El mero hecho de estar vivo no
significa que se sepa vivir. De la misma manera que no se sabe nadar, si nadie
te ha enseñado, solo por estar sumergido en el agua.
El problema con la vida es que nadie
nos enseña realmente lo que significa vivir y cuál es la razón de la vida. La
enseñanza que recibimos de la vida es justo lo contrario de lo que es, no solo necesario,
sino imprescindible para vivir una vida digna y feliz.
La culminación de la enseñanza que
recibimos es la situación en la que hemos
puesto a millones de personas en el mundo, despojados de su dignidad, expulsados
de sus casas, empujados a la muerte, tal como nos muestran las imágenes de los
niños que han muerto ahogados a las costas de la riqueza y del despilfarro,
mientras los dirigentes con la panza llena discuten si tu te llevas cinco y yo
me llevo seis, mientras sus policías les impiden, como si de animales apestosos
se tratara, el paso hacia algún lugar, cualquier lugar, en el que al menos
puedan dormir sin la amenaza de las bombas aunque sea teniendo como único techo
las estrellas.
Y digo que hemos puesto, porque
todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad por colocar con nuestro voto en
la dirección de nuestros países a corruptos y medradores sin entrañas, que se pelean
entre ellos por un centímetro de tierra o una estrella de más en un trapo, de
la misma manera que somos responsables al entrar en las iglesias dirigidas por
hampones del miedo, que en lugar de aterrorizar a sus fieles deberían colocar
sus edificios y sus riquezas al servicio de toda esta pobre gente.
Y mientras tanto, los únicos que demuestran
un poco de humanidad que son los movimientos ciudadanos, que están tratando de
ofrecer inútilmente sus domicilios para acoger a algunos de ellos. Pero también
es imposible porque no pueden llegar a ellos, y seguro que antes tienen que
inventarse un impuesto para seguir engordando las barrigas de los dirigentes.
¡Basta ya!, ¡Hasta cuándo vamos a permitir
que los delincuentes con hábitos y con corbata nos maltraten con nuestra
aquiescencia!
La primera de todas nuestras asignaturas, antes
incluso que aprender a leer y a escribir, tendría que ser aprender a amar. Con
esta asignatura aprobada se acababan las guerras y los delincuentes que las
provocan.
Aunque parezca que podemos hacer poco, es mucho
lo que podemos hacer. Ni un solo voto más a todos los que hoy día en vez de
estar trabajando para acabar con las guerras las están defendiendo o
financiando, ni un solo voto más a los que colocan una alambrada o un policía delante
de esta pobre gente, ni un solo voto más a los que están tratando de mantener
su poltrona en lugar de sentar en ella a los miles de niños que duermen en la
calle, ni un solo voto más a los que luchan por defender un trapo que llaman
bandera en lugar de arropar con ella a los que caminan descalzos y
desarrapados, ni un solo voto más a los que se pelean por un centímetro de
tierra en lugar de construir en ella viviendas para tanto desplazado.
El niño muerto en la playa es tu hermano, imaginate que es tu hijo; el
padre desesperado que no tiene con que alimentar a sus hijos es tu hermano, imaginate a tí; las
personas enterradas debajo de los escombros son tus hermanos, imaginate a tu familia.
Ellos con su muerte están dejando en evidencia
al mundo capitalista, al mundo democrático, al primer mundo, al mundo que se
llena la boca hablando de derechos humanos, ¿Qué derechos?, ¿De qué humanos
hablan?
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