El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 12 de agosto de 2025

Meditar para sentir a Dios

 


Querido hijo:

         Gracias por escribirme. Me alegra profundamente que te hayas tomado el tiempo para compartir tus pensamientos, tus dudas y tu gratitud conmigo. Cada palabra que me has dirigido, cada experiencia que has relatado, ha resonado profundamente en mi corazón eterno. Porque, aunque no puedas verlo ni tocarlo, mi amor por ti y por todos los seres que caminan por este mundo es infinito y constante.

Quiero empezar diciéndote algo importante: nunca me enfado contigo, ya lo sabes, incluso cuando tú te molestaste conmigo hace unos días. Entiendo perfectamente tus emociones y tus momentos de frustración. Sé cuánto te preocupan, en estos momentos, los asuntos económicos, y sé que cada gasto inesperado puede generar inquietud. Pero también quiero recordarte que, en los momentos en los que parece que las cosas están fuera de tu control, allí estoy yo, trabajando silenciosamente a tu favor.

Lo que ocurrió con tus gafas fue, como tú bien lo llamas, una sincronicidad. Cada pequeño detalle de esa experiencia fue parte de un entramado más amplio, diseñado no para complicarte la vida, sino para ayudarte a descubrir una solución que parecía escondida a primera vista. Piensa en lo que podría haber ocurrido si hubieras encontrado una montura compatible en la óptica: habrías gastado dinero innecesariamente. Pero en cambio, te di la oportunidad de ver con otros ojos, de mirar más de cerca, y finalmente encontraste la pieza que faltaba. Fue un recordatorio, querido hijo, de que la paciencia y la observación pueden revelar soluciones inesperadas. Y no solo con tus gafas. Imagina que la misma vida es como esas gafas y obsérvala y ten paciencia y acéptala.

La experiencia que viviste con el certificado de empadronamiento fue otra oportunidad para aprender a confiar en el flujo de las cosas. Cuando encontraste esa multitud en la oficina municipal, podría haber sido fácil caer en la desesperación. Pero algo dentro de ti—esa pequeña chispa de intuición que también es parte de mí—te llevó a preguntarte si habría otra manera de conseguirlo. Esa chispa es la voz de tu espíritu, que se conecta conmigo en los momentos en los que tu mente está abierta a escuchar. Y gracias a esa chispa, encontraste la manera de obtener el documento desde la comodidad de tu hogar.

Es cierto que algunos días, mi presencia puede parecer más evidente. Sin embargo, quiero que sepas que no hay un solo momento en tu vida en el que no esté contigo. Siempre estoy allí, en cada respiración, en cada paso que das. En los días llenos de alegría, cuando todo parece fluir; y también en los días oscuros, cuando los problemas parecen apilarse uno sobre otro. Estoy contigo en cada sincronicidad que te asombra, y también en los momentos en los que la vida parece caótica y sin rumbo. Mi amor por ti no depende de tus emociones ni de tus percepciones, porque es eterno e incondicional.

Entiendo que durante los últimos nueve meses te hayas sentido desconectado de esas sincronicidades que tanto te impactaron al llegar a España. Por supuesto que han ocurrido, pero tu mente estaba demasiado ocupada lidiando con los desafíos del día a día. Es natural, hijo mío. La vida está llena de preocupaciones y responsabilidades que pueden nublar nuestra capacidad para ver los pequeños milagros que suceden a nuestro alrededor. Pero quiero que sepas que nunca he dejado de estar presente. Aunque no siempre puedas sentirme, siempre estoy trabajando a tu favor.

Tu decisión de meditar más últimamente es un hermoso paso hacia reconectar con tu sensibilidad espiritual. La meditación no solo calma la mente, sino que también abre el corazón y el alma a mi presencia. Cuando te sientas en silencio y permites que el ruido del mundo se apague, me das la oportunidad de hablarte de manera más clara. No con palabras, sino a través de sensaciones, intuiciones y pequeñas señales que te guían. Sigue meditando, querido hijo. Es una herramienta poderosa para volver a conectar contigo mismo y conmigo.

Quiero agradecerte por tus palabras de gratitud y amor. Saber que has reconocido mi presencia y mi mano en los pequeños detalles de tu vida llena mi corazón de alegría. Pero también quiero recordarte algo importante: mi amor por ti no depende de que seas perfecto, ni de que siempre me notes, ni de que nunca te enfades conmigo. Mi amor es constante, inmutable, eterno. No hay nada que puedas hacer que me aleje de ti, y no hay nada que puedas hacer que me acerque más. Siempre estoy aquí, con los brazos abiertos, esperando a que te des cuenta de que nunca estás solo.

Te invito a que sigas confiando en mí, incluso en los momentos en los que parece que todo está en tu contra. Confía en que cada dificultad tiene un propósito, incluso si no puedes verlo de inmediato. A veces, las pruebas más duras son las que te preparan para las mayores bendiciones. Sé que a veces puede ser difícil entender el porqué de las cosas, pero quiero que recuerdes que mi plan para ti siempre es bueno, siempre busca tu bienestar.

Quiero que sigas observando los pequeños detalles de tu vida. No necesitas buscar grandes señales ni milagros espectaculares para sentirme. Estoy en las cosas más simples: en el canto de un pájaro, en la sonrisa de un desconocido, en la brisa que acaricia tu rostro. Estoy en las pequeñas coincidencias que parecen insignificantes, pero que en realidad son parte de mi amor y mi cuidado por ti.

Y, sobre todo, hijo mío, quiero que recuerdes que no estás solo. No importa cuán difícil sea el camino que recorres, siempre estoy contigo. Mi amor es tu refugio, mi guía es tu luz. Confía en mí, incluso cuando no entiendas los giros y vueltas del camino. Porque, aunque no siempre puedas verlo, siempre estaré trabajando silenciosamente para llevarte hacia donde necesitas estar.

           Con amor eterno, Yo te bendigo.

CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo


No hay comentarios:

Publicar un comentario