El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 10 de agosto de 2025

Sincronicidad

 


          Querido Dios:

         Hace un par de días me molesté contigo. Bueno, ya lo sabes, fue cuando se me rompieron las gafas de ver de cerca. Al principio, parecía un problema sin solución. Por la forma en que se habían roto, todo indicaba que tendría que comprar unas nuevas. Este gasto suponía un golpe más para la maltrecha economía que estamos sufriendo. Pero, como no me quedaba más remedio, fui a varias ópticas buscando una montura compatible con los cristales de mi vieja montura. Sin éxito, claro. Fui a una segunda óptica, y luego a una tercera, obteniendo siempre la misma respuesta: no tenían ninguna montura que sirviera.

Supongo que era de esperarse, ya que las gafas se compraron en Perú y no resultaban compatibles con las opciones disponibles aquí en España. Esto significaba que el gasto sería aún mayor, ya que tendría que comprar gafas completas: cristales y montura. Resignado, regresé a casa pensando en cómo afrontar este gasto inesperado.

Sin embargo, al llegar, algo llamó mi atención. Me detuve a inspeccionar las gafas con más calma y, para mi sorpresa, descubrí algo que no había notado antes. La montura no estaba rota, como había asumido, sino que una pequeña pieza se había salido de su lugar. Esa pieza, aparentemente tan insignificante, podía volver a colocarse con un poco de paciencia y pegamento extra fuerte. Fue precisamente lo que hice. Con cuidado, armé nuevamente las gafas y aseguré la pieza para que no volviera a soltarse.

Dios, esto lo llamo yo sincronicidad. Si hubiera encontrado una montura compatible en alguna óptica, no habría tenido necesidad de examinar las gafas con más detenimiento y me habría gastado el dinero innecesariamente.

Ese mismo día, ocurrió algo similar. Necesitaba el certificado de empadronamiento para una gestión administrativa. Como estaba en la calle, cerca de una oficina municipal, decidí aprovechar y obtenerlo allí. Sin embargo, al llegar, me encontré con una multitud increíble. Entiendo que el primer día de la Semana Santa muchas personas estaban de vacaciones y, como yo, decidieron dedicar el día a realizar trámites. Miré la fila y me desanimé. Pensé que tendría que dedicar horas a esperar y me fui.

Cuando salía de la oficina, frustrado, me surgió un pensamiento: ¿Es seguro que este documento no se puede conseguir a través de internet? La pregunta me dio un pequeño rayo de esperanza, así que al llegar a casa, investigué si era posible tramitarlo en línea. Y efectivamente, era posible. En cuestión de minutos, ya tenía el documento en mis manos, sin haber perdido tiempo ni haber soportado la aglomeración.

Fue evidente, Señor, que en la mañana de aquel día estuviste más presente que de costumbre. Sí, ya sé que siempre estás con nosotros, en cada paso que damos, pero hay días en los que tu presencia parece tan clara, tan palpable, que es imposible no notarla. Fue uno de esos días en los que me hiciste sentir que tus manos invisibles guiaban mis pasos, protegiendo mi camino.

Recuerdo que esta sensación de sincronicidad fue constante en nuestro regreso a España desde Perú. Lo que, en un principio, parecía un problema con muy mala solución, como fue el bloqueo de nuestra cuenta bancaria, razón por la que decidimos volver a España, después de 14 años en Perú, se convirtió en un desfile de sincronicidades.

Todo parecía fluir de manera armónica, como si cada pieza encajara en el lugar exacto en el momento perfecto. Cada pequeño detalle de nuestra vida, incluso las cosas más ínfimas, parecía conectado de una manera divina. Eran sincronizaciones tan claras que se nos erizaba la piel al percibirlas. Todo parecía estar orquestado por ti.

Sin embargo, desde entonces, ya hace nueve meses (¡cómo pasa el tiempo!), no había vuelto a ser consciente de ninguna sincronicidad… hasta ahora. Esto me lleva a reflexionar, Señor: ¿será que estas sincronicidades han seguido ocurriendo, pero mi mente, ocupada en problemas y preocupaciones, no ha sido capaz de percibirlas? ¿Es posible que el ruido y el peso de las dificultades diarias me hayan alejado de esa sensibilidad que me permite notar tu presencia?

He comenzado a meditar un poco más últimamente. Quizás esto ha contribuido a que mi corazón se abra nuevamente a estas experiencias, volviéndome más consciente de Tu mano guiando mi vida. Porque sé que siempre estás ahí, incluso cuando no logro sentirte. Tus señales están presentes, aunque no siempre seamos capaces de detectarlas.

Quiero agradecerte, Señor, por estos momentos que me permiten recordar que no estoy solo, que Tú estás conmigo en cada paso que doy. A veces, como humanos, caemos en la tentación de sentirnos abandonados cuando las cosas no van como esperábamos. Pero estas pequeñas experiencias me han enseñado que incluso en los momentos más oscuros, estás trabajando silenciosamente a nuestro favor. Gracias por recordármelo.

Te pido que sigas guiándome. Ayúdame a mantener mi fe firme incluso en las adversidades. Que pueda tener los ojos y el corazón abiertos para reconocer tu presencia en las pequeñas y grandes cosas. Ayúdame a recordar que, aunque el camino sea difícil, nunca estaré solo.

Gracias por escucharme, Señor. Gracias por tu amor y por estas lecciones de humildad y gratitud. Gracias por recordarme que Tu plan siempre es perfecto, incluso cuando no lo entiendo. Que siempre pueda confiar en Ti, sabiendo que todo ocurre por un motivo, y que, aunque no lo vea en el momento, siempre actuarás en mi favor.

          Con gratitud y amor.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


No hay comentarios:

Publicar un comentario