Una
persona perezosa jamás encuentra a Dios”, dijo el Maestro. “Una mente ociosa se
convierte en el taller del mal. He visto a numerosos monjes que, habiendo renunciado
al trabajo, no se han transformado más que en mendigos. Pero quienes, deseando
solamente a Dios, trabajan por su propio sustento, sin ningún interés por los
frutos de la acción, aquéllos son verdaderos renunciantes. Es muy difícil practicar
semejante renunciación, pero cuando aman a Dios de tal mamera que todo lo hacen
por complacerle, entonces son libres.”.
“Al
pensar: Estoy trabajando, únicamente, por el Señor, su amor se torna tan
grande, que no albergan ningún otro pensamiento en sus mentes, ningún otro
objetivo, sino solo el de servirle y adorarle”.
PARAMAHANSA YOGANANDA

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