El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 21 de abril de 2025

¿Para que rezar?

 


Querido Dios

         Si todo lo que nos sucede a los seres humanos es el resultado del Plan individual que cada alma ha organizado de manera minuciosa, como herramientas para su propio crecimiento espiritual, una serie de preguntas surge inevitablemente en mi mente y en mi corazón: ¿Para qué rezar? ¿Para qué pedir? Incluso, ¿para qué agradecer si, al final, aquello que llamamos "bueno" o "malo" no es un mérito o una responsabilidad tuya, sino una consecuencia de nuestros propios designios y elecciones?

Se dice que cada experiencia, por más insignificante o dolorosa que parezca, tiene un propósito profundo en el viaje del alma. Cada dificultad, cada alegría, cada encuentro, está tejido en nuestras vidas con el hilo de nuestras decisiones previas y nuestras necesidades evolutivas. Pero entonces, si ya hemos establecido este plan antes de descender a este mundo, ¿Cuál es el rol del rezo en nuestras vidas? ¿Es el rezo simplemente un eco de nuestro anhelo, un espacio donde nos reconectamos con la divinidad en nosotros mismos, más que un grito hacia el cielo buscando intervención?

Me detengo a pensar en el acto de pedir. ¿Pedir es acaso una expresión de humildad, un reconocimiento de nuestra vulnerabilidad, aunque sepamos que el curso de los eventos está decidido? ¿Es una forma de hablar contigo, incluso si la respuesta no reside en un cambio externo sino en la transformación interna que ocurre al poner nuestros deseos y miedos en palabras? Y si es así, ¿somos conscientes de que el pedir no cambia el rumbo de los acontecimientos, sino que transforma el modo en que los enfrentamos?

Y, sobre el agradecer... Si las bendiciones que recibimos son, en realidad, los frutos de lo que hemos sembrado en otros tiempos, ¿qué significa entonces darte las gracias? Tal vez la gratitud hacia Ti no sea tanto por las cosas buenas que nos suceden, sino por la creación misma, por esta gran estructura que nos permite aprender y evolucionar. Tal vez el agradecimiento no es por el resultado de nuestras elecciones, sino por la posibilidad de hacerlas, por el libre albedrío, por la capacidad de experimentar el amor, el dolor, la duda, la fe.

Querido Dios, ¿eres entonces un testigo silencioso de nuestro andar, una fuerza que todo lo sostiene sin intervenir directamente? ¿O acaso tu intervención es sutil, oculta en la sincronicidad de los momentos, en los gestos amables de los desconocidos, en los pequeños milagros que a veces damos por sentado? Si todo está escrito y, a la vez, todo es un campo de posibilidades, ¿en dónde termina el Plan y comienza tu misterio?

Rezar, pedir, agradecer... quizá no lo hacemos para cambiar lo externo, sino para transformarnos internamente. Tal vez, en el acto de dirigirnos a ti, encontramos un espejo que nos muestra quiénes somos y qué es lo que más valoramos. Porque, al final, aunque nuestras almas tengan un plan, tú sigues siendo el faro al que miramos en la tormenta, el refugio al que volvemos cuando necesitamos recordar que, incluso en medio de la incertidumbre, nunca estamos verdaderamente solos.

Gracias Señor, gracias por escucharme, gracias por estar ahí.

 

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo


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