarse, corregir errores, y encontrar respuestas. Esa estructura lineal nos lleva a creer que cada “desorden” es una falla, y que la tranquilidad solo llega cuando logramos controlarlo todo. Sin embargo, esta narrativa ignora una verdad esencial: la vida no se resuelve, se vive.

La constante búsqueda de resolución suele producir más ansiedad que paz. Cuanto más nos obsesionamos con cerrar capítulos, más tememos abrir nuevos. Queremos que las emociones tengan un inicio, desarrollo y final claro. Pero el alma no responde a guiones. No hay protocolo para el duelo, el amor, la duda, o la incertidumbre. La vida emocional es más cercana a un río que a una ecuación: fluye, se desvía, se estanca y, a veces, arrasa. Pretender resolverla es como intentar embotellar el mar.

Cuando me permito ser, renuncio a ser el proyecto de alguien más. Dejo de compararme con estándares externos y empiezo a mirar mi autenticidad como fuente de valor, no de vergüenza. Esta decisión no se toma una sola vez, se reafirma cada día, en cada gesto, en cada pensamiento que me recuerda que no necesito estar “listo” para estar en paz.

Ser implica aceptar mis contradicciones, mis luces y mis sombras. Implica reconocer que no soy una idea fija, sino un proceso continuo. Que mi tristeza no invalida mi alegría, ni mi miedo descalifica mi valentía. Cuando me permito sentir, sin etiquetarme, empiezo a desmontar la prisión invisible del perfeccionismo. Y en esa rendición honesta, aparece la paz como compañera, no como premio.

La paz no es una meta externa, sino una relación con uno mismo. Es el resultado de un diálogo interior que deja de ser hostil. Cuando dejo de juzgar cada emoción, cada pensamiento y cada decisión, abro espacio para el respeto propio. Entonces la paz no llega porque todo esté resuelto, sino porque yo he dejado de pelear conmigo.

Hay días en que la mente se llena de ruido. Dudas, preocupaciones, expectativas. En esos momentos, la paz no se encuentra en forzar una solución, sino en crear silencio interno: respirar, observarse, entenderse sin prisa. No hay que resolver todo para descansar. A veces, basta con sostenerse. Con acompañarse. Con decir: “Estoy aquí, y está bien”.

Permitirse ser también significa abrazar lo incompleto. Vivimos queriendo “cerrar” ciclos antes de tiempo, por miedo a quedar expuestos en medio de la transición. Pero la vida está hecha de inicios a medias, de respuestas fragmentadas, de caminos sin señalizar. No hay que entenderlo todo para seguir adelante. No hay que sanar completamente para merecer amor. No hay que tener claridad para tomar decisiones.

La paz nace cuando dejamos de castigarnos por no tenerlo todo resuelto. Cuando aceptamos que somos obra en progreso, no producto terminado. El descanso aparece al soltar la presión de llegar, y comenzar a honrar el trayecto.

Esta paz interior también transforma nuestra forma de relacionarnos. Cuando estamos en guerra interna, es difícil conectar con los demás desde la empatía. Pero al permitirnos ser, también permitimos que el otro sea. Dejamos de exigir perfección, y empezamos a crear vínculos desde la honestidad, no desde la necesidad de “arreglar” al otro.

En la convivencia, esto se traduce en escucha, comprensión y libertad. La paz personal no se encierra en uno, se expande en los espacios que habitamos. Se vuelve luz suave que no ciega, sino que ilumina lo esencial.

La frase “la paz no llega cuando todo está resuelto, sino cuando me permito ser” no es solo una reflexión, sino una invitación. A soltar la exigencia, a abandonar la máscara, a quitarse la armadura. Vivimos esperando que el mundo se alinee para sentirnos en paz, pero tal vez lo único que necesita ordenarse es nuestro vínculo con lo que somos.

Ser no es fácil. Requiere valentía, honestidad, y paciencia. Pero en ese acto de presencia—en ese estar sin condiciones—la paz deja de ser una meta y se convierte en hogar.


La esencia de las cosas

 


          El soberano bien no aumenta ni disminuye; la felicidad no crece ni mengua; subsiste siempre en la misma proporción; haga lo que quiera la fortuna: si el sabio alcanza una vejez prolongada, o acaba sin llegar a la vejez, la medida de su buenaventura, es la misma para él, sea cual fuere la diferencia de edad.

Cuando describes un círculo, grande o pequeño, el espacio varía, pero no la forma: igualmente, lo que es recto y justo no se mide por el tamaño, la cantidad o la duración. Las dimensiones varían sin que cambie la esencia de las cosas.

LUCIO ANNEO SÉNECA


La lámpara divina del alma

 


 “El cuerpo humano es una divina idea de la mente de Dios”, dijo el Maestro.

      “Él nos creó como rayos de luz inmortal, encasillándonos en una lámpara corporal. En lugar de concentrar nuestra atención en la eterna energía vital que mora en el interior, nos hemos concentrado en las fragilidades de la lámpara mortal”.

PARAMAHANSA YOGANANDA.


viernes, 1 de agosto de 2025

Soledad

 


          Querido Dios

         Hoy no voy a agobiarte con preguntas ni dudas interminables. Hoy simplemente quiero compartir cómo me siento. Cómo esta tarde gris, pasada por agua, me ha hecho reflexionar sobre el momento que vivo y lo que significa para mí. 

Es sábado y ya casi son las seis. Desde mi escritorio, miro a través de la ventana. Llueve intensamente, como si el cielo se hubiera guardado una pena durante siglos y ahora decidiera desahogarse de golpe. Han pasado treinta días de lluvia constante, algo inesperado, algo que no vivimos hace mucho tiempo. Los pantanos casi están llenos y los ríos, que llevaban años moribundos en su sequía, empiezan a recuperar vida, alcanzando porcentajes que no habíamos visto en demasiado tiempo. 

Por supuesto, sé que nada de esto te sorprende. Todo está bajo tu mirada eterna y sabia, y cada gota que cae sigue siendo parte de tu diseño infinito. Sin embargo, te cuento esto no para informarte, sino para situar mi corazón. Mientras la lluvia golpea la tierra, me siento lleno de algo extraño y hermoso. Me siento bien, Dios, porque en este instante, donde el mundo parece distante y el ruido queda ahogado por el agua, estoy solo. 

La soledad me acompaña aquí, pero no me pesa como a otros. Mi familia y las pocas personas que puedo llamar amigos me ven como alguien peculiar, casi un extranjero en esta cultura que idolatra la compañía y el bullicio. Ellos me dicen que soy raro por buscar el silencio, por preferir un rincón apartado donde no haya nadie más que yo y este espacio que siento como sagrado. Pero para mí, la soledad no es ausencia; la soledad es presencia. Es un puente hacia Ti. 

Cuando estoy solo, me escucho más claramente. Puedo oírte en el fondo de mi pensamiento, en lo que a veces parece una conversación muda, pero intensa. Mientras otros huyen de la soledad como de una sombra, como de algo incómodo o indeseado, yo la abrazo como el regalo que me permite verte mejor. Es curioso cómo la falta de compañía humana, que para algunos sería un vacío aterrador, para mí se convierte en un espacio lleno de Ti. En ese silencio donde otros verían un hueco, yo encuentro Tu susurro, ese aliento divino que me recuerda que nunca estoy completamente solo. 

Y cuando llueve, como hoy, la sensación se multiplica. La lluvia pone el mundo en pausa; los sonidos se apagan, las calles se vacían, y todo parece reducirse a esta conexión que siento Contigo. No sé si otros sienten lo mismo. Tal vez soy único en esto o quizás hay más almas que también buscan su rincón en la soledad para encontrarte. Pero lo que sé es que hoy, en este instante, me siento bien. Muy bien. 

¿Es extraño amar la soledad de esta manera? ¿Es raro encontrar belleza en el aislamiento? Lo sé, Dios, todo esto está dentro de Ti, y Tú mismo nos enseñaste a veces a buscarte en silencio y apartados. Entonces, ¿por qué en el mundo moderno la soledad se percibe como algo casi incorrecto? A menudo me pregunto si estamos perdiendo algo valioso al huir de ella, al llenar cada momento libre con distracciones que nos alejan de nosotros mismos y de ti. 

Mis días pasan a menudo en solitario, pero no con tristeza. Vivo cada momento como un diálogo contigo, una exploración de esta relación que tenemos, que para mí es única y especial. Y si tuviera que definir lo que siento cuando estoy solo, no hablaría de vacío ni de nostalgia; hablaría de plenitud, de paz. Me siento completo en mi soledad porque, paradójicamente, en ella te encuentro. 

Eso es todo lo que quería compartirte hoy, Dios. Mi corazón se siente ligero, como si las palabras escritas fueran un río que fluye hacia Ti. Te agradezco cada momento de quietud, cada instante en el que la lluvia cubre el ruido y me regala un espacio para recordarte. 

          Gracias por escucharme.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


MUDRA DEL PUÑO

 


MUDRA DEL PUÑO – Mudra para liberar tensión

Cómo se hace:

°       El puño izquierdo se envuelve con la mano derecha.

°       El pulgar derecho se coloca sobre el izquierdo.

°       Mantener el mudra a la altura del plexo solar.

Sirve para:

°       Equilibra los dos hemisferios cerebrales.

° Ofrece la posibilidad de expresar sentimientos intensos sin consecuencias perjudiciales.

°       Genera fuerza interior que permite pensar claro y sentir sosiego, valor y confianza.

Duración:

°    No tiene un tiempo especificado, se puede practicar de acuerdo al tiempo del que dispone la persona o el tiempo que dure la meditación.

Beneficios:

°       Estimular los dos hemisferios cerebrales.

°       Generar fuerza interior.

°       Liberar presión interna.

°       Recuperar la calma, el sosiego y la confianza.