El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 15 de mayo de 2011

Gracias

          Gracias, gracias, gracias, dar las gracias como una letanía permanente en cada situación que aparece, en cada encuentro, en cada dificultad. Debemos dar gracias instantáneamente por lo que nos aporta, aun cuando en algunos momentos las lágrimas puedan aflorar en nuestras mejillas. Respirar y bendecir a cada persona con la que nos encontramos y, especialmente, con las que sólo existe el desencuentro.

No es fácil la comprensión mutua cuando cerramos al otro las puertas de nuestro corazón y no le concedemos, ni por un instante, la posibilidad de ver, de vivir, de  tocar lo que está sintiendo. Llega el desencuentro cuando vemos al otro y le miramos extrañamente, como si el conocimiento que creemos tener de esa persona hasta un determinado momento, sea lo único que cuenta. Es como si su libertad dependiera de nosotros, de si aceptamos o no sus decisiones, su camino. Cuando todo eso ocurre podemos hacer daño, mucho daño al otro. Pero más aún es el daño infinito que nos hacemos a nosotros mismos cerrando completamente nuestro corazón instalados en la mente  que juzga, prejuzga, critica y sentencia la vida del otro. En definitiva, boicoteamos nuestra propia vida alimentando un rencor, que más  pronto o más tarde, afectará a nuestro ser emocional, físico y mental.

Si no paramos está rueda llegará el día en que, incomprensiblemente para nosotros, nos empieza a fallar todo, el trabajo, la salud, las relaciones y apenas nos soportamos  a nosotros mismos. Y entonces, nos lamentamos preguntándonos, una y otra vez, porque nos pasa esto o aquello  “si no hemos hecho nada”. Quizá es ese no hacer nada lo que ha nos llevado a ese estado.

Todo esto define hasta dónde puede llegar la incomprensión humana.

Lamentablemente vemos, demasiado a menudo, en los medios de comunicación, como el desprecio sin motivo, el prejuicio, la ignorancia puede incluso llegar a materializarse con  la muerte física del otro, sin razón, sin motivo, porque sí, sencillamente porque no está de acuerdo conmigo. Y aunque pueda parecernos  que nosotros jamás haríamos nada parecido, hay que tener claro que cada acción contra el otro siempre empieza por una incomprensión.  La transformación  del amor en odio, que está alimentado por la propia infelicidad e insatisfacción,  y que nos lleva a la rabia y a la ira incontrolada, sólo depende de uno mismo.

La parte positiva y el mayor aprendizaje que podemos hacer es que somos libres de elegir, a cada momento, amar,  rectificar y ser honestos empezando por uno mismo. Si elegimos vivir sin respeto, en la ignorancia más absoluta,  nuestras  acciones,  palabras y hechos alimentaran cada día más, nuestra propia muerte. No la física, que es una liberación, sino la muerte de levantarse cada día con un fardo de rabia, dolor y sufrimiento vano. Podemos llegar a hacer mucho daño, intencionadamente o no,  en nombre de “nuestra razón” pero nada comparado con la destrucción que nos infringimos a nosotros mismos con esas acciones.

Si estás viviendo alguna situación que te provoca sufrimiento, ya sea de rechazo o de desprecio, en definitiva, estás recibiendo desamor absoluto porque alguien decidió que eso era lo que te merecías, no te olvides de dar gracias desde tu corazón. No tiene mérito querer a quien te quiere, sino amar de corazón a aquellos que no te respetan, te ignoran, e incluso te calumnian. Dar gracias porque también son nuestros maestros y nos enseñan a Amar.

Amar es no tener que perdonarle porque no te sientes ofendido, amas a su ser de Luz, a su alma y no a su cuerpo o a su actitud, que es pasajera aunque dure toda una vida. Y, aún más importante,  si en ti no cabe ni la ira ni la rabia, no alimentarás el rencor ni  la amargura, serás feliz a pesar de.

¿Comprenderemos algún día que amar, ofrecerse a Dios, a través de los demás  no está reservado a unos cuántos? ¿Comprenderemos que cumplir con un ritual religioso, como puede ser  una boda, una comunión, un bautizo, una misa, por ejemplo,  no significa absolutamente nada sino vivimos día a día el Amor que Dios nos ofrece?

¿Tan locos estamos todos aquellos que sí creemos que la vida es un parpadeo, que estamos de paso y que hemos venido para algo más que para seguir cuatro reglas que no nos satisfacen?

Trabajar para el amor es sencillo. Tan solo es ser consciente cada día de que no estamos solos, y  dar gracias repetidamente por ello. Y  si las espinas del camino nos hacen derramar algunas lágrimas recordar que, verdaderamente sólo el Amor de Dios es eterno y sólo en Sus manos caminamos hacia la plenitud. 

Entrada publicada por Elisenda Julve.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Avanzar etapas

                Hay una cita de Lao Tse que dice: “Un viaje de mil millas empieza con un paso”. Para llegar al final de cualquier viaje es necesario dar ese primer paso, y otro, y otro, y muchos más; no vamos a llegar al final del camino, sin haber recorrido cada paso de ese camino, no hay atajos,

            Así es nuestra vida. Un día abrimos un poquito los ojos y nos preguntamos qué hacemos aquí, y leyendo, o asistiendo a seminarios, empezamos a plantearnos que la vida tiene que ser algo más, que no puede ser lo que nos han vendido, que es una sinrazón el montaje que la sociedad nos presenta, entre otras razones, o quizás la razón más importante: Es que ese montaje no nos hace felices, y no sólo no nos hace felices, sino que nos ata a una rueda de ansiedad, de angustia, de sufrimiento, de desigualdades. No puede ser bueno lo que nos enseñan nuestros educadores, nuestros políticos, nuestras religiones, nuestros periodistas, nuestra televisión; porque sólo buscan la explotación, la explotación del hombre por el hombre.
            Y en esas lecturas, o en los seminarios, o en las clases de yoga, o en las meditaciones, empezamos a comprender que la vida es un viaje, un aprendizaje, y que ese aprendizaje puede realizarse con alegría, y que aunque parece que no hay un final de viaje, si hay un camino que recorrer, y que ese camino no lo vamos a recorrer a lomos de nadie, y menos a lomos de nuestros explotadores. Ese camino, como el viaje de Lao Tse se ha de recorrer paso a paso, en solitario, sin saltarnos ninguna curva, sin tratar de engañar a nadie, ya que en ese camino no hay vigilantes, el único vigilante somos nosotros mismos, no se pueden hacer trampas en el recorrido, ya que el engaño sólo supone un paso atrás.

            ¿Cuáles son los pasos que se han de dar?  No son muchos los pasos que nos separan del final de la etapa de la vida, de cada vida, ya que cada vida es una etapa.
            Las claves para llegar al final de esta etapa, que es la que hemos elegido transitar, son:

- Desidentificarse del cuerpo.
- Sentir a tus semejantes como tus hermanos.

- Vivir desde el corazón.
           Desidentificarse del cuerpo: Si amigos míos, mientras creáis que sois ese cuerpo alto o bajo, hombre o mujer, viviréis para él, para satisfacerle. Y eso sólo va a llevaros a la separación, a defender el cuerpo y todo lo que a él esté agregado: Vuestro honor, vuestra vida física, vuestras pertenencias, vuestras creencias. Así permitiréis el sufrimiento, el vuestro y el de vuestros hermanos.

          Empieza a creer que no eres un cuerpo, empieza a creer que eres un alma, ya que ese cuerpo que te has dado es únicamente el vehículo que está, de alguna manera, transportando tu alma en este tramo del camino. Y después de tener claro lo que eres, vive como tal: El alma no necesita defensa porque es inmortal, nadie puede hacerla daño, no tiene que defender sus pertenencias porque lo tiene todo y lo tendrá para siempre, no tiene creencias porque está en posesión de la Verdad.
          Sentir a tus semejantes como tus hermanos: Tus semejantes como tú, también son alma. Al que llamas tu hermano porque ha nacido de la misma madre terrenal, sólo va a ser hermano, hermano de cuerpo, hermano del vehículo en que transitáis los dos, en la etapa de una vida. Pero el resto de tus semejantes, a los que no consideras tus hermanos, son los verdaderos hermanos, desde siempre y para siempre, porque todos venimos del mismo Padre, todos venimos del mismo Dios.  

          Aprende a sentir y a tratar a todos tus semejantes, ni tan siquiera como un hermano, sino como si fueras tú mismo. Es la única manera de no juzgar, de no explotar, es la única manera de intentar, por encima de todo, de hacer felices a todos los que te encuentres en tu camino, es la única manera de avanzar siempre adelante, porque no tendrás débitos con ninguno de tus hermanos, porque no dejarás sin resolver ninguna deuda.
          Y por último, vive desde el sentimiento que impele tu corazón. Tu mente sólo es el guardián de tu cuerpo, es la que favorece la separación, es la portadora de las creencias, es la que lleva con orgullo el estandarte del honor. Vivir desde la mente es vivir desde el cuerpo, mientras que el corazón es el garante del alma, es el garante del amor, es el faro que va a iluminar tu camino de vuelta a casa.  

lunes, 9 de mayo de 2011

La Ley del Karma

            Vivimos sujetos a leyes inquebrantables. Las conozcamos o no, creamos en ellas o no, se cumplen inexorablemente.

            Una de estas leyes es la Ley del Karma, o ley de la causa y el efecto, o ley de la causalidad. El Karma no es sinónimo de castigo, sólo es la consecuencia de nuestras acciones. Por lo tanto, no existe un Karma bueno o un Karma malo, como muchas veces escuchamos, existe el Karma y punto. El Karma sólo ajusta el efecto a la causa. Todos los pensamientos, palabras o acciones, buenas o malas, que hemos realizado en esta y en anteriores vidas, nos traerá consecuencias buenas o malas, para esta vida o para las siguientes.
            Si los pensamientos, palabras o acciones han sido malas, pagaremos por ello; pero si han sido buenas, recibiremos nuestra recompensa.

Todo está perfectamente calculado y planificado. Nada sucede por casualidad en nuestra vida. No existe la suerte, no existen los accidentes. Todos en nuestra actual existencia, estamos recogiendo lo que sembramos en nuestras vidas anteriores y a la vez estamos sembrando lo que recogeremos en las próximas. En el momento de planificar cada vida, concertamos con los Señores del Karma la cantidad de Karma de la que nos vamos a liberar.

Los Señores del Karma, son los encargados de planificar nuestra vida en la Tierra. Son los que determinan donde nacer y en qué familia, son los que determinan cada encuentro, cada situación, cada experiencia, y la cantidad de Karma de la que nos vamos a liberar. Toda esa planificación es presentada para ser aceptada o no por el ser que pronto comenzará su viaje en la Tierra. Normalmente todos aceptamos dicha planificación y venimos a la vida con una hoja de ruta debidamente marcada. Con las personas que vamos a interactuar firmamos un "contrato kármico". Nos ponemos de acuerdo en lo que cada uno le va a hacer al otro con la intención de enseñar o aprender algo. El proceso de aprendizaje es mutuo y el contrato kármico se firma de común acuerdo, pero cuando llegamos a este plano, nos olvidamos de lo firmado, y haciendo uso de nuestro libre albedrío podemos seguir la hoja de ruta marcada o desviarnos del camino.  

El Karma es la causa que nos tiene atados a la rueda de la reencarnación, al proceso de nacer y morir, una y otra vez. Mientras tengamos Karma pendiente, seguiremos en este proceso.

Pero si cada acción, del tipo que sea, genera Karma, ¿Cómo liberarnos del Karma?  La única manera de no generar nuevo Karma, es realizar cualquier acción sin ningún tipo de deseo, sin esperar ningún fruto de la acción realizada, ya que es el deseo el generador del Karma. A cada causa corresponde un efecto y a cada acción un fruto. El deseo los enlaza. Si se acaba con el deseo, si cualquier acción se realiza sin apego, ya no se generará más Karma.

Recuerda: “Quien siembra vientos, cosecha tempestades”. Así que siembra ayuda, siembra perdón, siembra colaboración, siembra alegría, siembra amor, y alcanzarás la liberación.

domingo, 8 de mayo de 2011

Meditación para sentir paz interior

Esta meditación tiene como objetivo la búsqueda de la armonía, de la serenidad y la paz interior, para liberar las tensiones, las preocupaciones y la ansiedad de la vida cotidiana.
Meditación para sentir paz interior
-          Siéntate en tu espacio de meditación.
-          Cierra los ojos.
-          Las manos apoyadas en los muslos con las palmas hacia arriba.
-          Pide ayuda: Al Dios Supremo, Padre Divino, Madre Divina, a tu Maestro Espiritual, a todos los Maestros Espirituales, a tus guías, a tu ángel de luz.
-          Ofrece los beneficios de tu meditación, a quien te apetezca, por ejemplo, envía la energía de tu meditación a los lugares donde haya guerras, allí donde se pase hambre, donde existe discriminación por razón de raza, de sexo, de creencias religiosas, ofrece los beneficios de tu meditación para que no haya ningún niño en el mundo sin una mano amiga que le guie en su crecimiento, etc.
-          Empieza a ser consciente de la respiración.
-          Respira por la nariz, y lleva la respiración abajo, al abdomen.
-          En las primeras respiraciones alarga de manera consciente la exhalación, y con cada exhalación, permite que se vaya relajando tu cuerpo, permite que vayan saliendo todas las tensiones.
-          Siente como la respiración cada vez es más lenta y el cuerpo está, cada vez,  más relajado.
-          Cuando sientas tu cuerpo relajado, comienza a sentir como con cada inhalación una corriente de energía empieza a envolver todo tu cuerpo.
-          Esa poderosa corriente de energía está trayendo a tu cuerpo armonía, serenidad y paz interior.
-          Con cada respiración date permiso para ir entrando dentro de ti, hasta lo más profundo de tu ser.
-          Quédate sintiendo, respira suave y lentamente, y siente, en la profundidad de tu ser todas las vibraciones positivas que vayan surgiendo.
-          La armonía, la serenidad y la paz están llenando completamente tu cuerpo.
-          Cuando sientas esa energía en tu interior permite que fluya y que se expanda por la habitación.
-          Imagina que por cada poro de tu cuerpo estás expandiendo la paz, la serenidad y la armonía, llenando la habitación con una luz blanca y luminosa.
-          Esa luz, esa paz, sigue avanzando hasta rodear a todas las personas que están cerca de ti.
-          Y permite que siga fluyendo esa energía hasta salir de la habitación y empiece a fluir por el edificio, por la calle, por el barrio, por la ciudad, por el país, hasta abarcar primero la Tierra y después todo el Universo.
-           Siente como ese flujo de paz te permite reconocerte como un ser divino, y reencontrarte con esa parte divina que hay en ti.
-          La energía que sale de ti esta irradiando hacia todos los seres vivos y regresa nuevamente a ti, dejándote con una sensación de paz de paz interior absoluta.
-          Te sientes completamente en paz.
-          Mantente en meditación sintiendo esa paz todo el tiempo que te apetezca.
-          Y antes de dar por concluida tu meditación, acuérdate de agradecer la ayuda que has recibido de Dios, de los Maestros, de tus guías, de los ángeles.
-          Y termina empezando a respirar más profundamente alargando la inspiración.
Es posible que con una sola meditación no notes nada, es normal. Recuerda que es necesaria la práctica, de la misma manera que es necesaria para cualquier actividad en la vida física.


sábado, 7 de mayo de 2011

La cadena de la felicidad

            Me gustaría poder hacer una encuesta con una pregunta: ¿Qué es lo más importante para ti? Antes de seguir leyendo cierra los ojos……., hazte la pregunta…….., y responde que es lo más importante para ti.
            ¿Cuál ha sido la respuesta?, ¿Tener más clientes?, ¿Que te suban el sueldo? , ¿Encontrar el trabajo de tu vida?,  ¿Qué tu pareja sea más cariñosa? Están bien, son buenas respuestas, pero reflexiona sobre esta otra respuesta: “Lo más importante son las personas, lo más importante es hacerlas felices”.
            ¿Te imaginas un mundo en el que lo más importante para cada persona fuera hacer felices a los que le rodean? En ese mundo no habría hambre, no habría guerras, no habría sufrimiento, no habría soledad ni tristeza ni pobreza, no habría odio ni rencores, no habría discriminación; sería un mundo lleno de respeto hacia el otro, hacia sus ideas y sus creencias, sería un mundo sin mentiras, sin juicios y sin críticas, lleno de paz, de alegría, de felicidad y de amor.
            Imagina que todos los que te rodean y todos los que se acerquen a ti, sólo tengan un deseo: Tu felicidad. Respetándote completamente, respetando tus ideas, respetando tu manera de ser, procurándote bienestar por encima de todo, satisfaciendo tus deseos.
            Seguramente crees que no puede ser, que es imposible, que es de ilusos pensar que pueda ser llevado a la práctica, porque siempre habrá alguien que se salga o no quiera entrar en la cadena, y abuse de los demás. Bueno…….., qué más da, siempre le podemos ignorar, sin hacerle daño, con amor. No se puede hacer feliz a quien disfruta con el sufrimiento.
            Podríamos tomarlo como un entretenimiento y llamarle “La cadena de la felicidad”, con un lema: “Yo quiero que seas feliz, y estoy seguro/a que tú también quieres que yo sea feliz”. Creo que si puede ser, ¿Por qué no lo intentamos?, ¿Por qué no intentamos todos lo que estamos leyendo esto, empezar a hacer felices a todos los que nos rodean, sin pedirles nada a cambio, haciéndoles felices porque sí? Somos unos cuantos, y nuestra siembra puede empezar a fructificar de inmediato. Y si alguno pone cara de extrañeza, le explicamos en qué consiste, o le remitimos al blog, para que entre en la cadena. No tengas en cuenta cuando te llamen loco o loca, y sigue con tu trabajo de hacer felices a cuantos se acerquen a ti. Ten presente que a todos aquellos que han trabajado para hacer del mundo un lugar mejor, también les tomaron por locos, pero ellos ignoraron esos juicios y siguieron los dictados de su corazón con humildad, con gratitud y con fe.
            Recuerda que para hacer feliz a una persona no es, normalmente necesario, invitarla a comer o regalarle una caja de bombones. Son muchas las personas que sólo necesitan que alguien las escuche, o les dé la mano, o un abrazo.
 Iniciemos la cadena desde este momento y comprobaremos cómo nuestro mundo cambia. Por cada gramo de felicidad que demos, recibiremos kilos de ella.
            No esperemos a mañana para hacer felices a los demás, para convertir cada desierto de tristeza con los que nos encontramos en “pequeños” oasis de alegría permanente.

viernes, 6 de mayo de 2011

No tiempo

            Queremos antes de empezar dejar claro que esta entrada no es una apología sobre la no existencia del tiempo. El tiempo, de alguna manera, existe, o al menos, nosotros si percibimos “el paso del tiempo”, que es lo único de lo que podemos ser conscientes, aunque no todos lo percibamos de la misma manera.
            Así que podemos decir que también el paso del tiempo es un estado de conciencia. Y si no, analiza estos ejemplos: Seguro que te ha sucedido alguna vez estar haciendo una faena farragosa, un algo que no te atrae en absoluto, estar con personas de trato difícil, por reiterativas o por cansinas, o encontrarte en una situación desagradable. En cualquiera de estos casos, seguro que has sido consciente del lento transcurrir del tiempo. Puedes mirar el reloj un sinfín de veces, y comprobar cómo los minutos no terminan de pasar, perece que se arrastren pesadamente.
            Sin embargo, cuando te has encontrado en la situación contraria, tratando con personas agradables, realizando un trabajo con agrado, o en alguna situación placentera; el tiempo parece volar.
            En los dos casos el correr del tiempo ha sido exactamente igual, sin embargo, la apreciación ha sido completamente diferente. Por lo tanto, podemos decir sin temor a equivocarnos, que el paso del tiempo para la persona, depende total y absolutamente de su estado de conciencia.
            A esto le queremos dedicar unas líneas, a la apreciación del tiempo, o a la conciencia del “no tiempo”.
            Llamamos “no tiempo”, al estado de conciencia en el que los sucesos ocurridos hace diez minutos, se encuentran a la misma distancia que los ocurridos la semana pasada, o el mes pasado, o el año pasado.
            Todos los acontecimientos pasados son eso, “pasados”, y clasificarlos por orden cronológico suponen: un desgaste inútil y la retención del libre fluir de la vida. ¿Cuál es el beneficio que se obtiene al ordenar el pasado, en cualquier nivel, ya sea físico, mental, emocional o espiritual?
            Llegar al estado de conciencia de “no tiempo”, es uno de nuestros activos en esta o en futuras encarnaciones. La manera más rápida de llegar a este estado es mantener la conciencia en el momento presente. Cuando se mantiene siempre la conciencia en el presente, ¿dónde queda el pasado?, no existe, ¿dónde la organización de ese pasado?, en ningún lugar, ya que al no existir pasado, no hay nada que organizar; y cuando la mente, en algún momento vuelve a cualquier evento pasado, encuentra todos los acontecimientos a la misma distancia, con independencia del tiempo transcurrido.
            El estado de conciencia del “no tiempo” es un garante de la felicidad absoluta. No hay sufrimiento pasado, no hay deseo incumplido, no hay rechazos, no hay ofensas; todo está equidistante con momentos de dicha, con deseos satisfechos, con aceptación y amor.

martes, 3 de mayo de 2011

¿Quién es el loco?

            Son las seis de la tarde y en Cusco ya ha caído la noche. No se ven las montañas que rodean la ciudad y que también rodean mi casa, ya que a través de las ventanas, mire al norte, al sur, al este o al oeste, sólo veo montañas, sólo veo los Andes. Pero ahora en la oscuridad de la noche parece que su inmensidad se ha diluido con la luz del Sol. Donde había montañas sólo hay oscuridad, y debajo de esa negrura, las luces de la ciudad, y encima de la negrura, las estrellas titilando para llamar la atención de unos pocos que nos quedamos embelesados con su brillo.
            Y yo, en mi locura, o en mi cordura, como no veo las montañas me pregunto: ¿Dónde se habrán ido las montañas?, ¿Se las llevará el sol cuando desaparece? Porque si no las veo, ¿Será que no existen?, o si existen, pero no las veo.
            ¿Crees que me he vuelto loco?, y entonces qué opinas de aquellos que no creen en el alma porque no se ve, o no creen en una vida del espíritu porque no sale en la tele, o de los que cuestionan que seamos hijos de Dios porque no han visto el libro de familia de Dios, o de los que dudan de que tengamos un cuerpo etérico y de que todos estemos conectados porque no ven los hilitos de esa conexión.
            En mi locura o en mi cordura, cuando veo brillando las estrellas, me siguen surgiendo un sinfín de preguntas: ¿Cómo se aguantarán flotando en la nada?, ¿Cómo será posible que en esa nada floten millones y millones de estrellas?, ¿Cómo será posible tanta grandeza?, ¿Quién mantendrá ese orden?
            ¿Aun crees que me he vuelto loco?, y entonces qué opinas de los que se ocupan del tiempo que va a hacer en días posteriores, o de los que se irritan porque no les ha saludado el vecino, o de los que retiran el saludo a su hermano porque no hace lo que el querría que hiciera, o de los que se preocupan porque no saben si tendrán plaza para sus vacaciones.
            Mirando la noche de Cusco a través de mi ventana, escrutando la negrura a través de la nada, me siento más energía, me siento más alma, me siento eterno, me siento más cerca de Dios, me siento, también, más cerca de los hombres, y en mi locura o en mi cordura le pido a Dios que ilumine con su Luz a los que necesitan “ver para creer”, a los que viven las miserias de sus mentes, a los que no saben que su misión no es irse lejos en unas vacaciones, sino bajar a su corazón, aunque sea en el lavabo de su casa, a los que se sienten solos y desvalidos porque se han alejado de su alma, a los que guardan rencor a su hermano, a los que………………..
            Únete a mi locura, asómate a la negrura de tu noche, en Lima, en Barcelona, en Buenos Aires, en Londres, allá donde te encuentres, asómate a tu noche y pide conmigo a Dios que nos envíe su Luz, y nos de fuerzas para aliviar tanto sufrimiento, tanta incomprensión y tanta ignorancia como hay en esta Tierra, que vista desde otras ventanas de nuestro Universo se ve tan sólo como una estrella azul.
            Gracias. Bendito seas, bendita seas, en tu locura o en tu cordura.

lunes, 2 de mayo de 2011

Vivir la vida

            Es posible vivir sin tener permanentemente ocupada la mente en pensamientos que van y que vienen, en pensamientos que se repiten una y otra vez, en pensamientos circularen que le van dando vueltas a una determinada situación con ligeros retoques, en pensamientos que vuelven al pasado para hacer sentir culpable al pensador, en pensamientos que vuelan al futuro, imaginando situaciones irrealizables. Es posible vivir manteniendo a la mente desocupada de pensamientos, pero muy ocupada en su momento presente.
            El resultado de mantener la conciencia en el momento presente es espectacular y beneficioso en varios aspectos:
·          Vivir en el momento presente, es darse cuenta a cada momento de lo que está ofreciendo la vida, ya que se es consciente de cada aspecto, sin perderse ni un instante. La vida se va perdiendo en el momento en que se menosprecia su fluir por la acción de algún pensamiento, ya que no se puede ser consciente al cien por cien de una situación si en ese momento la mente, la conciencia, está ocupada, en un cierto porcentaje, en algún proceso de pensamiento. En este caso, que es la situación habitual en la mayoría de personas, se tiene la conciencia dividida, entre la situación y el pensamiento. Ni se vive al cien por cien, ni se piensa al cien por cien.
·         Acercarse a la felicidad, ya que cada situación generadora de sufrimiento, o de dolor, pasa en un instante, pero al instante siguiente esa situación ha concluido, y si no se mantiene el recuerdo, tampoco se mantiene el sufrimiento. Darle vueltas a una situación, volver una y otra vez al recuerdo del momento doloroso, es mantener el dolor inútilmente. La mente no distingue entre lo que está sucediendo realmente o lo que está pensando. Por eso la cita maravillosa “La felicidad está a un sólo pensamiento de distancia”.
·         Ser consciente de cada encuentro. Cada persona que aparece en nuestra vida, lo hace por alguna razón, trayendo bajo el brazo el libro con la lección que hemos de aprender en ese momento, o la lección que hemos de enseñar. No aprovechar ese momento, significa que estamos posponiendo el aprendizaje para otra ocasión. ¿No has sido consciente alguna vez de la cantidad de situaciones repetidas que se dan en tu vida? Eso sólo es debido a que la primera, o segunda, o tercera vez que se te presentó la ocasión de aprender una determinada lección no la aprovechaste, y al posponerla, la situación ha de volver a ti, hasta que la aprendas, ya que el curso de cada vida se compone de ciertos aprendizajes que obligatoriamente se han de asumir. Vivir las situaciones sin ser conscientes de ellas conlleva una repetición, y otra, y las que sean necesarias hasta que la conciencia asimile el aprendizaje que la situación lleva aparejado.
·         Empezar a traspasar el umbral de la cuarta dimensión. Vivir con la mente atenta a la vida, es vivir en la cuarta dimensión. La cuarta dimensión, no es un lugar, es un estado de conciencia. Y el estado de conciencia de atención permanente es vivir en esa dimensión. En ella, nada es vital, pero todo es importante. Todo está bien en la cuarta dimensión, todo lo que sucede tiene una razón, y somos conscientes de esa razón. Hasta la conciencia del paso del tiempo varía en la cuarta dimensión, ya que en ella el tiempo no pasa de manera lineal, sino que se sucede en forma espiral, con lo que el trabajo que se hace en un determinado tiempo en nuestra tercera dimensión, se hace en muchísimo menos tiempo en la cuarta. Parece difícil de entender, pero seguro que lo has experimentado: ¿No te ha sucedido nunca que has realizado una tarea totalmente absorto en ella, y cuando al finalizar miras el reloj compruebas que ha pasado mucho menos tiempo del que en un principio parecía? Cada vez que eso ocurre, vives en la cuarta dimensión.
·         Vivir conscientemente las sincronicidades, dándote cuenta de la grandeza de la vida. Cuando haces lo que tienes que hacer y eres consciente de ello, es como si el Universo pusiera bajo tus pies una alfombra que te va llevando de manera rápida y consciente a vivir las situaciones necesarias para que todo en tu vida fluya sin obstáculos, siendo consciente de la concatenación de situaciones. Muchas veces lo llamamos casualidades o suerte. No, es la sincronicidad.
·         No ser necesario el perdón, porque vivir conscientemente supone no acumular ofensas, y quien no se ofende no necesita perdonar. Lo que podemos considerar una ofensa, se produce en un momento preciso, pero al no revivir ese momento nunca más, no se mantiene en la mente ningún tipo de rencor. Sólo ha sido un episodio más de la vida, posiblemente muy desafortunado para el hipotético ofensor, pero intrascendente para quién lo recibió.
Vivir sin mantener la mente ocupada es posible. Sólo tienes que tener la voluntad de conseguirlo, sólo tienes que ser consciente de los pensamientos que van apareciendo en tu mente, y dejarlos pasar, sin quedarte enganchados en ellos, sin darles energía. Al principio, es posible que necesites ocupar la mente en procesos que tú decidas, como ir contando las matrículas de los coches, o contar tus respiraciones, o leer los letreros de las calles; lo importante es que la mente no campe a sus anchas. Poco tiempo después, ya te será más fácil atender a la vida, sin procesos conscientes o inconscientes.
Recuerda, sólo necesitas voluntad.

domingo, 1 de mayo de 2011

Igualdad

            Si te sientas con tranquilidad y analizas la vida que llevas, es muy posible que llegues a la misma conclusión que vamos llegando, paulatinamente, unos cuantos, aunque cada vez somos más, de que la vida tal como la estamos viviendo en la actualidad no parece tener ningún sentido.
            Y si no, analízala. Nacemos con dolor, no sólo para la madre, sino también para el bebé, y durante los primeros años de vida, somos unos seres totalmente indefensos, que para subsistir, dependemos total y absolutamente de los demás. Durante esta etapa de la vida vamos aprendiendo, siempre por imitación. Aprendemos aquello que vamos observando. Y ya empiezan a prender en nosotros ciertas creencias, que suelen ser las creencias de nuestros educadores.
            Si nos detenemos en nuestro análisis un momento, llegaremos a otras conclusiones, entre ellas seguro que adviertes la desigualdad, la tremenda desigualdad que existe entre unos nacimientos y otros, entre unas vidas y otras. Mientras unos nacen con todas las comodidades a su disposición, otros nacen en la mayor de las miserias. Mientras unos llegan al mundo siendo deseados y queridos, otros llegan a un mundo de caos, de rabia, de discusiones, no siendo queridos en absoluto. Mientras unos reciben amor, otros reciben indiferencia, otros severidad, otros malos tratos, otros, incluso abusos de sus educadores. ¡Cuántas diferencias!
            Esas desigualdades, como norma, se van a mantener a lo largo y ancho de la vida de la persona. Se van a mantener si la persona acepta que es distinto; pero desaparecerán en cuanto la persona acepte la igualdad como norma de vida.
            Si seguimos con el análisis de la vida, llega la etapa escolar, la universidad o el trabajo. Este siempre llega, antes o después. Después de una etapa, más o menos larga de trabajo, llega la jubilación, y un tiempo después, la muerte. Durante todo este tiempo, es posible que las personas se enamoren y se casen, una o varias veces, que tengan hijos y hasta nietos. Habrán realizado muchas vacaciones y visitado otros lugares distintos al de su nacimiento, habrán disfrutado o sufrido, habrán sido felices o desdichados, habrán tenido mucho dinero o poco; pero el final, para todos, siempre es el mismo: la desaparición.
            Y todo esto ¿Para qué?
            Si crees que la vida existe una vez, y que al morir ya no hay más, es posible que si tu vida está siendo una vida feliz, esperes la muerte con satisfacción, ¿o no?.
            Pero, lo creas o no, el nacimiento no es el principio de la vida, ni la muerte es el final. Y la vida, cada una de ellas, si que tiene un objetivo: LA IGUALDAD y el amor que esa igualdad genera.
             Las desigualdades que existen no son tal, sólo son creaciones de nuestras propias creencias, y permanecerán mientras creamos que somos distintos. Estamos aquí para sentirnos iguales y amarnos en esa igualdad. Mientras te sientas superior o inferior a otro, manifestarás completamente esa creencia en tu vida, viviendo la desigualdad. Y te sientes desigual cuando tratas de dominar, cuando tratas de imponer tus credos, cuando juzgas, cuando tienes miedo, cuando no respetas.
            Cuando te sientas igual, será fácil para ti compartir si tienes más, y pedir ayuda si tienes menos. Cuando te sientas igual será fácil para ti aceptar la desigualdad de los otros, porque tu creencia de igualdad te va a llevar a respetar las desigualdades de los demás. Cuando te sientas igual ya no te verás como víctima ni culpabilizarás a los otros de lo que pase en tu vida, sabrás que es tu propia creación. Cuando te sientas igual no tendrás necesidad de acaparar y repartirás todo con todos los que son tus iguales.
            Fuimos creados iguales, a imagen y semejanza de Dios. Han sido nuestras mentes las que han aceptado las diferencias. Estamos aquí, tratando de recordar cuál es el camino de vuelta a casa, pero ese retorno no va a ser hasta que no seamos conscientes de nuestra divinidad y de que todos los que nos rodean son nuestros hermanos.
            Mientas mantengas tu costumbre, ya de muchas vidas, de vivir creyéndote distinto a los demás y tratando de proteger lo que dices que es tuyo, volverás una y otra vez a vivir una vida como la que estás viviendo, feliz o no, pero seguro que no completa. Si quieres vivir una vida completa, empieza a desvincularte del “yo” y el “tú”, de lo “mío” y de lo “tuyo”, empieza a desidentificarte de tu cuerpo. Empieza a sentir que eres un ser divino igual a todos los seres divinos que comparten contigo esta encarnación, empieza a sentir que eres digno de todo.

lunes, 25 de abril de 2011

Pedid y se os dará

            Con suavidad se van sucediendo los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses, con suavidad se van sucediendo las estaciones de manera cíclica, primavera, verano, otoño, invierno, y otra vez la primavera, todo vuelve, todo es un  continuo.
            De la misma manera se va deslizando la vida: Los mismos pensamientos, las mismas acciones, los mismos sentimientos, las mismas emociones; la vida también es un continuo. Es un continuo hasta que tú decides que ya está bien: Cuando tú decidas que has sufrido lo suficiente, se acabará el sufrimiento; cuando tú decidas que te has aburrido lo suficiente, se acabará el aburrimiento; cuando tú decidas que has sido suficientemente pobre, se acabará tu pobreza.
            “Pedid y se os dará”, ¿Cuántas veces has escuchado esta frase? “Pedid y se os dará”. La vida sólo es un reflejo de aquello que pides. No, no estamos locos, ¡es así! Puedes jurar por activa y por pasiva que lo que deseas es ser feliz, y sin embargo, estás viviendo el sufrimiento. Pero es que no te basta con jurarlo, ni tan siquiera con desearlo. Tienes que pedirlo, y después, esperar que llegue.
Imagínate que tienes hambre, y que entras en un restaurante para saciar tu hambre, y que pides el primer plato, y justo después de pedirlo, te levantas y te vas. Es cierto que tienes hambre y deseas comer, es cierto que pides la comida, pero también es cierto que no las has esperado y te has ido, con lo que seguirás teniendo hambre.
Así es en la vida. Quieres ser feliz, que es como tener hambre; deseas la felicidad, e incluso empiezas a realizar alguna técnica para conseguirla, que es como pedir la comida; pero sigues anclado/a en los mismos pensamientos y realizando las mismas acciones, que es como levantarse e irse del restaurante.
“Pedid y se os dará”. Pide, agradece de antemano lo que vas a recibir y,  espera. Espera que llegue tu petición, con paciencia, sin alterarte, sin volver a realizar las acciones anteriores, actuando como si ya hubiera llegado tu pedido, es como ir salivando, esperando la comida.
Mientras esperas abstente de juicios y críticas, hacia los demás y hacia ti mismo/a, no te lamentes, observa la vida y acéptala, sin condiciones, perdona cualquier acción que te desagrade de los demás y de ti mismo/a, piensa que todas las personas tienen un motivo para actuar como lo hacen, ya sea real o imaginario, piensa que ellas también tienen hambre, pero no han tenido la paciencia suficiente para esperar la comida. Observarás como va llegando tu petición, a veces llega el pedido completo, y otras veces llega en diferentes entregas, todo depende de la fuerza de tu petición y de tu paciencia en la espera.
Piensa que todos somos iguales, que el Dador de peticiones escucha a todos por igual, y que Él intenta hacer la entrega, pero no todos han sido capaces de aguantar la espera, por lo que el pedido no puede llegar al destinatario.
Pide, que el paquete siempre llega a su destino, y espera para que cuando llegue el repartidor te encuentre en casa.

jueves, 21 de abril de 2011

El cuerpo mental

Una de nuestras capas del aura es el cuerpo mental, y es en él donde se desarrollan los poderes de la mente, donde se desarrollan los pensamientos, incluso la memoria y la imaginación. A diferencia de otras capas, que siempre permanecen inalterables en su tamaño, el cuerpo mental crece a medida que el ser humano va evolucionando.
En su forma, existe una especie de estriaciones, que lo dividen en secciones. Estas secciones son como los caminos asignados para cada tipo de pensamiento. Los pensamientos, dependiendo del tipo que sean, actúan a través de estas secciones.
  En el ser humano ordinario, el cuerpo mental está todavía desarrollado de manera imperfecta por lo que, en muchas personas, todavía no están en actividad gran número de estas secciones. Así pues, los pensamientos pertenecientes a una sección que no se haya activado, han de fluir por otra sección que se encuentre en actividad, lo cual es inadecuado, por lo que tales pensamientos se expresan torpemente y de manera incomprensible. Por ejemplo, si llega un pensamiento relativo a Dios a una persona atea, expresará muy torpemente ese pensamiento porque ha de circular por un camino que no es el suyo, ya que tiene desactivada la sección o camino de la divinidad.
La forma del cuerpo mental es ovoidal, pero no es un ovoide perfecto, ya que según el tipo de pensamiento, estos se alojan en una determinada parte del ovoide. Los buenos pensamientos, de orden superior, hacen vibrar la materia más fina del cuerpo mental, la cual, en virtud de la gravedad, tiende a flotar en la parte superior del ovoide; mientras que los pensamientos de orden inferior: egoísmo, miedo, juicios, etc., que son vibraciones de materia más grosera, tienden a desplazarse hacia la parte inferior del ovoide; por lo que la persona corriente, que cede fácilmente a pensamientos inferiores, expande la parte inferior de su cuerpo mental, teniendo la apariencia de un huevo con su porción más abultada en la parte inferior. La persona que no se entretiene en ese tipo de pensamientos inferiores, sino que se dedica a los más elevados, tiende a expandir la parte superior de su cuerpo mental, tomando este la apariencia de un huevo con la parte más estrecha en el inferior.
El cuerpo mental posee una  molécula denominada semilla mental permanente, la cual perdura en el ser en todas sus encarnaciones. Esta semilla es el centro y corazón del cuerpo mental, y su función es la de conservar almacenadas todas las experiencias por las cuales pasa el cuerpo mental en todas sus encarnaciones.
El ser humano, al usar su cuerpo mental, es decir, al pensar, imprime una vibración en el cuerpo mental, y esa vibración produce dos resultados:
1)      Irradia vibraciones u ondas.
2)      Produce formas mentales.
La vibración en el cuerpo mental, como todas las vibraciones, se propaga a su alrededor, y  tiende a reproducirse en cuanto tiene oportunidad. En consecuencia, al chocar una onda mental con el cuerpo mental de otra persona, tenderá a imprimir en esta, vibraciones similares al pensamiento originado por la primera persona. Es decir, que el cuerpo mental de una persona al ser tocado por una onda mental, tiende a producir en su mente un pensamiento similar al que surgió en primer lugar en la mente de la persona originaria del pensamiento.
Como gran número de personas carecen de pensamientos fuertes y precisos, salvo en la persecución de algún asunto que demande toda su atención, en condiciones ordinarias son afectados considerablemente por los pensamientos que chocan en sus mentes. De ahí proviene la gran responsabilidad de quienes verdaderamente piensan, porque sus pensamientos, sobre todo si son fuertes y precisos, afectarán inevitablemente a un gran número de personas. Se puede causar mucho daño de esta manera; aunque ello se haga inconscientemente, el causante es kármicamente responsable por lo que ha hecho.
Como es natural, un pensamiento bueno puede afectar a otros en bien de la misma manera. Así, uno que sepa esto, puede convertirse en un verdadero Sol, irradiando constantemente hacia sus amigos y vecinos pensamientos de amor, de calma, de paz, etc. Pocos se dan cuenta de la enorme fuerza que pueden ejercitar, si quieren, gracias al poder del pensamiento.
Una forma mental, por ejemplo, de amor o de deseo de proteger, dirigida con fuerza a otra persona, llega a ésta y se mantiene en su aura como agente protector y aprovechará todas las oportunidades de servir y de defender, no por acción consciente y deliberada, sino siguiendo ciegamente el impulso que se le imprimió; fortalecerá las fuerzas amistosas que choquen con el aura, y debilitará a las inamistosas. Así se crean y mantienen verdaderos ángeles guardianes alrededor de las personas queridas. Muchas plegarias maternas envuelven al hijo ausente, actuando de esta manera.
 La mente es la gran matadora de lo real. No vemos objeto alguno tal cual es, sino, únicamente, las imágenes que somos capaces de formar de ellos; de manera, que todo está necesariamente coloreado por esas formas mentales de nuestra propia creación.
A partir de este instante, todos los que hemos leído esto, ya sabemos que somos responsables de nuestros pensamientos, por lo que mantener en nuestra mente pensamientos negativos sería una grave irresponsabilidad, ya que por un lado afecta negativamente en las personas objeto de nuestro pensamiento, y por otro lado nos afecta a nosotros mismos.
Para aclarar conceptos, te presento algunos ejemplos prácticos:
Imagina una relación de pareja, en la que los dos miembros de la pareja se aman normalmente, sin excesivos juicios ni críticas. Los pensamientos de amor de cada uno de ellos, se desplazan hasta el aura de la otra persona, incrementando los pensamientos de amor de ella misma. La consecuencia es que la forma de pensamiento de amor en cada uno de ellos será mayor cada día que pasa.
Imagínate que tú mismo/a eres un/a hipocondríaco/a. La forma mental de miedo a una determinada enfermedad, va a crecer cada día, con una consecuencia lógica, más tarde o más temprano hay muchas posibilidades de somatizar la enfermedad.
Una manera de actuar de manera benéfica sobre los demás, es la bendición, de la que tantas veces hemos hablado en este blog. Pero para que la energía de la bendición sea efectiva, es necesario que la persona a la que va dirigida se encuentre libre de pensamientos, o al menos, que estos no sean negativos. La energía de la bendición permanecerá en el aura de la persona hasta que se libere de pensamientos, protegiéndola contra energías negativas.
Si te apetece tener información más completa sobre el cuerpo mental, puedes buscar en Internet “El cuerpo mental” de Artur Powell.

domingo, 17 de abril de 2011

Una declaración de amor

            La semana pasada tuve el placer de asistir a una boda, en la que se derrochaba amor por los cuatro costados. En ella, los novios hicieron una declaración pública y permanente de su amor. El novio en un mini-discurso resaltó las diferencias entre el “amar y el querer”. Me gustó tanto que le solicité permiso para compartir la idea, ligeramente corregida, para eliminar situaciones personales, con vosotros.
Querer y amar. Parecen lo mismo….., pero ¿Son lo mismo? No, no lo son. Existen algunas diferencias.
            Querer es un sentimiento que lleva implícito un pensamiento, o una emoción generada por un pensamiento. En cualquier caso, existe el pensamiento, está implicada la mente, y cuando la mente entra en juego, la pureza del sentimiento no es tal, ya que se encuentra teñida de la energía del pensamiento. La mente trabaja con imágenes, comparando las imágenes que recibe con las que tiene archivadas en sus cajones de memoria, y además siempre resalta los detalles negativos. Esto supone que el sentimiento, “el querer”, siempre se encuentra acompañado de algún pensamiento negativo. Es el “te quiero, pero….”: Te quiero pero tienes una peca en la nariz, te quiero pero eres un poco desordenado/a, te quiero pero hablas demasiado, te quiero pero…….
            El resultado de esto es que ambas partes piensan en su interior: “Ya le/a cambiaré”. Pero eso casi nunca ocurre, porque casi nadie cambia por lo que pueda decir otra persona, las personas cambian por sí mismas, por su propio convencimiento. Con lo cual, el “pero” no sólo se mantiene, sino que se agranda, cada día más, ya que la mente va a mantener la fijación cada vez con mayor insistencia. Además, ¿para que se quiere cambiar a la persona amada? Si se conocieron siendo de una manera, se enamoraron siendo de esa manera, ¿Por qué iban a querer cambiarse?, ¿No será que ya no se quieren?, ¿Por qué sino?
            Con el paso del tiempo, se mantiene el sentimiento, pero……. ¡Con resignación!, eso hace que la relación no sea todo lo fluida que debiera ser si no existiera el “pero”,  eso hace que no se compartan los secretos, eso hace que las críticas cada vez sean más frecuentes, eso hace que necesiten otras personas a su alrededor, ya que ellos no tienen temas de conversación, eso hace que se acabe, si alguna vez existió, la complicidad, etc.  Queda el sentimiento, si, pero……… incompleto
            El Amor si es completo, Amar es otra cosa. El amor es una energía, y en el amar, esa energía sale por cada poro de la piel, se ama porque sí, se ama sin más, se ama sin condiciones. En el amar no hay pensamiento, no se quiere cambiar a la otra parte porque todo es perfecto, amar es entrega y a la vez libertad, amar es alegría, es complicidad, amar es admiración, amar es dar sin querer recibir.  El “querer” puede acabarse o diluirse, el amor nunca se acaba, nunca disminuye. Una vez que se consigue manifestar el amor, este perdura para siempre, extendiéndose a todo el mundo, en cualquier parte, manifestándose en su totalidad hacia la persona amada.
            “Querer” es una buena línea de salida para sentir el amor. Sólo se ha de purificar, eliminando el o los pensamientos que le acompañan. Entonces sólo quedará el amor.
            Una buena práctica es empezar a no juzgar ni criticar nada de la pareja, y además, satisfacerle/a en todo, sin ningún reproche. No olvidar decirle/a “te amo”, cada día, varias veces al día; no olvidar ni los besos ni los abrazos también diarios; recordarle/a lo que te gusta de él/ella.  
Si realmente amas, haz esa práctica. No sólo a tu pareja, sino a todos los que te rodean. Verás cómo cambia tu vida, verás como te inunda la felicidad, la paz, y por supuesto, el Amor.