El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 22 de agosto de 2015

Vivir y morir como alimañas


            No sabía que titulo ponerle a esta entrada, he dudado entre: “El umbral del paraíso”, “Ponte en sus zapatos” o “Vivir y morir como alimañas”. Al final me he decantado por el último, es el menos comercial pero el más real.    
En el post “Desheredados” colgado ayer en el blog, decía que mientras medio mundo malvive en condiciones infrahumanas, el otro medio les ve por la tele. Incluso algunos pueden comentar, y ya no solo en privado, sino también por las redes sociales, en el caso de los desplazados o refugiados: “Mejor estarían en su casa en vez de invadir otros territorios a los que solo van a llevar atracos, asesinatos y robos. No tenemos aquí trabajo para tanto desarrapado”.
 
            La foto que acompaña este post es con la que yo trataba de desayunar esta mañana, (se me quito el hambre de repente), aparecida en la portada de “El Comercio”, (Periódico peruano). Como veis aparece un padre con un niño en brazos, gritando, o llorando, o suplicando, al igual que el niño, al que supongo su hijo, de rodillas, rodeados de policías y de alambre de espino, en la frontera entre Macedonia y Grecia. Supongo que trataban de impedirles el paso, les supongo sirios que huyen de la barbarie desatada por los infinitos bandos que luchan en ese país, incluido su propio gobierno, y supongo que no les están ayudando, ya que sino no tendrían el dolor reflejado en el rostro.
            Al igual que este padre y su hijo, hay cientos, miles, millones de personas, millones de seres humanos, niños, jóvenes y adultos, que han tenido que dejarlo todo, para enfrentarse a más hambre, a más dolor y muchos encontrando la muerte, desplazándose en pateras por los mares que les separan de otros países, o a través de desiertos, a través de montañas, atravesando países, tratando de traspasar muros o alambradas colocadas para evitar su paso a lo que ellos consideran el paraíso. Muchos lo consiguen, pero otros muchos se quedan a las puertas de ese paraíso muriendo incluso como alimañas, porque los que viven en esos falsos paraísos, después de atraerles con sus cantos de sirena, les impiden pasar, les impiden vivir.
            Llevo tiempo sintiendo que algo hay que hacer, porque no es suficiente la donación que se puede dar a la organización que cada uno de nosotros haya elegido, hay que hacer más, pero no se qué, porque no es necesaria otra nueva organización, hay que financiar con más, con mucho más, a estas organizaciones, pero también tenemos otra cosa que hacer: “Concienciar a los que nos rodean”. ¿Cómo? No puede ser difícil. Sólo hay que colocarse en los zapatos de esta pobre gente. Imagínate a ti, con tu hijo en brazos, rodeado de policías que te impiden pasar para que puedas ofrecer una vida digna a tu hijo, o sencillamente poder darle un plato de comida diario.. ¿Qué harías?
            Durante casi 40 años existió un muro de 160 kilómetros que separaba dos mundos, dos ideologías, un muro de vergüenza, “El muro de Berlín”, en el que te mataban si intentabas salir. Hoy hay en pie 30 muros o vallas similares, en el que te matan si intentas entrar.
            ¡Basta ya! Tenemos que hacer presión, para que no se discrimine a estos millones de personas que su único delito ha sido nacer en un país equivocado, o vivir en una mega ciudad gobernada por corruptos ineptos que no les proveen de los servicios necesarios, (agua, luz), o llegar a las puertas de un país dirigido por personas sin entrañas. Los que están intentando pasar las vallas son seres humanos. Los que están intentando vivir son seres humanos. Los que están intentando buscar comida para sus hijos son seres humanos. No nos sirven regímenes comunistas que prohíban la salida, no nos sirven regímenes capitalistas que prohíban las entradas, necesitamos regímenes humanistas, (no populistas), que traten a las personas como son: “SERES HUMANOS”, hijos de Dios.

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